Fernando Pessoa abre las puertas de su biblioteca de par en par
La casa museo del escritor portugu¨¦s en Lisboa finaliza su remodelaci¨®n y presenta una exposici¨®n permanente con los libros que pertenecieron al autor
¡°Ventanas de mi cuarto, / cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe qui¨¦n es / (y si supiesen qui¨¦n es, ?qu¨¦ sabr¨ªan?)¡±, se pregunta en el m¨¢s famoso de sus poemas, Tabaquer¨ªa, el ingeniero naval ?lvaro de Campos, heter¨®nimo del genial poeta portugu¨¦s Fernando Pessoa. ?Qu¨¦ saben sobre ¨¦l, en efecto, las personas que desde fuera miran las ventanas del 1? derecha en el n¨²mero 16 de la Rua Coelho da Rocha, el piso de Lisboa en el que vivi¨® Pessoa sus ¨²ltimos 15 a?os? En ese edificio funciona desde 1993 un museo dedicado al escritor, que este s¨¢bado ha reabierto tras un cierre de a?o y medio por remodelaciones y en el que ahora podr¨¢ verse c¨®mo viv¨ªa y c¨®mo era la biblioteca del discreto autor, art¨ªfice en s¨ª mismo de toda una literatura pero de cuya vida se sabe relativamente poco.
La casa museo del poeta ha construido un plano a escala real del apartamento al que lleg¨® en 1920 Pessoa con su madre y sus hermanos y en el que vivi¨® solo durante varios periodos hasta su fallecimiento en 1935 a los 47 a?os por dolencias vinculadas a su afici¨®n al alcohol. En un cuarto interior diminuto en el que apenas cabe un catre y un ba¨²l como el que conten¨ªa los 25.000 folios in¨¦ditos que dej¨® el autor se acomod¨® Pessoa los primeros a?os. En una de las habitaciones exteriores, a la que es probable que se cambiase en una de las etapas en que estuvo sin su familia, est¨¢ ahora expuesta la c¨®moda alta de la que habla en una carta en la que cuenta c¨®mo naci¨® Alberto Caeiro, uno de sus tres principales heter¨®nimos junto a Campos y Ricardo Reis (¡°no es un fil¨®sofo: es un sabio¡±, dice del primero Octavio Paz, uno de los grandes entusiastas de la obra del portugu¨¦s en el mundo hisp¨¢nico; ¡°poeta futurista¡±, ¡°cosmopolita¡± y ¡°dandi vagabundo¡±, define al segundo; ¡°pagano y esc¨¦ptico por convicci¨®n, latinista por educaci¨®n¡±, esboza sobre Reis).
Al lado est¨¢ el estudio, en el que el museo expone la hoja con la ¨²ltima frase que escribi¨® el autor: ¡°I know not what tomorrow will bring¡± (¡°No s¨¦ lo que el ma?ana traer¨¢¡±). Una planta m¨¢s abajo los visitantes podr¨¢n encontrarse con la gran novedad de la casa, alrededor de 1.200 tomos originales en espa?ol, gallego, franc¨¦s, griego, italiano, lat¨ªn, portugu¨¦s y, sobre todo, ingl¨¦s de los m¨¢s de 1.300 que compon¨ªan la biblioteca personal del autor cuando este muri¨®. Buceando un poco entre los lomos de los vol¨²menes se llega a los cinco de una antolog¨ªa de literatura cl¨¢sica griega traducida al ingl¨¦s, de uno de los cuales sale el epigrama de P¨¢ladas de Alejandr¨ªa ¡ª¡±Hoy dejadme vivir bien; nadie sabe lo que podr¨¢ ser ma?ana¡±¡ª que inspir¨® la susodicha ¨²ltima frase del poeta, seg¨²n el cat¨¢logo A biblioteca particular de Fernando Pessoa. El portugu¨¦s la resalta en su edici¨®n de 1916, como se puede comprobar en la versi¨®n digitalizada de las obras disponible en la web del museo, cuyo acceso ha facilitado la instituci¨®n en una pantalla instalada en un costado de la sala. Aunque los libros no se pueden hojear, la experiencia de husmear desvergonzadamente por la biblioteca de uno de los mayores escritores del siglo XX es impagable.
Entre las cuatro filas de libros, dos ediciones r¨²sticas aparecen destacadas: una antolog¨ªa de tapas cobrizas de Walt Whitman publicada en 1895 (dice Harold Bloom en ¡®El canon occidental¡¯: ¡°Pessoa no estaba loco ni era un simple ironista; es Walt Whitman redivivo, aunque un Whitman que da nombres distintos a m¨ª mismo, mi yo real y mi alma, y escribe maravillosos libros de poemas para los tres, as¨ª como un volumen distinto bajo el nombre de Walt Whitman¡±) y un ejemplar de 1910 de los Rubaiyat de Omar Jayam en la c¨¦lebre traducci¨®n al ingl¨¦s de Edward FitzGerald, el vol¨²men m¨¢s anotado de la biblioteca pessoana.
El escritor conoci¨® los cuartetos en un ensayo sobre poes¨ªa persa de Emerson (incluido en Works of Ralph Waldo Emerson, un tomo encuadernado en tela roja ya desva¨ªda y letras doradas de 1902 tambi¨¦n expuesto en el museo), de acuerdo con un ensayo del experto Fabrizio Boscaglia. Pessoa tradujo 42 poemas del libro para una antolog¨ªa que intent¨® publicar infructuosamente y escribi¨® 172 cuartetos bajo la influencia de Jayam-FitzGerald (la mayor¨ªa incluidos en una edici¨®n biling¨¹e que public¨® en 2015 Gallo de Oro). ¡°Omar Jayam fue, no el autor, sino la inspiraci¨®n de FitzGerald¡±, escribi¨® el portugu¨¦s en su ejemplar de los Rubaiyat, donde tambi¨¦n confes¨®: ¡°Los traduje, como los hab¨ªa traducido FitzGerald, con justa y proba improbidad¡±.
Pessoa ten¨ªa alrededor de una veintena de libros en castellano, la mayor¨ªa obras menores o de consulta, con ausencias muy llamativas como el Quijote y el Siglo de Oro espa?ol (si bien lleg¨® a tener las Poes¨ªas sat¨ªricas de Quevedo y Las cien mejores poes¨ªas (l¨ªricas) de la lengua castellana, que recopil¨® Men¨¦ndez y Pelayo, de acuerdo con los investigadores Jer¨®nimo Pizarro, Ant¨®nio Cardiello y Patricio Ferrari). En cambio pose¨ªa las obras completas de Rosal¨ªa de Castro en gallego y una edici¨®n madrile?a del cuento Nochebuena de G¨®gol (seg¨²n Pizarro, el portugu¨¦s tambi¨¦n ley¨® el Zaratustra de Nietzsche en espa?ol).
Otra de las obras editadas en Espa?a, De la dictadura a la rep¨²blica. La vida pol¨ªtica en Portugal, del valenciano Luis Morote, se encuentra destacada en la primera planta del museo, en la secci¨®n dedicada a los heter¨®nimos. Forma parte del grupo de 25 libros que firma como propios Alexander Search, uno de los primeros desdoblamientos de Pessoa. En la misma sala est¨¢n a la vista el ic¨®nico retrato del poeta que pint¨® Jos¨¦ de Almada Negreiros ¡ªun Pessoa anguloso y esbelto que mira hacia el vac¨ªo sentado a la mesa en el rinc¨®n oscuro de un caf¨¦¡ª, los esbozos de los tres heter¨®nimos que el propio Negreiros tall¨® en un mural junto a otras figuras literarias en el p¨®rtico de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa, as¨ª como una m¨¢quina de escribir que us¨® Pessoa en una de las tantas oficinas en las que trabaj¨® como traductor comercial freelance ¡ªubicada, por cierto, a una calle de la Rua dos Douradores, centro vital del asistente contable Bernardo Soares, a quien Pessoa adjudica la segunda parte de su obra magna, el Libro del desasosiego¡ª.
Pessoa no solo trabajaba en el mismo vecindario que su semi-heter¨®nimo (lo llam¨® as¨ª en una carta), tambi¨¦n ten¨ªa en su biblioteca uno de sus libros predilectos, las Reflex?es sobre a l¨ªngua portuguesa, del padre Francisco Jos¨¦ Freire. Dice Soares en el Desasosiego que dorm¨ªa con ese libro en la cabecera de su cama. Asomados a la ventana del piso en el que vivi¨® Pessoa, los visitantes del museo tienen todav¨ªa la oportunidad de jugar con la idea de que est¨¢n viendo algo parecido a lo que vio Soares una ma?ana lluviosa de 1929 en la que le costaba levantarse: ¡°Despert¨¦. El sonido de la lluvia sobresale m¨¢s alto en el exterior indefinido. Me siento m¨¢s feliz. Cumpl¨ª algo que ignoro. Me levanto, voy a la ventana, abro las puertas con una decisi¨®n de gran valent¨ªa. Luz en un d¨ªa de lluvia clara que me ahoga los ojos en una luz p¨¢lida. Abro las propias ventanas de vidrio. El aire fresco me humedece la piel tibia. ?Llueve, s¨ª, pero aunque sea lo mismo es al final tanto menos! Quiero refrescarme, vivir, e inclino el cuello a la vida, lo extiendo por la ventana hacia afuera como hacia el yugo abstracto de Dios¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.