Iosi, el esp¨ªa arrepentido: la nueva vida en la clandestinidad y los secretos a¨²n guardados del atentado contra la AMIA
Jos¨¦ P¨¦rez, infiltrado de la Polic¨ªa Federal Argentina en la comunidad jud¨ªa durante 15 a?os, decidi¨® dejar el programa de protecci¨®n de testigos por la asunci¨®n de Javier Milei a la presidencia
Buenos Aires, oto?o de 1994. En su oficina de la Organizaci¨®n Sionista Argentina (OSA), el director Itzik Horn deja dos copias del croquis del edificio de la Asociaci¨®n Mutual Jud¨ªa Argentina (AMIA) en donde mudar¨¢n sus oficinas. Jos¨¦ P¨¦rez, el secretario de Actas de OSA y tambi¨¦n agente de inteligencia infiltrado de la Polic¨ªa Federal, se lleva discretamente una de las copias. La primera semana de julio, P¨¦rez visita con Itzik el edificio de la AMIA en pleno Once, el barrio jud¨ªo de la ciudad, para monitorear la obra de las nuevas oficinas de OSA y luego viaja a Basabilvaso, un pueblo de la provincia c¨¦ntrica de Entre Rios. El 18 de julio ve por casualidad en el canal de noticias Cr¨®nica uno de sus t¨ªtulos cat¨¢strofe: ¡°Volaron la AMIA¡±.
En el mayor ataque contra una sede jud¨ªa desde el fin de la Sho¨¢ mueren 85 personas y 300 son heridas. P¨¦rez teme por la vida de su esposa, una maestra de hebreo y activista comunitaria que hab¨ªa trabajado como secetaria en la embajada de Israel, porque ese d¨ªa debe buscar en AMIA un material did¨¢ctico, pero la localiza en su casa antes de salir. Despu¨¦s de unir los 300 kil¨®metros que separan Basabilvaso de la capital argentina, P¨¦rez ve cuerpos deflagrados en la morgue y a los d¨ªas se integra al grupo de ¨¦lite creado para defender a la comunidad de un nuevo ataque en el pa¨ªs de Am¨¦rica Latina con mayor cantidad de jud¨ªos.
P¨¦rez lleva nueve a?os de activa vida comunitaria, casi el mismo que registra como agente de inteligencia infiltrado. Ha entregado informaci¨®n de personas e instituciones de la colectividad, el croquis y toda la informaci¨®n que ha recabado sobre la principal mutual del pa¨ªs, seg¨²n su propio testimonio. Desde el atentado a la AMIA, del que este jueves se cumplen 30 a?os, empez¨® a sentir una culpa insoportable por haber filtrado material que pudo haber sido uno de los insumos para el ataque y tambi¨¦n a la voladura de la embajada israel¨ª en Buenos Aires, en marzo de 1992: 22 personas fueron asesinadas y m¨¢s de 240 resultaron heridas. Tanto en la embajada como en la AMIA P¨¦rez suministr¨® las caracter¨ªsticas del edificio, las formas de acceso, los horarios, los sistemas de seguridad, los puntos d¨¦biles, las formas de entrar y salir sin ser advertido.
Aunque por dos d¨¦cadas consider¨® dar testimonio sobre su infiltraci¨®n y la informaci¨®n que provey¨®, no lo hizo por su desconfianza a las autoridades judiciales que llevaron adelante la investigaci¨®n y sus propias demoras. En julio de 2014, el periodista Gabriel Levinas revel¨® la identidad de P¨¦rez contra su voluntad y el esp¨ªa debi¨® declarar presuroso ante el fiscal Alberto Nisman que investigaba el atentado. Inmediatamente entr¨® en un programa de testigo protegido durante casi una d¨¦cada. En esa nueva vida vio la serie de Amazon que lleva su nombre -Iosi, el esp¨ªa arrepentido- que es una versi¨®n muy libre y ficcionalizada de su periplo personal y profesional.
En diciembre de 2023, P¨¦rez decidi¨® salir del programa de protecci¨®n de testigos, seg¨²n contaron allegados suyos y confirmaron fuentes del programa. P¨¦rez sostuvo que con la asunci¨®n de Javier Milei, un anarco-capitalista alineado con Estados Unidos, la pol¨ªtica de Seguridad hab¨ªa producido el regreso de los que ¨¦l llama los horribles y los que lo presionaron para que no volviera a declarar en contra de la Polic¨ªa Federal. Desde entonces vive absolutamente aislado en la clandestinidad , devorado por la paranoia y el miedo de que lo ejecuten.
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Fundada en 1880, la Policia de la ciudad de Buenos Aires cambi¨® a su nomenclatura actual -Polic¨ªa Federal- en 1943 y alberg¨® durante el siglo XX episodios de antisemitismo comunes a todas las fuerza de seguridad de la Argentina. La representaci¨®n de la comunidad jud¨ªa en cargos jer¨¢rquicos sigue siendo menor en relaci¨®n a la representaci¨®n de la comunidad en la vida pol¨ªtica, social y cultural del pa¨ªs.
En 1985, P¨¦rez, hijo de un marinero y de una ama de casa de una familia de clase media porte?a, entr¨® con 23 a?os a la Polic¨ªa. Como parte de los contenidos que se dictaban en la escuela de inteligencia en la que estudi¨® cinco a?os conoci¨® el plan Andinia, una leyenda antisemita del supuesto plan de los jud¨ªos para quedarse con la vasta Patagonia del sur del pa¨ªs y fundar un nuevo Estado. P¨¦rez convivi¨® con el antisemitismo de profesores e incluso de sus compa?eros.
Al comienzo de su carrera, su manipuladora, una curiosa manera de llamar a la oficial a quien reportaba, le pregunt¨® si se animaba a infiltrarse en grupos universitarios sionistas. P¨¦rez ve¨ªa en su piel la de los sefard¨ªes arquet¨ªpicos y aventur¨® que su nariz y la boca de labios gruesos har¨ªan que lo viesen como nacido en Israel. Se propuso estudiar la religi¨®n, la cultura y las tradiciones jud¨ªas y con el tiempo empez¨® a dominar el hebreo. Consign¨® por escrito la instrucci¨®n precisa de sus superiores en Iosi, el esp¨ªa arrepentido (Sudamericana, 2015), el libro de los periodistas Horacio Lutzky y Miriam Lewin. ¡°Todas las actividades de sus agrupaciones y dirigentes deb¨ªan ser reportadas¡ lo escencial era llegar a descubrir c¨®mo se organizaban los jud¨ªos para concretar el proyecto de conquistar parte del suelo argentino y convertir la Patagonia en uno m¨¢s de sus dominios, como advert¨ªa el plan Andinia¡±.
Empez¨® por Hebraica, un club jud¨ªo laico, al que pudo entrar sin dificultad. Mantuvo el apellido P¨¦rez y contaba que su madre era jud¨ªa, de apellido Jacob. Al poco tiempo entr¨® a J¨¢tiva, un grupo juvenil de derecha. En una de las actividades de J¨¢tiva, en la que participaron grupos de j¨®venes y agrupaciones sionistas de Am¨¦rica Latina, P¨¦rez consigui¨® tener una llave de la AMIA, ocho a?os antes del atentado.
Pas¨®, sin transiciones, a grupos de jud¨ªos progresistas que se reun¨ªan en el barrio de Once. En Tzvata (Juntos en hebreo) uno de sus laderos, Andy Faur, era un activo dirigente comunitario de organizaciones progresistas.
¡ªIosi era una buena persona: reservada, dedicada, agradable, sociable¡ªcuenta Faur desde su casa de Jerusal¨¦n donde trabaja como soci¨®logo y educador¡ª Sab¨ªa bastante de Israel, de personas e instituciones jud¨ªas de la Argentina y pod¨ªa mantener una conversaci¨®n sobre esos temas. ?l quer¨ªa integrarse a la comunidad. Dec¨ªa que trabajaba en la confiter¨ªa Los Dos Chinos como administrativo, pero nunca lo visit¨¦ a su trabajo.
El d¨ªa del atentado en la embajada de Israel, Faur lleg¨® corriendo a la sede y se encontr¨® con P¨¦rez. ¡°Rescatamos heridos y, especialmente, junt¨¢bamos papeles en bolsas para llevarlas al equipo de seguridad de la embajada¡±, recuerda. Desde entonces, P¨¦rez se puso muy estricto con la seguridad de Tzvata. Pidi¨® cambiar el frente del edificio porque consideraba inconveniente el exceso de vidrios. ¡°Se convirti¨® en una persona de confianza para todos¡±, cuenta Faur.
Mientras crec¨ªa su ascendencia en la comunidad, P¨¦rez empez¨® a sentirse observado por la Polic¨ªa Federal y crey¨® que lo ve¨ªan como un posible doble agente. Al poco tiempo, en El informador p¨²blico, una revista period¨ªstica hecha con abundante informaci¨®n de los servicios de inteligencia, se public¨® un reporte suyo sobre una reuni¨®n de la embajada de Israel en la que se hab¨ªa decidido tomar m¨¢s medidas de seguridad. La filtraci¨®n lo pon¨ªa en peligro y, seg¨²n su versi¨®n, pidi¨® su baja en la Polic¨ªa. Pero no la aceptaron.
La relaci¨®n de P¨¦rez con sus superiores continu¨® resinti¨¦ndose, especialmente despu¨¦s del atentado a la AMIA y de que P¨¦rez se integrara a los grupos de defensa de la comunidad. ¡°Mis jefes empezaron a sospechar cuando me pidieron apellidos, lugares de entrenamientos y contest¨¦ con evasivas. Me ralearon, me destinaron a tareas burocr¨¢ticas, empec¨¦ a temer que me mataran¡±, cont¨® en Iosi, el esp¨ªa arrepentido. Grab¨® un video en el que responsabilizaba a la Polic¨ªa Federal en caso de que apareciera asesinado y guard¨® evidencias de su trabajo: documentos, credenciales y todo lo que probaba su pertenencia a la instituci¨®n.
La vida de P¨¦rez, de todas maneras, estaba muy alejada de las partes ficcionalizadas de la serie en la que es el asistente de un traficante de armas, participa en acciones armadas, dispara, resiste torturas, resuelve secuestros, participa de persecuciones fren¨¦ticas. P¨¦rez tuvo una etapa de bur¨®crata m¨¢s bien gris de la inteligencia argentina. Desde 1997 y hasta 2008, cuando ya no estaba infiltrado en la colectividad jud¨ªa, fue relocalizado en Entre R¨ªos y eligi¨® Paran¨¢ para estar cerca de sus padres. Trabajaba de once de la noche a siete de la ma?ana y cada d¨ªa tomaba un bus que recorr¨ªa 600 kil¨®metros de ida y de vuelta al campo familiar. A uno de sus superiores le hizo un trabajo extra: espi¨® a la esposa porque sospechaba que ten¨ªa un amante. La descubri¨®, le sac¨® fotos y desde ah¨ª empezaron a hacerse m¨¢s amigos. Su trabajo en la noche era, en cambio, leer papeles y expedientes.
Cuando en 2010 Nilda Garr¨¦ asumi¨® como ministra de Seguridad de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, se reuni¨® varias veces con P¨¦rez para sacarlo del ostracismo. Garr¨¦ consideraba importante el testimonio de P¨¦rez para echar luz en la investigaci¨®n de los atentados -al que llama fraude nacional-, pero no pudo concretarlo. En una entrevista para este art¨ªculo, Garr¨¦ recuerda que de esos encuentros le qued¨® una idea inc¨®moda: que P¨¦rez podr¨ªa ser doble agente. Que trabajaba para la Polic¨ªa Federal y que anhelaba hacerlo para Israel o ya lo hac¨ªa.
Ante un pedido formal de EL PA?S a la Polic¨ªa Federal para conocer la versi¨®n del caso, la Divisi¨®n de Im¨¢gen Institucional pidi¨® un cuestionario que inclu¨ªa la siguientes preguntas. ?Es cierto que P¨¦rez integraba la Polic¨ªa Federal Argentina? ?Es cierto que sus superiores le pidieron infiltrarse en la comunidad jud¨ªa y que desde entonces, 1985, y por 15 a?os dio informaci¨®n regular a sus superiores? ?Es cierto que provey¨® un croquis del edificio de la AMIA a sus superiores semanas antes del ataque terrorista de 1994? ¡°Lamentamos informarte que en esta oportunidad no ser¨¢ posible brindar y /o responder dicha informaci¨®n, ya que es de car¨¢cter sensible¡±, fue la respuesta.
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Horacio Lutzky, abogado y periodista, dirig¨ªa Nueva Si¨®n, un semanario progresista fundado en 1948, cuando vol¨® la AMIA. Con el correr de los meses, Lutzky empez¨® a impugnar severamente a la conducci¨®n de la comunidad jud¨ªa argentina por complicidad con la impunidad de los atentados, el desv¨ªo de la investigaci¨®n y el ocultamiento de la pista policial. En base al expediente cuenta que el d¨ªa del atentado el polic¨ªa a cargo de la seguridad de la embajada de Israel se fue antes de la llegada de su relevo, que a su vez no cumpli¨® con el horario. Y que fiscales y jueces no le prestaron suficiente atenci¨®n al helic¨®ptero policial que sobrevol¨® la AMIA la noche anterior al atentado. Lutzky, autor de Brindando sobre los escombros (Sudamericana, 2012), concluy¨® que hubo una zona liberada de la Polic¨ªa Federal, es decir que dej¨® de controlar y vigilar para que actuaran otros.
En febrero de 2000, la asistente de Lutzky le dijo que su ex esposo quer¨ªa reunirse con ¨¦l.
¡ªNo soy quien pens¨¢s¡ªle dijo P¨¦rez en el primer encuentro, seg¨²n recuerda el entonces director de Nueva Si¨®n.
En una primera etapa, Lutzky y P¨¦rez se reun¨ªan secretamente y el esp¨ªa le fue contando algunos detalles de su trabajo, pero sin ninguna voluntad de declarar ante la Justicia. El juez a cargo de la causa AMIA, Jos¨¦ Luis Galeano, sigui¨® la tesis de la camioneta en la que particip¨® Carlos Telleld¨ªn, un reducidor de autos robados e hijo de un polic¨ªa antisemita, quien supuestamente hab¨ªa entregado el veh¨ªculo a los autores. El secretario del juzgado de Galeano Claudio Lifchitz denunci¨® que le pag¨® un soborno de 400.000 d¨®lares a Telleld¨ªn para que acusara a un polic¨ªa de la Provincia de Buenos Aires de haberse llevado la camioneta como parte de una serie de escandalosas irregularidades.
La justicia argentina ha se?alado la responsabilidad de Ir¨¢n en el atentado, pero nunca arrest¨® ni juzg¨® a sus autores y la Corte Interamericana de Derechos Humanos acaba de condenar al Estado Argentino por la falta de verdad y justicia sobre el atentado y su encubrimiento. Los que tuvieron condenas de c¨¢rcel fueron el propio Galeano y los fiscales que llevaron la causa original. Enviado por la AMIA a la audiencias y el juicio, Lutzky concluy¨® que P¨¦rez ¡°era la muestra viviente y oculta del espionaje de fuerzas de seguridad e inteligencia sobre las instituciones jud¨ªas antes del atentado a la AMIA¡±.
En agosto de 2002, P¨¦rez pidi¨® un encuentro con Miriam Lewin, periodista del programa de TV Telenoche investiga. Le cont¨® que lo torturaban los remordimientos.
¡ªCreo que, sin saberlo, pude haber contribuido a los atentados¡ªdijo y quebr¨® en llanto, recuerda Lewin.
Se reunieron en muchos lugares distintos durante muchos meses. P¨¦rez cambiaba su apariencia: a veces llegaba rapado, otras veces con barba, con anteojos, con patillas m¨¢s largas, con bigotes, con pelo te?ido.
P¨¦rez decidi¨® presentarle a Lutzky y desde entonces empezaron a actuar en t¨¢ndem. En una fecha imprecisa de 2004, Lutzky y Lewin se encontraron con la senadora Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. La luego dos veces presidenta (2007-2015) les sugiri¨®, seg¨²n la versi¨®n de los periodistas, declarar ante el fiscal Nisman porque le hab¨ªan dado respaldo pol¨ªtico y recursos para avanzar en la investigaci¨®n. Como P¨¦rez no ten¨ªa confianza en Nisman, Kirchner los mand¨® a hablar con Jaime Stiuso, el controversial hombre fuerte de los servicios de inteligencia del Estado. No avanzaron tampoco porque lo consideraban poco confiable.
Agotadas las posibilidades de declarar ante la justicia argentina, el tridente empez¨® a pensar en contar la historia a trav¨¦s de un documental en el exterior que le permitiera a P¨¦rez vivir en otro pa¨ªs por al menos un semestre. Lewin contact¨® a su ¨ªntimo amigo el periodista Gabriel Levinas, que hab¨ªa escrito un libro sobre el atentado de la AMIA y contratado por la Delegaci¨®n de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la principal entidad jud¨ªa, para auditar la investigaci¨®n judicial. Levinas ten¨ªa contactos en el American Jewish Committee (AJC) y pod¨ªa facilitar una declaraci¨®n de P¨¦rez en el exterior y su eventual mudanza. Levinas y Lewin, seg¨²n la versi¨®n de ambos, se reunieron con una enviada de AJC, Dina Siegel, a cargo de los asuntos latinoamericanos, y su abogado y luego con el abogado y los dos empresarios argentinos que aportar¨ªan los 30.000 d¨®lares que necesitaban reunir para financiar el semestre de P¨¦rez en el exterior. Finalmente la AJC no dio el visto bueno y qued¨® en la nada, seg¨²n la versi¨®n de Levinas y Lewin por separado.
Existen dos versiones sobre lo que sucedi¨® despu¨¦s. Seg¨²n P¨¦rez, Lewin y Lutzky, el esp¨ªa acept¨® una entrevista grabada con Levinas como resguardo de toda la informaci¨®n, pero no para que se hiciera p¨²blica, y este los traicion¨®.
Levinas da una versi¨®n opuesta: ¡°Yo soy periodista y lo grab¨¦ con una c¨¢mara as¨ª de grande [hace el gesto de sostener un gato con sus manos]. Es la palabra m¨ªa contra la de ellos. Yo decid¨ª incluir eso en la reedici¨®n de La Ley bajo los escombros por las demoras de Iosi y porque ya hab¨ªa pasado demasiado tiempo. Tambi¨¦n pod¨ªa estar diciendo eso para cubrirse. No dejaba de ser un delito: un infiltrado en la comunidad jud¨ªa que hab¨ªa pasado planos de la AMIA. ?l es un potencial c¨®mplice del atentado¡±.
En una entrevista en su casa del Once, a pocas cuadras de la AMIA, Levinas saca un pen drive y abre su computadora port¨¢til. En la cinta, P¨¦rez, algo menudo y con camisa a cuadros, evoca su inter¨¦s de juventud por los aviones y su anhelo de entrar a la Fuerza A¨¦rea. Cuenta los a?os de infiltraci¨®n sin dejar de fumar un cigarrito negro. En la nueva edici¨®n de su libro Levinas reconoce que ¡°decidi¨® publicar unilateralmente¡± fragmentos de esa entrevista que luego amplificar¨ªa en la difusi¨®n de La Ley bajo los escombros.
Antes del lanzamiento, Lutzky se reuni¨® con el subsecretario de Pol¨ªtica Criminal, Juan Mart¨ªn Mena, para advertirle del caso y pedirle que P¨¦rez ingresara al programa de protecci¨®n de testigos una vez que se conociera la historia. Mena, seg¨²n su versi¨®n, puso como condici¨®n que declarara en la causa AMIA a cargo de Nisman, aunque en un principio desconfi¨® de la verosimilitud de lo que contaba.
El primer viernes de julio, con un adelanto de los contenidos del libro publicados en el diario La Naci¨®n, P¨¦rez se present¨® en car¨¢cter de urgente en la fiscal¨ªa de Nisman. En una hora y media, un tiempo demasiado corto para la relevancia de la testimonial, lo despacharon y sus palabras cupieron en 10 carillas.
Al caer la tarde de ese mismo d¨ªa, P¨¦rez se present¨® en el programa de protecci¨®n de testigos con el pedido de Nisman para integrarse. Su responsable, Dar¨ªo D¨ªaz, alert¨® a Mena de la gravedad e importancia del testimonio. Mena le pidi¨® pruebas de que acreditara su afiliaci¨®n en la Polic¨ªa Federal y le dio un carnet que parec¨ªa falsificado. Tarde en la noche, Mena consigui¨® el tel¨¦fono de un responsable de Inteligencia de la Polic¨ªa y lo llam¨®. Cuando le pregunt¨®, por s¨ª o por no, si Jos¨¦ P¨¦rez era integrante de la Polic¨ªa Federal, el oficial no respondi¨®. Se hizo un silencio que Mena ley¨® como una confirmaci¨®n.
P¨¦rez se qued¨® hasta las seis de la ma?ana en esa dependencia del Estado. Declaraba, lloraba, declaraba, lloraba y ped¨ªa evitar que se conociera el video de Levinas. Deb¨ªa olvidarse de su vida anterior sin la posibilidad de despedirse de nadie. Meti¨® lo que pudo en una valija y un bolso y entreg¨® el resto, incluido el lavarropas, televisor, heladera.
Nisman no lo cit¨® nuevamente a declarar. Su investigaci¨®n estaba orientada a la pista iran¨ª y a denunciar al gobierno de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner por el presunto encubrimiento de Ir¨¢n en el atentado. Seis meses despu¨¦s la denunci¨® por traici¨®n a la patria y el fin de semana previo a dar testimonio en el Congreso de la Naci¨®n apareci¨® muerto en su departamento. Aunque la justicia dictamin¨® que se trat¨® de un homicidio, nunca se hallaron los responsables ni pruebas contudentes, lo que habilit¨® la hip¨®tesis del suicidio.
Despu¨¦s de declarar ante Nisman, P¨¦rez se fue a vivir con su novia en los l¨ªmites de un pueblo no identificado. Se instal¨® cerca de un r¨ªo. Perfeccionaba su ruso y alem¨¢n y recorr¨ªa las tres o cuatro confiter¨ªas del pueblo. Evitaba los lugares con c¨¢maras de seguridad. No portaba armas y confiaba en lo que hab¨ªa aprendido en un curso antisecuestro dictado por fuerzas israel¨ªes. Luego decidi¨® mudarse a la costa atl¨¢ntica y se compr¨® una pitbull. En otro pueblo inici¨® un un tratamiento psicol¨®gico bajo el paraguas del programa, pero la profesional en salud mental cont¨® historias de su paciente y debi¨® marcharse.
Su hijo y la novia de su hijo debieron entrar al programa y cambiaron de ciudad de residencia, trabajo, amigos. La relaci¨®n de padre e hijo se resinti¨®. El esp¨ªa viv¨ªa con mucha culpa la vida que le hab¨ªa dado. No pudo acompa?ar a su propio padre, que ten¨ªa un reci¨¦n detectado Alzheimer y muri¨® al poco tiempo.
Desde el d¨ªa que Levinas revel¨® la historia de P¨¦rez centenas de integrantes de la comunidad se anoticiaron que hab¨ªa contado secretos: los comunitarios y los personales de muchos de ellos.
¡ªCuando supe de la noticia sent¨ª, primero, una gran tristeza porque le ten¨ªa afecto a ¨¦l y a su pareja. Y tambi¨¦n sent¨ª enojo porque se trat¨®, ni m¨¢s ni menos, que de una traici¨®n.
Mauricio Balter, el rabino con quien P¨¦rez inici¨® su conversi¨®n al juda¨ªsmo, habla con EL PA?S desde su oficina en Jerusal¨¦n del director ejecutivo de la organizaci¨®n conservadora Masorti Olami y Mercaz Olami. Conoci¨® a P¨¦rez en el templo de la calle Pav¨®n, en Flores, un barrio de clase media baja en el oeste de la ciudad de Buenos Aires en el que se hab¨ªa criado el esp¨ªa. Durante todo 1991, Balter lo vi¨® dos veces por semana: en la reuni¨®n del grupo de estudio y por shabat. P¨¦rez, a los ojos del rabino, estaba muy integrado a la comunidad.
¡ªJos¨¦, a lo largo de ese a?o, dec¨ªa lo justo. Hablaba poco, pero lo que hablaba era meditado. No era carism¨¢tico y expansivo. Durante 41 a?os de rabino algunas de las personas que hab¨ªan pedido convertirse al juda¨ªsmo me generaron dudas, sospechas y por eso no avanc¨¦ con ellos. Pero Jos¨¦, en cambio, no me despert¨® ninguna sospecha.
Hay algo de tristeza en el tono de Balter.
¡ª?l se inflitr¨® pensando que la amenaza ¨¦ramos nosotros, los jud¨ªos, y luego se dio cuenta de que la amenaza eran los otros; los que lo hab¨ªan mandado a espiarnos eran los peligrosos.
Per¨¦z nunca termin¨® la conversi¨®n. Ha dicho que no pudo afrontar los gastos econ¨®micos de la circuncisi¨®n y su vida, desde el atentado a la embajada de Israel, se torn¨® imposible.
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En diciembre de 2023, cuando abandon¨® el programa de protecci¨®n de testigos, P¨¦rez le cont¨® a sus interlocutores del ministerio de Justicia que durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019) hab¨ªa recibido presiones de la direcci¨®n del Programa para no continuar hablando sobre la Polic¨ªa Federal. Con Milei presidente volv¨ªa al cargo la misma ministra de entonces, Patricia Bullrich, y un grupo de asesores que le generaban gran desconfianza: el programa de testigos exige tener un celular prendido y una serie de controles adicionales a los que quer¨ªa renunciar. Aunque en la historia parece al cobijo del kirchnerismo, P¨¦rez no tiene simpat¨ªas por el peronismo ni por la izquierda y los que lo han tratado todos estos a?os lo ubican como el votante de la socialdem¨®crata Uni¨®n C¨ªvica Radical.
Desde la salida del programa de protecci¨®n ya no tiene seguro m¨¦dico. Quienes lo vieron desde entonces notaron desmejoras en su salud. Le han suplicado que se marche de Argentina.
Una de las ocupaciones de P¨¦rez es avanzar con la demanda contra Levinas, que estuvo varios a?os parada y acaba de ser abierta a prueba por pedido de su abogado, Lutzky. Le reclama un importante resarcimiento econ¨®mico por el forzado aislamiento, los da?os al hijo y la novia, la sanci¨®n que termin¨® con su carrera en la Polic¨ªa (en marzo de 2017 lo pasaron a retiro obligatorio) y por ver expuesta su imagen en medios masivos.
P¨¦rez, seg¨²n consta en la demanda, ha padecido ataques de p¨¢nico, palpitaciones, fobias, insomnio, pensamientos destructivos, paranoia y una diversa sintomatolog¨ªa que, dice la demanda, ¡°excede las posibilidades de este escrito¡±. Levinas sostiene que no hay chance de que avance esa causa porque ser¨ªa un atentado contra la libertad de expresi¨®n.
En la clandestinidad en la que vive, P¨¦rez ha vuelto sobre la culpa. Ni el libro ni la serie mitigaron ese sentimiento. Cada vez que recuerda situaciones se pierde en la tristeza y el llanto. Le gustar¨ªa reencontrarse con el rabino que inici¨® su conversi¨®n y unos pocos amigos. Con el resto de los integrantes le costar¨ªa, aunque cree que los cuid¨®.
Se reconoce como jud¨ªo y sionista y mantiene algunos rituales religiosos. Vivi¨® el 7 de octubre con mucha furia por el ataque terrorista de Hamas y se ha preguntado insistentemente sobre las fallas en los controles de seguridad de Israel.
Horn, el director de OAS a quien le rob¨® el croquis de la AMIA, recuerda ese episodio en mensajes de audio durante los primeros d¨ªas de junio. Ubica la responsabilidad en la infiltraci¨®n en los dirigentes del grupo al que pertenec¨ªa, como parte de los reflejos de una vida como dirigente comunitario. Ponder¨® las destrezas de P¨¦rez para organizar la seguridad de los actos en los d¨ªas que se celebraba el d¨ªa del nacimiento de Israel.
Pregunta. ?Es posibe ser jud¨ªo o seguir en la conversi¨®n despu¨¦s de lo que le hizo a la comunidad?
Respuesta. La verdad, lo que ¨¦l siente, no es mi problema. En todo caso su conciencia le dictar¨¢ el camino, y preferir¨ªa no encontrarlo.
Horn vive en Ascal¨®n, a unos 50 kil¨®metros de Tel Aviv. Tiene a dos de sus hijos secuestrados por Hamas desde el 7 de octubre. Su vida es encontrarlos a ellos.
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