Los bancos comunitarios intentan reconstruirse tras las graves inundaciones en el sur de Brasil
Estas entidades sociales, que temporalmente se dedicaron a la emergencia, ofrecen pr¨¦stamos sin intereses a vecinos demasiado pobres o endeudados para la banca tradicional
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En el fondo de su peque?o sal¨®n de belleza, la brasile?a Kellen Lopes esconde las huellas de un desastre. ¡°Mira, el agua se lo llev¨® todo. Esto es lo que sobr¨®¡±, dice con tristeza. Paredes embarradas de lodo acomodan entre s¨ª pedazos de madera hueca, piezas el¨¦ctricas oxidadas y un peque?o escritorio en mal estado. Hablar de esta sala le provoca ganas de llorar. Fue aqu¨ª, en Porto Alegre, que con mucho esfuerzo y ayuda de sus vecinos mont¨® de forma improvisada el primer edificio de una instituci¨®n financiera y social singular que se ha vuelto pilar de su barrio; un banco comunitario llamado Asa Branca. Pero tambi¨¦n es escena de un recuerdo amargo de todo lo que perdi¨® en las graves inundaciones que azotaron el Estado de R¨ªo Grande do Sul a principios de mayo pasado.
Las lluvias torrenciales causaron entonces unas inundaciones que anegaron el territorio. Arrasaron cientos de barrios y ciudades en el estado, provocando una de las peores cat¨¢strofes clim¨¢ticas de la historia reciente de Brasil y una grave crisis humanitaria.
Un arroyo que se desbord¨® con velocidad en la peque?a comunidad de Asa Blanca, en Porto Alegre, arras¨® todo lo que encontr¨® a su paso. Millones de litros de agua turbia descontrolada les arrebat¨® a muchos sus casas, sus muebles, sus medios de sustento. Lopes, de 38 a?os, es una de las personas que lo han perdido todo. El banco que ella ayud¨® a fundar y tambi¨¦n lidera no pudo ser salvado de la devastaci¨®n. ¡°El local se inund¨® por completo. Fue muy dram¨¢tico, las paredes se rajaron. Perdimos la computadora, los documentos, las donaciones, todo¡±, lamenta.
Cuatro inundaciones extremas en el ¨²ltimo a?o han puesto contra la pared a millares de personas que residen en regiones vulnerables a estos eventos clim¨¢ticos en el sur de Brasil. En las comunidades de bajos ingresos, el impacto social ha sido mayor. Y ahora muchos movilizadores sociales, como Lopes, luchan para reconstruir importantes instituciones locales, como los bancos comunitarios, que surgieron para mejorar la vida de los vecinos en donde el Estado brasile?o no llega del todo.
Los bancos comunitarios son parte de una realidad singular brasile?a. Ofrecen pr¨¦stamos sin intereses a los vecinos que buscan crear peque?os negocios y que, debido a sus bajos ingresos o historiales de deudas, no pueden contar con los bancos tradicionales. Estas entidades catalizan la econom¨ªa local con monedas propias que circulan por los negocios por cuenta propia y apoyan con peque?as donaciones de insumos a quienes tienen dificultades para conseguirlos. El financiamiento viene de peque?os aportes de los propios miembros de las comunidades, de ONGs y, en algunas ocasiones, de donaciones p¨²blicas.
En el pa¨ªs sudamericano, la primera instituci¨®n de este tipo fue el Banco Palmas, que surgi¨® en 1998 en el perif¨¦rico Conjunto Palmeiras de la ciudad nordestina de Fortaleza como soluci¨®n de econom¨ªa solidaria de una poblaci¨®n que, d¨¦cadas antes, hab¨ªa sido empujada hacia un lugar lejos del centro y de escasos servicios tras una serie de expropiaciones en un Brasil en proceso de reforma urbana radical, una historia repetida en muchas otras ciudades del pa¨ªs.
Esta iniciativa fue replicada por otros barrios con necesidades similares en las d¨¦cadas siguientes. Y actualmente hay m¨¢s de cien bancos comunitarios repartidos por casi todos los estados brasile?os. ¡°Estos bancos comunitarios son una respuesta de la sociedad a sus problemas fundamentales¡±, dice Nelsa Nespolo, la presidenta regional de la Central de Cooperativas y Emprendimientos Solidarios (Unisol), una organizaci¨®n que apoya a las iniciativas financieras nacionales. ¡°M¨¢s que nunca vemos que la vida se transforma y se organiza en el territorio, en la vecindad¡±, a?ade.
En Rio Grande do Sul hay cuatro bancos constituidos y uno en proceso de fomento, todos localizados en la capital estatal y su regi¨®n metropolitana. Son Justa Troca, Cascata, Colina, Asa Branca y Alvorada. Tres de ellos fueron severamente afectados por las inundaciones de mayo, lo cual interrumpi¨® la din¨¢mica econ¨®mica normal de sus respectivas comunidades.
Lopes, que naci¨® y creci¨® un barrio, Sarand¨ª, donde su familia ha cultivado ra¨ªces a lo largo de generaciones, explica: ¡°Nuestro foco fue siempre el desarrollo econ¨®mico de la comunidad, para que las personas pudieran crear sus negocios, [construir] sus vidas. Ahora estamos pasando por un momento de grandes dificultades, y pasamos a enfocarnos en la ayuda a los afectados por las inundaciones de todas las formas que podemos¡±.
El mayor desaf¨ªo, dice, es reestructurar el banco para volver a ofrecer servicios financieros. Sus reservas de moneda social, denominada Amora, tambi¨¦n se perdieron en la cat¨¢strofe. Sin embargo, debido a su certificaci¨®n por el banco estatal Caixa, se podr¨¢ recuperar su valor monetario a trav¨¦s de compensaciones futuras. Su objetivo ser¨¢ crear una moneda digital en el futuro pr¨®ximo. ¡°La p¨¦rdida no fue s¨®lo del banco, fue de todos los residentes de barrio¡±, comenta Lopes. ¡°Mi trabajo es intentar volver a motivar, a restablecer. Tenemos que mostrar a las personas que es posible recuperarse de esto¡±.
El banco comunitario Justa Troca, fundado en 2016 en la villa de Nossa Senhora Aparecida de la zona norte de Porto Alegre, intenta mantener sus tres l¨ªneas de microcr¨¦ditos en su moneda social Justo ¡ª uno para el consumo, uno para los productores locales y otro de peque?as reformas de la vecindad. Antes de las inundaciones, al menos 20 establecimientos utilizaban esta moneda y ofrec¨ªan descuentos a quienes adquir¨ªan servicios y productos con ella. Pero, seg¨²n la activista Eni Machado, la situaci¨®n de calamidad de la regi¨®n ha imposibilitado la devoluci¨®n de muchos pr¨¦stamos, y el banco dej¨® en segundo plano su trabajo para dirigir sus recursos a una campa?a de recaudaci¨®n de alimentos, insumos de necesidades b¨¢sicas y hasta muebles para los afectados.
¡°Ha sido un periodo muy intenso. Vemos que necesitamos organizar los territorios en un momento como este, tan fuerte y tan pesado¡±, dice Nespolo. ¡°Ha sido muy dif¨ªcil para las comunidades en las que estamos actuando. Es mucho dolor. No un dolor de p¨¦rdida material, sino un dolor de que alguien invadi¨® el espacio y desnud¨® ese espacio, que quit¨® lo poco que se ten¨ªa¡±.
Para Nespolo, la recuperaci¨®n econ¨®mica de estos barrios perif¨¦ricos y tradicionalmente m¨¢s vulnerables depende mucho de los bancos comunitarios, cuyo restablecimiento ocurre de forma lenta por falta de apoyo del Estado. ¡°Pensamos que nos ¨ªbamos a recuperar m¨¢s r¨¢pido. A¨²n falta mucho. Infelizmente yo creo que quienes ten¨ªan que ayudarnos y darnos una respuesta est¨¢n a nivel local y nosotros no estamos teniendo eso de la administraci¨®n p¨²blica¡±, afirma la presidenta de la Unisol.
Lopes comenta que el trauma de lo que pas¨® en su barrio la mantiene despierta algunas noches, pero que lucha para poner su labor social y el banco frente a todo, porque mucha gente depende de eso. ¡°No podemos bajar la cabeza, tenemos que continuar luchando, intent¨¢ndolo, y no desistir¡±, dice.
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