La reconstrucci¨®n pendiente del Caribe colombiano tras Iota, un caso de ¡°injusticia racial¡±
Providencia vive una crisis econ¨®mica, social y clim¨¢tica que pudo ser evitada. El Gobierno debe aplicar a lo que queda de reconstrucci¨®n despu¨¦s del hurac¨¢n las peticiones de la comunidad raizal
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En noviembre de 2020, el hurac¨¢n Iota golpe¨® las islas de San Andr¨¦s, Providencia y Santa Catalina, en el Caribe colombiano. Desde entonces, quienes viven en la regi¨®n han expresado sus inconformidades con respecto a las soluciones que impuso el Gobierno del expresidente Iv¨¢n Duque, que durante dos a?os se dedic¨® a la reconstrucci¨®n de las islas sin tener en cuenta ni a sus habitantes ni a la comunidad raizal. Esto ha perjudicado a la esfera social, econ¨®mica y hasta ambiental de la regi¨®n. Tambi¨¦n ha suscitado importantes debates sobre c¨®mo la justicia ambiental debe legislar, c¨®mo debe implementarse y c¨®mo puede definirse. Este caso es un ejemplo perfecto de c¨®mo la justicia ambiental es un reflejo directo de la justicia racial y un caso de estudio de c¨®mo ignorar a una act¨²a en detrimento de la otra.
El caso de Providencia puede darnos luces sobre c¨®mo, al no cumplirle a las comunidades raciales y/o ¨¦tnicas, se determinan las dem¨¢s din¨¢micas al fracaso. Teniendo en cuenta que el hurac¨¢n Iota destruy¨® el 90% de la isla de Providencia, podr¨ªamos pensar que quienes deber¨ªan tener potestad a la hora de reconstruir la isla deber¨ªan ser quienes la han habitado, isle?os y raizales. Por desgracia, esto no sucedi¨®. El 21 de agosto, el actual presidente, Gustavo Petro, visit¨® esa isla para evaluar la ¡®reconstrucci¨®n¡¯ entregada por el expresidente Iv¨¢n Duque. ¡°Realmente ni se tuvo en cuenta a la comunidad raizal ni su cultura arquit¨¦ctonica¡±, dijo a modo de conclusi¨®n Petro.
La misma denuncia que hizo el presidente la hacen l¨ªderes de la regi¨®n como Amparo Pont¨®n, periodista y residente de la isla de Santa Catalina, quien ha manifestado su preocupaci¨®n frente a los altos costos de las construcciones de las nuevas casas, que por dem¨¢s se hicieron sin atender los requerimientos dados por la comunidad raizal e isle?a. Cada vivienda tuvo un costo de hasta 640 millones de pesos colombianos (m¨¢s de 215.000 d¨®lares). Y la reconstrucci¨®n no incluy¨® ni hospital ni la restauraci¨®n del colegio m¨¢s grande de Providencia, el Mar¨ªa Inmaculada, que sigue hasta hoy con aulas provisionales.
Yurshell Rodr¨ªguez Hooker, ingeniera ambiental con experticie en cambio clim¨¢tico, mitigaci¨®n y adaptaci¨®n, quien actualmente trabajaba para la organizaci¨®n If not us then who?, asegura que el proceso posterior al hurac¨¢n le ha revelado a su comunidad y a s¨ª misma una relaci¨®n determinante: ¡°Nosotros, como pueblo raizal, que llevamos m¨¢s de 400 a?os habitando unos maritorrios [una acepci¨®n adaptada por la comunidad raizal para referirse al territorio mar¨ªtimo], hemos entendido como tantas otras comunidades la importancia de vivir en sinergia con el entorno, en sincron¨ªa, porque hay que entender que hay que cohabitar, pero adem¨¢s de cohabitar, hay que coexistir. Uno aprende desde muy joven que uno es parte de la naturaleza¡±, le dijo a Am¨¦rica Futura.
Pese a que la comunidad raizal e isle?a de Providencia advirti¨® sobre sus necesidades arquitect¨®nicas espec¨ªficas para el cuidado de las personas y la prevenci¨®n de desastres, sus requerimientos no fueron escuchados, menos implementados. Algo que puede resultar en un desastre de mayor magnitud, pues las nuevas casas de Providencia no cuentan con espacios propicios para resguardar a quienes las habitan en caso de un hurac¨¢n, como s¨ª era el caso de las antiguas casas. Durante Iota, en 2020, muchos lugare?os lograron resguardarse en los ba?os de sus casas y, gracias a esos espacios, las p¨¦rdidas del hurac¨¢n se contaron principalmente en bienes materiales y no en vidas humanas.
Hoy Providencia se encuentra frente a una crisis econ¨®mica, social y clim¨¢tica que pudo ser evitada. Ahora es indispensable que el Gobierno colombiano concentre sus esfuerzos en aplicar a lo que queda de ¡®reconstrucci¨®n¡¯ las peticiones de la comunidad raizal y los isle?os. Ahora mismo urge que la isla vaya regresando a su n¨²mero de habitantes regular para evitar el crecimiento de una burbuja econ¨®mica en torno a los alimentos y los arriendos. El n¨²mero de personas en Providencia se duplic¨® desde que iniciaron las construcciones, algo que ha resultado en aumento de costos en la canasta familiar y en la vivienda, pues los contratistas est¨¢n dispuestos a pagar m¨¢s por bienes y servicios que los locales, para poder proveer a sus empleados.
Y si bien este es un problema relevante, no es el ¨²nico. Yurshell Rodr¨ªguez Hooker pide desde sus redes sociales: ¡°?Qu¨¦ queremos los raizales? 1.Densidad poblacional que est¨¦ por debajo de la capacidad de carga y consolidaci¨®n de la isla como Reserva de Bi¨®sfera. 2.Recuperaci¨®n cultural y ambiental. 3. Un sistema dise?ado y manejado por el raizal, de acuerdo a su idiosincrasia¡±, escribi¨®. El archipi¨¦lago forma parte de la Reserva de la Bi¨®sfera Seaflower y su densidad poblacional debe mantener un equilibrio consciente.
¡°La protecci¨®n de la Reserva de Biosfera Seaflower ha permitido la conservaci¨®n de especies claves y ecosistemas estrat¨¦gicos, tanto para Colombia y el Caribe como para el mundo¡±, indica la fundaci¨®n Sunflower. ¡°Seaflower contiene ecosistemas representativos de las regiones tropicales insulares, en especial extensos arrecifes coralinos, praderas de pastos marinos, manglares, playas, mar abierto y bosques secos tropicales, los cuales albergan puntos de alto endemismo. Seaflower hace parte del hotspot de arrecifes del Caribe Occidental y parte del hotspot del Caribe terrestre.¡±
S¨ª entendi¨¦ramos la justicia racial como una prioridad para las comunidades negras y los pueblos originarios, no habr¨ªa en este momento una reconstrucci¨®n de Providencia mediocre y exorbitante como la que entreg¨® el Gobierno anterior, pero se sigue viendo en las comunidades raciales y ¨¦tnicas una incapacidad que no est¨¢ ah¨ª. La verdadera incapacidad se origina en no tomar en serio a las comunidades ni de escuchar lo que piden. La justicia ambiental cambia seg¨²n el contexto, las necesidades y la legislaci¨®n de cada territorio. Esta justicia no necesariamente est¨¢ operando de forma continua. Hay ocasiones donde entra en funcionamiento por eventos circunstanciales, como despu¨¦s de un fen¨®meno natural. Cuando estos fen¨®menos naturales se presentan llega la resoluci¨®n de que, a¨²n cuando lo olvidamos, lo socioambiental es un esquema codependiente e inseparable. Asimismo lo asegura Yurshell: ¡°No se puede separar la justicia ambiental de la justicia racial. Las dos luchas hacen parte y tienen una ra¨ªz casi en el mismo sistema, van de la mano, ninguna es excluyente de la otra; sin la una la otra no ser¨ªa completamente¡±. La justicia racial comprende entonces muchos otros sistemas que podr¨ªan impactar de forma integral la construcci¨®n de justicia real y efectiva en Providencia y el resto del mundo.
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