Gabrielle Bell: ¡°No s¨¦ vivir sin dibujar¡±
La dibujante, icono de la explosi¨®n del c¨®mic autobiogr¨¢fico estadounidense, se toma ¡°en serio¡± por primera vez a s¨ª misma en el aclamado ¡®Todo es inflamable¡¯, una especie de poderoso ¡®Apegos feroces¡¯ de la vi?eta
Gabrielle Bell naci¨® en Londres, pero sus padres se separaron cuando era tan peque?a que no guarda un solo recuerdo de la city. Lo ¨²nico que recuerda Bell (44 a?os), icono siempre al margen de la explosi¨®n del c¨®mic autobiogr¨¢fico que se vivi¨® en Estados Unidos a finales de los 90 y principios de los 2000, es una casa en mitad de ninguna parte, en Mendocino, California. Y a su madre tratando de no perder la cabeza mientras intentaba mantenerse a flote. ¡°Todo lo que hac¨ªa por aquel entonces era leer y dibujar¡±, recuerda Bell. Est¨¢ en su apartamento, en Brooklyn. Hay una poblad¨ªsima librer¨ªa de c¨®mics a su espalda. No levanta la vista, no mira a c¨¢mara. Juguetea con algo, no deja de hacer cosas mientras habla. ¡°Tengo un severo TDA [trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n], pr¨¢cticamente no puedo hacer nada m¨¢s que dibujar c¨®mics¡±, confiesa al poco de que d¨¦ comienzo conversaci¨®n.
Acaba de publicar su m¨¢s ambicioso trabajo hasta la fecha, Todo es inflamable (La C¨²pula), elogiado a la vez por la mism¨ªsima Joyce Carol Oates y Tao Lin, que ahonda en su simbi¨®tica y a la vez distante relaci¨®n con su madre, a partir de, por primera vez, algo m¨¢s parecido a lo que se tiene por novela gr¨¢fica que al pu?ado de situaciones ¨Dcasi extractos del diario de una no tan atrevida Julie Doucet¨D que acostumbraban a dar forma a sus personal¨ªsimos c¨®mics. Ah¨ª est¨¢n Cecil y Jordan en Nueva York, Voyeurs, y, por supuesto, Afortunada, que reun¨ªan momentos rid¨ªculos, dolorosos o simplemente cotidianos (a menudo de una tristeza desarmante que, en realidad, no eran m¨¢s que botes salvavidas). ¡°No s¨¦ vivir sin dibujar. Quiero decir, necesito colocarme en alg¨²n lugar, y me coloco cuando me dibujo¡±, admite.
¡°Nada me parece soportable si no dibujo¡±, insiste. Por ejemplo, pensemos en Todo es inflamable. Bell recibe una llamada. Es la vecina de su madre. La casa de su madre ha ardido hasta los cimientos por culpa de un descuido con una vela que se le cay¨® encima y que primero le quem¨® los pantalones. Vive en mitad del campo. Lo ha perdido todo. Una vecina le ha dado unas botas porque sali¨® corriendo descalza. Otro, una tienda de campa?a. Est¨¢ viviendo en la tienda de campa?a, feliz, porque tiene tres habitaciones. ¡°Pens¨¦ que ten¨ªa que ir a echarle una mano y sab¨ªa que la ¨²nica manera que ten¨ªa de soportarlo sin fastidiarlo era convirti¨¦ndolo en c¨®mic mientras pasaba. S¨¦ que es de lo m¨¢s inmaduro y narcisista que existe pero no s¨¦ hacerlo de otra manera. Necesito sentir que soy la protagonista de una historia en marcha para actuar como es debido¡±, dice.
Bell no ha le¨ªdo Apegos feroces, de Vivian Gornick, pero como Gornick en su memoir ha sido consciente, mientras escrib¨ªa sobre ella, de que su madre no encaja en ning¨²n tipo de molde del que la ficci¨®n haya hablado jam¨¢s. ¡°En las pel¨ªculas¡±, escribe Bell, ¡°la maternidad suele representarse en un espectro que va de la fr¨ªa, indiferente y ego¨ªsta, hasta la bruja, d¨¦spota y represora, pasando por la m¨¢rtir, sufridora y sacrificada¡±. ¡°La m¨ªa est¨¢ fuera de todo rango¡±, a?ade. La suya, podr¨ªa decirse, se limita a vivir y a dejar vivir, o a sobrevivir y a evitar molestar a nadie con sus problemas. Un poco como la propia Bell. De hecho, su madre parece una versi¨®n ligeramente mayor de s¨ª misma en la historia. ?Necesitaba cerrar alg¨²n tipo de herida? ¡°S¨ª, pero no creo que la haya cerrado. Nada se cierra nunca del todo¡±, dice.
Yo no soy exactamente como me dibujo. Soy un personaje. Cuando empec¨¦, con 20 a?os, era una t¨ªa intensa, s¨²per t¨ªmida, seria, inc¨®moda, y me pint¨¦ como una chica maja, conectada con el mundo, con amigos.
La dibujante se fue de casa a los 17. ¡°Y no me import¨® dejar a mi madre en mitad de una depresi¨®n horrible. Acababa de abandonarla mi padrastro. Estaba muy sola. Necesitaba ayuda pero yo no sab¨ªa c¨®mo ayudarla y me mor¨ªa de ganas de empezar a vivir por mi cuenta. As¨ª que me fui. Siempre me he sentido culpable¡±, relata mirando de reojo a la c¨¢mara del ordenador. ¡°Cuando se le quem¨® la casa y decid¨ª que volver¨ªa y le echar¨ªa una mano fue como volver a aquellos 17 a?os. Y sent¨ª lo mismo. Es decir, que no iba a poder ayudarla. Por suerte, ahora tomo antidepresivos y tengo los c¨®mics. Puedo ayudarla para luego contar que la he ayudado y eso, supongo, me hace de alguna forma m¨¢s capaz que entonces¡±, dice. ¡°En realidad, no podemos ayudar a nadie, no podemos salvar a nadie, solo hacerles la vida un poco m¨¢s f¨¢cil¡±, a?ade.
Pas¨® algo curioso mientras escrib¨ªa y dibujaba esos infinitos viajes de ida y vuelta ¨C cargada con todo tipo de peque?as cosas que pod¨ªan serle ¨²tiles, cruzando literalmente el pa¨ªs con ellas, cruzando, por ejemplo, el pa¨ªs con un escurreplatos ¨C a California desde Nueva York, y es ¡°vida y arte confluyeron por primera vez de una forma que las hac¨ªa casi indistinguibles¡±, dice. Se sinti¨® en extremo c¨®moda explicando esa historia. ¡°Cuando empec¨¦ a dibujar, a los 20 a?os, me obsesion¨¦ con la idea de que una buena novela gr¨¢fica no pod¨ªa tratar sobre mi vida, porque ?qu¨¦ ten¨ªa mi vida de interesante? As¨ª que me pas¨¦ meses dibujando una misma p¨¢gina sin sentido¡±, recuerda. ¡°Le dec¨ªa a todo el mundo que era dibujante y todos quer¨ªan ver lo que hac¨ªa, as¨ª que hice una primera historieta sobre algo que me hab¨ªa pasado, y les encant¨®, pero yo no me la tom¨¦ en serio¡±, dice.
Y as¨ª hab¨ªa seguido un poco, confiesa, hasta Todo es inflamable. ¡°Yo dibujaba, a la gente parec¨ªa que le gustaba, pero a m¨ª siempre me parec¨ªa demasiado f¨¢cil, o poca cosa. Siempre pensaba que lo verdaderamente serio y bueno era la ficci¨®n. Entonces una chica hizo una tesis sobre mi trabajo y el de Julie Doucet y achac¨® al sexismo en el arte el desprecio por lo autobiogr¨¢fico, y me empoder¨® tant¨ªsimo que me dije que lo que hab¨ªa hecho hasta entonces importaba y empec¨¦ a tomarme en serio. Y fue en ese momento cuando escrib¨ª Todo es inflamable, y creo que se nota¡±, explica. Tambi¨¦n le ayud¨® leer a Karl Olve Knausgard. ¡°Leerle ha hecho que considere mi trabajo emocionante. Al final, no es de lo que hablas, es c¨®mo lo haces¡±, dice. ¡°Me fascina, m¨¢s que su d¨ªa a d¨ªa, c¨®mo describe un atardecer, o c¨®mo siente las cosas¡±, dice.
?Y no hay riesgo al convertirse en personaje? ¡°No. Yo no soy exactamente yo. Soy un personaje. Cuando empec¨¦, a los 20, era una t¨ªa intensa, s¨²per t¨ªmida, seria, inc¨®moda, y me pint¨¦ como una chica maja, conectada con el mundo, con amigos. Alguien con quien puede empatizarse. Ment¨ªa, pero a la vez dec¨ªa la verdad. Era quien siempre hab¨ªa querido ser o quien era en realidad, sin todo aquel miedo y horror¡±, contesta. Y en el fondo, era un alguien del pasado. ¡°Estoy cambiando todo el rato, as¨ª que la Gabrielle de la que hablo en un c¨®mic, en el fondo, no tiene mucho que ver conmigo ya cuando ese c¨®mic se publica¡±, a?ade. Los c¨®mics no son para ella, en cualquier caso, ¡°una armadura¡± sino su manera de conectar con el mundo: ¡°No me defienden del mundo sino que son un veh¨ªculo para moverme por ¨¦l¡±.
Otra cosa es c¨®mo llevan los dem¨¢s formar parte de ese otro mundo que inventa para estar en el mundo. ¡°Nada bien¡±, dice. Su amigo Tony, un personaje recurrente en su obra, lo aborrece. ¡°Dice que no es ¨¦l. En realidad, lo que pasa es que no le gusta ser un personaje secundario. Todos queremos ser el h¨¦roe de nuestra historia. Y no perder el control de nuestra imagen. Y cuando escribo sobre ¨¦l, lo pierde. Aunque lo pinte como alguien maravilloso, sigue sin gustarle¡±, asegura. ?Y ha pasado lo mismo con su madre? ¡°S¨ª. No le ha gustado nada. O eso creo. No s¨¦¡±, contesta. Y ahora que se toma en serio su obra, ?ha pensado en revisitar momentos del pasado para rellenar el vac¨ªo de su historia? ¡°No. Vivo en el presente y nada me interesa m¨¢s. Quiero vivir intensamente en el presente, el pasado prefiero olvidarlo¡±.
Todo es inflamable
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