Aterrizar la sabrosura
El sue?o del cambio llega a la presidencia. Gustavo Petro inicia el largo y sinuoso camino de demostrar que es tan bueno prometiendo como cumpliendo
Es el primer d¨ªa del resto de nuestras vidas para los colombianos. La frase viene de la alocada adaptaci¨®n para Latinoam¨¦rica del t¨ªtulo de St. Elmos¡¯s Fire, una vieja pel¨ªcula de 1985 con Rob Lowe y Demi Moore. La cinta narra la incertidumbre que vive un grupo de amigos, reci¨¦n graduados, frente a los retos que implica la vida real. La verdad es que el t¨ªtulo original tambi¨¦n aplicar¨ªa a lo que Colombia experimenta: el fuego de Santo Elmo o San Telmo, aquel fen¨®meno resplandeciente, de origen el¨¦ctrico, que rodea a los m¨¢stiles de los barcos durante las tormentas y que es de mal ag¨¹ero. Algunos marineros, como los espa?oles en a?os de la conquista de Am¨¦rica, no cre¨ªan que fuera una mala se?al, sino, por el contrario, una manera en que su patrono les anunciaba especial protecci¨®n.
Despu¨¦s del resplandor, un rayo impact¨® directo en el velamen del ingeniero Rodolfo Hern¨¢ndez, cuyo ¡°triunfo¡± no pas¨® m¨¢s all¨¢ de un par de boletines de la Registradur¨ªa. Los errores del ¨²ltimo tramo de campa?a le pasaron cuenta de cobro a quien, habiendo sido frentero durante una vida entera, eligi¨® refugiarse en su madriguera, mientras Gustavo Petro capitalizaba esa debilidad, invit¨¢ndolo a subir al ring del debate sin ¨¦xito. O, con mucho ¨¦xito, porque esa actitud de estar dispuesto a todo en la tarea de confrontar ideas le sum¨® peso en los pies a un Hern¨¢ndez que, a pesar de una nada despreciable votaci¨®n, se fue directo al fondo del mar.
Le corresponde al presidente Petro, rodeado por algunas vistosas figuras del establecimiento, demostrar que no es, como dijera en columna de hace unas semanas el periodista Felipe L¨®pez, un ¡°lobo con piel de lobo¡±. Que son solo mitos algunos de los temores sobre su administraci¨®n: que no expropiar¨¢, que no llevar¨¢ el caos al escenario de las pensiones, que no propiciar¨¢ una ¡°dictadura comunista¡±, que no espantar¨¢ la inversi¨®n extranjera, que no va a mandar al demonio (?que algunos creen es ¨¦l!) la industria petrolera y que no har¨¢ de los impuestos una herramienta de represalia.
El senador Roy Barreras, poco despu¨¦s de confirmarse la tendencia de victoria, declar¨® que acababa la polarizaci¨®n con el triunfo de Petro. Est¨¢ por verse, pues las heridas son profundas y no sanan como por arte de urnas. Si Petro demuestra gallard¨ªa y resiste la tentaci¨®n de la revancha, probablemente conozcamos alg¨²n tipo de tranquilidad. Los votos, sin embargo, eligen presidentes, pero no necesariamente transforman naciones. Petro encuentra un pa¨ªs dividido y fuertes sectores que no lo reciben con aplausos y voladores.
No ha tenido Petro, a lo largo de su carrera, mayor inclinaci¨®n a aceptar la cr¨ªtica de sus opositores o la tarea de los medios, a quienes suele poner en la misma estanter¨ªa donde ubica a sus enemigos. Ya presidente, le urge entender que, como servidor p¨²blico, debe aceptar los cuestionamientos a su gesti¨®n y desarmar el esp¨ªritu para concentrarse en ejecutar.
No se les pide a los presidentes que se abstengan de defender su gesti¨®n, pero s¨ª se les reclama proporcionalidad en esa tarea y la capacidad de no graduar las observaciones sobre su trabajo como un ataque de car¨¢cter personal. Petro necesita asimilar el triunfo con una gran dosis de moderaci¨®n, porque el p¨¦ndulo se ha movido para tener un primer presidente de izquierda (aunque tambi¨¦n evite la etiqueta), pero la generosa votaci¨®n de Hern¨¢ndez demuestra que no todo el pa¨ªs marcha, encantado, tras el flautista de Ci¨¦naga de Oro.
¡°Gobernar a Colombia¡±, las tres palabras m¨¢s dif¨ªciles de practicar en estas tierras efervescentes. ¡°Una victoria popular¡±, dijo Petro en su primera reacci¨®n. Las duras pruebas de la realidad social, econ¨®mica y de seguridad que se le vienen por delante pondr¨¢n a prueba una popularidad que solo se apuntala con decisiones de tangible progreso.
Colombia, el pa¨ªs que firm¨® la paz solo para seguir en guerra, enfrenta un futuro que, a la presente, sigue flotando en las nubes del discurso pol¨ªtico, de la oratoria. El pa¨ªs verdadero espera ver qu¨¦ tan s¨®lido es su nuevo presidente. Torpeza enorme ser¨ªa desearle el fracaso ampar¨¢ndose en mezquinos argumentos ideol¨®gicos o partidistas. Candidez de igual calado, pensar que prometer el cambio es ya haberlo alcanzado.
El pacto de Petro convenci¨® a una mayor¨ªa de electores. En sus manos est¨¢ convertirse en un mandatario de dimensi¨®n hist¨®rica. Colombia ya tiene presidente. Falta solo descubrir que honrar¨¢ su palabra. Y que todos vamos a vivir sabroso.
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