Peter Singer: ¡°La consciencia no es un fen¨®meno exclusivo de los humanos, ni siquiera de los primates¡±
El pensador australiano ha pasado de ser el extravagante fil¨®sofo que teoriz¨® el animalismo hace medio siglo a inspirar cambios legales en parlamentos de todo el mundo. Referente de la ¨¦tica actual, publica dos nuevos libros en castellano
Se?oras y se?ores, con ustedes Peter Singer. Este es el hombre que ha convencido a medio planeta de que los animales sienten y padecen el dolor, el fil¨®sofo que ha empujado a algunos Parlamentos a legislar sobre el bienestar animal, el bio¨¦tico que se ha convertido en un referente del pensamiento moral del mundo. He aqu¨ª una mente penetrante y audaz que no ha dudado en defender la eutanasia en los casos en que el ni?o nace con malformaciones y dolores insoportables, pese a lo mal que suena eso para el observador superficial, una especie cada vez m¨¢s com¨²n en nuestros tiempos de frases agudas e ideas obtusas.
Singer, nacido en Melbourne (Australia) hace 75 a?os, es un fil¨®sofo ¨¦tico y pol¨ªtico de amplio espectro, aunque sobre todo es conocido como uno de los fundadores del movimiento por los derechos animales. No estamos aqu¨ª, sin embargo, ante un activista estrecho de miras de los que se preocupan m¨¢s por el bienestar de los animales que por el de sus cong¨¦neres humanos. Su intelecto abarcador no le permitir¨ªa esa simpleza. Su historia personal tampoco.
Hijo de jud¨ªos vieneses que tuvieron que salir pitando hacia Australia en 1938, ha tenido que vivir con el Holocausto grabado a fuego en su biograf¨ªa: tres de sus cuatro abuelos murieron asesinados en los campos de concentraci¨®n nazis poco despu¨¦s de que sus padres se marcharan del infierno europeo. Su animalismo es una postura genuinamente intelectual, no el capricho de un ciudadano aburrido de sus cong¨¦neres. El libro que lo lanz¨® al estrellato filos¨®fico fue Liberaci¨®n animal: Una nueva ¨¦tica para tratar con los animales, publicado en ingl¨¦s en 1975. Lleva 23 a?os ense?ando Bio¨¦tica en la Universidad de Princeton. Estos d¨ªas publica en espa?ol una adaptaci¨®n de El asno de oro, de Apuleyo, un fil¨®sofo romano que ya sent¨ªa una profunda empat¨ªa por los animales en el siglo II de nuestra era. Tambi¨¦n ver¨¢ publicada en breve la edici¨®n espa?ola de Los derechos de los simios.
Charlamos por videoconferencia de los ¨²ltimos avances en la neurociencia de la consciencia, que muestran que esa cualidad que cre¨ªamos exclusivamente nuestra, el pin¨¢culo de la creaci¨®n, no se localiza en la parte delantera del cerebro, que es la que m¨¢s ha crecido durante la evoluci¨®n humana, sino en unas zonas traseras que compartimos con los animales. Ante la pregunta de si ve esto como una confirmaci¨®n de sus teor¨ªas, responde: ¡°S¨ª, pienso que la consciencia se remonta muy atr¨¢s en la historia evolutiva de la Tierra. Su presencia ha sido confirmada en otros mam¨ªferos, y creo que en todos los vertebrados, incluidos los peces, y hasta en ciertos invertebrados. Todos hemos visto el ya famoso documental sobre el pulpo, Lo que el pulpo me ense?¨®, que ha mostrado a la gente que los pulpos son tambi¨¦n seres conscientes, aun cuando su consciencia haya evolucionado de manera independiente a la nuestra. Todas las evidencias que vamos acumulando en neurociencia muestran que la consciencia no es un fen¨®meno espec¨ªfico de los humanos, ni siquiera de los primates, sino que proviene de mucho m¨¢s atr¨¢s en la evoluci¨®n¡±.
El fil¨®sofo admite que nuestra unidad con el mundo animal es una l¨ªnea de pensamiento cient¨ªfico al menos desde el siglo XIX. ¡°Darwin reconoci¨® que no somos una creaci¨®n separada, un punto muy importante, porque en los textos religiosos, como por ejemplo la lectura literal del G¨¦nesis, los humanos somos una creaci¨®n directa de Dios, los ¨²nicos hechos a su imagen y semejanza, los ¨²nicos que poseen un alma inmortal que sobrevive al cuerpo, y mucha gente, Aquino por ejemplo, interpret¨® eso como una negaci¨®n de que tengamos obligaciones con los animales. Solo las tendr¨ªamos con otros seres que posean almas inmortales, y esos solo somos nosotros, los humanos. Pero Darwin mostr¨® que eso es una falacia, puesto que no estamos hechos a imagen de Dios, sino que somos producto de la evoluci¨®n a partir de otros animales. Esa es la percepci¨®n fundamental de Darwin. No somos los amos de los animales, simplemente vivimos en el mismo planeta que ellos, y no tenemos ning¨²n derecho a suponer que nuestros dolores y placeres sean ¨²nicos ni diferentes de los suyos. De hecho, el hinduismo y el budismo no ven una divisi¨®n tan n¨ªtida entre los humanos y el resto de los animales como la que ve el cristianismo¡±.
Hay pensadores ¡ªtal vez la inmensa mayor¨ªa¡ª que no aceptan que los animales sean capaces de sufrir. Singer se impacienta con ellos. ¡°En un sentido filos¨®fico, no podemos estar seguros de que los animales sufren y sienten dolor. El solipsismo es una posici¨®n dif¨ªcil de refutar. Como yo sufro, puedo estar seguro de mi dolor, pero no lo puedo estar del tuyo. Aunque esta idea sea dif¨ªcil de refutar, sin embargo, no me parece veros¨ªmil. Vemos las mismas reacciones de dolor en los animales que en las personas, y basadas en los mismos fen¨®menos nerviosos. Una aspirina o un paracetamol alivian el dolor en humanos y animales por igual. La propuesta de que no son conscientes de su sufrimiento resulta inveros¨ªmil¡±.
¡°Comer¨ªa una hamburguesa hecha de c¨¦lulas madre si ning¨²n animal hubiera sufrido en el proceso¡±
Singer es vegetariano, as¨ª que le suelto mi pregunta favorita para vegetarianos. ?Se comer¨ªa usted una hamburguesa de c¨¦lulas madre? ¡°Comer¨ªa una hamburguesa hecha de c¨¦lulas madre si ning¨²n animal hubiera sufrido en el proceso. No soy vegetariano porque rechace un tipo de c¨¦lulas, sino por el dolor que causa obtenerlas¡±.
Una preocupaci¨®n de los cient¨ªficos es que el movimiento animalista pueda entorpecer los experimentos con animales de laboratorio, que hoy son esenciales para investigar la salud humana. Singer matiza: ¡°No comparto la postura de cualquier grupo animalista que considere que la experimentaci¨®n con animales est¨¢ siempre injustificada. Yo soy un consecuencialista, juzgo lo que est¨¢ bien o mal por sus consecuencias. Pero cuando examino los experimentos con animales encuentro un gran n¨²mero que no son necesarios para la salud o la supervivencia humanas. Para cosm¨¦tica, por ejemplo, o para probar colorantes alimentarios. Hay una hip¨®tesis que vincula la tendencia al estr¨¦s postraum¨¢tico al sufrimiento que esa persona experiment¨® de ni?o, y se intenta demostrar con animales¡±. Algo que supone hacer sufrir a un animal para ver si eso aumenta su tendencia a sufrir ese tipo de estr¨¦s. ¡°Creo que habr¨ªa otras formas mejores de ayudar a la gente con estr¨¦s postraum¨¢tico¡±.
Singer, sin embargo, no matiza en absoluto su rechazo a la lidia. ¡°Las corridas de toros se pueden considerar herederas de los juegos de la Roma cl¨¢sica, donde las fieras se com¨ªan a los gladiadores y a los cristianos. Me resulta incre¨ªble que los toros hayan sobrevivido hasta hoy, pese al rechazo general a que la diversi¨®n del p¨²blico se base en infligir sufrimiento a los animales. Es una tradici¨®n peculiar, y hay tantas otras formas de hacer una fiesta, con todos esos magn¨ªficos equipos de f¨²tbol que ten¨¦is en Espa?a y tanta gente que disfruta vi¨¦ndolos, que yo recomendar¨ªa el f¨²tbol antes que los toros¡±.
Entrevist¨¦ a Singer hace m¨¢s de 20 a?os. Recuerdo que llegu¨¦ a la cita en plan gallito de pelea, con preguntas supuestamente perspicaces del tipo: los humanos hemos inventado los derechos humanos, ?no deber¨ªan los monos inventar los suyos? No llev¨¢bamos ni un minuto de entrevista cuando me di cuenta de lo equivocado que estaba. Era obvio que Singer era un pensador profundo y reflexivo, y no el bocazas devorador de hierba que yo hab¨ªa imaginado. Me atrevo, sin embargo, a repetirle una de las preguntas que le hice entonces: ?deber¨ªan los ordenadores tener derechos humanos? ¡°Alg¨²n d¨ªa deber¨¢n tenerlos¡±, responde, ¡°pero lo cierto es que no estamos m¨¢s cerca de ese d¨ªa ahora que hace 20 a?os. Pese a todos los avances de la inteligencia artificial y la computaci¨®n en estos 20 a?os, seguimos sin ver perspectivas de una m¨¢quina consciente, una capaz de sufrir y de disfrutar de la vida. Cierto, hace 25 a?os no ten¨ªamos un computador que ganara al ajedrez al campe¨®n humano y ahora s¨ª lo tenemos, incluso nos ganan en juegos m¨¢s complicados como el Go. Ha habido grandes avances, aunque en contextos muy limitados. Pero si buscamos una inteligencia artificial general, una que nos permita percibir una mente tan flexible como la nuestra, y capaz de responder al mundo como lo hace la nuestra, a¨²n no existe. Preg¨²nteme en otros 20 a?os¡±. Los dos nos re¨ªmos ante la exigua posibilidad de que esa entrevista se celebre. Bromas de viejos.
¡°En el contexto presente de la invasi¨®n rusa de Ucrania, no hay ninguna justificaci¨®n para que Rusia fuera a la guerra, ni se ha respetado la conducta ¨¦tica sobre c¨®mo luchar en una guerra¡±
Le pido virar ahora hacia Ucrania: ?existe una ¨¦tica de la guerra? ¡°Hay reglas ¨¦ticas de la guerra, y si se observaran por todas las partes en conflicto, las guerras ser¨ªan probablemente menos atroces de lo que son. Hay una ¨¦tica de cu¨¢ndo ir a la guerra y una sobre lo que se puede hacer una vez que has ido. Pero si la pregunta se refiere al contexto presente de la invasi¨®n rusa de Ucrania, no hay ninguna justificaci¨®n para que Rusia fuera a la guerra, ni se ha respetado la conducta ¨¦tica sobre c¨®mo luchar en una guerra¡±.
Le pido que compare este conflicto con la guerra de Irak, que se inici¨® con una invasi¨®n aliada al pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo. ¡°Me opuse a la guerra de Irak en la ¨¦poca, no pensaba que estuviera justificada, ni que George Bush, o Tony Blair para el caso, hubieran dejado terminar su trabajo a los inspectores internacionales que deb¨ªan confirmar la existencia de armas de destrucci¨®n masiva en Irak¡±. Como puede verse, el tercer componente del tr¨ªo de las Azores, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, no ha permanecido en la memoria ni siquiera de la gente mejor informada del mundo. ¡°Esos observadores habr¨ªan establecido que no hab¨ªa pruebas de armas de destrucci¨®n masiva. Bush y Blair estaban ansiosos por derrocar a Sadam, que ciertamente era un dictador despiadado, pero ese solo hecho no justificaba la guerra. El grado de muerte y destrucci¨®n que caus¨® la guerra fue muy superior al que Sadam hubiera podido infligir a su poblaci¨®n en aquel momento¡±.
Por ¨²ltimo, le pido que se pronuncie sobre la pol¨¦mica de si debemos o no mandar armas a los ucranios. ¡°Ucrania ha sido atacada injustamente por un dictador brutal que no permite a su propia poblaci¨®n conocer la verdad. Cualquiera que llame guerra a lo que oficialmente es una ¡®operaci¨®n militar especial¡¯ se expone a penas de c¨¢rcel de 15 a?os. Ucrania es una democracia que respeta los derechos de sus ciudadanos, y pienso que todos los pa¨ªses que apoyan los valores democr¨¢ticos y el derecho internacional deber¨ªan apoyar a Ucrania, y eso incluye enviar armas a los ucranios. La cuesti¨®n m¨¢s dif¨ªcil, mientras el Ej¨¦rcito ruso bombardea las ciudades ucranias, es si responder a la petici¨®n del presidente Zelenski de imponer una zona de exclusi¨®n a¨¦rea, porque eso implicar¨ªa a los pa¨ªses de la OTAN en el conflicto, y eso supone un alto riesgo¡±.
Ya lo ven. Hay en esta mente mucho m¨¢s que monos caricaturizados y periodistas insolentes.
Liberaci¨®n animal?
Autor: Peter Singer.
Pr¨®logo: Yuval Noah Harari.
Traducci¨®n: Cod¨¦s Sanz.
Editorial: Taurus, 2021.
Formato: tapa blanda (392 p¨¢ginas, 17,95 euros ) audiolibro (19,79 euros) y e-book (8,54 euros).
El asno de oro?
Autor: Apuleyo.
Adaptaci¨®n y edici¨®n: Peter Singer.
Traducci¨®n del lat¨ªn: Ellen Finkelpearl.
Traducci¨®n del ingl¨¦s: Julio Hermoso.
Editorial: Ariel, 2022.
Formato: tapa dura (222 p¨¢ginas, 19,90 euros) y e-book (7,99 euros).
Los derechos de los simios?
Autores: Paula Casal y Peter Singer.
Traducci¨®n: Paula Casal.
Editorial: Trotta, 2022.
Formato: tapa blanda (248 p¨¢ginas). Se publicar¨¢ en mayo.
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