Cabaliere, un intruso en la corte de los poetas
¡®Alzando vuelo¡¯, con la que el desconocido autor venezolano gan¨® un pol¨¦mico premio Espasa de Poes¨ªa, contiene haikus disfrazados de aforismos, mucha prosa troceada y envasada al vac¨ªo, y abundantes rimas qui¨¦n sabe si accidentales o deliberadas
Ya s¨¦ que llego tarde al ¡°caso Cabaliere¡±. En efecto, sobre el ¨²ltimo premio Espasa se han vertido r¨ªos de tinta y desplegado teor¨ªas pertinentes, peregrinas y rematadamente conspiranoicas: que si el venezolano Rafael Cabaliere era un robot ¨Dextremo que hubo de ser desmentido formalmente mediante la comparecencia virtual del premiado¨D, que si se trataba de un montaje editorial, que si sus inn¨²meros seguidores eran de mentira, que si el h¨¢bito lector resultaba preferible al consumo de videojuegos, o que si Cabaliere era ni m¨¢s ni menos que el seud¨®nimo bajo el que ocultaba su aut¨¦ntica identidad el poeta Emilio Mart¨ªn Vargas ¨Dbulo propalado por el propio Mart¨ªn Vargas en un divertid¨ªsimo post que no falt¨® quien se tomara en serio¨D. En medio de esa barah¨²nda hubo incluso acercamientos socioliterarios de cierta enjundia, como el propuesto por Juan Marqu¨¦s, que pon¨ªa al descubierto vicios privados del mercado editorial y vicios p¨²blicos de la tribu po¨¦tica.
Pasado alg¨²n tiempo de ese ruido medi¨¢tico, les traigo una noticia buena y una mala. La buena es que Alzando vuelo ya ha despegado de la pista editorial, de modo que ahora les toca a ustedes juzgar si el revuelo suscitado era o no para tanto. La mala es que, para quien suscribe, el libro responde exactamente a lo que cab¨ªa esperar de las muestras textuales adheridas con alevos¨ªa a los muros digitales frecuentados por el autor. As¨ª, en los versos proliferan los corazones en alm¨ªbar, los esl¨®ganes carpeteros (¡°Muri¨® esa parte de m¨ª / que te eleg¨ªa a ti / antes que a m¨ª¡±), los prospectos de mindfulness (¡°A veces es necesario / dar un paso en falso / para corregir / la direcci¨®n en la que vamos¡±), los piropos l¨ªricos (¡°Naciste con alas / y ni siquiera los barrotes / de la jaula m¨¢s dorada / impedir¨¢n tu vuelo¡±), y, en general, toda una bater¨ªa de t¨®picos sentimentales y buenrollistas que har¨ªan sonrojarse al mism¨ªsimo Mr. Wonderful.
Si optamos por una aproximaci¨®n exclusivamente formal, la cosa no mejora: hallamos varios haikus disfrazados de aforismos (o a la inversa), mucha prosa troceada y envasada al vac¨ªo, y abundantes rimas qui¨¦n sabe si accidentales o deliberadas. Para muestra, el comienzo de ¡°Saca partido a lo indeleble de sus alas¡±, que acaso admitir¨ªa una transposici¨®n bailable a cargo de Bad Bunny: ¡°No haces m¨¢s que alejarla / al no poder conquistarla, / entender sus acertijos / te pareci¨® cosa rara, / necesitabas magia / y no llegaste ni a truco para alborotarla; / es una mujer alta / y no por su estatura / sino porque no cualquiera / llega a enamorarla¡±. A estas alturas habr¨¢n entendido que profundizar en la ex¨¦gesis del libro de Cabaliere se llamar¨ªa hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo. Por tanto, la cuesti¨®n ser¨ªa para qu¨¦ sirve este tipo de poes¨ªa ¨Dme resisto a prefijarla o a ponerle apellido: ¡°poeta es el que escribe poes¨ªa¡±, seg¨²n definici¨®n forrestgumpiana¨D, o, un paso m¨¢s all¨¢, si es leg¨ªtimo premiarla.
De la hipot¨¦tica utilidad de estos versos dan cuenta dos falacias, que vienen a ser la misma desdoblada: la que afirma que ¡°por algo se empieza¡± y la que sostiene que necesitamos autores que les hablen a los j¨®venes en su mismo idioma. Lo primero me parece harto discutible, pues no veo claro c¨®mo pasar de Cabaliere a ¨Dpongamos¨D Derek Walcott en menos de tres o cuatro reencarnaciones, por muchos altos en el camino que uno haga. Por su parte, lo segundo incide en la caricatura de unos posadolescentes que, entre botell¨®n y botell¨®n, recitar¨ªan versos inspiradores con voz cavernosa. En fin, no me parece que la escritura de Cabaliere sea la manera id¨®nea de iniciarse en el mundo po¨¦tico, ni que los j¨®venes no puedan reconocerse (o aspirar a hacerlo) en modelos m¨¢s elevados. Si en esto coincidir¨¦ con la mayor parte del gremio, supongo que disentiremos en lo siguiente: creo firmemente que la poes¨ªa de Cabaliere tiene derecho a existir y a ser premiada si un jurado y una editorial lo consideran oportuno.
Limbo digital
Algunos aducir¨¢n que, como las especies invasoras, estos ejemplares amenazan la biodiversidad po¨¦tica, ya que impiden la visibilidad de los t¨ªtulos con ambici¨®n literaria, aunque reconozcamos que tampoco es oro todo lo que reluce. Contra este argumento tengo dos, uno muy apocal¨ªptico y otro menos. El muy apocal¨ªptico se fundamenta en la sospecha de que en alg¨²n momento no demasiado remoto la poes¨ªa se liberar¨¢ por completo de sus ataduras materiales ¨Dcomo le ha pasado a la m¨²sica, que ha convertido sus sucesivos soportes en yacimientos arqueol¨®gicos¨D y habitar¨¢ en una suerte de limbo digital, ajena a la tiran¨ªa de los anaqueles y a la struggle for life de los m¨¢s vendidos. El menos apocal¨ªpico aboga por la coexistencia de una poes¨ªa mainstream y una poes¨ªa alternativa con canales de difusi¨®n y p¨²blicos distintos. Solo la concepci¨®n sacralizada de la poes¨ªa (sea o no consciente) explica que pongamos el grito en el cielo ante un proceso de masificaci¨®n consumista que hace d¨¦cadas experimentaron la narrativa, el cine y la canci¨®n pop. Si la Covid no lo remedia, dentro de unos d¨ªas el libro de Cabaliere estar¨¢ compartiendo mesa de novedades, lomo con lomo, con las ¨²ltimas creaciones de Anne Carson, Jorie Graham o Louise Gl¨¹ck. La pregunta no es si estamos ante un intruso en la corte de los poetas, sino si usted ya ha decidido a qui¨¦n va a leer.
Alzando vuelo
Editorial: Espasa Calpe, 2020
Formato: Tapa dura, 112 p¨¢ginas.
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