Los recicladores del Caribe: una f¨®rmula contra el hambre y la basura en Colombia
Con su trabajo, m¨¢s de 150 recicladores de Santa Marta y Barranquilla, muchos de ellos migrantes venezolanos, contribuyen a la recuperaci¨®n del medio ambiente
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¡°?Buenos d¨ªas, Reciclaje!¡±, grita Mirta Gonz¨¢lez por las calles del barrio obrero Primero de Mayo de la ciudad de Santa Marta, en la costa Caribe colombiana. Repite la frase varias veces, acerc¨¢ndose a cada casa para recoger las bolsas que le dan los vecinos con botellas pl¨¢sticas, tapas, cartones, latas o vidrios. ¡°Soy una ayudante del medio ambiente¡±, afirma orgullosa la mujer de 30 a?os, oriunda del municipio de San Francisco, ubicado en el norte de Venezuela. Gonz¨¢lez hace parte de un grupo de 125 recicladores y recuperadores ambientales en Santa Marta, la mayor¨ªa migrantes, que luchan por dignificar su oficio mientras ayudan al planeta. Su labor se enmarca en un proyecto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, y la ONG italiana CESVI dedicada a labores humanitarias desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas.
¡°Observamos que cuando los migrantes llegaban a Colombia, muchos empezaban a reciclar¡±, explica Kriss Ovalle, una de las coordinadoras del proyecto en CESVI. ¡°En Venezuela no es tan com¨²n, pero aqu¨ª no tuvimos otra opci¨®n¡±, argumenta Gonz¨¢lez, refiri¨¦ndose a la labor de ella y su pareja, que llegaron a Colombia a inicios de 2017 junto a sus cuatro hijos peque?os. ¡°Mi esposo ya lleva cinco a?os en el reciclaje, y yo, tres y medio¡± prosigue la mujer, que gana entre uno y siete d¨®lares al d¨ªa, dependiendo de lo que la suerte disponga.
Su realidad es similar a la de otros recicladores que CESVI identific¨® en zonas empobrecidas de Santa Marta. M¨¢s de 90 eran migrantes, mientras que cerca de 30 eran colombianos. Acnur y la ONG emprendieron acciones para ayudarlos desde agosto de 2021. ¡°Primero, era importante hacerles ver el impacto de su labor¡±, apunta Ovalle. Fue as¨ª como el grupo empez¨® a realizar jornadas de limpieza y recuperaci¨®n de espacios p¨²blicos. ¡°Construimos un parque con llantas de carros¡±, recuerda Gonz¨¢lez entre risas.
La idea era que aprendieran acerca del cuidado del medio ambiente para hacerse conscientes de su trabajo, y as¨ª ser capaces de pedir apoyo a la comunidad. ¡°Yo misma fui casa por casa dici¨¦ndole a la gente c¨®mo separar la basura y avis¨¢ndoles que iba a pasar a recogerla¡±, cuenta Gonz¨¢lez. Delante de ella va su sobrino Rub¨¦n, quien conduce la carreta en la que ambos recogen el material reutilizable. ¡°Estas cosas despu¨¦s se convierten en sillas pl¨¢sticas, en m¨¢s bolsas, o en m¨¢s botellas¡±, asegura la mujer, sosteniendo uno de los potes en la mano. Como muchos en el grupo, Gonz¨¢lez cuenta con el aval para trabajar legalmente en Colombia y le ha cogido amor a su oficio pese a las dificultades. ¡°Si vas a mi casa, te vas a dar cuenta de que somos una familia de recicladores de verdad¡±, manifiesta convencida.
El contenedor de ruedas y el uniforme de mezclilla de Gonz¨¢lez llevan el distintivo de Asorecuperar, una asociaci¨®n conformada por 70 beneficiarios del proyecto que unieron fuerzas para luchar por condiciones de trabajo dignas. Acnur les dio el vestuario adecuado y les entreg¨® diez carretas para ejercer su labor. ¡°Antes reciclaba con un costal al hombro y muchos me miraban mal, pero ahora la gente me reconoce¡±, indica motivada, con los ojos puestos en las mangas de su camisa. No se sabe cu¨¢ntos recicladores como Gonz¨¢lez hay en Colombia, pero hasta 2018, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estimaba que 30.500 personas se dedicaban a este oficio.
La madre y el resto de los miembros de la asociaci¨®n a¨²n enfrentan desaf¨ªos para reciclar. ¡°Necesitamos un dep¨®sito para guardar el material y una cooperativa propia para venderlo a mejores precios¡±, sostiene de forma tajante An¨ªbal Peroz, presidente de Asorecuperar y l¨ªder de los recicladores del barrio Villa Betel, un barrio de calles sin asfalto y casas endebles, en donde impera la miseria y el olvido estatal. El hombre de 63 a?os es paisano de Gonz¨¢lez y est¨¢ preocupado por la vertiginosa ca¨ªda de los precios del reciclaje en los ¨²ltimos meses. ¡°Ayer apenas me hice 13.000 pesos¡±, que al cambio son menos de tres d¨®lares, se?ala Peroz, padre viudo con una hija de siete a?os.
Pese a que CESVI termin¨® sus labores con los recicladores de Santa Marta a finales del a?o pasado, Alba Marcell¨¢n, jefa de la oficina de Acnur en Barranquilla, sostiene que la agencia seguir¨¢ apoyando a Asorecuperar. ¡°Vamos a acompa?ar el proceso de formalizaci¨®n de la Asociaci¨®n para que los recicladores alcancen sus objetivos¡±, asegura la funcionaria, que trabaja hace m¨¢s de una d¨¦cada por los migrantes y refugiados del pa¨ªs.
En las brisas del r¨ªo Magdalena
Sin anticiparlo, la labor de Acnur se extendi¨® tambi¨¦n en el barrio El Ferry, en Barranquilla, un lugar en el que la pobreza es exactamente igual a la de los corredores de Villa Betel, en Santa Marta. All¨ª, de la mano de la pastoral social, han apoyado a un grupo de 30 madres recicladoras.
Mariangela, Nairis, Esther, y Aramis viven en un sector del Ferry, conocido como Brisas del R¨ªo, que separa a Barranquilla del municipio de Soledad por medio de una pila de basura que se alza entre dos calles, a orillas del r¨ªo Magdalena. En esa frontera, las madres salen a la hora que sea necesaria para recoger la mayor cantidad posible de pl¨¢stico tipo PET, latas y material de archivo para poder comer. Ya cuentan con uniformes para identificarse, botas para abrirse paso en la tierra, guantes para manipular la basura y sombreros para protegerse del sol arrasador de la regi¨®n.
Aunque la mayor¨ªa de ellas no es consciente del impacto positivo de su labor, algunas s¨ª lo tienen muy claro. ¡°La basura que nosotras recogemos la utilizan para hacer muchas cosas. Yo lo s¨¦ porque lo investigu¨¦. Nuestro trabajo es importante¡±, resalta Nairis Rojas, sentada en un sill¨®n con las manos puestas sobre la barriga de ocho meses de embarazo del que ser¨¢ su segundo hijo.
El regalo de pertenecer
Todos los beneficiarios de estos proyectos coinciden en que el reconocimiento a su existencia ha sido el privilegio m¨¢s importante. ¡°Antes nos sent¨ªamos aislados, pero ahora somos parte de algo¡±, explica V¨ªctor Ram¨ªrez, reciclador en Bah¨ªa Concha, cerca de Santa Marta. ¡°Mirta es una mujer muy importante, porque le aporta al planeta¡±, complementa Gonz¨¢lez, hablando de s¨ª misma en tercera persona, con destellos de luz en la mirada.
Hasta febrero de 2022, seg¨²n datos de Migraci¨®n Colombia, hay 169.941 migrantes venezolanos en Santa Marta y Barranquilla. En el pa¨ªs, el total es de 2.477.588. Marcell¨¢n insiste en que la mayor premisa de las acciones de Acnur y las organizaciones con las que colabora es ¡°seguir alentando a la poblaci¨®n y hacerlos sentir cada d¨ªa m¨¢s colombianos para que este se convirtiera en un pa¨ªs m¨¢s rico, m¨¢s nutrido y m¨¢s ¨²nico¡±.
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