Soy hija de un condenado por cr¨ªmenes de lesa humanidad y defiendo la memoria
El da?o generado por nuestros familares en la ¨²ltima dictadura argentina como parte del propio Estado y como engranaje de una maquinaria de exterminio es inconmensurable
En 40 a?os de democracia ininterrumpida en Argentina, es mucho lo que podemos contar acerca del trabajo de Memoria, Verdad y Justicia luego de la dictadura militar que asol¨® nuestro pa¨ªs entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Una dictadura ¡°feroz, clandestina y cobarde¡±, en palabras de Julio Strassera, que estuvo a cargo de la Fiscal¨ªa en el Juicio a las Juntas. La condena a los jefes militares marc¨® un hito en nuestra joven historia como pa¨ªs. Siguieron a?os de impunidad e indultos, con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo a la cabeza exigiendo saber d¨®nde est¨¢n sus hijos y d¨®nde est¨¢n sus nietos. En los a?os noventa, el reclamo de los hijos de quienes fueron desaparecidos se colectiviz¨® y tambi¨¦n se hizo carne en la sociedad argentina. Y as¨ª, sobrevivientes de la dictadura y familiares y amigos de exdetenidos-desaparecidos se fueron colectivizando y contando a la sociedad argentina acerca de sus b¨²squedas, de sus reclamos, de sus dolores. Estos reclamos se vieron finalmente materializados en pol¨ªticas p¨²blicas cuando se derogan las leyes de impunidad, y los testimonios se extendieron a lo largo y a lo ancho de todo el pa¨ªs en juicios orales y p¨²blicos.
Soy hija de un condenado a cadena perpetua por cr¨ªmenes de lesa humanidad en Argentina. Mi padre. Eduardo Kalinec, conocido en los centros de tortura como ¡°Dr. K¡±, fue condenado en 2010 por homicidio agravado, por secuestro calificado y por torturas en 153 hechos. Muchas de sus v¨ªctimas permanecen a la fecha desaparecidas y sus familias siguen preguntando d¨®nde est¨¢n.
Formo parte del colectivo Historias Desobedientes, un movimiento de familiares de genocidas que nace en Argentina en 2017 y en estos seis a?os de existencia se ha expandido por distintos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica: Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, El Salvador, Espa?a y Alemania. En Historias Desobedientes nos comenzamos a encontrar y organizar quienes tenemos un v¨ªnculo filiatorio con los responsables de cr¨ªmenes de lesa humanidad. Pudimos trascender la verg¨¹enza, el silencio y asumir como posicionamiento pol¨ªtico el repudio a los cr¨ªmenes que cometieron nuestros familiares. Comenzamos a organizarnos y a trabajar en defensa de los derechos humanos haciendo p¨²blico nuestros testimonios y promoviendo e inaugurando trabajos de reflexi¨®n e investigaci¨®n acerca de las consecuencias de estos graves cr¨ªmenes a la humanidad al interior de la propia familia de los perpetradores. Entendemos que estas consecuencias en esta poblaci¨®n tan particular ¨Cla de los familiares directos de los perpetradores¨C forman parte del da?o al tejido social del que somos parte y del da?o a la humanidad en su conjunto.
Entendemos que el da?o generado por nuestros familares como parte del propio Estado y como engranaje de una maquinaria de exterminio es inconmensurable. Observamos que el da?o es actual, sigue vigente y anida y se autoengendra en la reproducci¨®n de l¨®gicas de pensamiento verticalistas y autoritarias que subsisten en las instituciones de las cuales estos criminales ¨Clos que a¨²n quedan vivos¨C siguen formando parte ¨CFuerzas Armadas y de Seguridad¨C y se corporizan en partidos pol¨ªticos de derecha y ultraderecha que tanto en Europa como en Latinoam¨¦rica reproducen discursos de odio apelando demag¨®gicamente a las libertades individuales en detrimento de visiones comunitarias, colaborativas y solidarias.
Nos duele que nuestras familias sean en gran medida reproductoras de esta matriz ideol¨®gica por mecanismos que operan en intimidad y bajo l¨®gicas endog¨¢micas que es necesario visibilizar para poder pensarlas y deconstruirlas.
El movimiento de Derechos Humanos de Argentina, con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como ejemplo y orgullo en nuestro pa¨ªs ha avanzado en el camino de la Justicia, logrando vencer la impunidad que imper¨® sobre estos cr¨ªmenes durante m¨¢s de dos d¨¦cadas. Se ha logrado juzgar y condenar a muchos de los responsables ¨Cincluido mi padre-, en juicios orales y p¨²blicos. Esta lucha trajo tambi¨¦n la Verdad acerca de los cr¨ªmenes cometidos y el da?o generado y la posibilidad de practicar la Memoria a nivel social y es un gran legado a las nuevas y futuras generaciones. Es tambi¨¦n en este contexto social donde entendemos ha sido posible el surgimiento de un colectivo de esta naturaleza, conformado principalmente por los hijos, las hijas, nietos y nietas de los genocidas que decidimos romper con los mandatos de silencio y lealtad familiar.
No obstante estos avances, vemos que los discursos del odio y el negacionismo est¨¢n siempre intentando horadar esta construcci¨®n, apelando a mecanismos cada vez m¨¢s sofisticados y sutiles para recomponer sus pr¨¢cticas de exclusi¨®n y segmentaci¨®n social. Es dif¨ªcil de explicar que tengamos hoy como vicepresidenta a una mujer que reivindica y justifica los cr¨ªmenes cometidos durante la dictadura y manifiesta p¨²blicamente su desprecio por la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Una mujer que viene de familia militar con el discurso y los marcos ideol¨®gicos obedientemente aprendidos. Entendemos entonces que es un momento m¨¢s que oportuno para sumar estas nuevas voces al trabajo de memoria: las voces de los familiares de criminales de lesa humanidad que denuncian ¨Ca la vez que interpelan¨C la responsabilidad del Estado y de cada uno de los agentes que lo conforman y han violado los derechos humanos en el pasado. Denuncia e interpelaci¨®n que nace en el coraz¨®n mismo de la familia de los perpetradores.
A su vez, desde Historias Desobedientes creemos que hay que trabajar y seguir investigando acerca de los mecanismos que reproducen las l¨®gicas de pensamiento de ¡°eliminaci¨®n al que piensa o es diferente¡±. Poder comprender y analizar el da?o que se ha generado al interior de las familias de los perpetradores, as¨ª como la responsabilidad que tenemos los familiares de genocidas en la construcci¨®n de la memoria colectiva pueden ser un gran y novedoso aporte para garantizar que Nunca M¨¢s exista la posibilidad de que estos cr¨ªmenes se cometan.
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