El atentado contra Cristina Kirchner lleva al l¨ªmite la polarizaci¨®n pol¨ªtica en Argentina
El intento de asesinato ocurre tras dos semanas de agitaci¨®n por una acusaci¨®n fiscal por presunta corrupci¨®n contra la vicepresidenta
La violencia pol¨ªtica en Argentina ha escalado a niveles sin precedentes en casi 40 a?os de democracia. El jueves por la noche, Fernando Andr¨¦ Sabag Montiel, un brasile?o de 35 a?os, apunt¨® con un arma cargada a la cabeza de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. La pistola, una Bersa calibre 32 semiautom¨¢tica, llevaba cinco balas en el cargador pero se encasquill¨®. El atentado fue el primero contra un alto cargo desde que en 1983 Ra¨²l Alfons¨ªn reemplaz¨® a un militar en la Casa Rosada. Todo el arco pol¨ªtico se uni¨® en un cerrado repudio, con llamamientos a la paz y muestras de solidaridad hacia la expresidenta. Pero el consenso en los partidos no alcanza a la calle. Muchos kirchneristas han acusado a la oposici¨®n y los medios por agitar la violencia contra la expresidenta a trav¨¦s de discursos de odio. Sectores antikirchneristas consideran, en cambio, que el ataque ha sido una puesta en escena para distraer la atenci¨®n sobre las causas por corrupci¨®n que afronta Fern¨¢ndez de Kirchner.
En Buenos Aires se respira una gran conmoci¨®n ante un ataque que nadie cre¨ªa posible. El agresor se entremezcl¨® entre la multitud kirchnerista que esperaba a la vicepresidenta frente a su domicilio y logr¨® llegar hasta pocos cent¨ªmetros de ella y apuntarla a la cabeza. ¡°La de ayer fue la noche m¨¢s larga, triste y oscura en mucho, mucho tiempo. Tenemos que movilizarnos para defender la democracia¡±, dice el jubilado Juli¨¢n Pereyra camino a la movilizaci¨®n de Plaza de Mayo, convocada por la coalici¨®n gobernante, el peronista Frente de Todos. ¡°Estoy aqu¨ª para defender una democracia que tanta sangre nos cost¨® a todos los argentinos¡±, se?ala Rosa Jim¨¦nez, envuelta en una bandera albiceleste.
Al ser cuestionados sobre la posibilidad de una tregua pol¨ªtica, la mayor¨ªa de manifestantes se muestra pesimista. ¡°Soy agorero. Puede ser que por unos d¨ªas esto se calme, pero cuando uno escucha algunos mensajes de la oposici¨®n se da cuenta de que no durar¨¢ mucho¡±, opina el taxista Horacio Luis Lotitto. ¡°Espero que la dirigencia est¨¦ a la altura de esta situaci¨®n, les pedimos responsabilidad institucional, pero dudo que sea as¨ª, ojal¨¢ me equivoque¡±, expresa F¨¢tima L¨®pez.
El clima de polarizaci¨®n ha llegado incluso a instalar en algunos sectores la idea de que, pese a no aportar ning¨²n argumento o prueba, todo responde a un montaje del peronismo. ¡°Est¨¢ todo armado, todo, ?no viste las im¨¢genes? Ella se acomoda el pelo, ni se inmuta. En tres semanas anuncia su campa?a presidencial, ver¨¢s¡±, critica un quiosquero al ver pasar a manifestantes rumbo al epicentro de las grandes movilizaciones del pa¨ªs.
El intento de asesinato ha desviado la atenci¨®n de toda Am¨¦rica Latina hacia Argentina, en un momento en que los ojos estaban puestos en el refer¨¦ndum constitucional del domingo en Chile. El presidente de Argentina, Alberto Fern¨¢ndez, calific¨® el atentado como el hecho ¡°m¨¢s grave¡± registrado en el pa¨ªs desde el final de la dictadura. Al filo de la medianoche del jueves, el mandatario decret¨® festivo nacional para que la gente pudiese sumarse a las manifestaciones de repudio. La decisi¨®n no cay¨® bien en provincias opositoras, como Mendoza (oeste) y Jujuy (norte), que no la acataron. ¡°Se debe trabajar con normalidad, que es la mejor forma de repudio a cualquier expresi¨®n de violencia y adhesi¨®n a la paz social¡±, dijo el Gobierno de Mendoza, encabezado por el radical Rodolfo Su¨¢rez.
El Gabinete de ministros se ha reunido de urgencia para analizar el estado de conmoci¨®n social y Fern¨¢ndez ha convocado para esta tarde de viernes a los sectores sindicales, sociales, empresariales, religiosos y de derechos humanos ¡°para construir un amplio consenso contra los discursos del odio y la violencia¡±, seg¨²n el comunicado emitido por la Presidencia argentina. El Congreso celebrar¨¢ una sesi¨®n extraordinaria el s¨¢bado para repudiar el ataque.
Crispaci¨®n
El atentado contra Kirchner ha bajado los niveles de violencia que lleva meses creciendo entre los partidos, pero es posible que todo sea una ilusi¨®n. Tanto el presidente como integrantes de su Gabinete achacaron el ataque a los mensajes de odio vertidos desde espacios opositores, judiciales y medi¨¢ticos. Los principales l¨ªderes del macrismo se cuidaron bien de responder al presidente, con la excepci¨®n de su representante m¨¢s extremo. La exministra de Seguridad de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, acus¨® al presidente de ¡°jugar con fuego¡±. ¡°En vez de investigar seriamente un hecho de gravedad, acusa a la oposici¨®n y a la prensa, y decreta un feriado para movilizar militantes. Convierte un acto de violencia individual en una jugada pol¨ªtica¡±.
La crispaci¨®n entre kirchneristas y antikirchneristas, que lleva casi dos d¨¦cadas, inici¨® una peligrosa espiral ascendente desde que un fiscal pidiese, el pasado 22 de agosto, 12 a?os de c¨¢rcel contra Kirchner por presunta corrupci¨®n durante sus dos Gobiernos (2007-2015). La petici¨®n de prisi¨®n fue recibida con aplausos por detractores de la vicepresidenta y, a la vez, provoc¨® una gran ola de apoyo popular entre sus simpatizantes.
Cristina Kirchner se considera v¨ªctima de una persecuci¨®n judicial, orquestada por una derecha en la que ubica a Macri, los grandes medios y los empresarios, todos presuntamente coordinados por Estados Unidos. Hace dos martes, Kirchner se defendi¨® de las acusaciones por corrupci¨®n con un discurso en vivo por redes sociales. Dijo que en Argentina existe un ¡°partido judicial¡± que ha decidido proscribirla de la pol¨ªtica, temeroso de que en 2023 sea candidata y obtenga un tercer mandato. ¡°Esto no es un juicio contra Cristina Kirchner, es un juicio contra el peronismo¡±, dijo entonces, agitando el fantasma de las d¨¦cadas en las que su partido estuvo proscrito por los militares. La petici¨®n fiscal de prisi¨®n contra la presidenta activ¨® una gran ola de apoyo popular.
Cientos de manifestantes se juntan desde entonces cada d¨ªa frente a su casa del barrio de Recoleta, uno de los m¨¢s ricos de Buenos Aires, para darle su apoyo. Los vecinos se quejan de lo que consideran una ocupaci¨®n inadmisible del espacio p¨²blico. La situaci¨®n explot¨® hace una semana. El jefe de Gobierno de Buenos Aires y rival pol¨ªtico de Kirchner, Horacio Rodr¨ªguez Larreta, coloc¨® vallas para impedir nuevas manifestaciones. Los kirchneristas las derribaron y la polic¨ªa los reprimi¨® con gas pimienta. Por la noche, Kirchner pidi¨® que sus seguidores pusiesen fin al sitio barrial, al tiempo que exigi¨® a la oposici¨®n que dejase de ¡°competir para ver qui¨¦n odia m¨¢s y qui¨¦n le pega m¨¢s a los peronistas¡±. Su hijo, el diputado M¨¢ximo Kirchner, subi¨® a¨²n m¨¢s la apuesta y dijo que los detractores de la vicepresidenta estaban viendo ¡°qui¨¦n mata al primer peronista¡±. ¡°Esas cosas terminan muy mal¡±, anticip¨®.
La reacci¨®n opositora aliment¨® a¨²n m¨¢s el estado de crispaci¨®n general. Desde los sectores m¨¢s duros del macrismo acusaron al alcalde Rodr¨ªguez Larreta, uno de los suyos, de dejarse vencer por los kirchneristas y retirar las vallas. Y a Kirchner de promover la violencia con sus constantes llamamientos a la movilizaci¨®n popular. Son los mismos grupos que llaman ¡°yegua¡± o ¡°chorra¡± a la vicepresidenta, mientras marchan con una guillotina a la que adornan con inflables con trajes a rayas. ¡°Presos, muertos o exiliados¡± es uno de los lemas de aquellas movilizaciones contra el peronismo.
Finalmente, la advertencia de M¨¢ximo Kirchner se cumpli¨® y las cosas terminaron mal en la noche del jueves. La combinaci¨®n de peronismo movilizado y pol¨ªticos cruzando acusaciones cristalizaron en un arma sobre el rostro de la vicepresidenta.
El peronismo es hist¨®ricamente fuente de grandes pasiones encontradas. En 1955, la aviaci¨®n de la Marina bombarde¨® la Plaza de Mayo en horario de oficina, con un saldo de 308 muertos. Vino luego el exilio de Per¨®n en Espa?a y una escalada de violencia que alcanz¨® su cenit con la dictadura de 1976. El regreso a la democracia, en 1983, cambi¨® dr¨¢sticamente las reglas del juego. En Argentina no hay atentados de origen pol¨ªtico y los presidentes se sienten seguros con una m¨ªnima custodia. Pero cuando los problemas arrecian, aquellos recuerdos vuelven, ya sea como coartada o simplemente como estrategia de movilizaci¨®n.
Los detractores de la vicepresidenta han redoblado su militancia en las redes sociales con mensajes en los que advierten de que el intento de magnicidio es un montaje. Los kirchneristas redoblaron la apuesta en la calle.
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