La casa que Jay/Hova construy¨®
La escritora londinense se da cita con el rapero en un restaurante neoyorquino para hablar de rap, fama y racismo. Este art¨ªculo forma parte de ¡®Con total libertad¡¯, recopilaci¨®n de sus art¨ªculos y ensayos que llega esta semana a las librer¨ªas
Es complicado saber qu¨¦ preguntarle a un rapero. Aunque tambi¨¦n (supongo) debe de ser dif¨ªcil ser rapero: cualquier cosa que digas ser¨¢ analizada por lo menos desde tres ¨¢ngulos, y esa triangulaci¨®n no es nada f¨¢cil. En una esquina tienes al n¨²cleo duro de los incondicionales del hip-hop, aquellos para quienes el aut¨¦ntico Jay-Z siempre ser¨¢ el talento de 25 a?os que rima como una ametralladora mientras intercambia versos con el adolescente visionario Big L (¡±I¡¯m so ahead of my time, my parents haven¡¯t met yet!¡± [¡±Estoy tan adelantado a mi tiempo que mis padres a¨²n no se conocen¡±]) en una improvisaci¨®n rara (f¨¢cil de rescatar en YouTube) de siete minutos de duraci¨®n grabada en 1995. Entretanto, en la otra esquina est¨¢n las fans del rap pop: les encanta Jiggaman, con su pasi¨®n por el Empire State y sus descarados llamamientos a ¡°dominar la ciudad¡± [Run this Town]. Finalmente, en el tercer rinc¨®n se amontona toda esa gente que cree que el rap no es m¨²sica ni mucho menos, sino un problema social. Tienen una sola pregunta que plantearle a un rapero, y es sobre el vocabulario que elige. (Pasan los a?os, pero la pregunta nunca cambia.)
?C¨®mo hablar a la vez para p¨²blicos tan distintos? Sea como sea, estoy sentada a una peque?a mesa en un acogedor restaurante italiano de Mulberry Street esperando al se?or Shawn Carter, que ha perfeccionado el arte de la triangulaci¨®n: es aqu¨ª donde le gusta comerse un buen pollo a la parmesana.
Llega puntual. Viene vestido como un chaval, con gorra y vaqueros: le creer¨ªas si te dijera que tiene 30a?os (tiene 42). Me resulta tremendamente familiar, una sensaci¨®n que por supuesto se deriva de su fama ¡ªsuperestrella del rap, marido de Beyonc¨¦, accionista minoritario de los Brooklyn Nets, cuya nueva sede, el Barclays Center, abrir¨¢ este mes¡ª, pero tambi¨¦n de que lleva mucho tiempo habl¨¢ndonos al o¨ªdo. Nadie lo mira embobado: aqu¨ª tratan al que se proclam¨® ¡°el mejor rapero vivo¡± como si fuera parte del mobiliario. Ah, pero siempre hay una excepci¨®n: un chico blanco y pijo est¨¢ utilizando discretamente la c¨¢mara secundaria de su iPhone para verlo sin que ¨¦l lo note. Es un viejo truco y Jay se r¨ªe por lo bajo: ¡°Todos creen que son los primeros a los que se les ha ocurrido¡±.
Le gusta decidir qu¨¦ deben pedir los dem¨¢s. Por lo visto, yo soy de esas a las que les gusta el s¨¢ndwich de pescado. Al preguntarle si cree que el hip-hop pasa por un buen momento, habla con entusiasmo de lo inclusivo que es ese g¨¦nero: ¡°Dio pie a un tipo de conversaciones que de otra forma no se habr¨ªan producido¡±. Y ahora que el rap ha alcanzado una aceptaci¨®n cultural sin precedentes, quiz¨¢ seamos por fin libres de celebrarlo, en vez de tener que defenderlo constantemente. ¡°Say that I¡¯m foolish I only talk about jewels / Do you fools listen to music or do you just skim through it?¡± [¡±Dicen que soy imb¨¦cil, que solo hablo de joyas / ?Escuch¨¢is la m¨²sica o es que os resbala, idiotas?¡±]. ?l no est¨¢ tan seguro de que la gente escuche: ¡°Es curioso que se lo digas as¨ª de claro a la gente y que sigan con lo mismo¡±. Lo decepciona un poco que despu¨¦s de haber publicado Decoded [Descodificado], sus memorias, en 2010, le hagan las mismas preguntas de siempre; le molesta la frivolidad, la ligereza, con que algunos siguen definiendo el rap como ¡°un g¨¦nero basado en las palabrotas o en tipos que denigran a las mujeres¡±. ¡°No perciben la poes¨ªa, el arte¡±, se queja. ?se es quiz¨¢ el lado negativo de tener ¡°el flow del siglo¡±.
En Tupac percibes maestr¨ªa, pero tambi¨¦n esfuerzo; y las letras de Biggie (The Notorious B. I. G.) tuvieron primero que luchar para ser m¨¢s llamativas que el corpach¨®n de ese hombre que m¨¢s parece una mole. Pero cuando Jay-Z rapea se te mete directo en el o¨ªdo, como agua que sale de un grifo.
Llega el s¨¢ndwich de pescado y la conversaci¨®n deriva hacia Trayvon Martin, el estudiante de 17 a?os al que mataron a tiros: ¡°Parte el coraz¨®n, de verdad, que esto todav¨ªa pueda ocurrir hoy en d¨ªa¡±, y, poco despu¨¦s, hacia Obama: ¡°He dicho que la elecci¨®n de Obama ha puesto a los buscavidas de barrio en segundo plano¡±. Cuando hizo ese comentario por primera vez, ¡°la gente se lo tom¨® casi como si renegara de lo que soy, ?y yo me refer¨ªa a algo positivo!¡±. De peque?o no ten¨ªa a nadie como Obama como ejemplo, sino a los buscavidas del barrio: ¡°Nadie ven¨ªa a ofrecernos trabajos como Dios manda, a ense?arnos que hab¨ªa m¨¢s opciones. A lo mejor si hubiera visto otros modelos, los habr¨ªa seguido¡±. Ya parece dif¨ªcil tener esas dos Am¨¦ricas en la cabeza a la vez, ni que decir de vivirlas... ?en una sola vida!
Ahora, por el hecho de tener 42 a?os y no estar muerto, puede echar mano de un argumento de venta exclusivo: es un artista tan viejo como el g¨¦nero que cultiva; ambos han crecido juntos.
En Decoded, Jay-Z escribe que ¡°el rap se construye para lidiar con las contradicciones¡±, y Hova, como lo apodan, es un tipo contradictorio donde los haya. En parte porque no se ha especializado: Biggie alardeaba mejor, Tupac dejaba caer m¨¢s verdades, Eminem es ¡ªcomo demostr¨® con Renegade¡ª formalmente m¨¢s diestro. Pero Hova es el que juega en todas las posiciones: sus ¨¢lbumes son una aut¨¦ntica exhibici¨®n de hip-hop, todo un despliegue de las diversas posibilidades del g¨¦nero. ?l parece impasible y sereno, con un dominio de s¨ª mismo casi exasperante. ¡°Ya, 50 Cent tambi¨¦n me solt¨® algo as¨ª. Me dijo: ¡®?Haces que yo parezca Barksdale y t¨² Stringer Bell!¡±. (Se refer¨ªa, desde luego, a Avon Barksdale, el fogoso capo de la droga de la serie The Wire, y a su socio de cabeza fr¨ªa.) El rapero Memphis Bleek, que conoce a Jay-Z desde los 14 a?os, confirma esa impresi¨®n: ¡°Siempre ha proyectado esa tranquilidad, desde mucho antes de dedicarse a la m¨²sica. Su plan, desde el d¨ªa uno, era llegar a lo m¨¢s alto, y supongo que por eso sigue sonriente y calmado como siempre: porque hizo exactamente lo que hab¨ªa planeado en los noventa¡±. Y ahora, por el hecho de tener 42 a?os y no estar muerto, puede echar mano de un argumento de venta exclusivo: es un artista tan viejo como el g¨¦nero que cultiva; ambos han crecido juntos.
Jay-Z, como el mismo rap, empez¨® con mucha pirotecnia: veloc¨ªsimo, atropellado, denso. Pero el tiempo pas¨® y su flow se hizo m¨¢s lento, fue abri¨¦ndose. ?Por qu¨¦? ¡°Me faltaba experiencia en la vida, as¨ª que lo que hac¨ªa era m¨¢s t¨¦cnico: intentaba impresionar t¨¦cnicamente, hacer cosas que otros no pueden hacer. Por ejemplo, t¨² no puedes hacer esto...¡± (Insertad aqu¨ª percusi¨®n vocal e improvisaci¨®n simult¨¢neos.) ¡°No puedes y punto¡±. Es cierto: ni siquiera se me ocurre c¨®mo ilustrar por escrito lo que acaba de hacer. Jay-Z en versi¨®n t¨¦cnica es voz humana transformada en pura s¨ªncopa. En un tema como I Can¡¯t Get with That, de 1994, lo que importa no es la letra, sino el ritmo que crean las palabras. Y, como ¨¦l mismo explica, si no te fijas en ese ritmo ¡°no has entendido nada¡±.
Muchos no entendieron; solo o¨ªan a un joven negro alardeando: ¡°I got watches I ain¡¯t seen in months / Apartment at the Trump I only slept in once¡± [¡±Tengo relojes que no he visto hace meses / y un apartamento en la torre Trump donde solo dorm¨ª un par de veces¡±].
Pero preguntar por qu¨¦ los raperos siempre son tan ostentosos es como preguntar por qu¨¦ Milton se lo pasa enumerando los atributos de las huestes celestiales. Alardear es inherente a la ¨¦pica, y aquellos a quienes les han inculcado que no se merecen nada, se recrean a fondo cuando triunfan y son reconocidos en los medios culturales. Entonces, algo cambi¨®: ¡°A medida que acumulaba experiencias en la vida, me di cuenta de que mi poder radicaba en mi capacidad de plasmar los sentimientos de la gente¡±. Empez¨® a pensar en s¨ª mismo como uno de esos c¨®micos que con sus bromas hacen que pienses: ¡°Joder, eso es verdad¡±. Empez¨® a contar historias y la gente qued¨® hechizada. Friend or Foe (1996), que trata de un enfrentamiento entre dos buscavidas, es rap en su forma narrativa m¨¢s expresiva y potente; no es un simple mon¨®logo, sino una historia con di¨¢logos, escenograf¨ªa y caracterizaci¨®n. En su aire c¨®mico y ligero, ajeno a la sinceridad implacable de un Tupac, percibes la simiente de 50 Cent, de Lil Wayne, de Eminem y de muchos otros. ¡°?se fue el primer tema donde se hizo realmente obvio¡±, me asegur¨®. La canci¨®n represent¨® un cambio de rumbo importante, el momento en que ¡°me di cuenta de que lo estaba consiguiendo¡±.
A veces se impone restricciones formales, como los miembros de Oulipo, aquel grupo literario experimental franc¨¦s de los a?os sesenta. En la canci¨®n 22 Twos, de 1996, nos ofrece 22 deliciosos juegos con las palabras ¡°two¡± [¡±dos¡±] y too¡± [¡±tambi¨¦n¡±].
Diez a?os despu¨¦s, la secuela 44 Fours parti¨® del mismo concepto con otra vuelta de tuerca: ¡°Ya sabes, como encerr¨¢ndote en un cuarto con paredes un poco m¨¢s peque?as¡±. ?Puede explicar por qu¨¦? ¡°Me parece que si sigo haciendo m¨²sica es porque supone un desaf¨ªo¡±. No est¨¢ dispuesto a depender exclusivamente de su don natural y, con el talento, en realidad ¡°nunca se sabe, no hay un indicador: no ves cu¨¢ndo est¨¢ vac¨ªo¡±.
Preguntar por qu¨¦ los raperos siempre son tan ostentosos es como preguntar por qu¨¦ Milton se lo pasa enumerando los atributos de las huestes celestiales. Alardear es inherente a la ¨¦pica, y aquellos a quienes les han inculcado que no se merecen nada, se recrean a fondo cuando triunfan y son reconocidos
En los a?os transcurridos desde su obra maestra, Reasonable Doubt, a menudo lo han acusado de haberse quedado seco, de haber renunciado a la autenticidad de otros tiempos. En Decoded, contesta con una reflexi¨®n existencial: ¡°?Hasta qu¨¦ punto te puedes alejar de la historia de tu propia vida?¡± En sus letras, lo hace con pragmatismo: ¡°Life stories told through rap / Niggas actin¡¯ like I sold you crack / Like I told you sell drugs, no, Hov¡¯ did that / So hopefully you won¡¯t have to go through that¡± [¡±Vivencias contadas a trav¨¦s del rap; / negros, actu¨¢is como si os vendiera crack, / como si os dijera que vend¨¢is droga. No, Hova lo hizo: / ojal¨¢ no teng¨¢is que pasar por lo mismo¡±]. Pero ?acaso un rapero no puede insistir, como otros artistas, en una realidad ficticia cuyos rincones sigue habitando en cierto modo, aunque ahora se aloje en la suite de lujo del ¨¢tico? ¡°Out hustlin¡¯, same clothes for days / I¡¯ll never change, I¡¯m too stuck in my ways¡±¡± [¡±Por ah¨ª maleando, con la misma ropa hace d¨ªas / Nunca cambiar¨¦, soy fiel a mis man¨ªas¡±]. ?Puede ser todav¨ªa la voz del barrio? Para Jay-Z, el orgullo de barrio ha sido esencial, y supo ver el poder del rap para ¡°quitarte esa verg¨¹enza. Era la primera vez que la gente dec¨ªa: ¡®soy de aqu¨ª, y a mucha honra¡±. Cita a Mobb Deep: ¡°No matter how much loot I get I¡¯m staying in the projects!¡± [¡±?Por mucho que me forre, me quedo en los bloques!¡±]. Aunque en ese sentido tambi¨¦n ve un cambio: ¡°Antes, si no ten¨ªas esa autenticidad, tu carrera se pod¨ªa acabar: Vanilla Ice dijo que le hab¨ªan dado un navajazo o no s¨¦ qu¨¦ movida y, cuando descubrieron que era mentira, se acab¨®¡±. Le suger¨ª que a muchos lectores de este peri¨®dico* tal vez les extra?ara saber que la reputaci¨®n del rapero Rick Ross qued¨® manchada cuando hace unos a?os revel¨® que en otros tiempos hab¨ªa sido guardia de prisiones. ¡°Pero insisto¡±, respondi¨®, ¡°creo que el hip hop se ha apartado de esa exigencia de que todo sea aut¨¦ntico: los chavales de hoy en d¨ªa crecen de un modo muy distinto¡±.
Desde luego, aunque Odd Future, Waka Flocka Flame, Chief Keef, entre otros, parecen estar intentando volver a los supuestos fundamentos del rap: t¨¢cticas de choque, obscenidad, lenguaje perversamente simplista... Tras la sofisticaci¨®n de Rakim, Q-Tip, Nas, Lupe Fiasco, Kanye West y el propio Jay, ?volvemos a la esquina del barrio? ¡°S¨ª, ?pero Tupac era un ¨¢ngel comparado con los artistas de ahora!¡± Niega con la cabeza, como si le hiciera gracia lo que acaba de decir. Y es cierto: escuchar un disco de Tupac hoy en d¨ªa es casi como escuchar a Sinatra. Pero Jay-Z no siente nostalgia: le encanta Odd Future y su onda punk rock; ve en su rabia una ¡°aversi¨®n al universo corporativo y empresarial de Estados Unidos¡± en general y, en particular, al modo como ¨¦ste ha saqueado el planeta. ¡°La gente siente verdadero asco ante lo que los poderosos le han hecho a este pa¨ªs, as¨ª que los se?ala con el dedo: ¡®?ste es el hijo que hab¨¦is criado. Mirad a vuestro hijo: mirad lo que hab¨¦is hecho¡±.
Supongo que tambi¨¦n est¨¢n reaccionando, en el sentido de la ¡°ansiedad de la influencia¡± de Harold Bloom, contra los 460 millones de d¨®lares del propio Hova erigidos en un monumento deslumbrante.
Hace a?os Martin Amis escribi¨® un cuento muy divertido, ¡®Un pelda?o en la carrera¡¯, en el que los guionistas de cine viven como los poetas, pasando hambre en buhardillas, mientras que los poetas se dan la gran vida al lado de la piscina, mandan por fax sus versos a agentes en Los ?ngeles y ganan millones por un soneto. El ¨¢lbum Watch the Throne, una colaboraci¨®n con Kanye de 2011, trata de ese mundo paralelo hecho realidad. ¡°Hundred stack / How you get it?¡± [¡±?De d¨®nde sacaste / ese fajo de billetes?¡±], le pregunta Jay-Z a Kanye en Gotta Have It. La respuesta parece completamente improbable y sin embargo es la verdad: ¡°Layin¡¯ raps on tracks!¡± [?Tirando l¨ªneas sobre pistas?]. Ganar fortunas rimando versos, eso es lo que hace interesante Watch the Throne: expresa las contradicciones actuales de los negros estadounidenses. ¡°It¡¯s a celebration of black excellence / Black tie, black Maybachs / Black excellence, opulence, decadence¡± [¡±Es una celebraci¨®n de la excelencia negra / corbata negra, Maybachs negros; / excelencia negra: opulencia, decadencia¡±]. Pero es tambi¨¦n un amargo relato de las bajas de una larga guerra que a¨²n no ha terminado. Kanye rapea: ¡°I feel the pain in my city wherever I go, / 314 soldiers died in Iraq, / 509 died in Chicago¡± [¡±All¨¢ donde voy siento el dolor de mi ciudad: / 314 soldados murieron en Irak, / 509 murieron en Chicago¡±]. Escrita al vuelo por un par de empresarios millonarios (¡±Kanye me solt¨® ese rap al o¨ªdo, junto con New Day, el a?o pasado en la Gala del Met¡±), la verdad es que no deber¨ªa ser tan buena como es, pero de alguna manera la rivalidad fraternal entre ambos produce aut¨¦ntica energ¨ªa, a pesar de la colosal producci¨®n. Adem¨¢s, el proceso de trabajo fue de una cercan¨ªa poco frecuente. ¡°Mucha gente ahora, gracias a la tecnolog¨ªa, se manda la m¨²sica de aqu¨ª para all¨¢¡±; en el caso de ese disco, en cambio, solo eran dos personas ¡°en una habitaci¨®n, hablando en serio del tema¡±. En sus momentos m¨¢s sublimes, como la extraordinariamente disfrutable Niggas in Paris, sientes que los dos se dejan llevar: es pura celebraci¨®n. ¡°?No nos lo hemos ganado? ?Es que no podemos relajarnos y disfrutar?¡± Niggas in Paris es una canci¨®n que no quiere responsabilidades, y tampoco que le hagan las viejas y dolorosas preguntas. ?A qui¨¦n le importa si es aut¨¦ntica? ?O incluso si lo que dice tiene sentido o no? ?F¨ªjate c¨®mo suena! Y en esta palabra, y en aqu¨¦lla. ¡°Hay mucho dolor, y muchas heridas, y un mont¨®n de cosas m¨¢s corriendo por debajo¡±. Ofrece una analog¨ªa: ¡°Si un hijo tuyo se portara mal, le preguntar¨ªas: ¡®?A ti qu¨¦ te pasa?¡¯, y si le duele la barriga, por ejemplo, le dir¨ªas: ¡®Ah, te has comido una nube de algod¨®n de az¨²car¡¯. Har¨ªas esa comparaci¨®n, ver¨ªas un v¨ªnculo: psicoanalizar¨ªas la situaci¨®n¡±.
Siempre ha existido ese tipo de gente que se escandaliza m¨¢s por el lenguaje del rap que por la miseria urbana que el rap describe
Los raperos usan el lenguaje como una forma de guerra asim¨¦trica. ?De qu¨¦ otro modo explicar la extraordinaria aserci¨®n de George W. Bush de que la frase de un rapero (¡±A George Bush no le importan los negros¡±) supuso ¡°uno de los momentos m¨¢s repugnantes de mi per¨ªodo presidencial¡±? Pero siempre ha existido ese tipo de gente que se escandaliza m¨¢s por el lenguaje del rap que por la miseria urbana que el rap describe. En Who Gon Stop Me, Jay-Z pide ¡°perd¨®n por hablar como un necio¡± porque ¡°si creces con desprecio¡±, bueno, las cosas salen as¨ª. Dolor negro, amor propio negro. Es la fuerza contradictoria de la cifra: el t¨¦rmino que nombra, en el mundo del rap, el c¨ªrculo que se forma alrededor de la clase de chaval dotado para la improvisaci¨®n que en otro tiempo fue Jay-Z. ?Menuda palabra! Cipher [cifra]: ¡°1) Un n¨²mero d¨ªgito. 2) Una forma de escritura secreta o encubierta; un c¨®digo. 3) Una cosa sin valor o una persona insignificante, un cero a la izquierda¡±. Watch the Throne celebra la huida de dos hombres de ese c¨ªrculo de negaci¨®n. Pinta el mundo de negro: bar mitzv¨¢s de negros, coches negros, cuadros con j¨®venes negras en el Museo de Arte Moderno; todo negro en todas partes, como si fuese posible erradicar en un solo ¨¢lbum miles de a?os de connotaciones negativas: el negro no ya como la sombra o el dorso o el contrario de una cosa, sino como la cosa misma. Pero vivir esa fantas¨ªa es problem¨¢tico: ¡°Only spot a few blacks the higher I go / What¡¯s up to Will? Shout-out to O / That ain¡¯t enough, we gon¡¯ need a million more / Kick in the door, Biggie flow / I¡¯m all dressed up with nowhere to go. You¡¯re 1% of the 1%¡± [¡±Veo a pocos negros cuanto m¨¢s alto estoy. / ?Qu¨¦ dices, Will [Smith]? ?Saludos, O[prah]! / Pero ellos no bastan: tendr¨ªamos que ser un mill¨®n. / Biggie, patea la puerta con tu flow. / Voy muy elegante, pero ad¨®nde ir no tengo. / Eres el 1% del 1%¡±]. Entonces, ?qu¨¦? ¡°Power to the people, when you see me, see you!¡± [¡±?El poder para el pueblo: cuando me ves, debes verte t¨²!¡±]. Pero no cuela: es Jay-Z quien est¨¢ en Par¨ªs, al fin y al cabo, no los chavales de Marcy Houses, los bloques de protecci¨®n oficial de Brooklyn donde se crio. Y Jay-Z lo sabe. Se altera un poco cuando surge el tema de Occupy Wall Street: ¡°?Qu¨¦ es eso de ¡®ocupar Wall Street¡¯, por qu¨¦ est¨¢is luchando?¡± A Russell Simons, el magnate del rap, le dijo lo mismo: ¡°Yo no voy a ir de p¨ªcnic al parque Zuccotti; no tengo ni idea de qu¨¦ hay que hacer, no s¨¦ de qu¨¦ va toda esta lucha. ?T¨² sabes lo que queremos?¡±
¡±?El poder para el pueblo: cuando me ves, debes verte t¨²!¡±, canta, pero no cuela: es Jay-Z quien est¨¢ en Par¨ªs, al fin y al cabo, no los chavales de Marcy Houses, los bloques de protecci¨®n oficial de Brooklyn donde se crio
Le gustan las cosas claras: ¡°Creo que todos esos asuntos tienen que exponerse con un poco m¨¢s de claridad, en serio. Porque cuando te limitas a decir que ¡®el 1% es esto¡¯, no es verdad. Vale, el 1% que est¨¢ robando y enga?ando a la gente con supuestas hipotecas fijas y todo ese rollo para quitarles luego la casa, eso es criminal, eso est¨¢ mal, pero no ser un empresario: la libre empresa es la base sobre la que se construy¨® Estados Unidos¡±.
Se hace extra?o ver a raperos convertidos en algo parecido a esos viejos pol¨ªticos que se las saben todas (¡±I¡¯m out for presidents to represent me¡± [¡±Quiero presidentes que me representen¡±], rapea Jay-Z), pero ahora cumplen el papel, aunque su retrato no salga en los billetes de d¨®lar. Una gran responsabilidad recae sobre los hombros de estos representantes extraoficiales cuya poes¨ªa tiene, a fin de cuentas, solo cuatro d¨¦cadas. Jay-Z, sin embargo, est¨¢ preparado para asumirla: tiene su admirable Fundaci¨®n Shawn Carter, que beca a chavales desfavorecidos para que puedan estudiar en la universidad; ha hecho declaraciones a favor de los derechos de los homosexuales; coordina festivales de m¨²sica e invierte en tecnolog¨ªas medioambientales. En octubre, sus queridos Nets se instalar¨¢n en el Barclays Center, su nuevo hogar, y tiene instintos pol¨ªticos sagaces, con visi¨®n de futuro: ¡°El otro d¨ªa estaba hablando con mi amigo James, que es de Londres, y de pronto se me ocurri¨® preguntarle: ¡®Oye, pero ?qu¨¦ va a pasar en Londres?¡¯ Eso sucedi¨® como un mes antes de los disturbios. Me pregunt¨®: ¡®?De qu¨¦ hablas?¡¯, y le dije: ¡®La cultura negra de all¨¢ no est¨¢ participando en los cambios pol¨ªticos del pa¨ªs. ?Qu¨¦ va a pasar?¡¯ Me llam¨® cuando estall¨® todo y me dijo: ¡®Mira, la verdad es que no entend¨ª tu pregunta ni me di cuenta de lo oportuna que era hasta ahora¡±.
Pero sigo pensando que los fans del rap comprometido esperan algo m¨¢s de ¨¦l: quiz¨¢ ver en el hip-hop una ruptura definitiva del v¨ªnculo entre la riqueza material y la verdadera libertad. (Aunque no est¨¢ claro por qu¨¦ deber¨ªamos esperar que los raperos se adelanten en eso al resto de Estados Unidos.) Para eso s¨ª que har¨ªan falta ideas avanzadas. Sobre sus propias ambiciones de futuro, dice: ¡°No quiero hacer nada que no sea sincero¡±. Quiz¨¢ el pr¨®ximo horizonte se extienda m¨¢s all¨¢ de la filantrop¨ªa y las colecciones de Maybachs.
Mientras tanto, entre la tropa de base se sigue oyendo el grito de siempre: ¡°?El hip-hop ha muerto!¡±, que en el fondo significa que nuestra versi¨®n del hip-hop (la que conocimos en nuestra juventud) ha quedado atr¨¢s. Pero nada podr¨ªa ser m¨¢s aburrido que uno de esos pelmazos hiphoperos de los noventa. ?Lil Wayne? Prefiero a Ol¡¯ Dirty Bastard. ?Nicki Minaj? Por favor: Foxy Brown es mil veces mejor. ?Odd Future? No, no: wu-tang clan ?forever! Escuchando a Jay-Z ¡ªtan flexible y entusiasta a¨²n, todo o¨ªdos¡ª te das cuenta de que eres como una de esas personas que cree que el jazz muri¨® con Dizzy Gillespie. El camarero trae la cuenta. No os sorprender¨¢ saber que Jiggaman pag¨®. En el ¨²ltimo momento, me acord¨¦ de preguntarle por su familia. ¡°Ah, mi familia est¨¢ de maravilla¡±. ?Y la peque?a? ¡°Ya tiene cuatro meses¡±. ¡°Marcy raised me, and whether right or wrong / Streets gave me all I write in the song¡± [¡±Marcy me crio y, para bien o para mal, / las calles me dieron todo lo que escribo al cantar¡±]. Pero ?qu¨¦ significar¨¢ para su hija Blue crecer en Tribeca, el barrio de moda entre los famosos? ¡°La verdad es que pensaba m¨¢s en eso antes de que naciera. Desde que lleg¨®, he estado descolocado, ?hasta la semana pasada, quiz¨¢?¡± La infancia de su hija no ser¨¢ como la suya, pero se lo toma con tranquilidad: ¡°Discutiremos y nos pelearemos. A m¨ª, mi hermano me daba palizas¡±, dice, pero todo eso le sirvi¨® para afrontar lo que hab¨ªa fuera. ¡°Me iba a meter en peleas, iba a tener que pasar por muchas cosas, y me estaban preparando¡±. Sonr¨ªe: ¡°Ella no tiene que ser dura. Tiene que quererse, tiene que saber qui¨¦n es, tiene que ser respetuosa y una persona con principios¡±. Es un nuevo d¨ªa.
Este ensayo apareci¨® en la edici¨®n del 6 de septiembre de 2012 de ¡®The New York Times Magazine¡¯. Traducci¨®n de Eugenia V¨¢zquez Nacarino.
Con total libertad
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.