C¨®mo lograr una econom¨ªa equitativa para los guardianes de la naturaleza
A pesar de que comunidades locales e ind¨ªgenas contribuyen a la conservaci¨®n del 25% de los sumideros de carbono del mundo, reciben menos del 1% de la financiaci¨®n clim¨¢tica
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El discurso mundial se centra cada vez m¨¢s en el papel crucial de los pueblos ind¨ªgenas y las comunidades locales para la protecci¨®n de la biodiversidad y enfrentar los desaf¨ªos del cambio clim¨¢tico. Sin embargo, los elefantes en la sala siguen siendo los derechos, el bienestar y la desigualdad. El 39% de las tierras globales en buen estado ecol¨®gico son manejadas por pueblos ind¨ªgenas, pero est¨¢n cada vez m¨¢s amenazadas debido a retrocesos en las protecciones legales y la violencia pol¨ªtica. De igual manera, los pueblos ind¨ªgenas protegen aproximadamente el 45% del bosque amaz¨®nico intacto, pero enfrentan una tasa de pobreza dos veces mayor que la poblaci¨®n no ind¨ªgena. A esto se suma que, a pesar de ser quienes contribuyen a la conservaci¨®n del 25% de los sumideros de carbono del mundo, reciben menos del 1% de la financiaci¨®n clim¨¢tica.
Entonces, por un lado, estamos pidiendo a los pueblos ind¨ªgenas y las comunidades locales que salven nuestro planeta. Pero, por el otro, aplicamos sistemas que a menudo obstruyen sus necesidades b¨¢sicas, formas de vida y soberan¨ªa. En el mundo se permiten m¨¢s de 7 trillones d¨®lares en subsidios a los combustibles f¨®siles, la agricultura y la pesca ¡ªel 8% del PIB global ¨D cuando los subsidios agr¨ªcolas por s¨ª solos son responsables del 14% de la deforestaci¨®n mundial.
La comunidad global ha hecho algunos compromisos notables para cambiar este escenario, pero a¨²n necesitamos transformar las mentalidades, los sistemas econ¨®micos y legales arraigados que, mientras perduren, seguir¨¢n resultando en el desmoronamiento ambiental y social. Por esto, presentamos unas estrategias que, aunque a menudo son menospreciadas, nos pueden ayudar a lograr paradigmas financieros m¨¢s equitativos para la custodia de la naturaleza.
Por ejemplo, las inversiones basadas en derechos de tenencia han demostrado ser inversiones clim¨¢ticas superlativamente rentables. Proyectos valorados en montos m¨ªnimos, que oscilan entre 3 y 11 d¨®lares americanos por hect¨¢rea, conducen a las comunidades a recibir t¨ªtulos de propiedad y documentos de registro que protegen los derechos y la capacidad de gestionar sus tierras. Los costos de asegurar las tierras ind¨ªgenas durante 20 a?os representan m¨¢ximo el 1% de los beneficios derivados. Este es un retorno de inversi¨®n incre¨ªble en el ¨¢mbito clim¨¢tico, y es un tema que los pueblos ind¨ªgenas han pedido consistentemente durante d¨¦cadas. Tambi¨¦n es crucial invertir en el liderazgo y la gobernanza de los propios pueblos ind¨ªgenas para defender y llevar a cabo sus prioridades, como se ha logrado bajo la Pol¨ªtica de Gesti¨®n Territorial y Ambiental de Tierras Ind¨ªgenas de Brasil (PNGATI).
Otro tema que debemos considerar son las pol¨ªticas regulatorias y comerciales globales, las asignaciones presupuestarias p¨²blicas, los reg¨ªmenes fiscales y las finanzas y la ayuda internacional. La ley de importaci¨®n libre de deforestaci¨®n de la Uni¨®n Europea, es una buena se?al, as¨ª como la propuesta de la inclusi¨®n de un impuesto m¨ªnimo anual del 2% sobre la riqueza de los multimillonarios del mundo que ha llegado al G20.
En el escenario clim¨¢tico, tambi¨¦n hay que destacar los programas de protecci¨®n social que ahora llegan a 2.5 mil millones de hogares, incluidos 20 millones de hogares solo en Brasil, o el programa ¡°Oportunidades¡± de M¨¦xico, con transferencias monetarias que llegan a 5 millones de familias que viven en la pobreza. El programa fue financiado en su totalidad por la eliminaci¨®n de subsidios alimentarios a los no pobres y gener¨® un multiplicador econ¨®mico de 1.1 por cada d¨®lar gastado.
Por ¨²ltimo, los esfuerzos que se est¨¢n realizando para reducir la estratificaci¨®n institucional y canalizar directamente recursos a los fondos dirigidos por ind¨ªgenas, como el Fondo Pod¨¢ali, pueden ayudar a dirigir algunas de las mayores agregaciones de recursos hacia las comunidades. Esto es crucial porque la mayor parte de esta financiaci¨®n se canaliza actualmente a trav¨¦s de multilaterales y ONG internacionales, y poco de ella, solo el 17%, realmente les llega a estos pueblos y comunidades.
Los movimientos globales de conservaci¨®n y clima solo lograr¨¢n sus objetivos si impulsan un cambio de paradigmas, que erradique los impulsores hist¨®ricos de la destrucci¨®n ambiental, la pobreza y la desigualdad. M¨¢s que nunca, nuestras acciones deben ser interseccionales. A medida que entramos en esta temporada de debates y cooperaci¨®n global para el clima, la biodiversidad y el planeta, debemos recordar estar en reciprocidad y cuidar hol¨ªsticamente unos de otros, de los m¨¢s vulnerables y de los pueblos ind¨ªgenas y locales, guardianes de la naturaleza.
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