Las tres tensiones del futuro Gobierno de Petro
Dentro de los 11,2 millones de votantes hay izquierdistas y centristas, urbanitas y perif¨¦ricos, populistas y moderados. El presidente deber¨¢ contentar a todos para no ser una losa sobre el futuro de su movimiento, ni sobre el de su pa¨ªs


La victoria de Gustavo Petro fue al mismo tiempo abrumadora y apretada. Abrumaron los 11,2 millones de votos que logr¨®, por encima de toda expectativa (probablemente incluso de la propia). Pero apenas significaron un 50,4% del total; una ventaja de tres puntos y 700.000 sufragios de su rival. Esta paradoja acent¨²a el reto de cualquier nuevo presidente: colmar las esperanzas de los que le apoyaron, calmar los temores de quienes no lo hicieron, e incluir a los que se quedaron por fuera del proceso. Lo cerrado del resultado le ponen a ¨¦l y a su movimiento una demanda extra de equilibrio. Pero ni siquiera hace falta sacar el an¨¢lisis de su coalici¨®n para analizar los dilemas a los que se ver¨¢ sometido su mandato. Incluso aunque tomara una aproximaci¨®n exclusivamente partidista y decidiera restringir sus decisiones a contentar a la totalidad de sus votantes y a ning¨²n colombiano m¨¢s, habr¨¢ tres tensiones determinantes en los pr¨®ximos cuatro a?os: la ideol¨®gica, la territorial, y la institucional.
Volvamos a la cifra de los 11,2 millones. Uno no logra ese voto solo a base de radicales de izquierda. Ni siquiera solo a base de la suma de votantes potenciales declarados de izquierda o centro-izquierda: seg¨²n la encuesta que EL PA?S realiz¨® este mismo abril, ah¨ª hay alrededor de 8,5 millones de sufragios (casualmente, los que tuvo en primera vuelta). Cabe presumir que el resto pertenecen al centro o a la mitad de ciudadanos sin ideolog¨ªa declarada. Y, recordemos, casi todos ellos con la exigua salvedad de 700.000 fueron necesarios para la victoria. No hubo apenas apoyos superfluos. Para sobrevivir a su propio l¨ªder, el petrismo no puede prescindir de la extrema izquierda como tampoco puede olvidarse del centro o de los no alineados. Las decisiones en materia de pol¨ªtica econ¨®mica, pero no s¨®lo, ser¨¢n crucialmente complicadas por la brecha que se adivina entre ambos grupos. Un posible punto de uni¨®n, de nuevo seg¨²n los datos de la encuesta de 40db pero tambi¨¦n n¨ªtido en las realizadas por el Bar¨®metro de las Am¨¦ricas o el Latinobar¨®metro, estar¨¢ en el empuje por la redistribuci¨®n y la protecci¨®n de la ciudadan¨ªa vulnerable, deseos que comparten entre un 58% y un 75% de la ciudadan¨ªa colombiana seg¨²n c¨®mo se mida. Pero superado el problema de preferencias aqu¨ª habr¨¢ otro l¨ªmite, de recursos fiscales. Cuadrar este c¨ªrculo ser¨¢ una labor tan ardua como lo fue para su predecesor; y una que no saldr¨¢ barata en capital pol¨ªtico.
La ubicaci¨®n sobre el mapa de Colombia es la otra manera de dividir esos 11,2 millones de votantes. A Petro ya muchos analistas lo bautizaron como ¡°el presidente de las periferias¡±, refiri¨¦ndose al mapa resultante de la elecci¨®n del pasado domingo que muestra c¨®mo fue en las dos costas (Caribe y Pac¨ªfico) junto al sur preamaz¨®nico y amaz¨®nico donde domin¨® el Pacto Hist¨®rico. Zonas m¨¢s pobres y excluidas de la l¨®gica de desarrollo territorial, s¨ª. Pero tan importante como todas ellas fueron las grandes ciudades del pa¨ªs: en las diez m¨¢s pobladas, n¨²cleos econ¨®micos y de poder de la naci¨®n, Petro sum¨® un mill¨®n de votos extra entre primera y segunda vuelta. Un 40% del total vino solo de esos n¨²cleos. En otras palabras: Petro no es el presidente de la periferia, sino que es el presidente de la complicada uni¨®n de las ciudades con las periferias. Ciertamente, en las ¨¢reas metropolitanas son los estratos 1, 2 y 3 los que m¨¢s se van por la izquierda. Pero esto s¨®lo exacerba la tensi¨®n, no la rebaja: asumiendo (una vez m¨¢s cabe subrayarlo) recursos limitados, hacer a la vez una presidencia para la falta de oportunidades en las ciudades y la exclusi¨®n territorial ser¨¢ verdaderamente complicado.
La tercera tensi¨®n sobrevuela a las dos anteriores, engarza con ellas y, de alguna manera, las supera. Si algo ha unido tanto al centro no alineado como a la izquierda militante, tanto a la ruralidad geogr¨¢ficamente perif¨¦rica como a los barrios en el coraz¨®n de las capitales, ha sido la pulsi¨®n del cambio. Alejandro Gaviria, en su declaraci¨®n de apoyo a Petro, lo defini¨® como una de las dos razones que le llevaron a escoger esta ruta: la promesa de inclusi¨®n en el sistema de un sinf¨ªn de colectivos. Esta ampliaci¨®n del per¨ªmetro de la democracia ha sido una constante en la carrera pol¨ªtica y discursiva del candidato, pero hay dos caminos para culminarlo una vez empiece su mandato. El f¨¢cil le llevar¨ªa por el camino del desmantelamiento, o al menos la confrontaci¨®n, institucional con esos 11,2 millones de votantes como ariete populista contra las instituciones existentes. Durante la jornada del domingo Petro dej¨® algunas se?ales de que es una v¨ªa que est¨¢ dispuesto a explorar: comenz¨® el d¨ªa advirtiendo contra un fraude sin indicios claros del que se olvid¨® tan pronto como se declar¨® su victoria en los datos, y lo acab¨® enunciando solicitudes directas a la Fiscal¨ªa y a la Procuradur¨ªa en su discurso de elecci¨®n. En lo primero no se distingue de otras acusaciones de escaso fundamento emp¨ªrico que lanzaron voces significadas de la derecha tradicional (Andr¨¦s Pastrana, ?lvaro Uribe) m¨¢s temprano este mismo a?o. En lo segundo tampoco se diferencia mucho de las direcciones de parte que han seguido esos dos mismos organismos contramayoritarios bajo el mandato del saliente Iv¨¢n Duque.
As¨ª que cabe temer el riesgo de que que Colombia se adentre en esa senda de apropiaci¨®n de las instituciones a manos del gobierno de turno. Pero esa apropiaci¨®n en nombre del pueblo no equivale a ponerlas a su servicio. La verdadera inclusi¨®n consistir¨ªa en una ruta distinta, m¨¢s peque?a y espec¨ªfica, pero tambi¨¦n m¨¢s ambiciosa: cambiar los mecanismos del poder para reducir la probabilidad de que sean capturados por cualquier ¨¦lite, independientemente de su color ideol¨®gico. Una guerra de peque?as batallas contra la corrupci¨®n, pero tambi¨¦n contra el equilibrio perverso de los repartos de cuotas desde arriba. Esto le supondr¨ªa a Petro dolores de cabeza con alguno de sus aliados actuales, y tambi¨¦n con los m¨¢s veteranos de su movimiento que toman una aproximaci¨®n revanchista al control del poder. Pero renunciar a un poco de poder hoy le supondr¨ªa, aparte de cumplir a cabalidad con el esp¨ªritu de una democracia republicana, cimentar la legitimidad y credibilidad de su movimiento ante quienes hoy le miran con una mezcla de escepticismo y temor precisamente porque (aunque le votaron, quiz¨¢s porque la alternativa les parec¨ªa peor) no acaban de creerse que la renuncia al poder para distribuirlo quepa dentro del Gobierno de Petro.
En todas las tensiones, de hecho, el presidente electo se ve ante el dilema de renunciar hoy a beneficios inmediatos para lograr la sostenibilidad futura de su propuesta pol¨ªtica, obteniendo una credibilidad y legitimidad generalizada entre el conjunto de la ciudadan¨ªa de la que, seg¨²n ese 49,6% de votantes que no le escogi¨®, todav¨ªa no tiene. Porque Petro aspiraba a ser el primer presidente electo desde la izquierda en Colombia, pero supondremos que desde el mismo instante en que lo logr¨® tambi¨¦n aspira a no ser el ¨²ltimo.
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