Los fot¨®grafos negros que revolucionaron Harlem
El Whitney de Nueva York re¨²ne las obras de los fundadores del colectivo Kamoinge, que en los a?os sesenta contribuy¨® a modificar la imagen estereotipada de la comunidad afroamericana
A finales de los a?os cincuenta, Adger Cowans era un estudiante de fotograf¨ªa obsesionado con la idea de instalarse en Nueva York. Dos cosas le animaban: escapar del racismo y la segregaci¨®n de la que era v¨ªctima en la Universidad de Ohio y saber que si Miles Davis tocaba en el Carnegie Hall o Thelonious Monk en el Five Spots, ¨¦l podr¨ªa estar all¨ª. ?Habr¨¢ alg¨²n fot¨®grafo negro en la ciudad?, se preguntaba. Siguiendo el consejo de uno de sus profesores contact¨® con Gordon Parks, quien ya trabajaba para la revista Life. Se alojar¨ªa en su casa de White Plains durante todo un verano. Con ¨¦l aprendi¨® a navegar por el mundo; a transformar la energ¨ªa negativa en im¨¢genes poderosas y positivas. A?os m¨¢s tarde compartir¨ªa este esp¨ªritu con sus compa?eros de Kamoinge: un colectivo de fot¨®grafos afroamericanos decididos a modificar la imagen que los principales medios de comunicaci¨®n ofrec¨ªan de la comunidad negra. Juntos quisieron dar cuenta del lugar que su cultura ocupaba en la historia. Su legado, tan individual como colectivo, refleja el poder que puede ejercer el arte dentro de las sociedades.
¡°Ser¨ªa correcto manifestar que el taller Kamoinge, aunque operaba dentro del ¨¢mbito de la negaci¨®n, se forj¨® principalmente dentro de una atm¨®sfera de esperanza y no de desesperaci¨®n¡±, se?alaba Louis Draper, considerado el alma del grupo. Precisamente de la obra de este fot¨®grafo, tan comprometido con la abstracci¨®n como con la aseveraci¨®n pol¨ªtica, parti¨® la idea de la exposici¨®n Working Together: The Photographers of the Kamoinge Workshop, que exhibe el Whitney Museum de Nueva York. La donaci¨®n del archivo de Draper al Museo de Bellas Artes de Virginia (VMFA) dio pie a un exhaustivo estudio del impacto del colectivo dentro de la historia de la fotograf¨ªa de la ¨²ltima parte del siglo XX en Am¨¦rica. Se trata de la primera gran exposici¨®n del grupo y re¨²ne m¨¢s de 140 im¨¢genes pertenecientes a los miembros fundadores colectivo.
Realizadas durante las dos primeras d¨¦cadas de su formaci¨®n en 1963, las fotograf¨ªas re¨²nen retazos del d¨ªa a d¨ªa en Harlem donde reverbera el sonido del jazz. Retratos de los personajes m¨¢s relevantes de su cultura. Tambi¨¦n de la lucha por los derechos civiles y de otros pa¨ªses de donde parti¨® la di¨¢spora africana. De ah¨ª que eligieran como nombre Kamoinge, un t¨¦rmino de la lengua kikuyu (citado por el entonces reci¨¦n nombrado presidente de Kenia, Jomo Kenyatta, en su ensayo Frente al monte Kenia) que se traduce como ¡®grupo de gente trabajando conjuntamente¡¯.
Entre 15 y 20 a?os mayor que la mayor¨ªa de miembros del colectivo, y con una trayectoria ya consolidada, Roy DeCarava pas¨® a ser el primer presidente del grupo, cargo que conserv¨® por solo dos a?os. ¡°A pesar de que todos ten¨ªan una visi¨®n muy diferenciada de la fotograf¨ªa, compart¨ªan y admiraban la est¨¦tica del c¨¦lebre artista¡±, apunta Sarah Eckhardt, comisaria de la muestra. Durante los disturbios de julio de 1964 en Harlem (motivados cuando un afroamericano de 15 a?os fue tiroteado por un polic¨ªa) la revista Newsweek encarg¨® a DeCarava la realizaci¨®n de la portada para uno de sus n¨²meros. El barrio neoyorquino se volvi¨® tan peligroso que ninguno de los fot¨®grafos blancos acostumbrados a cubrirlo reun¨ªa el valor de merodear por sus calles. DeCarava lo resolvi¨® con un plano muy cercano de tres hombres de gesto adusto y ce?o fruncido. Eran Draper y otros dos componentes del taller: Shawn Walker y Ray Francis. Se encontraban de charla en la calle 125 cuando el presidente de su colectivo les pidi¨® que posar¨¢n para ¨¦l. ¡°Chicos, no parec¨¦is lo suficientemente enfadados¡±, les dijo un blanco: se trataba del director art¨ªstico de la publicaci¨®n. Harlem: odio en las calles ser¨ªa el t¨ªtulo en la portada.
¡°La fotograf¨ªa es todo nostalgia¡±, oy¨® la entonces modelo y aficionada a la fotograf¨ªa Ming Smith en una reuni¨®n del colectivo que ten¨ªa lugar en el estudio de Anthony Barboza. Pasar¨ªa a unirse al colectivo en 1972. ¡°Nunca me par¨¦ a pensar sobre qu¨¦ significaba ser una mujer en Kamoinge. Supongo que porque todos eramos artistas¡±, recuerda en un v¨ªdeo que acompa?a a la muestra. ¡°Era un entorno muy puro. Me encontraba segura dentro¡±.
A la clara consciencia, por parte de todos los miembros del grupo, de la fotograf¨ªa como una disciplina art¨ªstica, por derecho propio ¨Den un momento en que eran muy pocas las instituciones que as¨ª lo manifestaban¨D se un¨ªa una tendencia hac¨ªa lo experimental. Esta se hizo m¨¢s manifiesta con los a?os, dando una mayor cabida a planteamientos m¨¢s abstractos y espirituales. ¡°Debes ser capaz de mirarme a m¨ª y ver mi obra¡±, dec¨ªa DeCarava. El jazz desempe?aba un papel central en sus reuniones. El ritmo, el tiempo y la improvisaci¨®n asociados a este g¨¦nero musical se convert¨ªa en una met¨¢fora de la expresi¨®n creativa del grupo. ¡°?Por qu¨¦ John Coltrane practicaba m¨¢s de 13 horas al d¨ªa?¡±, se preguntaba Dan Dawson. ¡°El objetivo estaba en pasar de lo t¨¦cnico a lo espiritual¡±, recuerda.
¡°Tomar una fotograf¨ªa era un acto ritual. Estabas capturando el esp¨ªritu de alguien en ese momento. Por el contrario, cuando eran otros los que observaban mis fotograf¨ªas, me ofrec¨ªa una ventana a su alma¡±. Era invierno cuando, asomado a la ventana de su vivienda, Cowans tom¨® una de sus fotograf¨ªas m¨¢s emblem¨¢ticas. En ella un hombre camina entre la nieve dejando atr¨¢s el rastro de sus pisadas. ¡°Mucha gente la compraba porque se trata de un hombre negro en un mundo blanco¡±, destaca. ¡°Est¨¢ cargada de ese simbolismo. Pero para m¨ª refleja las huellas de un hombre que camina. Uno puede o¨ªrle tararear¡±.
Working Together: The Photographers of the Kamoinge Workshop. Whitney Museum. Nueva York. Hasta el 28 de marzo.
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