Redadas, deportaciones y un muro: as¨ª se calienta la frontera entre Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana
M¨¢s de 250.000 haitianos fueron deportados en 2023, mientras los candidatos presidenciales hacen campa?a con un discurso cada vez m¨¢s duro hacia la migraci¨®n. Organismos internacionales tachan las medidas de ¡°racistas¡± y piden el cese inmediato
Antes de las cinco de la ma?ana empieza a formarse la fila. Miles de haitianos a¨²nan sus bolsas de mercado y arrastran carretillas y cubos vac¨ªos que volver¨¢n repletos de comida, medicinas y ropa. Todo lo que ¨²ltimamente es imposible encontrar en Hait¨ª. Otros cargan en la cabeza sacos repletos de mercanc¨ªa para vender y alimentar a sus familias un d¨ªa m¨¢s. Hombres a la izquierda, mujeres a la derecha. Y paciencia. Mucha paciencia. Desde que a las ocho de la ma?ana los oficiales del Cesfront ¡ªCuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre¡ª abran la frontera de Dajab¨®n, uno de los cuatro pasos que conectan el pa¨ªs con Rep¨²blica Dominicana, todo empezar¨¢ a pasar demasiado r¨¢pido.
Una marea de hombres se apresuran entre empujones y tropiezos con un c¨®digo de barras en mano. Los que no tienen el control biom¨¦trico esperan a que les tomen las huellas y fotos, o simplemente se cuelan. Un militar empuja la verja para impedir el flujo incontrolable mientras grita en creole: ¡°Dousman, dousman (despacio, despacio). ?Parecen animales!¡±. Otro les asusta con un taser. Decenas de ni?os se meten corriendo entre los oficiales. Todos tienen prisa por llegar al mercado binacional y aprovechar el d¨ªa de compraventa hasta que a las cinco de la tarde les toque volver a Hait¨ª. Mientras los primeros se van instalando en los casi 25.000 puestos, va llegando el primero de los seis camiones de deportaci¨®n que expulsar¨¢n este viernes a 434 haitianos. Las deportaciones en Rep¨²blica Dominicana son un goteo constante, incluso a menos de 48 horas de las elecciones presidenciales. El mercado fronterizo de Dajab¨®n es la tensi¨®n hecha costumbre. Y el suspiro profundo de quien est¨¢ fuera y no dentro de esas celdas sobre ruedas.
En esta frontera fue donde m¨¢s se recrudeci¨® la pol¨ªtica migratoria en la isla. A principios de septiembre se dio a conocer la construcci¨®n de un canal del lado hatiano que desviaba agua del R¨ªo Masacre ¡ªun recurso compartido entre ambos estados¡ª. Para el Gobierno de Luis Abinader, esto violaba el Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje de 1929 y terminaba de crispar las relaciones entre ambas naciones. El 11 de septiembre, anunci¨® el cierre y la militarizaci¨®n de la frontera y la suspensi¨®n de expediciones de visas a haitianos. Si bien llevaba tres a?os deportando en caliente a migrantes ¡ªel propio mandatario apunta que ha multiplicado por diez los operativos de detenci¨®n¡ª este episodio se convert¨ªa en la excusa para seguir perpetuando el discurso antihaitiano y justificar as¨ª las deportaciones masivas. Solo el a?o pasado, se expulsaron a 251.000 personas, seg¨²n la Direcci¨®n General de Migraci¨®n de Rep¨²blica Dominicana. Esta entidad no ha respondido a las peticiones de entrevistas de este medio.
En un pa¨ªs de alrededor de 11 millones de habitantes, con una poblaci¨®n haitiana residente inferior a un mill¨®n, varios activistas se preguntan qu¨¦ tan real es esa ¡°avalancha¡± de migrantes de la que habla el presidente, que muy probablemente ser¨¢ reelegido este domingo 19 de mayo. Sim¨®n Rodr¨ªguez, periodista e investigador dominicano, asegura que este discurso no le pasar¨¢ factura. Al contrario: ¡°Los tres candidatos presidenciales con mayor intenci¨®n de voto en las encuestas comparten una orientaci¨®n general basada en t¨®picos como la supuesta amenaza de la inmigraci¨®n a la identidad y la soberan¨ªa. En este marco de consenso, todos compiten por aparecer como la m¨¢s extrema. Es una maniobra electoralmente redituable¡±. Sin embargo, esta es una cara del problema. Ser vecinos del pa¨ªs con mayor inestabilidad social y m¨¢s pobre de Latinoam¨¦rica es para muchos dominicanos una amenaza a su seguridad. Lenin Gonz¨¢lez, conductor, recuerda cuando despu¨¦s del terremoto de 2010 Rep¨²blica Dominicana acogi¨® y envi¨® ayuda humanitaria a Hait¨ª. ¡°Ahora es diferente, no sabemos qui¨¦nes son los que est¨¢n entrando¡±, cuenta. ¡°No es que seamos los malos, es que tenemos miedo de que acabemos igual que all¨¢¡±.
El temor de algunos y el racismo de otros han aplaudido las pol¨ªticas de Abinader quien, en febrero de 2022, gui¨® las primeras maniobras de construcci¨®n de una ¡°verja perimetral inteligente¡± que pretende blindar casi 200 kil¨®metros de los 391 de la frontera con Hait¨ª. ¡°Vamos a seguir defendiendo la soberan¨ªa nacional¡±, ha repetido una y otra vez. El discurso trumpista del muro es una de sus principales propuestas electorales.
Para Johanna Cilano, investigadora para el Caribe de Amnist¨ªa Internacional, el recrudecimiento de las medidas es ¡°de facto racista¡±: ¡°El volumen de detenciones es enorme. Y los operativos migratorios se realizan de noche o madrugada, por cualquier fuerza p¨²blica que, a veces ni se identifica, e incluso frente a los trabajos de los migrantes en los d¨ªas de paga, para asegurarse de pillarlos. El impacto de esto es inmenso; es similar a las pol¨ªticas migratorias de Estados Unidos¡±.
Es por eso que en un municipio de Monte Cristi, al noroeste del pa¨ªs, nadie duerme en su casa. Ni siquiera Suze (nombre ficticio) una joven haitiana de 20 a?os, madre de un beb¨¦ de seis meses. Ambos llegaron hace cuatro meses a Rep¨²blica Dominicana para vivir con su hermano en una peque?a caseta con techos de zinc. Las 200 chabolas que pueblan este peque?o terreno de invasi¨®n ¡ªque prefieren que no se nombre en el reportaje¡ª se quedan vac¨ªas a partir de las siete de la tarde, cuando todos salen con alguna s¨¢bana y juguetes de los ni?os hacia el monte a pasar la noche. ¡°Han llegado a venir [los oficiales de migraci¨®n] hasta tres veces al d¨ªa. Y muchas veces de madrugada. Tiran la puerta abajo y meten a todos los que pillen en el cami¨®n¡±, dice. ¡°Por eso preferimos dormir en la monta?a, pero me paso toda la noche rezando para que no llore el beb¨¦ y no nos descubran¡±.
¡°Les da igual los derechos humanos¡±
¡°Rep¨²blica Dominicana instaur¨® un apartheid¡±, explica Roudy Joseph, portavoz del colectivo HaitianosRD, ¡°existe una obsesi¨®n por excluir a todo el que es haitiano o lo parece¡±. Preguntado sobre las denuncias de abuso de fuerza y violaciones de los agentes de migraci¨®n, el activista es muy claro: ¡°No son excepciones. La pol¨ªtica est¨¢ basada en que da igual que se violen los derechos humanos, pero los haitianos no pueden estar en Rep¨²blica Dominicana. Da igual c¨®mo pero los tienen que sacar¡±. Actualmente, Haitianos RD est¨¢ investigando el homicidio de Dorcan Fritznel, un haitiano de 38 a?os muerto presuntamente por la polic¨ªa en un operativo migratorio.
Las deportaciones de Rep¨²blica Dominicana son la punta del iceberg de un goteo de medidas para frenar a cualquier costo la migraci¨®n. Hasta hubo una sentencia que buscaba desnacionalizar a los dominicanos de ascendencia haitiana desde 1929. La sentencia 168-13 fue una norma retroactiva que anul¨® los documentos de unas 90.000 personas de la primera generaci¨®n (y que afect¨® a m¨¢s de 133.000 incluyendo a los hijos y nietos de estos) que de la noche a la ma?ana quedaron desamparadas. Esta es una cifra moderada a ojos de las organizaciones de derechos humanos, quienes apuntan que hay miles de dominico-haitianos que nunca fueron registrados. Y, aunque no consten en estas estimaciones, la norma tambi¨¦n les cerraba la puerta a cualquier posibilidad de pedir la nacionalidad. As¨ª, de acuerdo al Centro de Estudios Migratorios, m¨¢s de 130.000 personas quedaron en situaci¨®n de apatridia; ya que muchos ni siquiera hab¨ªan pisado el pa¨ªs vecino. Este episodio, descrito por la CIDH como ¡°una situaci¨®n de apatridia de una magnitud nunca antes vista en las Am¨¦ricas¡± fue la herencia de todo lo que vino despu¨¦s.
Uno de los afectados fue Alberto Pierre. Este mototaxista de 36 a?os naci¨® en Monte Plata, al noroeste de Rep¨²blica Dominicana, en una familia de campesinos haitianos que emigraron al otro lado de la isla siendo menores de edad. Cuando naci¨® Pierre, sus padres no solicitaron los papeles para acceder a la nacionalidad ni en Rep¨²blica Dominicana ni en Hait¨ª y creci¨® sin documentos, en condici¨®n de apatridia hasta hoy.
¡°Mi vida est¨¢ suspendida¡±
Ni vacunas, ni graduaci¨®n, ni estudios superiores, ni boda. Los limitantes para acceder a sus derechos como ciudadano empezaron cuando era apenas un ni?o. En el 2014, Pierre decidi¨® unirse al plan de naturalizaci¨®n del Gobierno de Danilo Medina (Partido de Libraci¨®n Dominicana, PLD), que pretend¨ªa enmendar la oleada de cr¨ªticas que recibi¨® la sentencia 168-13 y restituir la nacionalidad de quienes se vieron afectados. As¨ª, logr¨® avanzar en la primera fase de sus primeros documentos de identidad con 26 a?os, pero el resultado fue agridulce: la ciudadan¨ªa nunca lleg¨®, solo una c¨¦dula que apuntaba que su nacionalidad es haitiana y que ¡°no vota¡±. ¡°Es muy frustrante para mi que mi patria me trate as¨ª, como si fuera enemigo del pueblo. Estoy en un limbo jur¨ªdico. Mi vida est¨¢ suspendida por todo esto¡±, dice.
Sus documentos caducaron en 2021 y desde entonces le ha sido imposible renovarlos dado que la oficina que se encargaba de ello lleva cerrada desde la pandemia. El estado de irregularidad al que empuj¨® este cierre le cost¨® una detenci¨®n el 12 de noviembre de 2023, por la que estuvo detenido en uno de los buses con barrotes (conocidos como guaguas-c¨¢rceles) cuyo destino final son fronteras como la de Dajab¨®n. ¡°No sirven ni para tratar ganado¡±, explica avergonzado. ¡°Tanto ah¨ª como en el centro de detenci¨®n de Haina hay orines y excrementos en el suelo y los agentes maltratan a todos. Es inhumano¡±. El relato de Pierre tambi¨¦n lo han experimentado una decena de testimonios que ha recogido EL PA?S. ¡°Sent¨ª mucha rabia e impotencia de pensar que si no hubiera tenido contactos me habr¨ªan deportado a un pa¨ªs que no conozco¡±, critica. ¡°La enmienda de 2014 fue una trampa y un c¨ªrculo vicioso¡±. Se calcula que apenas 799 personas como Pierre, que no hab¨ªan sido declarados, lograron ser naturalizadas. Actualmente, ninguna de ellas cuenta con documentaci¨®n individual que pruebe su ciudadan¨ªa dominicana.
Patricia Santana, abogada constitucionalista, define la medida con esta misma palabra: trampa. ¡°A las poquitas personas que intentaron naturalizar se les inscribi¨® en un libro de registro separado. El pr¨®ximo pol¨ªtico que decida declarar la naturalizaci¨®n como un proceso inconstitucional lo tiene tan f¨¢cil como quemar esos papeles. Esto es un apartheid registral muy peligroso¡±, zanja. Hoy, dice Pierre, lo que m¨¢s le pesa es no haber podido cursar Pedagog¨ªa y repetir la historia con su hija, una ni?a de dos a?os cuya madre tambi¨¦n es ap¨¢trida. ¡°Ojal¨¢ no pase por todo lo que yo pas¨¦¡±, lamenta, ¡°pero ahora todo es mucho m¨¢s hostil que antes. Ese odio a los haitianos ha tomado fuerza porque el Estado le dio validez a un discurso ultranacionalista¡±.
¡°Es una persecuci¨®n por el color de piel¡±
Es precisamente este discurso y el perfilamiento racial el que ha obligado a Djobanie P. a dejar sus estudios para no tener que recorrer 60 kil¨®metros desde su casa a la universidad y a moverse ¡°lo justo¡±. Y tambi¨¦n la raz¨®n por la que Joseph (nombre falso), con visa de estudiante, fue retenido durante m¨¢s de cuatro horas en el centro de detenci¨®n de Haina. Ambos miran el m¨®vil preocupados cuando suena una nueva notificaci¨®n de WhatsApp. Desde hace unos meses, est¨¢n en varios grupos con cientos de personas que avisan del minuto a minuto de las redadas de la polic¨ªa. ¡°Me siento como si fuera un delincuente. Esto no es una pol¨ªtica migratoria, es una persecuci¨®n por el color de piel¡±, dice P. De hecho, la embajada de Estados Unidos alert¨® en un comunicado dirigido a afrodescendientes y ¡°estadounidenses de piel m¨¢s oscura¡± que varios viajeros hab¨ªan denunciado ¡°haber sido retrasados, detenidos o sujetos a un mayor interrogatorio en los puertos de entrada y en otros encuentros con funcionarios de inmigraci¨®n basados en su color de piel¡±.
En el bullicioso mercado de Dajab¨®n todo pasa demasiado r¨¢pido. En este rastro, en el que se puede conseguir desde neveras e isulina hasta antiguedades y ropa de marca, ni Marie Francois ni Adri¨¦ Michel quieren pensar en el racismo del que son v¨ªctimas todos los d¨ªas. La energ¨ªa de ambos est¨¢ centrada en vender mochilas y jugos. En regresar con algo de dinero al otro lado de la verja y, sobre todo, poder volver a la siguiente.
Siga toda la informaci¨®n de El PA?S Am¨¦rica en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.