G¨¦nero, generaci¨®n e ideolog¨ªa
El cuadro que se vislumbra es alarmante: varones solitarios, j¨®venes (y no tan j¨®venes), con problemas serios de socializaci¨®n, hiperconectados, con miedo al g¨¦nero femenino y al avance de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres
Las generaciones han sido, tradicionalmente, bastante homog¨¦neas entre ellas. Por supuesto, su manera de pensar var¨ªa con los a?os, con el contexto, con la historia de cada una de ellas. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os algo ha cambiado. Por primera vez, se observan cambios ideol¨®gicos en la misma generaci¨®n, dependiendo del g¨¦nero. Hace unos pocos d¨ªas, en un controvertido art¨ªculo en el Financial Times, John Burn-Murdoch demostraba y confirmaba que las mujeres de la generaci¨®n m¨¢s joven se desplazan ¡ªideol¨®gicamente¡ª mucho m¨¢s a la izquierda, mientras que los hombres de la misma generaci¨®n se desplazan mucho a la derecha. Una nueva brecha.
Lo sorprendente es que ese cambio ha sido abrupto, especialmente en los ¨²ltimos seis a?os, como muestra una encuesta de Gallup en Estados Unidos: ¡°Las mujeres de 18 a 30 a?os son ahora 30 puntos porcentuales m¨¢s liberales que sus contempor¨¢neos masculinos¡±. Sucede lo mismo en Alemania, el Reino Unido y en Polonia, y en Espa?a, tal como analizaron Ismael Crespo y Jos¨¦ Miguel Rojo. Tal como indican, el Bar¨®metro Postelectoral del CIS de 2023 muestra claramente que existe una diferencia ideol¨®gica entre hombres y mujeres en solo dos partidos: Vox y PSOE. El 66% de las personas que recordaban haber votado por Vox eran hombres. El 56,1% de las personas que recordaban haber votado al PSOE eran mujeres.
Esta diferencia tambi¨¦n puede observarse en Latinoam¨¦rica, donde Borja Andrino y Montse Hidalgo analizaron para EL PA?S el mismo fen¨®meno para Brasil, Chile o las recientes elecciones en Argentina, donde la diferencia de voto a Milei entre hombres y mujeres fue de 12 puntos porcentuales.
Esto es especialmente relevante en el pr¨®ximo e intens¨ªsimo ciclo electoral europeo, en donde las derechas extremas, autocr¨¢ticas o populistas est¨¢n creciendo. El European Council of Foreign Relations (ECFR) difundi¨® esta semana un informe que avisa de un giro a la derecha radical de los votantes en desmedro de verdes y socialdem¨®cratas. Los populistas antieuropeos podr¨ªan ganar en las urnas en nueve pa¨ªses miembros (Austria, B¨¦lgica, Eslovaquia, Francia, Hungr¨ªa, Italia, los Pa¨ªses Bajos, Polonia y la Rep¨²blica Checa) y ocupar el segundo o tercer lugar en otros nueve pa¨ªses (Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumania, Espa?a y Suecia).
Las razones por las cuales se est¨¢ produciendo esta triple brecha -de g¨¦nero, generacional, ideol¨®gica- reclamar¨¢n estudios m¨¢s sosegados y miradas sin prejuicio. Pero no ser¨¢ descartable establecer correlaciones -aunque no sean causales- entre comportamientos y movimientos de fondo respecto al protagonismo de la lucha feminista y el escoramiento masculino a la derecha y la resistencia femenina desde las izquierdas. As¨ª como las batallas culturales -como la cultura de la cancelaci¨®n- y su impacto en el voto por g¨¦nero y generaci¨®n de manera m¨¢s relevante que el que significaba las condiciones sociales, econ¨®micas y territoriales en la explicaci¨®n de los comportamientos electorales.
En una reciente entrevista, la pensadora progresista Naomi Klein alertaba: ¡°Es peligrosa la pasi¨®n censora de la izquierda, esa vigilancia del discurso y la crueldad que despliega cuando alguien se pasa de la raya. Podr¨ªamos hablar de la cultura de la cancelaci¨®n, si no fuera un concepto tan cargado. No tengo duda de que a veces incorpora un cierto elemento de matonismo, que tiende a orillar a cualquiera que se salga de la raya. No soy la ¨²nica persona en la izquierda a la que eso le preocupa¡±.
Y lo asociaba al impacto en el comportamiento pol¨ªtico diferenciado entre hombres y mujeres: ¡°Puede que a esos j¨®venes la izquierda les resulte asfixiante, un lugar en el que un error puede hacer que tus amigos se vuelvan contra ti, y que crean que la derecha es ese ¨¢mbito en el que es posible estar en desacuerdo, aunque no sea verdad. En ambos lados del espejo hay control, pero creo que la derecha aprovecha mejor esa estrategia para sumar gente a su causa. Ojal¨¢ en la izquierda pens¨¢ramos m¨¢s en c¨®mo engordar nuestras filas en lugar de en c¨®mo depurarlas¡±.
En este contexto, el parad¨®jico aumento de la soledad juvenil en nuestras sociedades hiperconectadas, puede acelerar el proceso de aislamiento y de burbujas autorreferenciales que pueden atrapar a nuestros j¨®venes impidiendo socializaciones saludables y porosas. Con sus consecuencias diferenciadas en sus comportamientos electorales. ¡°La conectividad digital plantea preguntas profundas sobre la calidad de las relaciones humanas en la era digital. Pero es que, adem¨¢s, la paradoja surge cuando, a pesar de las infinitas posibilidades de comunicaci¨®n que tenemos, muchos j¨®venes se sienten cada vez m¨¢s solos¡± apunta Arantza Garc¨ªa en otro reciente art¨ªculo. Esta tendencia ha dado lugar a lo que algunos denominan ¡°la juventud solitaria¡±. Cerca del 21,9% de los j¨®venes espa?oles (2 de cada 10) de entre 16 y 24 a?os se sienten solos, seg¨²n se desprende del exhaustivo estudio El coste de la soledad no deseada en Espa?a, del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada (SoledadES) impulsado por la Fundaci¨®n ONCE¡±.
El cuadro que se vislumbra es alarmante: varones solitarios, j¨®venes (y no tan j¨®venes), con problemas serios de socializaci¨®n y autoestima, hiperconectados a veces hasta lo enfermizo, con miedo al g¨¦nero femenino y al avance de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, acumulando recelo e inseguridades de todo tipo -cuando no odio expl¨ªcito- y atrapados digital y pol¨ªticamente por el vigor protector del populismo machista y mis¨®gino de las derechas autoritarias y extremas.
Atenci¨®n, atenci¨®n, atenci¨®n.
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