¡°?D¨®nde co?o est¨¢ el bien, eso que uno ha buscado toda la vida?¡±
Los diarios de Chirbes viajan desde el sufrimiento del amante lacerado de?las primeras p¨¢ginas hasta la angustia del creador que se siente perdido y sin salida
¡°D¨®nde co?o est¨¢ el bien, eso que uno ha buscado toda la vida, y de lo que algunos cuerpos parecen enviar se?ales¡±. En 2004, el escritor Rafael Chirbes tiene 53 a?os y est¨¢ muy lejos de aquella esperanzada creencia emersoniana de que la virtud ir¨ªa penetrando, imparable, en el universo entero. Por el contrario, el autor de La buena letra se enfrenta a una sensaci¨®n de fracaso sobre su vida ¡ªni es la primera, ni ser¨¢ la ¨²ltima¡ª, un fracaso que le parece disuelto en una larga pesadilla, al final de la cual no hay m¨¢s que soledad, muchos malestares f¨ªsicos y la conciencia de que su ¨ªntima carrera hacia el ideal, la b¨²squeda de aquellos ¡°p¨¢lidos camaradas¡± que iban a llegar y a redimirle, definitivamente no han acudido a su llamada. Nadie va a socorrerle, est¨¢ solo, y la virtud, en la Valencia del cambio de siglo, dista mucho de rodear al escritor, de modo que no le cabe m¨¢s que dar la cara a la oscuridad y al desasosiego.
El escritor valenciano muri¨® donde naci¨®, en Tavernes de la Valldigna, una poblaci¨®n costera al sur de Valencia, el 15 de agosto de 2015, de un c¨¢ncer de pulm¨®n. Ten¨ªa 66 a?os, una edad prematura para morir, pero qui¨¦n sabe c¨®mo funcionan por dentro las edades. Dej¨® listos para su publicaci¨®n dos valiosos textos: el crudo relato titulado Paris-Austerlitz (Anagrama, 2016), evocaci¨®n de su relaci¨®n con Fran?ois, fallecido de sida en 1992, y sus diarios, preservados de la destrucci¨®n que, sin embargo, llev¨® a cabo con muchos de sus escritos, una vez tuvo conciencia de que le quedaban pocas semanas de vida. No puede decirse que, como lectores, fu¨¦ramos ajenos a la escritura diar¨ªstica de Rafael Chirbes porque en vida hab¨ªa dado a conocer algunas entradas. El primero de sus anticipos se public¨® en El Boomeran(g) en febrero de 2009 y a ¨¦l seguir¨ªan algunos otros aquel mismo a?o. Como si Chirbes tanteara la recepci¨®n que pod¨ªa tener la publicaci¨®n completa de sus diarios, ofreciendo peque?as muestras de los mismos y observando la reacci¨®n que causaban. Lo subraya Fernando Valls en el documentado pr¨®logo (uno de ellos, el otro, de corte m¨¢s impresionista, est¨¢ escrito por Marta Sanz) a Diarios. A ratos perdidos 1 y 2. Los n¨²meros tienen sentido porque al parecer son seis los conjuntos diar¨ªsticos que se conservan, cada uno de los cuales agrupa diversos cuadernos. Se publican ahora los dos primeros, escritos entre 1984 y 2005, aunque revisados por el autor posteriormente y as¨ª consta en algunas anotaciones, incluidas en cursiva.
Chirbes contra Chirbes (y contra todos)
Confieso que he quedado fascinada por el desgarro de su voz, por el profund¨ªsimo interior del que brota su escritura dirigida a nadie (al menos en un principio) y sin ninguna intenci¨®n de competir con nadie ni con nada. Apenas hay referencias a otros diarios, con la excepci¨®n de los escritos por Carmen Mart¨ªn Gaite y que ¨¦l conoci¨® en su versi¨®n original, dada su amistad con la novelista salmantina. Cuando se publican, los Cuadernos de todo (Debate, 2002) ser¨¢n su referencia y el espejo que estimular¨¢ la viabilidad de los suyos. Unos y otros son caracter¨ªsticos de esa sustancia coloidal que es todo diario, una mezcla no homog¨¦nea de elementos, donde los s¨®lidos conviven con los l¨ªquidos, los muertos con los vivos, los enga?os con las esperanzas, el paisaje con el vac¨ªo. Basta con que alguien se deje llevar por el propio ritmo de su esp¨ªritu y la vivencia del d¨ªa.
Hasta donde se puede deducir de la informaci¨®n facilitada por el propio autor y por los pr¨®logos (parcos en este sentido), Chirbes se refugi¨® en sus cuadernos al menos desde su ruptura con Jes¨²s Toledo, al que conoci¨® en un bar de ambiente en 1983 y con quien vivir¨ªa al l¨ªmite de la destrucci¨®n por espacio de unos meses, tal vez un a?o. Despu¨¦s conocer¨ªa a Fran?ois, y su dif¨ªcil y a veces s¨®rdida relaci¨®n ocupa el centro del primer diario casi por completo, escrito con una franqueza hasta ahora desconocida en el diarismo espa?ol, aunque no en su literatura.
Sin embargo, en el segundo de los libros, iniciado tres a?os m¨¢s tarde (1995), Chirbes parece abrumado por un sentido del pudor que le lleva a cambiar de objetivo: el amor, el sexo, la degradaci¨®n de las relaciones, temas tan presentes en el diario anterior, ceden el protagonismo a la reflexi¨®n literaria y pol¨ªtica, aunque la gran l¨ªnea de su vida es la desolaci¨®n existencial que exuda toda su escritura y que probablemente arranca de la educaci¨®n recibida en diferentes orfanatos, como hijo de ferroviario (la entrada del 24 de octubre de 2004, reconstruyendo brevemente lo que fue de sus compa?eros de colegio, es excepcional). Sin embargo, podr¨ªa resultar decepcionante, despu¨¦s de la intensidad del primer diario, la decidida inmersi¨®n en ideas y libros del segundo, pero no lo es en absoluto. Chirbes analiza a sus autores preferidos ¡ªBalzac, Dostoievski o Hermann Broch (cuya influencia puede apreciarse en la voz narrativa de Los viejos amigos)¡ª y recurre frecuentemente a la anotaci¨®n de citas de otros escritores, pero es que las citas que elige para preservar su lectura del olvido se dir¨ªa que contienen las palabras que lo electrizan porque miran hacia donde ¨¦l querr¨ªa mirar. No sabr¨ªa decir qu¨¦ Chirbes prefiero, si el amante lacerado y absorto de las primeras p¨¢ginas o el hombre que vive con la hond¨ªsima angustia del creador que se siente perdido y sin salida y entonces clava el cuchillo de su pluma hasta el fondo de s¨ª mismo.
Diarios. A ratos perdidos 1 y 2?
Autor: Rafael Chirbes.
Pr¨®logos: Marta Sanz y Fernando Valls.
Editorial: Anagrama, 2021.
Formato: tapa blanda (465 p¨¢ginas, 20,90 euros) y e-book (11,99 euros).
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