Resistencia democr¨¢tica
La democracia necesita de gladiadores que se comprometan activamente y reproduzcan el relato ¨¦pico que esta requiere para sobrevivir

La democracia est¨¢ fuertemente amenazada. Su erosi¨®n comienza, como se?alan Steve Levitsky y Daniel Ziblatt, con unas elecciones. Cuando la ciudadan¨ªa elige liderazgos con discursos que subvierten las formas, las normas y los derechos que una democracia necesita para sobrevivir, el sistema peligra. El hecho de que la gente vote contra la democracia asusta much¨ªsimo. La ciudadan¨ªa tiene derecho a elegir a quien quiera -nuevos l¨ªderes o los mismos de siempre- y, por supuesto, a defender las propuestas que m¨¢s les apetezca. Eso es precisamente lo que la democracia les garantiza: que las ideas y los programas compitan libremente y ganen en las urnas la oportunidad de ser aplicadas. El problema est¨¢ cuando elige en las urnas a liderazgos que socavan la esencia de la democracia.
Que la ciudadan¨ªa elija liderazgos que buscan desmantelar las instituciones; que acepte medidas sutiles que limiten sus derechos o que tolere discursos de odio desde el poder -profundizando las grietas y las diferencias entre los que piensan distinto- es absolutamente preocupante. La ausencia de resultados materiales y tangibles (pero tambi¨¦n de un relato que los interpele y les incluya) de los gobiernos electos democr¨¢ticamente ha llevado a sectores de la ciudadan¨ªa a elegir a esos liderazgos que adem¨¢s dicen tener respuestas (?m¨¢gicas?) a los problemas que la ciudadan¨ªa enfrenta. Suele ser un voto castigo a los ¡°mismos de siempre¡± (liderazgos y partidos) que no han sabido o no han podido mejorar las condiciones de bienestar de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Que haya l¨ªderes que quieren acceder al poder a trav¨¦s de elecciones democr¨¢ticas y, desde all¨ª, concentrar el poder, convertirse en los ¨²nicos que tienen la raz¨®n y hacer las cosas solo para los que piensan como ellos, no es algo nuevo. Que esto sea apoyado -y deseado- por personas que, en ese proceso, delegan el poder que tienen y pierden libertades -y derechos-, es dram¨¢tico. Eso es lo que est¨¢ pasando en varios pa¨ªses de la regi¨®n: algunos l¨ªderes suben al poder por la escalera democr¨¢tica y, una vez all¨ª, queman la escalera. Es m¨¢s, con este tipo de liderazgos, ya se han ido debilitando los consensos b¨¢sicos sobre las reglas de convivencia, el respeto y la posibilidad de di¨¢logo entre quienes piensan distinto, las normas de cortes¨ªa, la independencia de las instituciones, la autonom¨ªa de los organismos electorales e, incluso, la vigencia del Estado de Derecho.
Con la intenci¨®n de repensar la democracia, un grupo plural y diverso de 45 personas pertenecientes a la sociedad civil, la academia, los gobiernos, los partidos y los medios de comunicaci¨®n de 11 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina participamos en el Foro Latinoamericano ¡°Recuperar la Iniciativa Democr¨¢tica¡±, organizado por Asuntos del Sur, CAF - Banco de Desarrollo de Am¨¦rica Latina y Prisa Media (grupo editor de EL PA?S) en la Ciudad de Buenos Aires. La conversaci¨®n gir¨® en torno a la necesidad de repensar estrategias que permitan reinventar el sistema democr¨¢tico en torno a tres ejes: la intermediaci¨®n representativa, la democracia ambiental y la transformaci¨®n digital.
El intercambio busc¨® identificar los irrenunciables de la democracia y mi propuesta est¨¢ orientada a construir un c¨ªrculo virtuoso que permita fortalecer sus mecanismos de autoprotecci¨®n. Primero, atender la distribuci¨®n efectiva de bienes p¨²blicos (educaci¨®n, salud, riqueza, seguridad) para garantizar el bienestar de la ciudadan¨ªa. Se debe asegurar dignidad como un valor en s¨ª mismo -y como una manera de inocular a las y los mes¨ªas-. Segundo, fortalecer a las instituciones. No basta con votar y/o ser electo/a, sino que se requieren reglas, derechos y procedimientos. Los problemas de la democracia se resuelven con m¨¢s democracia. Tercero, invertir en la formaci¨®n en valores, habilidades y capacidades c¨ªvicas a trav¨¦s de metodolog¨ªas basadas en una pedagog¨ªa activa que permita que la ciudadan¨ªa ¡°aprenda-haciendo¡±.
Las elecciones son las que van a salvar a la democracia, porque son las que -como sostiene Adam Przeworski- alimentan la esperanza de poder cambiar las cosas. De ah¨ª que estas tengan que cumplir con una serie de condiciones m¨ªnimas: que sean libres, competitivas, limpias, transparentes y justas, incluyentes, con reglas claras y resultados inciertos. Es como barajar y dar de nuevo. La democracia necesita de gladiadores que se comprometan activamente y reproduzcan el relato ¨¦pico que esta requiere para sobrevivir. Las elecciones son las que van a mantener viva la posibilidad de resistencia democr¨¢tica, siempre que quien haya sido electo/a en las urnas no queme la escalera con la que subi¨® al poder.
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