Comicios y estropicios
Esta temporada han llegado no pocas biograf¨ªas a las librer¨ªas: Moli¨¨re, Hern¨¢n Cort¨¦s, Luis Vives, Teodora de Bizancio y otra de Lorca
1. Candidaturas
La campa?a electoral para elegir qui¨¦n gobernar¨¢ la Comunidad de Madrid ha sido sucia, confusa, histri¨®nica, amenazante, agotadora como pocas. Se trata de unos comicios importantes para los madrile?os porque, como dec¨ªa el cada d¨ªa m¨¢s moderno Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), ¡°ser gobernado es ser vigilado, examinado, espiado, dirigido, legislado, regulado, etiquetado, adoctrinado, predicado, controlado, evaluado, ponderado, censurado y ordenado¡±, de modo que, si se vota, hay que atarse bien los machos y atenerse a las consecuencias. Cuando alguien (si es que a¨²n) est¨¦ leyendo esta columna apaisada har¨¢ varios d¨ªas que no se publican sondeos: en mi mente ya se confunden y alteran los nombres de los contendientes, los grafemas que los forman han ido cambiando de lugar, como tantas de las cosas que proclaman sus titulares. Hasta este momento, la favorita de los sondeos sigue siendo la muy derechosa y castiza Zaida Suyo, a la que los sondeos no conceden mayor¨ªa absoluta, pero casi: de no obtenerla, tendr¨ªa que gobernar con la m¨¢s bien parda y aguerrida Ominosa Coterroi, habida cuenta de que ya casi nadie da un duro (aunque siempre hay margen para la sorpresa) por el muy edulcorado y pretendido centrista Dude Blam¨®n. En el lado de all¨¢ no van las cosas muy all¨¢: el m¨¢s bien desdibujado Blendo Gagali¨®n gir¨® repentinamente a su izquierda para colocarse cerquita del pel¨ªn desaforado Sabilia (nombre epiceno) Golpes, una especie de Nech¨¢yev de baja intensidad a quien las encuestas dejan en bastante mal lugar, sobrepasado por la novel Graca Minoica, estrella ascendente y tirando a socialdem¨®crata. Adobando este panorama, hemos tenido cruce de insultos, misivas con balas (me abstendr¨¦ de comentarios para no ser acusado de blanquear el fascismo), navajas sangrientas remitidas y zumbadas (como en las pelis baratas del canal Dark), espantadas ante la audiencia y salidas de tono, debates abortados, cordones sanitarios, presentadores y tertulianos vociferantes, etc¨¦tera. Toda la panoplia propia de una democracia a¨²n biso?a y permanentemente puesta en cuesti¨®n por quienes no se la creen del todo y desean adjetivarla. Leo en Lo que est¨¢bamos buscando (Anagrama), un librito con sugerentes fragmentos pand¨¦micos de Alessandro Baricco, que Jung, otro ¡°disc¨ªpulo traidor¡±, predijo el ¡°ascenso al poder de Hitler simplemente escuchando los sue?os de sus pacientes en los a?os inmediatamente anteriores al advenimiento del nazismo¡±. Le tengo que preguntar a mi psicoanalista si, escuchando a sus analizandos (¡°pacientes¡±), ya hab¨ªa previsto lo de la escalada de tensi¨®n pol¨ªtica, lo de los sobres con balas y navajas, lo del mal funcionamiento de los esc¨¢neres, lo de los bares-fans de la presidenta. Qui¨¦n sabe: quiz¨¢s el psicoan¨¢lisis constituya el mejor de los sondeos. Para los interesados en saber si siempre hemos sido tan proclives a los discursos inquisitoriales y apod¨ªcticos, les recomiendo Historia de la tolerancia en Espa?a (C¨¢tedra), un reader coordinado por Ricardo Garc¨ªa C¨¢rcel y Eliseo Serrano. La cita tan (pre)marcusiana de Proudhon se encuentra en Idea general de la revoluci¨®n en el siglo XIX (editorial Stirner). Respecto a la figura del revolucionario y nihilista Nech¨¢yev, autor del Catecismo del revolucionario (1868), lo mejor es recrearla mentalmente a partir de la figura de ficci¨®n de Piotr Verjovenski, protagonista de la imprescindible Los demonios (1871-1872), de Dostoievski (ediciones en Alba, Alianza, Penguin, etc¨¦tera).
2. Unas vidas
Cuando era peque?o, alguien crey¨® hacerme un favor regal¨¢ndome el edificante libro Cuando los grandes hombres eran ni?os, del prol¨ªfico Fernando D¨ªaz-Plaja. Por supuesto, no recuerdo algo semejante a la infancia de las grandes mujeres, supongo que porque, salvo la Virgen y Agustina de Arag¨®n, nadie pensaba que las hubiera. En todo caso, de entonces me viene el gusto por las biograf¨ªas. Y esta temporada han llegado no pocas a las librer¨ªas. Entre las que he podido hojear o leer a saltos destaco el Moli¨¨re (C¨¢tedra) de Georges Forestier, centrado sobre todo en los comienzos del autor de Tartufo; el Hern¨¢n Cort¨¦s (Cr¨ªtica) de Esteban Mira Caballos, que quiere sustituir como ¡°biograf¨ªa del siglo XXI¡± a la can¨®nica de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez (FCE, 1990); el Luis Vives (Taurus) de Jos¨¦ Luis Villaca?as, que intenta limpiar el pensamiento del fil¨®sofo de la caspa nacionalcat¨®lica y franquista; Las mil caras de Teodora de Bizancio (Reino de Cordelia), de Miguel Cort¨¦s Arrese, reconstruye (apoyada en un gran despliegue iconogr¨¢fico) la vida y las intrigas de la m¨¢s poderosa mujer del Imperio Bizantino. Por ¨²ltimo, si desean una biograf¨ªa contada por una de nuestras mejores dibujantes, no se pierdan el Federico (Lumen) de Ilu Ros, un ¨¢lbum estupendo en el que se narra y se pinta sin tapujos y con rigor la peripecia vital de Garc¨ªa Lorca.
3. Grandes cortos
Llevo una temporada queriendo citar aqu¨ª algunos de los libros de (buenos) relatos que pueblan mis suaves insomnios, que es cuando me inclino por su lectura, quiz¨¢s por su menor extensi¨®n y la facilidad para retomarlos. Tray¨¦ndolo todo de regreso a casa (Alfaguara), de Patricio Pron, re¨²ne en torno a tres ejes espacio-vitales relatos de diferente extensi¨®n compuestos (y algunos ahora reescritos) entre 1990 y 2020: resulta un truismo afirmar que su lectura ilustra definitivamente la trayectoria ascendente de uno de los m¨¢s interesantes narradores latinoamericanos de este siglo. A estas alturas es un poco rid¨ªculo, por obvio, recomendar un libro de Alice Munro, incluso si se trata de una recopilaci¨®n tan antigua (1974) como Algo que quer¨ªa contarte (Lumen): simplemente, lean estos 13 hermosos relatos (casi todos de mujeres) llenos de melancol¨ªa, decepci¨®n, paso del tiempo, relaciones. Por ¨²ltimo Abordajes literarios (Adriana Hidalgo) re¨²ne, agrupados en 11 categor¨ªas tem¨¢ticas, cuentos (muchos de ellos rar¨ªsimos) sobre el mar y los marineros, sobre los monstruos que lo pueblan y los naufragios. Y, como dijo Baudelaire, ¡°hombre libre, siempre respetar¨¢s el mar¡±.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.