Cuento de Mao y el mantero
Hoy los libros de Mao son rarezas desaparecidas de las librer¨ªas (salvo el de las ¡®Citas¡¯, que se vende como simp¨¢tico suvenir de ¨¦poca)
1. Rojeces
Iba yo paseando en plan fl?neur por Atocha y repar¨¦, a ras de suelo, en un mantero que, en vez de falsos pradas o vuittones, exhib¨ªa docenas de libros usados. Lo de siempre: libros astrosos y desguazados de la colecci¨®n Reno (Plaza & Jan¨¦s), algunos antiguos finalistas de los premios Planeta sin su camisa, ejemplares sobad¨ªsimos de la colecci¨®n Biblioteca B¨¢sica Salvat (a?os 1969-1973), etc¨¦tera. Entre todos me llam¨® la atenci¨®n, por su portada naranja con el medall¨®n del Gran Timonel, las Cuatro tesis filos¨®ficas, de Mao Tse-Tung (hoy Mao Zedong), publicadas por Anagrama en 1974 (aprovechando por cierto la traducci¨®n gratuita del Instituto de lenguas extranjeras de Pek¨ªn), cuando Jorge Herralde, como muchos de nosotros, ard¨ªa de puro rojo m¨¢s o menos burgu¨¦s. En aquellos a?os, las librer¨ªas mostraban toda la gama de rojeces y negruras te¨®ricas de la izquierda revolucionaria (incluyendo a los consejistas, tan rojinegros). Hasta mi adorado Godard logr¨® mezclar su fascinaci¨®n por Anne Wiazemsky (por ella hasta yo me habr¨ªa hecho mao¨ªsta) con su devoci¨®n por el Mao de la Revoluci¨®n Cultural (La Chinoise, 1967). Hoy los libros de Mao son rarezas desaparecidas de las librer¨ªas (salvo el de las Citas, que se vende como simp¨¢tico suvenir de ¨¦poca). Incluso los nuevos marxistas-leninistas, como Roberto Vaquero, l¨ªder del partido Reconstrucci¨®n Comunista ¡ªy muy aficionado a la saga de ciencia ficci¨®n Dune (DeBosillo), de Frank Herbert¡ª, ha expresado su desafecci¨®n del mao¨ªsmo en su libro Desmontando a Mao: cuestiones sobre un revisionista (Universidad Obrera), al tiempo que su partido sustitu¨ªa en su logo pentacabez¨®n (los otros cuatro: Marx, Engels, Lenin, Stalin) la efigie de Mao por la de Enver Hoxha, que ese s¨ª que era el bueno. El mantero, que deb¨ªa de tener mi edad, me lo dej¨® por un euro, mientras sonre¨ªa con algo parecido a una vaga complicidad. Lo adquir¨ª no por el texto, sino porque el prologuista, el bi¨®logo y traductor Joan Senent-Josa, un hist¨®rico antifranquista entonces admirador de Mao, agit¨® en mi memoria una oleada de recuerdos y alguna casposa nostalgia. Su pr¨®logo, muy de su ¨¦poca, contiene una frase que no me resisto a transcribirles: ¡°Estos textos filos¨®ficos de Mao (¡) supusieron adem¨¢s un enriquecimiento considerable de la teor¨ªa del materialismo dial¨¦ctico, en particular en lo referente al concepto de contradicci¨®n, n¨²cleo de la dial¨¦ctica¡±. Quod erat demonstrandum.
2. Pessoa
Conoc¨ª a Alvaro de Campos, uno de los heter¨®nimos de Fernando Pessoa, antes que a su creador. Fue hace much¨ªsimos a?os, gracias a la estupenda Antolog¨ªa de ?lvaro de Campos del inolvidable Jos¨¦ Antonio Llardent (Editora Nacional, 1978). De hecho, cuando lo conoc¨ª, Alvaro de Campos estaba mirando por la ventana de su habitaci¨®n mientras se dec¨ªa: ¡°Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo / al Estanco del otro lado de la calle, como cosa real por fuera / y a la sensaci¨®n de que todo es sue?o, como cosa real por dentro¡±/; ese ?lvaro de Campos del extraordinario poema ¡®Estanco¡¯ (Tabacaria, enero de 1928), pesimista y desencantado, fue el primero de mis Pessoas, mi descubrimiento de uno de los poetas m¨¢s grandes del siglo pasado. Si no se domina el portugu¨¦s, a Pessoa conviene leerlo en buenas ediciones biling¨¹es, como la que viene traduciendo y anotando el incansable Juan Barja para la editorial Abada, y cuyo volumen X, dedicado a los Ort¨®nimos de los a?os 1914-1917, se ha publicado recientemente. La obra que dej¨® Pessoa es enorme: despu¨¦s de su muerte se encontraron en un arc¨®n m¨¢s de 25.000 papeles suyos que cambiaron para siempre la valoraci¨®n del poeta. Sobre los muchos Pessoas (heter¨®nimos) que fue Pessoa, sobre su pensamiento pol¨ªtico (una tremenda mezcla de conservadurismo ¡°revolucionario¡±, antiparlamentarismo y aristocratismo imperialista), sobre su vida amorosa, su inter¨¦s por la astrolog¨ªa y el ocultismo ¡ªincluida su relaci¨®n con Alistair Crowley (protagonista con otro nombre de la novela El mago, de Somerset Maughan, 1908)¡ª ya cont¨¢bamos con Extra?o extranjero (Alianza, 1999), una buena biograf¨ªa de Robert Br¨¦chon. Ahora se acaba de publicar en EE UU (Liveright) la monumental (1.000 p¨¢ginas) Pessoa (1888-1935), de Richard Zenith, uno de los grandes especialistas mundiales y traductores del poeta portugu¨¦s, que se ha esforzado, sobre todo, en contrastar su existencia mundana, m¨¢s bien mon¨®tona y poco interesante, con su exuberante vida intelectual. Deseando estoy echarle el ojo.
3. Edici¨®n
No he le¨ªdo en la prensa espa?ola ning¨²n obituario o noticia acerca del fallecimiento, el pasado d¨ªa 4, de David Whitaker que, adem¨¢s de ser durante muchos a?os presidente de la editorial familiar J. Whitaker and Sons, y editor de la prestigiosa revista profesional The Bookseller, fue el verdadero inventor del Standard Book Numbering (SBN), que cuando se hizo internacional se convirti¨® en el ISBN, el ¨²nico e imprescindible identificador universal de cada libro o, para entendernos mejor, la huella dactilar que hace que cada libro publicado en el mundo pueda ser buscado, encontrado o pedido en todos los pa¨ªses. El sistema fue introducido en Reino Unido en 1967 y su ¨¦xito y eficacia hizo que su uso se extendiera r¨¢pidamente. En Espa?a se introdujo en 1972, primero como agencia estatal y, desde finales de 2010, como entidad privada que cobra por sus servicios a los editores que solicitan n¨²meros (que, en la actualidad, constan de 13 d¨ªgitos, lo que los hace compatible con los c¨®digos de barra). El director de la agencia desde su privatizaci¨®n es el antiguo bibliotecario Miguel Jim¨¦nez. Tambi¨¦n relacionado con el comercio del libro, el pr¨®ximo d¨ªa 18 se conmemora el 40? aniversario de la ley francesa del precio fijo, conocida popularmente como la ¡°ley Lang¡± por el nombre del ministro de Cultura (Gobierno Miterrand) que la propuso. Aunque en Espa?a ya exist¨ªa algo parecido desde 1975, la ley definitiva, pensada para proteger a los peque?os libreros y editores no se promulg¨® hasta 2007.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.