El MAMBO encara una etapa m¨¢s empresarial tras celebrar sus 60 a?os
El Museo de Arte Moderno de Bogot¨¢ ha recuperado parte de su antiguo esplendor con su tercera directora, Claudia Hakim. Pero hay incertidumbre ante la apuesta por su reemplazo
El Museo de Arte Moderno de Bogot¨¢ (MAMBO) casi siempre ha estado en crisis. Fundado en octubre de 1963, durante sus primeros 16 a?os no tuvo una sede propia. Despu¨¦s, cuando se estableci¨® en un moderno edificio de cuatro pisos, los fondos nunca fueron suficientes. Las exposiciones de grandes artistas locales e internacionales eran demasiado caras en un pa¨ªs con pocos recursos para la cultura. Nada, sin embargo, se compara con la situaci¨®n que viv¨ªa hace una d¨¦cada. No hab¨ªa un peso, el p¨²blico se alejaba y la directora perd¨ªa su energ¨ªa para seguir adelante a sus 80 a?os. La instituci¨®n corr¨ªa el riesgo de desaparecer.
Todo comenz¨® a cambiar cuando la gestora cultural Claudia Hakim lleg¨® a la direcci¨®n, en 2016. Con el apoyo de sus conexiones en la alta sociedad capitalina, estabiliz¨® la monta?a rusa y evit¨® que se descarrilara. Contrat¨® un nuevo curador, reform¨® el edificio y organiz¨® galas de recaudaci¨®n de fondos. Pero ahora, tras celebrar los 60 a?os del museo, Hakim se va. El MAMBO se prepara para una transformaci¨®n que genera escepticismo en el mundo art¨ªstico: adoptar¨¢ un tinte m¨¢s corporativo con la llegada de la dise?adora Martha Ortiz G¨®mez, exdirectora del diario El Colombiano y miembro de una tradicional familia de empresarios y pol¨ªticos conservadores de Antioquia.
Esplendor
Los or¨ªgenes del MAMBO en un peque?o local de la carrera S¨¦ptima y en la Universidad Nacional son inseparables de Marta Traba, una cr¨ªtica y escritora argentina que fue la primera directora del museo y que revolucion¨® los c¨¢nones del arte colombiano en los a?os cincuenta y sesenta. Hay quienes la aman y quienes la odian: fue una mujer sin pelos en la lengua que durante a?os defini¨® qu¨¦ arte deb¨ªa promoverse y cu¨¢l deb¨ªa marginarse. El museo contribuy¨® a que obras m¨¢s abstractas y universales dejaran atr¨¢s las tendencias nacionalistas. Surgi¨®, con su venia, una nueva generaci¨®n de pintores que incluy¨® figuras como Alejandro Obreg¨®n, Enrique Grau y Fernando Botero.
La gesti¨®n de Traba tuvo un abrupto final en 1967, cuando defendi¨® una movilizaci¨®n estudiantil en la Universidad Nacional y gener¨® la molestia del entonces presidente de Colombia, Carlos Lleras. Tuvo que ceder su puesto a Gloria Zea, una fil¨®sofa y coleccionista con un perfil ¡°m¨¢s empresarial¡±, seg¨²n compara por videollamada Jaime Iregui, editor del portal Esfera P¨²blica. ¡°Traba era alguien m¨¢s activista, una ide¨®loga que instal¨® el arte moderno y sus aspiraciones de fisurar los c¨¢nones del siglo XIX. El museo no consigui¨® un edificio propio, pero defini¨® qui¨¦nes eran los artistas a destacar¡±, resalta. Zea, en cambio, era la hija de un exministro, exesposa de Fernando Botero y esposa de un poderoso empresario. Integraba, adem¨¢s, el consejo internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Para Iregui, aportaba conexiones con la ¨¦lite econ¨®mica y buscaba exposiciones ¡°m¨¢s grandes y taquilleras¡± con las que lucirse.
Zea llev¨® el museo a ¨¦pocas de gran esplendor. Tras un a?o en el Edificio Bavaria y otros ocho en el Planetario, inaugur¨® la sede definitiva frente al Parque de la Independencia, en el coraz¨®n de Bogot¨¢. Hab¨ªa gestionado la donaci¨®n de un lote del Estado, el dise?o que realiz¨® el reconocido arquitecto Rogelio Salmona y los ladrillos que aport¨® la empresa de su esposo, Andres Uribe. En estas sedes se sucedieron exposiciones de artistas famosos como el franc¨¦s Auguste Rodin, el espa?ol Pablo Picasso, el suizo Alberto Giacometti, el estadounidense Alexander Calder o los colombianos Antonio Caro y Feliza Bursztyn. Espacios como el Sal¨®n Atenas, la Bienal de Arte de Bogot¨¢ y el cine Los Acevedo entusiasmaron a los j¨®venes y a los artistas locales.
Jaime Pulido, trabajador del MAMBO hace 53 a?os, es quien mejor conoce esas ¨¦pocas doradas. Zea lo contrat¨® como asistente de la librer¨ªa cuando ¨¦l era un joven de 20 a?os que reci¨¦n llegaba a Bogot¨¢ desde un pueblo de Boyac¨¢, lo promovi¨® en varios roles vinculados a la preservaci¨®n de la colecci¨®n y lo envi¨® a algunos viajes para capacitarse. Por eso Pulido se emociona cuando muestra la obra Nuestra Se?ora de F¨¢tima de Botero en la exposici¨®n Viceversa, que celebra los 60 a?os del museo. Dice que el cuadro estaba detr¨¢s del escritorio de Zea el d¨ªa que ella lo entrevist¨® en 1971 y que le trae recuerdos de aquellas ¨¦pocas. ¡°Ve¨ªan a Gloria como alguien de la alta esfera que tra¨ªa una propuesta elitista. Pero era todo lo contrario¡±, defiende.
Decadencia
Lucas Ospina, profesor de la Universidad de Los Andes, cree que la gran paradoja de la historia del MAMBO es que tanto el esplendor como la decadencia ocurrieron durante los largos a?os de Zea como directora (1969-2016). ¡°Sin ella no habr¨ªa un museo hoy. Fue el gran engranaje social que consigui¨® al arquitecto, a los empresarios y a los pol¨ªticos. Tambi¨¦n le dijo a Eduardo Serrano que se sumara como curador... reconoci¨® que hab¨ªa algo en ¨¦l, pese a que ¨¦l la criticaba. Pero despu¨¦s ella se cierra y empieza a pensar que el museo es de ella, que le pertenece¡±, se?ala. El acad¨¦mico recuerda, por ejemplo, que en 1989 la instituci¨®n fue sede de campa?a a la Alcald¨ªa de Bogot¨¢ de Fernando Botero Zea, hijo de la entonces directora.
Hay, sin embargo, varias razones detr¨¢s de la decadencia. Los problemas con varios curadores y de administraci¨®n se sumaron a que el Estado se volvi¨® m¨¢s estricto y restrictivo en sus pol¨ªticas de financiamiento de instituciones culturales. ¡°La pol¨ªtica de que eres de clase alta y amigo del presidente ya no funcionaba¡±, comenta Ospina. Adem¨¢s, m¨¢s all¨¢ del MAMBO, los museos dejaron de ser el ¨²nico lugar donde muchos j¨®venes se conectaban con ofertas culturales del resto del mundo. Colombia se abri¨® m¨¢s a las importaciones de productos diversos y luego internet ofreci¨® m¨¢s opciones.
La crisis tom¨® notoriedad medi¨¢tica en 2003 por una muestra de Barbies que el MAMBO organiz¨® con Mattel, la empresa que fabrica la conocida mu?eca. Una visitante alert¨® en una carta sobre las l¨®gicas monetarias que impregnaban la exposici¨®n y se?al¨® que incluso hab¨ªa talleres de crayolas para que los ni?os pintaran los trajes favoritos de las Barbies. ¡°Todo el mundo sabe que el MAMBO hace lo que puede para conseguir financiaci¨®n. Eso est¨¢ claro. Pero si la forma es que el departamento de mercadeo termine rivalizando con el ya fragil¨ªsimo departamento de curadur¨ªa (?d¨®nde est¨¢ el curador?) lo mejor es apagar e irse¡±, expres¨®. La pol¨¦mica r¨¢pidamente deriv¨® en quejas de artistas reconocidos y en debates en los medios de comunicaci¨®n, que hasta entonces hab¨ªan protegido a Zea.
Hay opiniones diversas sobre las Barbies. Los expertos Iregui y Ospina son especialmente cr¨ªticos de que el mercadeo se impusiera sobre la curadur¨ªa y se?alan que la muestra no ten¨ªa reinterpretaciones de la mu?eca o una movida anticultural como la pel¨ªcula de Greta Gerwig en 2023. Pero Pulido, que guarda todas las historias y an¨¦cdotas del museo, alega que el problema se sobredimension¨®. ¡°Defiendo mucho unas palabras de Gloria Zea: ¡®?Cu¨¢l es el problema con las Barbie? Las exhiben los museos norteamericanos y europeos como obras de arte importantes, son un s¨ªmbolo universal¡¯. Por mi parte, creo que m¨¢s bien la muestra fue mal manejada desde la museograf¨ªa, que daba el aspecto de un almac¨¦n¡±, remarca.
Resurgimiento
Claudia Hakim y su esposo, el empresario de la construcci¨®n Nayib Neme, recibieron a finales de 2015 una invitaci¨®n de Gloria Zea para tomar un caf¨¦. La cita era en la casa de Belisario Betancur, expresidente de la Rep¨²blica y en ese entonces cabeza de la junta directiva del MAMBO. ¡°No te voy a pedir plata¡±, dijo Zea entre risas. Hakim asegura, ocho a?os despu¨¦s, que nunca pens¨® que le fuera proponer que la sucediera. ¡°Nadie se esperaba que Gloria diera este paso. Uno pensaba que la direcci¨®n ser¨ªa algo hereditario en su familia¡±, rememora. Ambas se conoc¨ªan porque Zea, fallecida en 2019, sol¨ªa acudir a las inauguraciones de las exposiciones que Hakim organizaba en su galer¨ªa, NC-arte. ¡°Iba mucha gente y Gloria ve¨ªa todo ese movimiento¡±, comenta la escultora.
Los primeros meses fueron de angustia. Zea se hab¨ªa llevado parte del mobiliario, que era suyo, y Hakim ni siquiera ten¨ªa un escritorio ¡ªsu esposo tuvo que mandarle unos muebles¡ª. Un banquero al que le pidi¨® ayuda le dijo que no pensaba poner su nombre ¡°en un museo olvidado¡±. Y no ten¨ªa equipo. ¡°No hab¨ªa gente en comunicaci¨®n con el p¨²blico, el ¨¢rea de educaci¨®n estaba parada, el dep¨®sito estaba en mal estado y la cafeter¨ªa estaba abandonada. Las oficinas eran viejas, oscuras... el museo hab¨ªa perdido su encanto. El MAMBO fue muy importante y Gloria lo hizo maravilloso, pero en los ¨²ltimos a?os el museo se durmi¨® y cay¨® en un letargo impresionante¡±, resume Hakim.
Hubo varios cambios. La nueva gesti¨®n reestructur¨® los departamentos, organiz¨® galas de recaudaci¨®n de fondos, canje¨® donaciones de artistas por deuda que el museo ten¨ªa con algunos bancos, inaugur¨® un Crepes & Waffles en el espacio gastron¨®mico y habilit¨® una entrada m¨¢s amplia al edificio. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s importante fue la llegada del curador italiano Eugenio Viola, que enumera sus propios cambios: desde apuestas por el performance y artistas que considera transgresores ¡ªRosemberg Sandoval o Juan Uribe, por ejemplo¡ª hasta una exposici¨®n sobre el VIH y el lanzamiento de un premio para mujeres artistas en Latinoam¨¦rica.
El momento m¨¢s medi¨¢tico de Hakim fue en 2018, cuando el edificio amaneci¨® un lunes con un gran cartel rojo con el mensaje ¡°Se arrienda¡± y un n¨²mero de tel¨¦fono. Un actor contestaba cada llamada, se identificaba como agente inmobiliario y trataba de convencer a los potenciales clientes. Mientras, la directora se escond¨ªa en el Edificio Seguros Tequendama, observaba desde all¨ª c¨®mo llegaban los medios de comunicaci¨®n y recib¨ªa llamadas del alcalde. En redes sociales, los usuarios comenzaron a lamentar no haber ido m¨¢s al MAMBO. ¡°Fue una campa?a publicitaria para que la gente se diera cuenta de que el museo se pod¨ªa acabar. No conseguimos dinero, pero al menos el p¨²blico reaccion¨® y se volvi¨® a acercar¡±, eval¨²a la directora saliente.
Incertidumbre
El MAMBO revel¨® el pasado 1 de febrero que la antioque?a Martha Ortiz ser¨¢ su pr¨®xima directora. El comunicado destaca que es dise?adora industrial de la Universidad Javeriana, que tiene un MBA en Estados Unidos y dos posgrados en medios de comunicaci¨®n, y que ocup¨® varios cargos directivos en el grupo de medios El Colombiano. No obstante, su nombramiento ha generado sorpresa e incertidumbre. No tiene un v¨ªnculo tan fuerte con el mundo del arte como sus antecesoras y ha recibido cr¨ªticas por su gesti¨®n en el diario conservador del que su familia era principal accionista.
Las reacciones entremezclan los balances positivos sobre la gesti¨®n de Hakim con las cr¨ªticas o la cautela ante la elecci¨®n de Ortiz. Iregui, de Esfera P¨²blica, destaca que la escultora ¡°sane¨® el museo¡±, pero lamenta que su sucesi¨®n vuelva a priorizar a alguien de la alta sociedad y conjetura que ¡°ahora el MAMBO quiz¨¢ no busca el perfil de una directora, sino el de alguien que consiga fondos¡±. Ospina, de Los Andes, concuerda y se?ala tambi¨¦n que ¡°culturalmente hay perfiles m¨¢s importantes¡± a los que deber¨ªa darse la oportunidad. Algunos empleados del museo, por su parte, admiten la sorpresa, pero prefieren esperar a que se posesione la nueva directora antes de emitir una opini¨®n.
Hakim defiende la decisi¨®n, en la cual dej¨® atr¨¢s la tradici¨®n de dedazos y opt¨® por una firma cazatalentos. ¡°La junta directiva me dijo: ¡®No queremos que sea a dedo como fue con usted. Gloria tuvo suerte, pero no queremos la responsabilidad [de correr el riesgo]¡¯. (...) Se iniciaron entonces dos procesos largos en el que entrevistaron a m¨¢s de 30 personas del medio de la educaci¨®n, del arte, de la gesti¨®n cultural¡±, comenta. ¡°Vieron que necesitamos que el MAMBO arranque financieramente, que se vea como una empresa. Eugenio ya tiene controlado lo art¨ªstico y los departamentos ya est¨¢n organizados... falta m¨¢s la parte de negocios para que el museo se mantenga¡±, a?ade. Ortiz, en tanto, ha declinado ser entrevistada por este peri¨®dico.
El museo tiene varias cuestiones pendientes. Los visitantes, seg¨²n cuenta una de las mediadoras de recorridos guiados, piden que regrese la programaci¨®n de cine y que la biblioteca abra al p¨²blico. Viola, que ahora es director art¨ªstico, quiere una ampliaci¨®n que le permita montar una exhibici¨®n permanente de la colecci¨®n. El profesor Ospina pide tener conferencias con temas m¨¢s provocadores, recuperar la Bienal ¡ªHakim explica que era muy costosa¡ª y rearmar una sala de proyectos con convocatorias dedicadas a j¨®venes artistas ¡ªViola responde que quiere hacerlo, pero que necesita m¨¢s espacio¡ª.
Pulido, en tanto, conversa sobre sus expectativas mientras se?ala obras del argentino Rogelio Polesello y el peruano Fernando de Szyszlo, artistas ya fallecidos a los que recuerda con cari?o. Tambi¨¦n quiere ampliar el museo para mostrar parte de la colecci¨®n de forma permanente, un mejor financiamiento y avances en la reorganizaci¨®n de la biblioteca. Cuenta, adem¨¢s, que a sus 73 a?os no tiene intenciones de retirarse. ¡°Todav¨ªa me siento capaz de desempe?arme en esta actividad y tengo la energ¨ªa. Si la instituci¨®n me requiere un tiempo m¨¢s me encantar¨¢ porque esta ha sido siempre mi segunda casa¡±, dice.
Violencia en la selva
La primera obra que se observa cuando se entra al MAMBO en estos días es una provocación al propio museo. Violencia en la selva, en la sala Marta Traba, es una obra de 1953 que la fundadora hubiera marginado. Muestra a un indígena torturado y asesinado durante La Violencia. Su autor es Ignacio Gómez Jaramillo, un muralista de tendencias nacionalistas que polemizó con Traba y sus aspiraciones universalistas. El cuadro, que estuvo extraviado durante décadas pese a ser el primero donado a la colección, contrasta con una de las obras favoritas de la primera directora: Tumba N.° 11 (Felipe II), un trabajo abstracto y de estilo informal de Juan Antonio Roda sobre el sepulcro de un rey español.
Viola asegura que fue una decisión correcta. “No es contra la fundadora. Es reflexionar sobre cómo cambian las políticas culturales y las agencias. Es un acto de respeto y de restitución a una historia que fue suprimida”, comenta. “Marta Traba tuvo un papel importante en un contexto específico, donde las temáticas indígenas no eran contempladas en la agenda cultural. (...) Le agradecemos [sus aportes], pero tenemos que reflexionar sobre los cambios que han ocurrido desde su época”, agrega.
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