Guatemala, irreconocible
L¨ªderes ind¨ªgenas encabezan la protesta secundada por los habitantes de todas las ciudades contra la fiscal general, que quiere revertir los resultados electorales
Tantas cosas han cambiado en Guatemala desde las elecciones del 25 de junio en que el candidato anticorrupci¨®n de centro izquierda, Bernardo Ar¨¦valo, pas¨® sorpresivamente a la segunda vuelta electoral y luego gan¨® la Presidencia, que resulta casi irreconocible.
Por estos d¨ªas, los m¨¢s encumbrados empresarios se encuentran discretamente, al amparo de la embajada de Estados Unidos, con dirigentes ind¨ªgenas. Eso, en un pa¨ªs segregado de hecho, refleja un cambio. Estos l¨ªderes ind¨ªgenas han puesto a la defensiva a la poderosa alianza oficialista que domina todas las instituciones nacionales y por medio de ellas procura revertir los resultados electorales. Los l¨ªderes mayas se han convertido s¨²bitamente en dirigentes nacionales de la protesta contra el intento de desconocer los resultados electorales. Han pasado a ser la inspiraci¨®n, aunque tambi¨¦n el azote, de muchos guatemaltecos. Habitantes de zonas populares de la capital de Guatemala y habitantes de las ¨¢reas rurales m¨¢s remotas les reconocen como los motores de la protesta.
Han sido las autoridades mayas de las principales organizaciones comunitarias de origen ancestral, encabezadas por la organizaci¨®n 48 Cantones de Totonicap¨¢n, quienes iniciaron y encabezan el movimiento, activo ya durante dos semanas, para exigir la renuncia de la fiscal general Consuelo Porras. Cada esfuerzo por desmotivar la protesta de quienes apoyan a Porras (impopular 9 a 1, seg¨²n dos recientes encuestas de opini¨®n) ha resultado fallido.
La m¨¢xima Corte del pa¨ªs, integrada s¨®lo por partidarios de la alianza oficialista, orden¨® a pedido de la fiscal el desalojo de quienes demandan la renuncia frente a la sede del Ministerio P¨²blico. Los magistrados conminaron a la Polic¨ªa y al propio Ej¨¦rcito, so pena de destituir a sus responsables, a despejar el sitio en seis horas.
Pero no hizo falta que los militares ni los polic¨ªas, quienes se muestran poco dispuestos a confrontar a la poblaci¨®n subvertida, arriaran sus porras. Una serena negociaci¨®n de autoridades y l¨ªderes ind¨ªgenas ante el procurador de Derechos Humanos (otra pieza de la alianza oficialista), permiti¨® abrir un espacio para el ingreso al edificio desde donde antes despachaba la fiscal general. Ella, sin embargo, no ha querido volver a su escritorio, en el piso octavo, desde el cual se escuchan los incesantes llamados a que renuncie.
Miles de personas procedentes lo mismo del norte del pa¨ªs que de regiones cercanas a la capital, caravanas de mototaxis, comerciantes de los mercados capitalinos e incluso vecinos de zonas con el mejor poder de compra en la ciudad se han sumado a exigir su renuncia. En los ¨²ltimos d¨ªas, despu¨¦s de las primeras diez jornadas de bloqueos en toda la red vial que llegaron a sumar 120 cada ma?ana y paralizaron el pa¨ªs en la pr¨¢ctica, las protestas han evolucionado hacia fiestas callejeras, con bailes y canciones alusivas a la exigencia de la renuncia de la Fiscal, caravanas de veh¨ªculos que marchan a la velocidad m¨ªnima para entorpecer sin bloquear el tr¨¢fico, festivales de arte en plazas y parques y manifestaciones al final de la tarde en las cuales se entona el himno.
Y todo le sale mal a quienes procuran desincentivar la protesta.
El ataque de gatilleros en Oc¨®s, un municipio fronterizo con M¨¦xico, contra un bloqueo de carretera fue r¨¢pidamente documentado por vecinos de la zona con im¨¢genes digitales que pronto reconocieron el n¨²mero de placa del veh¨ªculo en que viajaban los sicarios como uno de los que utiliz¨® el alcalde electo por el partido oficialista en ese lugar para hacer campa?a.
Vecinos de la Antigua Guatemala identificaron a la supuesta pareja del presidente, un joven ingeniero, Miguel Mart¨ªnez, en una ceremonia religiosa en la ciudad. Mart¨ªnez tuvo que ser protegido y escoltado por la Polic¨ªa, mientras los vecinos vituperaban y agred¨ªan con palos y piedras a ¨¦l y a su familia. En cuesti¨®n de minutos, estaba documentado en las redes sociales que el veh¨ªculo usado para evacuar a Mart¨ªnez era propiedad de una empresa que, durante el actual Gobierno, ha pasado a contratar m¨¢s de US$12 millones con el Estado.
La corrupci¨®n rampante, el enriquecimiento de diputados oficialistas y el entorno del presidente generan la indignaci¨®n de los manifestantes que han llegado al edificio con apartamentos de 330.000 d¨®lares a donde fueron a vivir los tres hijos del gobernante tras su llegada al poder.
Los oficialistas, por su parte, anuncian que la Fiscal¨ªa de Porras est¨¢ a punto de presentar el caso que demostrar¨ªa un fraude a favor de Ar¨¦valo. Para lograrlo, ha allanado la sede del Tribunal Supremo Electoral, lo cual motiv¨® la exigencia de renuncia de la Fiscal.
La dirigencia ind¨ªgena, ni la mayor¨ªa de la poblaci¨®n mestiza, acepta la posibilidad del fraude.
Guatemala cuenta con un sistema electoral administrado el d¨ªa de los votaciones por ciudadanos voluntarios que entregan, reciben y contabilizan los votos. Cualquier reclamo de fraude es f¨¢cilmente contrastable con las actas que los representantes de las mesas de votaciones guardan en sus tel¨¦fonos y en la nube digital.
Quienes propugnan por desconocer el triunfo de Bernardo Ar¨¦valo y repetir las elecciones (sin permitirle a su partido participar) chocan de frente con las autoridades ancestrales que han convocado a una muralla de manifestantes, nada dispuestos a esperar de brazos cruzados a que las cortes amigas del poder decidan por ellos.
Guatemala, encabezada por las autoridades ind¨ªgenas, rechaza que la fiscal Porras trate de arrancar el triunfo electoral a quien lo ha obtenido.
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