¡®El Golem¡¯ de Juan Mayorga: Teatro oscuro para tiempos oscuros

El a?o pasado por estas fechas el Centro Dram¨¢tico Nacional alumbraba el espect¨¢culo que se convertir¨ªa en el gran ¨¦xito de la temporada: El bar que se trag¨® a todos los espa?oles, escrito y dirigido por Alfredo Sanzol. Una comedia luminosa, llena de peripecias que arrancaban carcajadas y con una narrativa transparente. Tres horas de felicidad teatral en plena pandemia que los espectadores agradec¨ªan con ovaciones en cada funci¨®n. As¨ª que el p¨²blico esperaba con muchas ganas el nuevo trabajo de Sanzol. Y a¨²n m¨¢s cuando anunci¨® que ese trabajo iba a ser la puesta en escena de un texto de Juan Mayorga, el autor m¨¢s reputado de la dramaturgia espa?ola actual, que adem¨¢s viene de estrenar otro gran ¨¦xito, Silencio, interpretado por Blanca Portillo. Pero he aqu¨ª que ni Sanzol ni Mayorga son artistas que se apoltronen en lo seguro y no han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de hacer lo que quiera que se espere de ellos, sino m¨¢s bien (deliberadamente o no) lo contrario. El Golem, presentada la semana pasada en el teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid, es una de las piezas m¨¢s complejas y oscuras de Mayorga, con densos parlamentos filos¨®ficos, en muchos momentos inaprensible y sin una pizca de humor. Y lo mismo se puede decir de la propuesta de Sanzol: como si hubiera sido abducido por la negrura de la escritura y completamente a su servicio. Sin complacencias. Vaya aqu¨ª una reverencia para ambos por atreverse a desafiar las expectativas de sus seguidores.

Ya antes de empezar Sanzol avisa. El tel¨®n rojo del Mar¨ªa Guerrero ha sido sustituido por uno negro y sin frunces. Cuando se alza, todo sigue siendo negro. El suelo, las paredes, la atm¨®sfera. Y as¨ª ser¨¢ durante toda la funci¨®n. La luz es mortecina y tambi¨¦n el rostro y las ropas de la joven que vemos en el escenario (la actriz Vicky Luengo) con actitud abatida. Enseguida aparece otra mujer vestida con un severo traje gris (Elena Gonz¨¢lez) y descubrimos que estamos en un hospital cuando esta ¨²ltima propone a la primera un trato: por circunstancias que no se aclaran al p¨²blico, el sistema sanitario del pa¨ªs (no se sabe cu¨¢l) ha colapsado y es necesario suspender el tratamiento del marido de la joven (El¨ªas Gonz¨¢lez), pero se mantendr¨¢ si ella accede a memorizar unas palabras. La oferta es tan rara que nos sumerge de lleno en el ¨¢mbito de lo fant¨¢stico, reforzado por un marcado tono de suspense, m¨²sica hitchcockiana (compuesta por Fernando Vel¨¢zquez) y una atm¨®sfera sonora inquietante y omnipresente (dise?ada por Sandra Vicente). Nos introduce igualmente en el terreno de la distop¨ªa: los personajes se refieren a menudo al estado de confusi¨®n que reina en las calles, el miedo y la incertidumbre parecen haberse apoderado de los ciudadanos. Es admirable c¨®mo se combina todo eso en el espect¨¢culo y la tensi¨®n sostenida que se deriva de esa fusi¨®n.

Mayorga escribi¨® la obra en 2015 partiendo del mito del jud¨ªo del Golem, una criatura de barro que cobra vida cuando se le insuflan unas palabras clave, pero la reescribi¨® hace dos a?os durante el primer confinamiento por la pandemia de covid. Por eso quiz¨¢ algunas partes resuenan con especial fuerza. Reverbera tambi¨¦n la novela hom¨®nima de Gustav Meyrink (1915) con su imaginario alucinado y su inquietante mezcla de terror y metaf¨ªsica. El Golem va cobrando vida a medida que el personaje de Vicky Luengo memoriza las palabras que le dictan y que acabar¨¢n posey¨¦ndola. La actriz compone de manera tan minuciosa ese proceso de cambio que al final de la funci¨®n su personaje parece totalmente transformado. El mayor triunfo de cualquier int¨¦rprete. Pero ?por qu¨¦ y para qu¨¦? No lo sabemos exactamente. Estamos tan confusos como la protagonista. Pero eso en realidad da lo mismo: lo que nos proponen Mayorga y Sanzol no es una peripecia vital, sino un viaje intelectual y sensorial por los territorios m¨¢s oscuros del inconsciente. All¨ª donde se alojan las palabras que nos golpean y nos construyen d¨ªa a d¨ªa.

Solo en el mon¨®logo final de la protagonista vislumbramos algo de luz. ?La distop¨ªa quiz¨¢ era una utop¨ªa? Aunque es un discurso inquietante: por un lado, las palabras la emancipan; por el otro, las presenta como un arma y nos anima a usarlas en la guerra por la libertad. Pero el t¨¦rmino ¡°guerra¡± da escalofr¨ªos estos d¨ªas. Ya advertimos que esta no es una obra f¨¢cil.

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