Katya Adaui, de la certeza al mareo, del v¨¦rtigo al equilibrio
El escritor Emiliano Monge analiza los elementos comparativos de las obras ¡®Qui¨¦nes somos ahora¡¯, de la escritora peruana, y ¡®Lengua dormida¡¯, del autor mexicano Franco F¨¦lix
Hace poco m¨¢s de un a?o, querido lector, escrib¨ª aqu¨ª sobre Lengua dormida, aquel librazo del mexicano Franco F¨¦lix que, si entonces no conseguiste, me permito insistir en que lo busques y lo leas de una.
Pero bueno, traigo de nuevo ac¨¢ ese libro gestado en el norte del norte porque hace cosa de unos d¨ªas, en el recorrido del sur subiente que venimos haciendo a ¨²ltimas fechas, le¨ª Qui¨¦nes somos ahora, de la escritora peruana Katya Adaui, que me hizo pensar much¨ªsimo en Lengua dormida, aunque no solo por sus temas m¨¢s evidentes ¡ªla madre, la familia, la p¨¦rdida y la muerte¡ª.
¡°Las veces anteriores y ahora, la muerte en el est¨®mago. Un poco m¨¢s abajo, a la altura del vientre. Ah¨ª encaja, no en la cabeza. La muerte es uterina. En mi lengua materna, la muerte es femenina y es masculina en otro idioma que conozco, el alem¨¢n: Der Tod. Duele como un c¨®lico menstrual. Tambi¨¦n es natalicia, sale del ombligo como una ra¨ªz y se irradia. / No pod¨ªa ponerlos al mismo nivel pero suced¨ªa. / Los huesos de mis padres y los de Mara iban formando un esqueleto nuevo, una misma osamenta, la estructura de mi memoria afectiva¡±.
Sobre todo, lo perif¨¦rico
Qui¨¦nes somos ahora tambi¨¦n me hizo pensar en Lengua dormida por c¨®mo pasea al lector por la monta?a rusa de sus temas en apariencia perif¨¦ricos ¡ªel hecho mismo de que tanto los temas centrales como los perif¨¦ricos lo sean solo en apariencia ya hermana a los libros de F¨¦lix y Adaui¡ª: la escritura, las macotas, los s¨ªndromes, la lectura, las enfermedades, el paso del tiempo, el lenguaje, las fugas, el maltrato y la ira como contornos del cuidado y el cari?o, el cuidado y el cari?o como corazones de la ira y el maltrato, la intimidad y su tantas metamorfosis, la memoria, la sexualidad, las precariedades, las cuentas pendientes, las cuentas saldadas, las miradas interiores y exteriores o el humor como puerta de emergencia, un humor recordado, revivido o gestado en la p¨¢gina, un humor elegante y dolido, que a veces es evidente y a veces sugerido, adem¨¢s de sugerente.
¡°Durante su enfermedad, me qued¨¦ algunas noches a dormir con ella. / De vuelta en nuestra antigua habitaci¨®n, los nombres de mi hermana y el m¨ªo todav¨ªa en los letreros de la puerta, ya solo una cama de una plaza y no dos, me despert¨¦ a las cinco de la madrugada envuelta en un ruido tremendo. / Me tap¨¦ la cabeza con la almohada y me volv¨ª a quedar dormida. / Mi madre me fue a despertar. Le pregunt¨¦ qu¨¦ era ese ruido. / Se?al¨® la cancha: esas aves del demonio (hab¨ªan escapado o ella las hab¨ªa liberado) se multiplicaron. Y se despiertan a la misma hora en que yo les daba de comer. / Los ¨¢rboles viraron a bosque oscuro. Tapaban la vista, cubr¨ªan los aros de b¨¢squet, y de los picos se escapaba un murmullo que podr¨ªa haber sido melodioso. / Despertar en hiperacusia le arrebat¨® al vecindario el primer placer del d¨ªa: entrar en la ma?ana en el propio silencio. / Pasaron m¨¢s de veinte a?os. / De generaci¨®n en generaci¨®n, los periquitos se transmitieron un horario. El horario del insomnio de mi madre¡±.
Lo que hermana de forma terminante a Qui¨¦nes somos ahora y a Lengua dormida, sin embargo, tiene que ver con algo que sus autores encuentran m¨¢s importante que aquello que cuentan sus libros: la forma c¨®mo nos lo cuentan. Y es que el libro de la peruana apuesta y sale victorioso ¡ªa diferencia de sus protagonistas, que lo pierden todo ante las m¨¢quinas tragamonedas, en una escena memorable, terrible y hermosa¡ª tras echar sus fichas en la ruleta de los libros ¨²nicos, esos que entienden que el lector debe ser retado y no apapachado y que, como la vida, la lectura debe estar regida por cierto mareo, cierto v¨¦rtigo y cierta extra?eza, no por la claridad o el equilibrio imposible. Quienes somos ahora entrega los pedazos de un relato que debe ser armado en la cabeza del lector, quien solo al final comprende que una vida es todas sus ediciones posibles.
Qui¨¦nes somos despu¨¦s
Tras leer el libro de Adaui, adem¨¢s de comprender que una vida es todas sus ediciones posibles, entendemos otro asunto esencial de literatura que se est¨¢ escribiendo en nuestras latitudes: de la certeza puede nacer el mareo, as¨ª como el v¨¦rtigo puede volver posible al equilibro. Y es que la escritora peruana, a trav¨¦s de un lenguaje ¡ªcomo queda claro en el par de fragmentos que he citado¡ª que no podr¨ªa ser m¨¢s directo, consigue dar vuelta al idioma y transformar su prosa en la sombra del verso, al tiempo que enrarece y difumina la l¨®gica, el tiempo o el hab¨ªa una vez de aquello que se narra.
¡°Qu¨¦ suerte tienes, son muy peque?os. Nunca se te van a caer. / Entro a la ducha, le doy la espalda. / No como a m¨ª. Las amamant¨¦ y se me derrumbaron de un d¨ªa para el otro como las torres gemelas. / Fue un atentado, mam¨¢, no un accidente. / Descuelga el grifo y me enjuaga la cabeza. / Bueno, en el caso de ustedes dos¡ son las dos cosas¡±.
Coordenadas
Qui¨¦nes somos ahora fue publicado por Literatura Random House.
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