Las monta?as de ropa se esfumaron del desierto de Atacama, pero el problema no desapareci¨®
Chile es el mayor importador de ropa de segunda mano de Sudam¨¦rica. Una foto revel¨® al mundo que muchas de esas prendas acaban en monta?as t¨®xicas. Esta investigaci¨®n de Grist, copublicada por Am¨¦rica Futura, sigue el rastro al problema
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La ma?ana del 12 de junio de 2022, ?ngela Astudillo, una estudiante de Derecho veintea?era, cogi¨® su botella de agua y se subi¨® a su Nissan Juke rojo. Hija de agricultores y cofundadora de Desierto Vestido, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro dedicada al reciclaje textil, Astudillo vive en un complejo de apartamentos en Alto Hospicio, una polvorienta ciudad al borde del desierto de Atacama, en el norte de Chile. Al salir del complejo, salud¨® a B¨¢rbara Pino, profesora de moda, y a tres de sus alumnos, que iban en otro veh¨ªculo. Todos ellos se dirig¨ªan hacia una monta?a de arena conocida como El Paso de la Mula, donde se encuentra el segundo mayor mont¨®n de ropa del mundo. Se calcula que el mont¨ªculo de telas desechadas en medio de Atacama pesa entre 11.000 y 59.000 toneladas, lo que equivale a una o dos veces el puente de Brooklyn, en Nueva York.
A menos de un kil¨®metro de su casa, Astudillo vio un hilo de humo que se elevaba en su direcci¨®n. A medida que se acercaban a El Paso de La Mula, el fino rastro de humo se hab¨ªa expandido hasta convertirse en una enorme nube negra. Detuvo el coche y envi¨® un mensaje a los acad¨¦micos que iban detr¨¢s de ella: ¡°Parece que est¨¢ ardiendo. Esperemos que no sea ah¨ª¡±.
Pino, directora del Observatorio del Sistema Moda de Santiago de la Universidad Diego Portales, hab¨ªa planeado este viaje durante meses. Astudillo se hab¨ªa ofrecido como gu¨ªa. Cuando el equipo lleg¨® a las puertas de El Paso de la Mula, m¨¢s de la mitad del mont¨®n de ropa estaba ardiendo. El humo lo ocultaba todo, colgando como una opaca cortina negra. Las autoridades municipales prohibieron el paso del grupo y no les dejaron permanecer en el lugar. Pero Astudillo conoc¨ªa el paraje, as¨ª que dirigi¨® al equipo a la parte m¨¢s alejada de la duna, en un lugar accesible.
All¨ª, los estudiantes observaron el infierno. Era ¡°como una guerra¡±, dice Pino. Sinti¨® oleadas de calor. El humo negro sal¨ªa de la ropa en llamas. El aire era denso y dif¨ªcil de respirar. El humo cubr¨ªa la parte posterior de sus gargantas y obstru¨ªa sus fosas nasales con el olor ¨¢cido del pl¨¢stico derretido. Se taparon la cara para no respirar. Entonces, oyeron una serie de fuertes estallidos.
A pesar del peligro, Pino y sus alumnos rebuscaron y sacaron muestras para examinarlas de entre las partes no quemadas del mont¨®n. En visitas anteriores al vertedero, Astudillo hab¨ªa encontrado prendas de las marcas m¨¢s conocidas del mundo: Nautica, Adidas, Wrangler, Old Navy, H&M, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger, Forever 21, Zara, Banana Republic¡ Las etiquetas de las tiendas a¨²n colgaban de muchos de sus hallazgos. La ropa hab¨ªa llegado a Atacama desde Europa, Estados Unidos, Corea y Jap¨®n.
Mientras Astudillo empezaba a hacer fotos y a subirlas a Instagram, Pino deambulaba por el mont¨ªculo, horrorizada y fascinada por el grotesco volumen y variedad de prendas: chaquetas de esqu¨ª, vestidos de baile, trajes de ba?o¡ Sac¨® un tac¨®n de aguja de plataforma con incrustaciones de pedrer¨ªa en perfecto estado. Se agach¨® para buscar su pareja, pero el viento era cada vez m¨¢s fuerte. Si cambiaba de direcci¨®n, quedar¨ªan atrapados en el fuego.
Hace 14 a?os que no llueve en Alto Hospicio ni en la regi¨®n circundante del desierto de Atacama. Estas condiciones de sequ¨ªa, unidas a las fibras no biodegradables, predominantemente sint¨¦ticas y derivadas del petr¨®leo con las que se fabrica la ropa moderna hicieron que el mont¨®n nunca se encogiera. Por el contrario, durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, creci¨® con cada art¨ªculo desechado e importado que se a?ad¨ªa.
En 2021, seis meses antes del incendio, un fot¨®grafo de la Agencia France Presse, Mart¨ªn Bernetti, capt¨® una imagen a vista de p¨¢jaro de este extenso mont¨®n de ropa, una marea negra esparcida por el borde del desierto de Atacama. La fotograf¨ªa fue replicada por medios de comunicaci¨®n de todo el mundo y sigue circulando todav¨ªa. Pero la monta?a de ropa que retrataba ya ha desaparecido por completo. Como Astudillo, Pino y los tres estudiantes presenciaron y documentaron de casualidad: el fuego arras¨® con ella y lanz¨® al aire infinitas cenizas negras y t¨®xicas.
La ciudad de Alto Hospicio, una de las m¨¢s pobres de Chile, se encuentra en un acantilado sobre el Oc¨¦ano Pac¨ªfico. Es una comunidad dormitorio para la metr¨®polis costera de Iquique y a veces se le considera su patio trasero.
Cada d¨ªa, en el puerto de Iquique, gigantescas gr¨²as recogen contenedores llenos de ropa desechada de las cubiertas de los barcos y los depositan en camiones de plataforma. Nadie sabe con exactitud cu¨¢nta ropa pasa por el puerto cada a?o; las estimaciones oscilan entre 60.000 y 44 millones de toneladas. A continuaci¨®n, se dirigen a la cercana Zona Franca, conocida localmente como Zofri, donde est¨¢n los almacenes de 52 importadores de ropa usada, y los carretilleros transfieren al interior fardos sellados de ropa.
Chile es el mayor importador de ropa de segunda mano de Sudam¨¦rica, y entre 2020 y 2021 fue el importador de ropa usada que m¨¢s creci¨® en el mundo. El puerto de Iquique es una zona franca establecida, lo que incentiva esta pujante industria de textiles de segunda mano.
Desde la Zofri se venden fardos de ropa sin inspeccionar a comerciantes que se la juegan y conf¨ªan en que algunas de las prendas que contienen ser¨¢n aptas para la venta. ¡°Cuando compras, lo haces con los ojos cerrados¡±, afirma un antiguo comerciante. A veces, el 80% de las prendas de un fardo son utilizables. Otras, ocurre lo contrario. Sin embargo, como son tan baratos, la mayor¨ªa de los comerciantes s¨®lo necesitan vender el 40% para obtener beneficios.
Seg¨²n el grupo mundial de defensa del medio ambiente Ek¨, se calcula que el 85% de la ropa usada importada a Iquique sigue sin venderse. Y la ley chilena establece que es ilegal deshacerse de los textiles.
En 2001, Manuela Medina, una antigua jardinera, vio una oportunidad en la creciente abundancia textil de Iquique y estableci¨® un complejo no autorizado en terrenos del Gobierno al pie de El Paso de la Mula. En esa enorme duna de arena al otro lado de un barrio de chabolas no regulado en Alto Hospicio, comenz¨® a acumular montones de ropa para venderlos a comerciantes y otras personas por 10 d¨®lares cada uno. En ese lugar del desierto de Atacama, uno de los lugares m¨¢s secos de la Tierra, los objetos no sufren la degradaci¨®n normal de elementos como la lluvia.
Cada pocos d¨ªas, Medina contrataba a un fletero -un ch¨®fer con una carreta- para que recorriera los caminos serpenteantes que salen de las dunas marrones de Alto Hospicio para llegar a Iquique. Cerca del muelle donde las gr¨²as descargan enormes buques portacontenedores, dentro de la zona franca de esa ciudad costera, se adentraba en los almacenes preguntando a los importadores de ropa de segunda mano: ¡°?Tienen basura?¡±.
A medida que llegaban m¨¢s fardos de ropa de segunda mano a Iquique, esta inundaba los almacenes de los importadores y desbordaba los puestos de los vendedores en los mercados al aire libre, incluido La Quebradilla, uno de los mayores mercados al aire libre de Sudam¨¦rica, situado a pocos kil¨®metros del recinto no autorizado de Medina.
Pronto, importadores y comerciantes de segunda mano empezaron a entregar los excedentes de ropa usada directamente a Medina. La pila de Medina crec¨ªa tambi¨¦n gracias a las entregas diarias de camiones. En 2020, su gigantesco vertedero se hab¨ªa convertido en un secreto a voces en Chile y abarcaba decenas de hect¨¢reas. Otros siguieron su modelo, creando peque?os vertederos en el desierto y a lo largo de las carreteras, pero el suyo era el m¨¢s grande.
El 29 de marzo de 2022, Paulin Silva, abogada especializada en medio ambiente, compareci¨® ante el Primer Tribunal Ambiental de Antofagasta para defender una demanda que ella misma present¨® contra el municipio y el Gobierno chileno por su inacci¨®n ante los vertederos de ropa en expansi¨®n y no regulados. Como parte de sus pruebas, pidi¨® al tribunal que la acompa?ara a visitar el mont¨®n de ropa y solicit¨® a Astudillo, la cofundadora de Desierto Vestido, que fuera testigo del caso.
Desde que se licenci¨® en Derecho, Silva hab¨ªa llevado un pu?ado de casos medioambientales, pero este era personal para ella. La abogada creci¨® en el norte de Chile, su padre es de Alto Hospicio y su madre de Iquique. Cuando era ni?a, observaba c¨®mo la gente tiraba la ropa en todas partes, pero como era el ¨²nico lugar que conoc¨ªa, pensaba que era lo normal.
Durante las d¨¦cadas transcurridas entre la ni?ez de Silva y la actualidad, la producci¨®n de ropa en todo el mundo se duplic¨®, mientras que el n¨²mero de veces que se usa una prenda antes de tirarla disminuy¨® un 36%. Pa¨ªses como Chile, Hait¨ª y Uganda se convirtieron en depositarios de los descartes de la moda r¨¢pida. Solo en 2021, Chile import¨® m¨¢s de 700.000 toneladas de ropa nueva y usada, el peso equivalente a 70 torres Eiffel.
¡°Incluso si detuvi¨¦ramos la producci¨®n de ropa en todo el mundo esta noche, todav¨ªa tenemos m¨¢s prendas de las que necesitamos o que la Tierra puede contener de forma segura¡±, advierte Francisca Gajardo, dise?adora de moda nacida en Iquique.
La alegr¨ªa le dur¨® poco a Silva cuando le notificaron que el tribunal estaba dispuesto a recorrer el mont¨®n de ropa en el desierto. Cuando sac¨® su tel¨¦fono para compartir la buena noticia en Instagram con Desierto Vestido, vio en esa cuenta las im¨¢genes de la ropa quemada que la organizaci¨®n acababa de publicar. La abogada salt¨® de su silla al ver que las pruebas de su caso se hab¨ªan esfumado. Y tuvo sospechas de por qu¨¦ el tribunal se hab¨ªa prestado a ver el vertedero: ¡°Porque, obviamente, el asunto estaba quemado¡±, le dijo a Grist.
Las autoridades nunca han informado de la causa oficial de los incendios. D¨ªas despu¨¦s de que comenzaran, el aire t¨®xico segu¨ªa impregnando la zona. Astudillo, que visitaba el lugar con regularidad, describi¨® el mont¨®n como ¡°volc¨¢nico¡±, con ropa ardiendo bajo la arena, expulsando humo lleno de productos qu¨ªmicos textiles procedentes de materiales sint¨¦ticos.
En los d¨ªas posteriores al incendio, el 22 de junio, en vez de encabezar el recorrido por las pruebas de la fiscal¨ªa, Silva ingres¨® una declaraci¨®n al Primer Tribunal Ambiental de Antofagasta: ¡°Con tristeza y verg¨¹enza informo que se quemaron 11.000 toneladas de ropa en el vertedero textil¡±.
Aunque Paulin entreg¨® al tribunal las grabaciones de video del smartphone de Desierto Vestido de la ropa en llamas, la defensa argument¨® que la cuenta de Instagram donde hab¨ªan publicado no pod¨ªa ser verificada y confirmada. Al carecer de una marca de tiempo certificable, eran inadmisibles.
Un a?o despu¨¦s, en agosto de 2023, el tribunal convoc¨® a una audiencia de juicio para que todas las partes involucradas en el caso -el Consejo de Defensa del Estado, organismo que representa judicialmente al Estado en Chile, la municipalidad de Alto Hospicio y Silva- pudieran presentar pruebas.
Durante la audiencia, el alcalde de Alto Hospicio, Patricio Ferreira, dijo que una de sus prioridades es ¡°transformar este problema en una oportunidad para generar empleo¡± y aludi¨® a conversaciones que tuvo con empresarios europeos para explorar iniciativas relacionadas con el reciclaje.
Silva consigui¨® que testificaran a su favor activistas y acad¨¦micos que han dado declaraciones a distintos medios de comunicaci¨®n sobre el problema medioambiental que genera el vertedero textil en el desierto chileno. Pero el d¨ªa de la audiencia, ninguno de ellos lleg¨®. ¡°Al final, en la pr¨¢ctica, estoy sola en esta acci¨®n¡±, lamenta.
El Gobierno de Chile ha implementado medidas de reciclaje que responsabilizan a determinados productores de sus residuos, como la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que entr¨® en vigor en enero de 2023.
Adem¨¢s de desarrollar una estrategia de econom¨ªa circular para los residuos textiles y elaborar pol¨ªticas para que los sectores p¨²blico y privado eviten la sobreproducci¨®n, el Ministerio de Medio Ambiente pretende que la ropa sea considerada prioritaria como parte de esa ley. Pero la REP ha sido criticada como una ¡°soluci¨®n de papel¡± que carece de una aplicaci¨®n tangible.
Hace una d¨¦cada, cuando por primera vez se discut¨ªa esa norma, Denisse Mor¨¢n, presidenta de los Recicladores de Tarapac¨¢ y jefa de ServiREC, cooperativa de reciclaje que opera dentro de la zona franca de Iquique, busc¨® a su representante local para solicitar que la ley se aplicara tanto a los productores como a los importadores de ropa.
Durante a?os, muchos residentes de Alto Hospicio vieron los montones de textiles m¨¢s como una oportunidad que como una amenaza ambiental. Algo que apoyaba la econom¨ªa local. Cuando Jazm¨ªn Ya?ez lleg¨® a la ciudad desde el sur de Chile en 2018 casi sin un centavo y al borde de quedarse sin hogar, alguien le dio algunas prendas desechadas y basura dom¨¦stica ¡ªdesde toallas, implementos de cocina hasta muebles¡ª para vender. Desde entonces, Ya?ez, de 28 a?os, ha emprendido una ferviente campa?a para salvar, arreglar y reutilizar todos los materiales de desecho. En la cocina de su casa tiene una tienda informal llamada Stop Recicla: Tu basura es mi tesoro, donde vende, intercambia y regala art¨ªculos como alfombras, ropa usada, material escolar, disfraces y aparatos electr¨®nicos a madres empobrecidas como lo fue ella.
Esta dualidad entre basura y tesoro es la que ha impedido que Astudillo, de Desierto Vestido, y otros lugare?os consideren un problema el auge del comercio de ropa usada en la regi¨®n. Seis meses antes de los incendios, en enero de 2022, Nathalia Tavolieri, una periodista brasile?a, invit¨® a Astudillo a El Paso de La Mula, donde se encontr¨® por primera vez con la monta?a de Manuela Medina.
La mujer hab¨ªa visto numerosos vertederos de ropa esparcidos y amontonados por el desierto, pero nada tan grande como esta inmensa mara?a de blusas y pantalones. ¡°Fue terrible¡±, dice llorando al recordar su primera visita. Dos a?os antes, hab¨ªa cofundado su organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro para concienciar y dar una respuesta creativa al creciente problema de la ropa usada en el pa¨ªs. Como parte de los esfuerzos del proyecto, junto a su equipo, organiza talleres y conversaciones. Reciclan materiales de desecho para convertirlos en nuevas prendas y fabrican art¨ªculos para el hogar.
Al ver la inmensidad del mont¨®n de ropa de Medina, Astudillo intensific¨® la lucha por su causa. ¡°Fue muy, muy duro saber que vivimos en un lugar tan contaminado y da?ado por los residuos de todos¡±, dice. Varios meses despu¨¦s, llev¨® al vertedero a Gajardo, y se gan¨® una aliada. A pesar de haber crecido comprando en los numerosos mercados de ropa de segunda mano al aire libre de la regi¨®n, la dise?adora estaba horrorizada por los residuos. Le salieron sarpullidos al rebuscar entre las telas.
¡°El hecho de que tengamos un desierto, el hecho de que haya un lugar donde recibir esto, no significa que ese lugar tenga que convertirse en el vertedero del mundo¡±, dijo. Desde entonces, ha profundizado en su convicci¨®n de no dise?ar nunca ropa con materiales v¨ªrgenes. Adem¨¢s, a trav¨¦s de su marca You Are the New Generation (YANG), ofrece talleres de reutilizaci¨®n de prendas.
Otros empresarios han intentado convertir el problema de la ropa en ingresos, pero se han enfrentado a una serie de contratiempos. Franklin Zepeda es un c¨¦lebre emprendedor chileno que recorri¨® las plantas de reciclaje textil de Europa antes de regresar a la regi¨®n en 2013 para fundar Ecofibre, ahora conocida como Procitex.
Con financiaci¨®n inicial de Corfo, la agencia chilena de desarrollo econ¨®mico, y m¨¢s tarde de capital privado, Zepeda pudo encaminar los textiles importados a Iquique hasta su planta, donde fueron desmontados, triturados, rociados con retardante de llama y transformados en paneles aislantes. El emprendedor recibi¨® elogios en varios medios de comunicaci¨®n internacionales, pero cerr¨® su planta en Alto Hospicio en 2021 por motivos econ¨®micos.
Como inform¨® Bloomberg en mayo, varios estados de EE UU y pa¨ªses de Europa est¨¢n elaborando una legislaci¨®n similar a la ley chilena de responsabilidad ampliada del productor para obligar a la industria de la moda a financiar programas de reciclaje mediante aranceles calibrados en funci¨®n de la cantidad de prendas producidas.
Una empresa checa llamada Retex ha intentado llevar su tecnolog¨ªa de trituraci¨®n de tejidos a Alto Hospicio. Dar¨ªo Blanco, gerente de la Asociaci¨®n de Usuarios de la Zona Franca de Iquique, asegura que esa compa?¨ªa prometi¨® contratar a trabajadores locales, pero reconoce que este tipo de negociaciones ya fracasaron en el pasado, como sucedi¨® con la empresa espa?ola Egreen.
El asesor de sostenibilidad del gobernador en el Gobierno Regional de Tarapac¨¢, Pablo Zambra, form¨® recientemente un comit¨¦ con todas las partes interesadas para dar a conocer los incentivos de la econom¨ªa circular. Todos esperan que Retex logre hacer lo que la empresa de Zepeda no logr¨®: obtener ganancias. Pero al momento de escribir estas l¨ªneas, no hay ning¨²n importador implicado. Mientras tanto, los portacontenedores siguen descargando cada d¨ªa m¨¢s ropa.
En el oto?o de 2022, el alcalde de Alto Hospicio reconoci¨® el problema sin resolver, pero culp¨® a los fabricantes de ropa por su ¡°falta de conciencia global de responsabilidad ¨¦tica¡±. ¡°Nuestra tierra ha sido sacrificada¡±, lament¨®.
Para Pino, es necesaria una soluci¨®n m¨¢s integral, que incluya la regulaci¨®n de la entrada de materiales textiles a Chile, la educaci¨®n de los consumidores sobre la prolongaci¨®n de la vida ¨²til de las prendas, la promoci¨®n de la industria chilena de la moda y el apoyo a la investigaci¨®n para dise?ar nuevos usos para los residuos textiles.
En el pa¨ªs han surgido iniciativas con esa filosof¨ªa como Ecocitex, fundada en 2020 por la ingeniera Rosario Hevia en Santiago, que aborda el problema del exceso de prendas de vestir. La compa?¨ªa invita a la gente a reciclar ropa de alta calidad o a pagar 1,50 d¨®lares por kilo para dejar ropa de mala calidad y marcharse con las manos vac¨ªas.
Durante la pandemia, Andrea Espinoza P¨¦rez, ingeniera civil industrial de la Universidad de Santiago, inici¨® un estudio sobre el impacto ecol¨®gico de proyectos como Ecocitex. Quer¨ªa saber si la ropa usada procesada en f¨¢brica originaba menos emisiones que el proceso original de fabricaci¨®n de textiles. Los cient¨ªficos determinaron que el proceso de deconstrucci¨®n de la ropa es eficaz porque la mantiene fuera de los vertederos y sustituye la demanda de materiales v¨ªrgenes. Si bien el procedimiento de Ecocitex tambi¨¦n es intenso en energ¨ªa, seg¨²n el estudio, utiliza s¨®lo el 73% de la energ¨ªa necesaria para producir el mismo producto a partir de materias primas.
Adem¨¢s, ning¨²n emprendimiento de reciclaje de los mencionados ha igualado la rentabilidad directa del negocio ya desaparecido de Medina. Y generalmente estos proyectos dependen de subvenciones, financiaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro o mano de obra voluntaria para generar sus productos.
En enero del a?o pasado, en pleno verano chileno, no hab¨ªa ni rastro del gigantesco y antiest¨¦tico vertedero de ropa de El Paso de la Mula que la Agencia France Presse mostr¨® al mundo. Todo lo que quedaba era un reguero de cenizas y las huellas de excavadoras. Pero, seg¨²n los funcionarios municipales, los vertidos y las quemas contin¨²an.
Rey, un habitante de calle que vive junto a una carretera desierta en una tienda azul y amarilla con el lema National Geographic, afirma que ¨¦l y otros aceptan dinero de contratistas sin ¨¢nimo de lucro dedicados a la eliminaci¨®n de residuos o de camioneros a cambio de prender fuego a cualquier residuo que descargue un cami¨®n. De este modo, el camionero puede quedarse con una parte mayor de sus beneficios, que de otro modo se ver¨ªan reducidos por las tasas oficiales de vertido.
Astudillo afirma que hay hasta 200 microvertederos y, en consecuencia, kil¨®metros y kil¨®metros de cenizas en el desierto, no s¨®lo esparcidas por el suelo, sino tambi¨¦n por el aire. Seg¨²n explic¨® a Grist a finales de diciembre, se trata de algo cotidiano. ¡°Sales a comprar pan y percibes el olor a quemado. Hueles los materiales que componen la ropa: aceite y pl¨¢stico. Despu¨¦s de las 5 de la tarde, ya no dejo salir del apartamento a mi hija de 7 a?os, y cierro las ventanas para evitar que entre el humo¡±. Tambi¨¦n confirm¨® que contin¨²a el abandono de ropa: ¡°La tiran, la queman inmediatamente¡±.
El 12 de diciembre, el Primer Tribunal Ambiental de Antofagasta emiti¨® su fallo final en el caso con Silva, encargando a una unidad de expertos la realizaci¨®n de un informe in situ sobre la acumulaci¨®n de textiles en diferentes zonas de Alto Hospicio, y proponer una soluci¨®n a la acumulaci¨®n de residuos.
La municipalidad de Alto Hospicio, que alega no contar con la mano de obra necesaria para abordar adecuadamente el problema, tambi¨¦n ha instalado cerca de 100 c¨¢maras a lo largo de las principales carreteras como medio para rastrear a los contaminadores, y ha comenzado a imponer multas de hasta 350 d¨®lares por vertidos ilegales. Hasta ahora se han detenido camiones que transportaban basura dom¨¦stica e industrial, as¨ª como objetos voluminosos como colchones, lavadoras y muebles.
Las im¨¢genes de un dron grabadas por Cheng Hwa, uno de los alumnos de Pino, el d¨ªa de los incendios de junio de 2022 captan al ayuntamiento luchando contra lo que en esencia era un incendio de petr¨®leo. Hwa, que creci¨® en Iquique y ahora trabaja en tecnolog¨ªa para la industria hotelera, conoc¨ªa desde hac¨ªa tiempo los vertederos del desierto, pero no comprendi¨® su magnitud hasta que los presenci¨® de cerca. Le atormenta lo que sus im¨¢genes de dron hicieron visible.
Treinta kil¨®metros al sur de Iquique, hacia el aeropuerto principal de la ciudad, en la granja de su familia, Astudillo y sus padres dejan caer al suelo piezas de ropa usada, pero de una forma intencionada. Durante los ¨²ltimos 20 a?os, el padre de Astudillo ha experimentado con el cultivo de ¨¢rboles en suelos inf¨¦rtiles y salinos. Muchos de sus esfuerzos fracasaron hasta que empez¨® a utilizar ciertas telas para acolchar sus ¨¢rboles. Esto mejora la calidad del suelo y le permite retener la humedad. Desde hace un a?o, Astudillo trabaja con uno de los importadores de Zofri, que le proporciona prendas seleccionadas que se convierten en mantillo para un bosque de pinos y eucaliptos que se levanta en el desierto.
Hace poco, cuando sal¨ªa de la finca, Astudillo guard¨® unas cuantas plantas perennes en su camioneta y las llev¨® a la finca de Manuela, en Paso de La Mula. Un poco m¨¢s all¨¢ del patio de Medina, donde antes ard¨ªan fuegos que oscurec¨ªan el cielo, Astudillo cav¨® un peque?o hoyo para las plantas. Mientras cavaba, sac¨® varios calcetines y una sudadera azul deste?ida, ropa desechada que hab¨ªa sobrevivido a los incendios.
Astudillo rellen¨® el agujero, enmendando la arena del desierto con compost y tierra de jard¨ªn. Luego puso flores de cardenal, una planta aut¨®ctona cuyos p¨¦talos parecen llamas fugaces. ¡°Para m¨ª es como una tirita para una herida tan grande en ese lugar¡±, dijo.
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