El resurgimiento del Antu Quillen: madera, barro, paja y trabajo colectivo para levantar un centro cultural en la Patagonia
Vecinos de Epuy¨¦n recuperan con trabajo comunitario y bioconstrucci¨®n un espacio para la promoci¨®n del acervo ind¨ªgena y el cuidado ambiental que se incendi¨® en 2018
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A principios de los a?os ochenta, pobladores originarios de la Patagonia y vecinos llegados al sur de Argentina se unieron para frenar la construcci¨®n de un dique que inundar¨ªa el territorio y los desplazar¨ªa fuera de all¨ª. Desde Buenos Aires, a 1.500 kil¨®metros, un oyente de radio escuch¨® sobre su resistencia y les sembr¨® una idea que brotar¨ªa tiempo despu¨¦s: ¡°Ser¨ªa importante que, si logran ganar la lucha, elijan el mejor lugar del lago y en ese lugar hagan un espacio dedicado a la cultura originaria¡±. El grupo logr¨® evitar que se construya la megainfrastructura y dos d¨¦cadas despu¨¦s, en una zona elevada del terreno con vistas al lago azul, fund¨® un centro cultural. El espacio, que llamaron Antu Quillen, funcion¨® en el pueblo de Epuy¨¦n hasta que un incendio lo destruy¨® en 2018. Un grupo de socios del centro cultural se ha propuesto recuperarlo mediante trabajo comunitario y bioconstrucci¨®n.
Varios guardianes, t¨®tems de madera de m¨¢s de dos metros tallados por artistas locales, resguardan los alrededores del centro cultural. El nuevo edificio, que est¨¢ sostenido por una estructura de hierro y cerrado con paredes de barro y grandes ventanales, est¨¢ casi terminado. Recientemente, los socios colocaron un vitral que tiene en el centro un sol y una luna ¡ªAntu Quillen, en lengua mapuche¡ª y una gran barra de madera, pero a¨²n faltan los pisos, una terraza exterior y algunas terminaciones. Llegar hasta ac¨¢ no ha sido f¨¢cil, aseguran los socios que participan en la reconstrucci¨®n, pero los alienta una convicci¨®n: ¡°Un lugar dedicado a la cultura no se puede perder¡±.
El edificio est¨¢ implantado dentro del parque municipal Puerto Bonito, un bosque protegido de m¨¢s de 30.000 hect¨¢reas con vistas al Lago Epuy¨¦n, en la provincia patag¨®nica de Chubut. All¨ª funcionaba una confiter¨ªa que estuvo abandonada hasta que una parte de los pobladores originarios y vecinos que se hab¨ªan resistido a la construcci¨®n del dique pidieron al municipio las instalaciones para crear el Antu Quillen. Los fundadores llegaron a un acuerdo con las autoridades locales en 2001 para poner en funcionamiento un centro cultural con tres objetivos: promover el acervo cultural de los pueblos originarios; desarrollar una econom¨ªa sustentable y fomentar la protecci¨®n y el cuidado del medio ambiente. Hoy la asociaci¨®n cuenta con un comodato vigente hasta 2032 con posibilidad de pr¨®rroga.
Tras el incendio, miembros de la asociaci¨®n civil que coordina el espacio empezaron enseguida a quitar los escombros y a reconstruir una parte del edificio. Pero, con la pandemia de por medio, la obra qued¨® detenida. Ernani Iuso, vecino de Epuy¨¦n y vicepresidente de la comisi¨®n que hoy trabaja para recuperar el espacio, recuerda ver las obras frenadas y temer por el futuro del centro cultural mientras el inter¨¦s sobre el edificio, que es municipal, ¡°crec¨ªa cada vez m¨¢s¡±. ¡°Est¨¢ en un punto estrat¨¦gico y es un lugar muy delicado para la cuenca del lago. Si se hacen mal las cosas se contaminan el lago, el bosque, la tierra... Por eso, tiene que ser cuidado¡±, dice Iuso, que tiene 32 a?os y es m¨²sico.
Los socios decidieron en asamblea reconstruir buena parte del nuevo edificio mediante bioconstrucci¨®n, una forma de edificar con materiales y procesos que generan un impacto ambiental bajo. El 50% del nuevo edificio del Antu Quillen se hizo con ese m¨¦todo, seg¨²n calculan los socios, con materiales como el barro, la paja o la madera. ¡°As¨ª lo hac¨ªan algunos ind¨ªgenas, que saben del asunto. Tambi¨¦n muchos de nosotros hemos hecho nuestras propias casas as¨ª o hemos ayudado a amigos a hacerlo... Es una opci¨®n barata y muy t¨¦rmica. Cuando nos organizamos, podemos avanzar un mont¨®n¡±, explica Iuso.
Para avanzar con las obras, los socios se organizan de forma autogestiva, con fondos que provienen de donaciones, de dinero que la asociaci¨®n recauda con eventos y aportes de m¨¢s de 300 miembros, y con algunas ayudas municipales. Eso les permite comprar los materiales y pagar algunos jornales. Adem¨¢s, organizan mingas, jornadas de trabajo voluntario en las que participan vecinos, socios, incluso turistas que est¨¢n de paso. ¡°Es algo maravilloso. Es trabajo, pero tambi¨¦n es algo social. Est¨¢s haciendo algo que te trasciende y de lo que aprend¨¦s y recib¨ªs un mont¨®n¡±, describe Carolina Cerati, que es socia del centro cultural y era la presidenta de la asociaci¨®n cuando se produjo el incendio.
¡°Es posible hacer cosas cooperativas¡±
Aquella noche de 2018, a Cerati la despert¨® una llamada. Cuando lleg¨® al edificio del centro cultural, que estaba en llamas, hab¨ªa poco para hacer y alguien le dijo en ese mismo momento: ¡°Lo vamos a levantar m¨¢s grande y m¨¢s lindo¡±. ¡°Te baja la fuerza de alg¨²n lado¡±, asegura Cerati, abogada de 41 a?os, que sigui¨® un tiempo m¨¢s al frente del centro cultural mientras criaba a una hija peque?a. Cerati cree que una parte de esa fuerza es ¡°ancestral¡±, la de los pobladores originarios del lugar, y otra proviene ¡°de las generaciones anteriores¡± a la suya, que plantaron ¡°una bandera de conciencia¡± cuando llegaron a Epuy¨¦n a partir de la d¨¦cada del setenta atra¨ªdos por una forma de vida en contacto con la naturaleza.
La participaci¨®n de los pueblos originarios en el centro cultural ha ido menguando y hoy es un desaf¨ªo para la asociaci¨®n atraerlos al espacio. Los objetivos del Antu Quillen siguen siendo los mismos que plasmaron en su estatuto los fundadores, aunque tambi¨¦n se han sumado nuevas ¡°manifestaciones art¨ªsticas y sociales¡±. El centro cultural opera ahora parcialmente, con algunos conciertos en vivo y la venta de productos locales. Los socios esperan que cuando est¨¦ habilitado y en completo funcionamiento haya espacio para clases de mapuzung¨²n, la lengua mapuche; talleres de cer¨¢mica, dibujo, fotograf¨ªa o pintura; obras de teatro; m¨¢s conciertos; convenciones y un sal¨®n permanente de arte y artesan¨ªas, adem¨¢s de una oferta de gastronom¨ªa local. Pero antes necesitan recuperar el edificio, y en eso est¨¢n.
Cerati reconoce que han tenido dificultades ¡ªlas negociaciones con el municipio, las diferencias internas...¡ª, pero defiende la organizaci¨®n comunitaria ¡°a pesar de todo¡±: ¡°No es f¨¢cil, pero no quedan muchas opciones. O s¨ª hay otra opci¨®n, que es privatizar, irse cada uno a su casa y cuidar cada uno sus cosas. Pero creo que la mayor¨ªa de las personas que estamos ac¨¢ y que participamos del centro cultural creemos en otra realidad, en que es posible hacer cosas cooperativas¡±. ¡°Es importante conservar este lugar porque si no, va a ser otra confiter¨ªa normal y listo, se acab¨® el cuento¡±, contin¨²a Cerati y agrega: ¡°Puede ser mucho m¨¢s que eso. Estos espacios son semillitas de que es posible un mundo mejor¡±.
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