Joachim Trier: ¡°Los mon¨®gamos son los h¨¦roes de nuestro tiempo¡±
Jefe de filas del nuevo cine de autor en Europa, el director noruego estrena ¡®La peor persona del mundo¡¯, retrato de una joven desorientada y vuelta de tuerca tr¨¢gica y melanc¨®lica a la comedia rom¨¢ntica, que le ha llevado a las puertas del Oscar
Al principio de Oslo, 31 de agosto, la pel¨ªcula que lo revel¨® en Cannes all¨¢ por 2011, Joachim Trier coloc¨® un montaje de voces en off de ciudadanos an¨®nimos que recordaban momentos se?alados en sus vidas con el tel¨®n de fondo inalterable de la capital noruega. Entre todos esos testimonios, el director escog¨ªa centrarse en el de su protagonista, un joven depresivo con tendencias ...
Al principio de Oslo, 31 de agosto, la pel¨ªcula que lo revel¨® en Cannes all¨¢ por 2011, Joachim Trier coloc¨® un montaje de voces en off de ciudadanos an¨®nimos que recordaban momentos se?alados en sus vidas con el tel¨®n de fondo inalterable de la capital noruega. Entre todos esos testimonios, el director escog¨ªa centrarse en el de su protagonista, un joven depresivo con tendencias suicidas en proceso de rehabilitaci¨®n, como si quisiera desentra?ar la infinita complejidad que esconde cualquiera de las personas con las que nos rozamos por la calle. Tras dos experimentos un tanto fallidos en tierras lejanas (El amor es m¨¢s fuerte que las bombas, rodada en Nueva York con Jesse Eisenberg e Isabelle Huppert, y Thelma, su desigual incursi¨®n en el cine de g¨¦nero), Trier regresa a casa con La peor persona del mundo, reci¨¦n estrenada en cines. No solo a Oslo, esa ciudad-pueblo ba?ada en la luz industrial que siempre deja un poso de veracidad en su filmograf¨ªa, sino tambi¨¦n al procedimiento narrativo de sus primeras pel¨ªculas: observar una vida al microscopio hasta entender qu¨¦ la convierte en ¨²nica y qu¨¦ en universal. ¡°Efectivamente, quise volver a mis inicios, a los tiempos de mi primer proyecto, Reprise, que rod¨¦ hace 15 a?os. Me daba miedo repetirme, pero me dije que a mi edad ya ten¨ªa derecho¡±, sonr¨ªe Trier, de 47 a?os, desde su casa en Oslo, que al otro lado de la pantalla parece tan di¨¢fana y tan ordenada como su cine.
El proyecto, nominado al Oscar a la mejor pel¨ªcula internacional y al mejor guion original, es un retrato en 12 cap¨ªtulos de Julie, una veintea?era algo desorientada, que ha ido cambiando de vocaci¨®n (m¨¦dica, psic¨®loga, fot¨®grafa) igual que pasaba de un novio al siguiente. Ha encontrado en Aksel, dibujante de c¨®mic brillante y algo egoc¨¦ntrico, al compa?ero ideal. Si no fuera por la diferencia de edad que los separa: ¨¦l quiere hijos, pero ella no se siente preparada. La relaci¨®n se desestabiliza con la llegada de Eivind, un camarero m¨¢s joven y sin grandes pretensiones en la vida, con el que Julie materializa su romance en una bell¨ªsima escena, digna de un musical de Stanley Donen, en la que la protagonista cruza la ciudad con el tiempo detenido para ir al encuentro de su amante. ¡°Era buen momento para rodar esta pel¨ªcula. Tengo la experiencia suficiente y he estado en los dos lados: he sido la persona joven que no quer¨ªa hijos y el hombre mayor que empieza a necesitar descendencia y un hogar. He sido Aksel, pero tambi¨¦n Julie¡±, dice Trier, convertido en uno de los jefes de filas del nuevo cine de autor europeo junto a coet¨¢neos como Yorgos Lanthimos, Ruben ?stlund, Mia Hansen-L?ve, C¨¦line Sciamma, Jessica Hausner o Alice Rohrwacher.
¡°Las redes sociales han limitado la representaci¨®n del ideal rom¨¢ntico. El cine ha intentado reproducir esa visi¨®n, cuando el amor seguramente sea lo m¨¢s complicado que existe¡±
La peor persona del mundo puede ser vista como una vuelta de tuerca a la comedia rom¨¢ntica en su vertiente m¨¢s sofisticada, un g¨¦nero que en manos de Trier se vuelve amargo e incluso tr¨¢gico. ¡°Muchas de las grandes pel¨ªculas de la historia del cine pueden ser entendidas como comedias rom¨¢nticas, de Historias de Filadelfia, de George Cukor, a Annie Hall, de Woody Allen, pasando por el trabajo de ?ric ?Rohmer. Es un g¨¦nero que lo permite todo: ligereza y musicalidad, pero tambi¨¦n una premisa existencial y un profundo trabajo sobre los personajes¡±, responde Trier. ¡°Es un tipo de cine que echo de menos. Hoy veo muchas pel¨ªculas manufacturadas, artificiosas. Yo quer¨ªa rodar, simplemente, una pel¨ªcula humana, que contuviera los dramas y comedias de la vida¡±. Para el director, el verdadero tema de fondo, m¨¢s all¨¢ del retrato ambivalente de una protagonista tan enternecedora como antip¨¢tica, es ¡°la continua negociaci¨®n entre nuestra vida imaginada, la que ten¨ªamos en mente de j¨®venes, y la realidad de la existencia¡±, incluyendo la muerte. ¡°En realidad, no tenemos mucho tiempo por delante¡±, a?ade.
G¨¦nero denostado por su supuesta insustancialidad, la comedia rom¨¢ntica entr¨® en decadencia a finales de los noventa, pero sigue dando muestras de vida inteligente, desde los ejemplos surgidos en econom¨ªas emergentes (como la india The Lunchbox) hasta su renacimiento en la televisi¨®n, de Love (Netflix) a la reciente Starstruck (HBO). Trier explica su ocaso en el cine mainstream por ¡°la homogeneidad de los retratos rom¨¢nticos de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, que no por casualidad coincide con la emergencia de las redes sociales¡±. ¡°Facebook o Instagram han limitado la representaci¨®n del ideal rom¨¢ntico. Lo vemos en esas fotos de pareja acompa?adas de hashtags como ¡®la vida es genial¡¯, ¡®el amor gana¡¯ o ¡®me siento bendecido¡¯. El cine ha intentado reproducir esa visi¨®n, cuando el amor seguramente sea lo m¨¢s complicado que existe¡±, sostiene.
Su pel¨ªcula tambi¨¦n subraya un tab¨² social may¨²sculo, inoxidable por mucho que pasen los siglos: el del adulterio. ¡°Creo, igual que el psicoanalista brit¨¢nico Adam Phillips, que los mon¨®gamos son los aut¨¦nticos h¨¦roes rom¨¢nticos de nuestro tiempo. Son los que resisten ante la posibilidad infinita de hacer swipe, de follar con un n¨²mero ilimitado de personas. No he querido juzgar eso, pero la pel¨ªcula habla de amarse a uno mismo, m¨¢s que de encontrar un compa?ero¡±. Tambi¨¦n de madurar, aunque sea a los 30 o a los 40. ¡°El Bildungsroman cl¨¢sico hablaba de protagonistas que ten¨ªan entre 16 y 20 a?os. Ahora la madurez llega mucho m¨¢s tarde. Incluso es posible que nos sometamos a ese proceso continuamente. Puede que el paso definitivo a la madurez no llegue hasta que nos enfrentamos a nuestra propia muerte¡±, apunta Trier.
¡°Hago todo lo posible por no concentrarme en el argumento. La noci¨®n de trama ha arrasado el cine y la televisi¨®n actuales. El relato no puede dominarlo todo¡±
Tampoco es habitual su gusto por la digresi¨®n, casi un exotismo en el cine actual, tan guiado por lo lineal y lo explicativo, con la notable excepci¨®n de autores como Paul Thomas Anderson, cuya Licorice Pizza es una oda al par¨¦ntesis superfluo (a Trier le encant¨® por ¡°su generosidad¡±). ¡°Me gustan esos directores, como Martin Scorsese, Wes Anderson o Alain Resnais, que usan todos los recursos narrativos posibles para llegar al fondo de lo que quieren contar¡±, expone. ¡°La digresi¨®n refleja la sensibilidad moderna. Supongo que soy el t¨ªpico posmoderno que sigue creyendo que somos seres fragmentados. Yo hago todo lo posible por no concentrarme en el argumento. La noci¨®n de trama ha arrasado el cine y la televisi¨®n actuales. Me encanta una buena historia de detectives, pero no puede ser que el relato lo domine todo¡±. Trier sazona su pel¨ªcula de reflexiones y cap¨ªtulos que la alejan del tri¨¢ngulo amoroso, coraz¨®n narrativo de la historia. Por ejemplo, un mon¨®logo sobre la cultura desmaterializada del presente y el fetichismo por los objetos que rein¨® en otro tiempo, o varias escenas que traducen el conflicto generacional entre sus protagonistas respecto al MeToo y sus ramificaciones. En ese sentido, el retrato de Julie, aplaudido por su complejidad, tambi¨¦n ha despertado alguna cr¨ªtica por el supuesto desd¨¦n o crueldad que desprende la mirada de Trier sobre el personaje, castigado al negarse a ceder a la obligatoriedad de ser madre. Trier se encoge de hombros, escudado en aquella imbatible m¨¢xima flaubertiana sobre Madame Bovary.
Existe, pese a todo, una marcada dimensi¨®n moral en su pel¨ªcula, propia de un escandinavo como Trier. El sentimiento de culpa es constante en su filmograf¨ªa, ligado aqu¨ª a la verg¨¹enza de contar con un inmenso privilegio, el mayor en un planeta en llamas y en guerra, y no saber muy bien qu¨¦ hacer con ¨¦l. ¡°La culpabilidad emana de dos aspectos. Por una parte, la riqueza de Noruega, protoejemplo del ¨¦xito democr¨¢tico y econ¨®mico del que tan orgullosos estamos, aunque sepamos que todo viene del petr¨®leo. Eso explica que no tenga carn¨¦ de conducir: ser¨¢ un gesto in¨²til, pero es mi forma simb¨®lica de canalizarlo¡±, expresa Trier. ¡°En segundo lugar, la herencia del protestantismo escandinavo, siempre tan virtuoso, cuyo sentido de la culpa he asimilado, pese a ser totalmente ateo¡±. Obligatoriamente modesto, el Oscar no le quita el sue?o, aunque al final pregunte si creemos que tiene posibilidades. Todo apunta, para su desgracia, que ser¨¢ el a?o de Drive My Car. ¡°Si gana, lo merecer¨¢. Y tambi¨¦n Flee, que me gust¨® mucho. Ser¨ªa justo¡±. Como le ense?aron en esas ?escuelas n¨®rdicas que abolieron las notas y otros sistemas pedag¨®gicos basados en los premios y castigos, lo importante siempre ser¨¢ participar.
Filmograf¨ªa
'Reprise' (2008)
'Oslo, 31 de agosto' (2011)
'El amor es m¨¢s fuerte que las bombas' (2015)
'Thelma' (2017)
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