El coleccionista argentino Eduardo Costantini: ¡°Frida logra que los espectadores entren en comuni¨®n con su vida¡±
El Malba de Buenos Aires exhibe por primera vez la colecci¨®n privada de su fundador con la pintora mexicana como protagonista
Frida Kahlo aguarda en penumbras a los espectadores del Museo de Arte Latinoamericano (Malba) de Buenos Aires. Al entrar en la capilla dedicada a la gran pintora mexicana, los ojos quedan atrapados por un magn¨¦tico autorretrato de peque?as dimensiones, Diego y yo (1949). Con l¨¢grimas en los ojos y los cabellos tan aferrados al cuello que parecen ahorcarla, Kahlo dibuj¨® entre ceja y ceja a quien le provocaba tama?o sufrimiento, su marido infiel, el pintor mexicano Diego Rivera. Esta obra, la m¨¢s cotizada del arte latinoamericano desde que en 2021 fue adquirida por 30,8 millones de d¨®lares, es la estrella de la exposici¨®n El tercer ojo, en la que el coleccionista argentino Eduardo Costantini muestra por primera vez joyas de su colecci¨®n en di¨¢logo con las del museo que fund¨® hace 21 a?os.
¡°Frida logra que los espectadores entren en comuni¨®n con su vida. Se impregnan de sus sufrimientos porque ella se muestra de esa forma, a flor de piel, incluso en las situaciones m¨¢s dram¨¢ticas, como un aborto y la infidelidad de su hermana y de su marido¡±, dice Costantini en una entrevista con EL PA?S.
Costantini compr¨® Diego y yo a distancia y no la vio hasta que aterriz¨® en Buenos Aires en medio de un operativo de seguridad de pel¨ªcula. ¡°Fue un momento muy emocionante la apertura de la caja. Fue toda una ceremonia. Lo es con todas las obras, pero Frida es Frida, ?viste? Te lleva al campo de la intimidad de su vida, a una relaci¨®n emocional¡±, asegura. Permanecer¨¢ exhibida durante un a?o. ¡°Despu¨¦s sale, se va a descansar¡±, anticipa Costantini sin revelar m¨¢s detalles.
Su admiraci¨®n por quien describe como ¡°la artista m¨¢s conocida del mundo¡± se remonta a d¨¦cadas atr¨¢s. En 1995 tuvo que elegir entre ella o su marido en una subasta: Sotheby¡¯s sac¨® a la venta Autorretrato con chango y loro (1942) de Kahlo, y Baile en Tehuantepec (1928), de Rivera. Se decant¨® por el primero y esa pieza acompa?a ahora a la nueva adquisici¨®n en la muestra El tercer ojo junto a fotograf¨ªas de la artista y objetos que le pertenecieron, como un huipil (vestido t¨ªpico mexicano) y un pa?uelo que recibi¨® de una amiga suya por su boda.
Costantini se?ala que comenz¨® a comprar arte de forma espont¨¢nea y tard¨® varios a?os en identificarse como coleccionista. Su primer mentor, Ricardo Esteves, fue clave para sus primeros pasos en este camino que inici¨® al inicio de los a?os ochenta.
En ese momento, el arte latinoamericano ¡°ten¨ªa poca visibilidad¡±, asegura, y aparec¨ªan en el mercado obras de gran calidad a buenos precios. Costantini cree que hubo un gran cambio a principios de siglo, paralelo a la inauguraci¨®n del Malba en 2001. Grandes museos estadounidenses como el MoMA, en Nueva York, o el museo de Houston nombraron curadores de arte latinoamericano y el inter¨¦s por estas obras se dispar¨®, al igual que su valor. Costantini compr¨® Autorretrato con chango y loro de Kahlo en 1995 por 3,1 millones de d¨®lares, diez veces menos de lo que pag¨® este 2022 por la protagonista de la actual exposici¨®n.
Al inaugurar el Malba, Costantini don¨® todo lo que hab¨ªa coleccionado en la d¨¦cada de los ochenta y los noventa. La obra que ha adquirido desde entonces forma parte, en cambio, de su colecci¨®n privada, que por primera vez se exhibe como tal. Las dos colecciones juntas apabullan. Entre las 240 piezas expuestas hay obras maestras del arte latinoamericano del siglo XX, como Abapor¨² (1928), de Tarsila do Amaral; Retrato de Ram¨®n G¨®mez de la Serna (1915), de Diego Rivera; ?cono (1945) de Remedios Varo; Omi Obini (1943) de Wilfredo Lam; Urso (1925) de Vicente do Rego Monteiro; Manifestaci¨®n (1934), de Antonio Berni; y Cuadro escrito (1964) de Le¨®n Ferrari, entre muchas otras.
Con el tiempo, este empresario de la construcci¨®n desarroll¨® tambi¨¦n un instinto de cazador para el arte. Dispuesto a no dejarse vencer por los obst¨¢culos, Costantini recuerda que le cost¨® dos d¨¦cadas comprar ese Rivera que se le escap¨® en 1995 y tard¨® casi cuatro a?os en persuadir a Ferrari para que le vendiera Cuadro escrito. Al final lo logr¨®, pero le qued¨® una espina clavada: no haber logrado lo mismo con La civilizaci¨®n occidental y cristiana (1965) la obra m¨¢s conocida de Ferrari y clave para el Le¨®n de Oro que conquist¨® en la Bienal de Venecia en 2007. ¡°Estuve 30 a?os intentando convencerlo, pero nunca quiso. Su idea era hacer una fundaci¨®n con su obra, pero al final no se hizo¡±, lamenta. Otra de las joyas con las que intent¨® quedarse fue Antropofagia de Tarsila do Amaral. ¡°No me la quisieron vender. Creo que si me la hubiesen vendido Brasil me hubiese declarado la guerra¡±, bromea.
Denuncia por robo
El mayor esc¨¢ndalo en el que se ha visto envuelto hasta ahora como coleccionista ocurri¨® el mes pasado. Su nombre qued¨® envuelto en la denuncia por robo y estafa realizada por Genevi¨¨ve Boghici, viuda del marchante de arte Jean Boghici, contra su hija Sabine. ?sta fue detenida acusada de robar obras de arte por valor de m¨¢s de 142 millones de d¨®lares a su madre. De las 16 piezas que le rob¨® hab¨ªa dos ¡ªElevador Social, de Rubens Gerchman y Maquete para o men¨² espelho, de Antonio D¨ªas¡ª que fueron compradas por Costantini para su colecci¨®n privada y ahora se exhiben en el Malba. Seg¨²n el fundador del museo, sus compras fueron hechas ¡°de buena fe y debidamente registradas¡± y Genevi¨¨ve, con quien mantiene un v¨ªnculo directo, lo ¡°deslig¨® de toda responsabilidad¡±.
Costantini admite que M¨¦xico y Brasil llevan una clara ventaja a Argentina en los mercados del arte internacional, pero sostiene que no se debe a la calidad de los artistas sino al escaso coleccionismo local y a la falta de apoyo estatal. ¡°El arte no es una prioridad en la agenda del Gobierno argentino¡±, se queja.
A quienes quieren comenzar a coleccionar, el empresario argentino les aconseja que ¡°se hagan asesorar¡±. Al primer mentor que tuvo ¨¦l le siguieron otros, entre ellos los sucesivos directores art¨ªsticos del Malba. ¡°Mi colecci¨®n es producto de mucha gente, de muchos ojos¡±, remata.
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