El estr¨¦pito de una voluntad
La profesora Emilia Cort¨¦s publica una decepcionante biograf¨ªa de Zenobia Camprub¨ª al tiempo que edita magistralmente otro tomo de su correspondencia
El 10 de octubre de 1907 Zenobia Camprub¨ª escribe a su madre (le escrib¨ªa casi diariamente) rog¨¢ndole, con argumentos enternecedores, que deje de cuidarla en exceso porque de ese modo no va a poder fortalecer su voluntad. Tiene 20 a?os y se encuentra, dice, ¡°en la edad cr¨ªtica en que se forman las costumbres y el car¨¢cter y si no hago un ¨²ltimo esfuerzo ahora ser¨¢ terrible para m¨ª en el porvenir¡±. Su sue?o es convertirse en ¡°una gran mujer¡± y para alcanzar este objetivo tanto la voluntad como el sentido del deber deben permanecer siempre alerta. As¨ª que basta ya de tazas de chocolate servidas en la cama, viene a decir. A?adamos que su idea de gran mujer era por entonces la de ser alguien ¡°capaz de desprender felicidad por todas partes¡±. Leyendo la segunda entrega del Epistolario de Zenobia (1895-1936) ¡ªa ella le basta con el nombre, como a Ram¨®n (G¨®mez de la Serna)¡ª, editada de forma impecable, como es costumbre, por la Residencia de Estudiantes y contando con el magn¨ªfico trabajo de edici¨®n de su principal estudiosa en Espa?a, la profesora Emilia Cort¨¦s Ib¨¢?ez, quedan pocas dudas acerca de su car¨¢cter excepcional. Tan excepcional que la figura de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez (JRJ) puede verse afectada por el fenomenal empuje que caracterizar¨ªa vitalmente a su esposa.
El punto de partida de los estudios zenobianos hay que situarlos en 1991, cuando Alianza Tres public¨® parte del Diario de Zenobia (Cuba, 1937-1939) depositado en la Sala Zenobia y JRJ, de la Universidad de Puerto Rico, y sobre el cual hab¨ªa una cierta expectaci¨®n. La edici¨®n corri¨® a cargo de Graciela Palau de Nemes, disc¨ªpula del poeta y autora de su primera biograf¨ªa (Vida y obra de JRJ, 1957). A este volumen le sucedieron otros hasta completar la transcripci¨®n de sus cuadernos; despu¨¦s vendr¨ªa la edici¨®n de la correspondencia de Zenobia con el fiel amigo del matrimonio, Juan Guerrero Ruiz; la progresiva edici¨®n de la correspondencia completa de Zenobia (vamos por 1936), y lo m¨¢s reciente, la publicaci¨®n de la primera biograf¨ªa de Zenobia escrita, como no pod¨ªa ser de otra manera, por Emilia Cort¨¦s (La llama viva), responsable, en su mayor parte, de las ediciones mencionadas.
La decisi¨®n de casarse con Juan Ram¨®n fue la principal misi¨®n de su vida para una mujer que necesitaba sentirse ¨²til
Es tanta la informaci¨®n disponible sobre la historia del matrimonio que escribir una biograf¨ªa sobre cualquiera de los dos supone una f¨¦rrea labor de s¨ªntesis e interpretaci¨®n. Para hacernos una idea del material, casi ser¨ªa posible reconstruir d¨ªa a d¨ªa la vida del matrimonio, al menos entre 1937 y 1956 (a?o de la muerte de Zenobia), pues su voluminoso y detallado Diario (am¨¦n de la mucha documentaci¨®n disponible en la sala puertorrique?a ordenada por la propia Zenobia) nos permitir¨ªa esa reconstrucci¨®n. Un caso equiparable, me atrevo a decir, al de Virginia Woolf. En ambos la labor biogr¨¢fica se complica, pues hablamos de dos mujeres dotadas de un raro talento para escribir sobre la vida cotidiana con sensibilidad y penetraci¨®n. En el caso de Woolf, sus bi¨®grafos han tenido una tarea prioritaria por delante: explicar el proceso que la conduce a su suicidio en marzo de 1941. En el caso de Zenobia, no hay una pregunta acuciante a la que contestar, lo que hay, o debe haber, es la explicaci¨®n de una personalidad deslumbrante que una sesgada historia de la cultura hab¨ªa dejado en la sombra. Aunque Zenobia es todo luz.
Por ello sorprende todav¨ªa m¨¢s la gran decepci¨®n que causa la lectura de su biograf¨ªa al ser poco m¨¢s que una cronolog¨ªa comentada de su vida que a duras penas ocupa 300 p¨¢ginas de texto (con ilustraciones), reserv¨¢ndose las ¨²ltimas 100 a documentaci¨®n complementaria, como si estuvi¨¦ramos ante una biograf¨ªa decimon¨®nica donde, en un mismo volumen, la vida iba por un lado y el aparato documental por otro. Los ap¨¦ndices son interesantes, por supuesto (aunque su relaci¨®n no figura en el ¨ªndice), porque tiene que ver con la historia y la escritura de la propia Zenobia. La pregunta es c¨®mo no se han incorporado a la biograf¨ªa. Es posible que Emilia Cort¨¦s, tantos a?os dedicados a revalorizar su figura, haya tenido la sensaci¨®n de que todo estaba dicho ya por la propia Zenobia en diarios y cartas, o bien en sus propias ediciones de los textos, de modo que su labor en La llama viva se limita a ensartar todas las cuentas en un hilo narrativo basado en la cronolog¨ªa de los hechos, uno detr¨¢s de otro. Sin desmerecer en absoluto la importancia de la cronolog¨ªa, clave de b¨®veda del g¨¦nero, al texto le falta la necesaria y exigible creatividad para cumplir su objetivo y ser una verdadera biograf¨ªa. El problema no ser¨ªa tan grave si se tratara de un personaje en el que proporcionar informaci¨®n novedosa pueda bastar, porque se dan a conocer hechos hasta entonces ignorados. Pero el caso de Zenobia es justo el contrario. Hay informaci¨®n e interpretaci¨®n m¨¢s que suficientes y facilitadas en su mayor parte por la propia esposa de JRJ, de modo que su biograf¨ªa tiene que ser otra cosa, una propuesta de lectura de su vida, no una relaci¨®n de idas y venidas.
Su esp¨ªritu ped¨ªa acci¨®n y movimiento, pura voluntad en marcha, estr¨¦pito de viajes, empresas, proyectos, cartas, amistades y compromisos
La propia Cort¨¦s es consciente de ello al decir que si se quiere conocerla hay que leerla. ?Entonces? Y es as¨ª porque los sobreentendidos son continuos. Por poner un ejemplo, en las p¨¢ginas preliminares se habla de ¡°la enfermedad¡± de JRJ, pero esa enfermedad no ser¨¢ nunca analizada adecuadamente. Y ante el vac¨ªo en el que me deja La llama viva procedo a exponer en voz alta una pregunta que me ha surgido. ?Sufr¨ªa Zenobia de un problema de ansiedad, gestado en su adolescencia ante las desavenencias y problemas econ¨®micos de sus padres, por el cual a lo largo de su vida absorbi¨® deberes y obligaciones que superaban su capacidad adaptativa ¡ªla suya y la de cualquiera¡ª desarrollando los malestares que la aquejar¨ªan de forma cr¨®nica? ?Era su hiperactividad portentosa la respuesta a una amenaza emocional de no ser la persona que se esperaba de ella o que ella se hab¨ªa impuesto desde el interior de s¨ª misma? ¡°Yo no estoy bien si no estoy trabajando¡±, escribe en su Diario, ante el inmovilismo de JRJ, cuya tendencia era la contraria y probablemente hubiera sido feliz llevando la vida contemplativa de un cartujo. A lo sumo, dar de comer a los p¨¢jaros y escribir su poes¨ªa, indudablemente un punto de inflexi¨®n en la evoluci¨®n del lenguaje po¨¦tico en castellano. ?l ten¨ªa una misi¨®n. ?Y ella? Ella se impuso deberes constantemente.
Por recoger otro ejemplo, a las pocas semanas de llegar a La R¨¢bida con su madre, en 1909, monta una guarder¨ªa para ni?os necesitados (¡°semisalvajes¡±, dice) de la zona, en pleno campo. Asimismo enviar¨¢ a una revista americana su relato de la experiencia escolar y piensa en el futuro en tener sus propios libros de texto. Solo estuvo en La R¨¢bida unos pocos meses. En realidad, la decisi¨®n de casarse con el poeta fue la principal misi¨®n de su vida para una mujer que necesitaba sentirse ¨²til. JRJ lo comprende de inmediato, de modo que seduce a Zenobia proponi¨¦ndole que ambos traduzcan a Tagore, a quien poco tiempo atr¨¢s hab¨ªan concedido el Premio Nobel (1913). Antes de eso los intentos juanramonianos fueron todos en balde. En cuanto la incorpora a un proyecto en com¨²n, Zenobia cede a sus pretensiones y se enamora de ¨¦l. Porque su esp¨ªritu ped¨ªa acci¨®n y movimiento, pura voluntad en marcha, estr¨¦pito de viajes, empresas, proyectos, cartas, amistades y compromisos. No pudo haber dos seres m¨¢s dispares.
ZENOBIA CAMPRUB?. LA LLAMA VIVA
Autora: Emilia Cort¨¦s.
Editorial: Alianza, 2020.
Formato: tapa blanda (448 p¨¢ginas, 24 euros) y e-book (10,99 euros).
EPISTOLARIO II. 1895-1936?
Autora: Zenobia Camprub¨ª.
Editorial: Residencia de Estudiantes, 2020.
Formato: tapa blanda (916 p¨¢ginas, 25 euros).
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