Ernesto Ferrero: ¡°Un joven escritor no es un pollo de granja¡±
Se traduce al espa?ol el libro en el que este colaborador de Giulio Einaudi describe la edad dorada de una editorial en la que se hu¨ªa de las urgencias y la calidad literaria lo era todo
Giulio Einaudi (Dogliani, 1912-Roma, 1999) era un editor potente que alguna vez llor¨® su decadencia. El retrato que hizo de ¨¦l uno de sus colaboradores m¨¢s cercanos, Ernesto Ferrero, acaba de ser publicado en Espa?a por Trama. Apareci¨® en su pa¨ªs como I migliori anni della nostra vita (Los mejores a?os de nuestra vida) hace m¨¢s de 15 a?os, y aqu¨ª sigue tan campante, en castellano, como La tribu Einaudi, una suma de hechos que constituyen la historia de la editorial que llam¨® por su apellido y que fund¨® en 1933. La dej¨® en manos del grupo Mondadori en 1994.
El libro, dice en el pr¨®logo Manuel Rodr¨ªguez Rivero, est¨¢ escrito ¡°con grandes dosis de admiraci¨®n y una pizca de rencor, que salva el perfil trazado de la mera hagiograf¨ªa¡±. Ferrero, uno de los grandes colaboradores de Einaudi, tambi¨¦n llora al final del libro, de emoci¨®n porque al fin su maestro tiene un rasgo radicalmente humano.
Ahora Ferrero tiene 85 a?os y sigue viviendo en Tur¨ªn, donde estuvo el emporio del editor. A trav¨¦s de Skype, rodeado de libros fatigados por su lectura, se le ve alegre recordando aquella atm¨®sfera en la que conviv¨ªan Cesare Pavese, Natalia Ginzburg, Leonardo Sciascia, Primo Levi, Pier Paolo Pasolini y, entre muchos otros, pero primus inter pares, Italo Calvino, el hombre que marc¨® el estilo (literario) de Einaudi mientras este lo marcaba todo con su personalidad impar.
Aquel tiempo es una reliquia contenida en la historia y tambi¨¦n en este libro, cuyos protagonistas reciben el homenaje, y tambi¨¦n la iron¨ªa, del bi¨®grafo. Entre las p¨¦rdidas, el estilo. Ya ni las editoriales ni los escritores muestran aquella voluntad de estilo que exig¨ªa Calvino, ni la intuici¨®n radical de la que presum¨ªa Einaudi. Ferrero ve ahora ¡°la escritura amenazada¡±. ¡°Hace 40 a?os Calvino ya estaba preocupado por ¡®la bestia del lenguaje¡¯. Y esta enfermedad se ha desarrollado mucho. Hoy se le ha quitado responsabilidad a la palabra. El vocabulario es cada vez m¨¢s pobre; el uso del ingl¨¦s nos hace parecer globales, pero la escritura sufre¡±.
Ese empobrecimiento constituye ¡°una aut¨¦ntica enfermedad de nuestra civilizaci¨®n, porque somos lo que hablamos¡±. Calvino, que constitu¨ªa la piedra de toque del estilo Einaudi, consideraba que el uso del lenguaje era m¨¢s importante para seleccionar una novela que la trama que la sustentara. ¡°Y ahora mire lo que hay¡±, dice Ferrero: ¡°Hoy somos presa de la prisa, de la furia, ?para llegar ad¨®nde? ?Para hacer qu¨¦?¡±.
Hoy el libro interesa menos, lo que interesa es el personaje, que debe ser provocador, divertido, brillante, un ¡®showman¡¯
Ferrero cuenta la historia de Einaudi como si quisiera detenerla, ofrecerla como un lenitivo para la urgencia con la que ahora aparecen y desaparecen genios ef¨ªmeros. ¡°Hoy es muy dif¨ªcil que haya aut¨¦nticos maestros, porque es muy dif¨ªcil madurar. Un joven escritor que escribe un buen libro te ofrece tres o seis meses o como m¨ªnimo un a?o m¨¢s tarde otro que, adem¨¢s, le ha sido requerido a veces por el propio editor. Es un error: el editor debe permitir que este joven escritor madure despacio, no se le puede poner en una cadena de montaje como si fuera un pollo de granja. Hoy no hay tiempo para crecer¡±.
Lo que ahora prevalece, dice, es el modelo ingl¨¦s, ¡°una escritura simplificada, b¨¢sica; la sintaxis ya no interesa a nadie, nadie sabe qu¨¦ es la m¨²sica de escribir, y ni se ense?a¡ Todas las frases son cortadas, para correr, pero ?hacia d¨®nde?¡±. Einaudi, como Gaston Gallimard o, m¨¢s recientemente, Peter Mayer, deten¨ªan esa velocidad diciendo no a unos libros y s¨ª a otros. ¡°Ahora¡±, dice Ferrero, ¡°todos son s¨ªes¡ Si vemos las cartas [de aceptaci¨®n o rechazo] de Calvino u otros einaudianos a autores que hoy se consideran cl¨¢sicos [como Leonardo Sciascia o Primo Levi], vemos que son recensiones muy severas, muy cr¨ªticas. El 70% de las novelas que se publican hoy no se habr¨ªan publicado hace 20 o 30 a?os¡±.
Tampoco la cr¨ªtica literaria, a la que se refiere Ferrero, est¨¢ a la altura de la criba que ser¨ªa necesaria para devolver la sintaxis al orden literario. ¡°Lo que interesa es el personaje, no el libro. El personaje debe ser provocador, divertido, brillante, un showman. El libro interesa menos, porque para leer hay que esforzarse y ahora nadie quiere esforzarse¡±. El resto lo hacen las redes, donde los propios autores se?alan lo que gustan sus obras. ¡°Creo que hoy hay demasiadas ganas de gustar. Necesitamos que lo que hacemos, lo que decimos, lo que escribimos consiga una enorme cantidad de likes. ?Somos ni?os que necesitamos que nos digan qu¨¦ listos somos! Y yo creo que la literatura debe provocar shocks inc¨®modos, debe sacudirnos, plantearnos preguntas, producir en nosotros lo que dec¨ªa Kafka: un hacha rompiendo el mar helado¡ No quiero exagerar, pero hoy veo un af¨¢n de gustar que lleva al escritor a ofrecer una mercanc¨ªa simplificada, de f¨¢cil consumo, que no haga que el lector se esfuerce¡±.
?l convivi¨® con grandes de la literatura italiana, entonces era visible esa grandeza. ¡°As¨ª fue, el ¨²nico que sufri¨® injusticias en el contacto con Einaudi fue Primo Levi, porque creo que fue Pavese, o quiz¨¢ fue Natalia [Ginzburg], quien rechaz¨® su Si esto es un hombre cuando nos lo entreg¨® su autor, aunque luego ser¨ªa publicado por nosotros ?en una colecci¨®n de ensayos, como si no fuese literatura, sino un documento! ?Tambi¨¦n nos entreg¨® unos cuentos que fueron considerados ciencia ficci¨®n. Hizo falta tiempo para entender que Levi era ante todo un grand¨ªsimo escritor¡±.
Pero nadie all¨ª, tampoco Levi, ¡°se comportaba como las estrellas o como los grandes actores, no ten¨ªan poses de divos, no daban pu?etazos en la mesa¡±. En las reuniones de los mi¨¦rcoles, en las que coincid¨ªan, era imposible que Ferrero le discutiera a Calvino y que este lo mandara callar. ¡°Era una familia complicada, pintoresca, a veces conflictiva. Pero habl¨¢bamos el mismo idioma¡±.
?Y Einaudi? ¡°Nunca fue malo; muchos dijeron que era caprichoso o desp¨®tico, pero no eran caprichos gratuitos. Eran arrebatos debidos a que quer¨ªa que todo se hiciera de la mejor manera posible. Buscaba hacer lo que no se hubiera hecho nunca. Ten¨ªa hambre de futuro, y nunca ten¨ªa bastante futuro. Buscaba talentos que estuvieran a punto de brotar. Para ¨¦l, todos los d¨ªas ten¨ªan que ser especiales¡±. Y a?ade: ¡°Era ego¨ªsta y egoc¨¦ntrico, subordinaba todo a la satisfacci¨®n de ese yo. Podr¨ªamos decir que lo supeditaba todo para construir la felicidad, pero tambi¨¦n era una felicidad colectiva, porque ¨¦ramos felices, esta palabra que ya no se puede decir. Nos divertimos mucho. S¨ª, fueron los mejores a?os de nuestra vida, no solo de la vida de Giulio Einaudi, sino de muchos libreros y de muchos lectores. Fueron a?os de gran esperanza, de convicci¨®n de que ¨ªbamos por el buen camino, de estar haciendo lo correcto. Trabajar con ¨¦l fue un premio enorme, algo que te mantiene con vida¡±.
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