Atrapados en el circo geri¨¢trico de Biden y Trump
Biden y su equipo han demostrado capacidad para tomar decisiones sensatas. Trump ha demostrado lo contrario. Desde esa ¨®ptica, Biden es, despu¨¦s de todo, no solo el mal menor, sino tambi¨¦n la mejor opci¨®n
Guerras de aliados en varios frentes, recuperaci¨®n econ¨®mica a¨²n incierta, crisis migratoria, amenazas de cierre del gobierno: Estados Unidos atraviesa una tormenta de problemas y cada uno necesita una cabeza l¨²cida y vigor f¨ªsico para hacerles frente. Es por eso, quiz¨¢s o casi seguramente, que el tema que m¨¢s obsesiona a los votantes, los pol¨ªticos y los medios es justamente la edad de los candidatos a la presidencia. El candidato dem¨®crata y actual presidente, Joe Biden, tiene 81 a?os. Su rival, el expresidente Donald Trump, 77. Dig¨¢moslo sin tapujos: ambos entraron hace a?os en la tercera edad. Son unos ancianos.
El mayor problema es que ninguno de los dos es un candidato ¨®ptimo. Y, sin embargo, no tirar¨¢n la toalla.
Dejemos de lado los 91 cargos y el pu?ado de juicios en su contra, Trump ha sido calificado por sus propios adl¨¢teres y colaboradores como un ¡°mentiroso patol¨®gico¡±. Ser¨ªa m¨¢s preciso decir que es un ¡°narcisista patol¨®gico¡±, como lo defini¨® en 2016 Martin Amis, lo que supone mentir a escala industrial para mantener su fachada de macho alfa triunfador. Biden sufre m¨¢s de la percepci¨®n de su envejecimiento, aunque el reporte m¨¦dico publicado esta semana se?ala que sus varios achaques no lo disminuyen en forma alguna para ejercer la presidencia. Sin embargo, el tiempo tambi¨¦n es implacable con personalidades tit¨¢nicas como la de Trump. En las ¨²ltimas semanas, el candidato republicano ha tenido lapsos serios que muestran su declive cognitivo, como confundir a su rival republicana Nikki Haley con la l¨ªder dem¨®crata Nancy Pelosi o decir que el pa¨ªs est¨¢ al borde de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los c¨ªnicos lo niegen e incluso la mitad del pa¨ªs todav¨ªa lo dude, Biden ha sido un pol¨ªtico muy eficiente que le ha devuelto majestad a su cargo. Si se considera la guerra a muerte entre republicanos y dem¨®cratas en la que tocado gobernar, es un presidente con un r¨¦cord de logros impresionante, como controlar la inflaci¨®n, bajar el desempleo o forjar la aprobaci¨®n de la primera ley de control de armas en tres d¨¦cadas.
Sin embargo, no es un l¨ªder de garra y ha cometido pifias importantes que le podr¨ªan costar la reelecci¨®n, como lo demuestra el voto castigo de su propio partido en las primarias de M¨ªchigan ante su cada d¨ªa m¨¢s cuestionado apoyo a Israel en la guerra contra Palestina. Es cierto, de paso, que a Biden se le percibe f¨ªsicamente d¨¦bil y mentalmente lento y err¨¢tico. Se le ve a menudo usando tarjetas ayudamemoria para no divagar en sus respuestas en presentaciones p¨²blicas y privadas. Son demasiados los que hoy creen que deber¨ªa haberse conformado con ser un gran presidente de solo un t¨¦rmino y abierto paso a otro dem¨®crata.
Pero en vista de que ya parece no haber vuelta atr¨¢s con las candidaturas, la pregunta inevitable para quienes albergan dudas sobre qui¨¦n debe ser el pr¨®ximo presidente de la (todav¨ªa) naci¨®n m¨¢s poderosa del mundo es c¨®mo elegir el mal menor.
La encrucijada que enfrentan los votantes no puede ser m¨¢s marcada. Cada candidato representa opciones diametralmente opuestas con implicaciones cr¨ªticas para el sistema pol¨ªtico de Estados Unidos y el mundo.
Trump ya ha anunciado que reformar¨¢ el Estado a fondo para purgarlo de funcionarios profesionales independientes y asegurarse el servilismo de un nuevo elenco seleccionado a dedo por su obediencia ciega. De lo que se trata es de desmantelar la autonom¨ªa de las instituciones para subyugarlas a la voluntad del presidente, a la manera que lo han hecho tantos caudillos latinoamericanos. Esto acabar¨ªa con el sistema de controles y equilibrios entre las distintas instituciones que ha limitado la influencia de cada uno de los tres poderes sobre los dem¨¢s: el sello de f¨¢brica de la democracia. Trump no lo logr¨® en su primera presidencia pero no hay que dudar ir¨¢ con todo si tiene una nueva oportunidad. Ya intent¨® un golpe de Estado.
Aunque el pa¨ªs vive un boom econ¨®mico, Biden navega a¨²n las turbulencias que dej¨® la pandemia. Uno de sus mayores aciertos ha sido ayudar a parir una profunda transformaci¨®n econ¨®mica que va desde las energ¨ªas verdes hasta la inteligencia artificial, mientras intenta apuntalar a la clase media trabajadora fortaleciendo sus diezmados derechos laborales y fomentando la creaci¨®n de empleos y la reubicaci¨®n de industrias en Estados Unidos. En un escenario internacional altamente vol¨¢til, su pr¨¦dica ha sido preservar el papel preeminente de su pa¨ªs en el orden internacional en una coyuntura en la que Rusia y China buscan tomar antiguas posesiones como Ucrania y Taiw¨¢n. En todas estas arduas asignaturas, ha demostrado ser un presidente juicioso. Pero no ha logrado conjurar la amenaza que representa Trump. Por eso, ha mantenido el guion que us¨® en la campa?a de 2020: su misi¨®n principal es salvar la democracia conjurando el proyecto autocr¨¢tico y egoc¨¦ntrico de su n¨¦mesis.
Ambos candidatos flaquean terriblemente, pero est¨¢n dispuestos a mantener a los votantes rehenes en el circo geri¨¢trico, como gladiadores en el coliseo, hasta que uno de los dos muerda el polvo. Axios report¨® recientemente que los republicanos planean machacar la edad de Biden para convencer a los indecisos de que el presidente no debe gobernar.
El 26 de febrero, obligado a dar la cara por encuestas que muestran una preocupaci¨®n p¨²blica abrumadora con su edad, Biden contratac¨® en el show de Seth Meyers, bromeando que Trump es tan viejo como ¨¦l y que ni siquiera se acuerda del nombre de su esposa. ¡°Esto es acerca de cu¨¢n viejas son tus ideas¡ Este [Trump] es un tipo que quiere hacernos retroceder. Retroceder en Roe versus Wade (el derecho al aborto) y en un conjunto de temas en los que los americanos han tenido posiciones s¨®lidas por 50 y 60 a?os¡±, dijo el presidente. Para los dem¨®cratas apoyar el derecho al aborto ha sido una de las l¨ªneas de defensa m¨¢s productivas contra la contrarreforma republicana.
Biden y Trump le llevan cinco d¨¦cadas o m¨¢s a los votantes de la generaci¨®n Z. Para cortejarlos, ambos echan manos a estrategias desesperadas: Trump lanza una l¨ªnea de sneakers rutilantes y Biden abre un canal de Tik Tok ¨C tambi¨¦n planea aliviar la deuda de cientos de miles de estudiantes. ?Es eso suficiente? ?Los hace relevantes para los j¨®venes? Ya veremos.
El reto de estos ancianos es obtener el voto de cuatro grupos de votantes. Por el lado de Trump, los republicanos conservadores que apoyan a Nikki Haley y no quieren elegir a un extremista violador de la ley. Por el de Biden, los progresistas que est¨¢n enojados con la masacre de palestinos en Gaza. Los otros dos grupos est¨¢n formados por los independientes y los ap¨¢ticos que nunca salen a votar. Muchos de los j¨®venes inconformes con los candidatos se refugian en estas dos categor¨ªas.
Pero a medida que el martes cinco de noviembre se acerque, se har¨¢ evidente que la elecci¨®n gira, m¨¢s que nada, en torno a la destrucci¨®n o salvaci¨®n de la democracia americana. Trump y Biden son solo las caras de estas opciones. No es que sean irrelevantes como figuras pol¨ªticas, pues cada uno representa un estilo de liderazgo distinto. Pero lo que de veras cuenta son las ideas que hay detr¨¢s de ellos y cu¨¢n capaces de sustentarlas son las plataformas pol¨ªticas y los equipos de gobierno en que se apoyan.
Hasta ahora Biden y su equipo han demostrado capacidad para tomar decisiones sensatas. Trump ha demostrado lo contrario. Desde esa ¨®ptica, Biden es, despu¨¦s de todo, no solo el mal menor, sino tambi¨¦n la mejor opci¨®n. Aunque las encuestas hoy no son auspiciosas para ¨¦l, los electores son quienes decidir¨¢n en las urnas el futuro de su pa¨ªs.
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