Otros turismos (lejos y aqu¨ª cerca)
El turista (en origen un sujeto distinto al viajero) se orienta a visitar y ver ¡®lo que debe ser visto¡¯. Ahora, los buscadores de lo aut¨¦ntico llegan hasta a la Ant¨¢rtida o la Amazon¨ªa
Quien m¨¢s, quien menos, casi todo el mundo tiene ya pensado si se va (y ad¨®nde) o si se queda (solo por necesidad). Desde que Thomas Cook impuls¨® los viajes organizados se disemin¨® el motto de que preparar un viaje es iniciarlo: meterse en internet, consultar rutas, buscar en Booking y otros agregadores alguna de los millones de habitaciones que se reservan cada d¨ªa a lo largo y ancho de este martirizado planeta, forma parte de la excitaci¨®n, del cambio buscado. Para refrescar m...
1. Festivales
Quien m¨¢s, quien menos, casi todo el mundo tiene ya pensado si se va (y ad¨®nde) o si se queda (solo por necesidad). Desde que Thomas Cook impuls¨® los viajes organizados se disemin¨® el motto de que preparar un viaje es iniciarlo: meterse en internet, consultar rutas, buscar en Booking y otros agregadores alguna de los millones de habitaciones que se reservan cada d¨ªa a lo largo y ancho de este martirizado planeta, forma parte de la excitaci¨®n, del cambio buscado. Para refrescar mis ideas acerca de la significaci¨®n (antropol¨®gica, sociol¨®gica, econ¨®mica, medioambiental) de la explosi¨®n tur¨ªstica de nuestro tiempo, me vino muy bien la lectura de El selfie del mundo, de Marco d¡¯Eramo, que Anagrama public¨® a finales de 2020 y que no se difundi¨® demasiado porque a aquellas alturas de la pandemia eran muy pocos los que viajaban. Los especialistas ¡ªBarthes incluido: recu¨¦rdese su estupendo art¨ªculo sobre las Guides Bleu en Mitolog¨ªas (Siglo XXI), un libro que sigue vivo y sugerente a sus 66 a?os¡ª afirman que el turista (en origen un sujeto distinto al viajero) se orienta a visitar y ver lo que debe ser visto; es decir, lo que indican los markers (marcadores), sean estos la tradici¨®n, las gu¨ªas, las pel¨ªculas de moda o los amigos que estuvieron antes all¨ª. La distinci¨®n se estableci¨® cuando algunos turistas m¨¢s cultos o m¨¢s ricos decidieron que lo ¡°aut¨¦ntico¡± era lo que no estaba marcado. El horizonte del mundo tur¨ªstico se alej¨® durante un rato, pero la afluencia hizo que lo no-marcado acabara tambi¨¦n si¨¦ndolo: hasta en la Ant¨¢rtida o en la Amazon¨ªa se encuentran pecios de los buscadores de lo aut¨¦ntico. Tambi¨¦n existe el turismo a la carta: de negocios (Par¨ªs, Londres, Barcelona), religioso o de peregrinaje (Delfos, La Meca, Santiago de Compostela, El Palmar de Troya); de salud (Baden-Baden, Houston, Panticosa), sexual (Bangkok, La Habana, Maspalomas): de hecho, existen tantas especializaciones tur¨ªsticas como deseos y, normalmente, un mismo destino cubre varios, lo que permite segmentar intereses y ahorrar. Un turismo en boga entre los j¨®venes es el de los festivales de m¨²sica, que funcionan en todas las comunidades aut¨®nomas a lo largo de los tres meses del verano: toda la informaci¨®n pr¨¢ctica (incluyendo ¡°tipo de p¨²blico¡± que asiste), en el vadem¨¦cum Festivales de Espa?a, de David Saavedra. Para j¨®venes m¨¢s mit¨®manos y con m¨¢s posibles, el mismo sello acaba de publicar 101 lugares m¨ªticos del rock, de Javier Bardo, en el que se conmemoran y celebran santuarios relacionados con los hist¨®ricos del rock, desde Presley, Joplin o Springsteen a los Stones, Jefferson Airplane o Clash: toda esa m¨ªtica, pero profundamente machista, antig¨¹edad que tanto nos represent¨® en una ¨¦poca en que casi no lo hac¨ªa nadie m¨¢s.
2. Viajes baratos
M¨¢s econ¨®micos resultan los viajes por nuestro entorno: redescubrir nuestra ciudad en una ¨¦poca en que pueden escucharse sus sonidos diferenciados y uno corre menor peligro de ser arrollado por el pu?etero patinete que invade la acera. Hacer de fl?neur, vagar por calles sin prisa ni prop¨®sito, solo al aire que marca el ritmo atenuado de la ciudad, como aconseja el andariego David Le Breton en Caminar la vida (Siruela), el ¨²ltimo de sus libros. O buscarse un destino cercano, cubrir una laguna, averiguar qu¨¦ hab¨ªa ah¨ª antes, qu¨¦ pas¨® en ese barrio. A m¨ª, por ejemplo, la lectura (y las fotos) del estupendo ensayo po¨¦tico Temblor de no ver m¨¢s, de Anne Louyot (Joaqu¨ªn Gallego Editor), me ha animado a hacer una peque?a excursi¨®n por los b¨²nkeres del parque del Oeste, uno de los lugares m¨¢s devastados por las tropas rebeldes durante la Guerra Civil, en cumplimiento de la promesa que hab¨ªa formulado el propio Franco en noviembre de 1936: ¡°Destruir¨¦ Madrid antes que dej¨¢rselo a los marxistas¡±. Y vaya si lo consigui¨®: para comprender la extensi¨®n del castigo vuelvan a echarle un vistazo a la estupenda cartograf¨ªa incluida en Madrid bombardeado (C¨¢tedra, 2021), de Enrique Bordes y Luis de Sobr¨®n.
3. Exteriores
En 1945, cuando todav¨ªa humeaba Berl¨ªn y los reg¨ªmenes fascistas hab¨ªan sido derrotados en Europa y el Pac¨ªfico, hubo quien pens¨® que el siguiente objetivo podr¨ªa ser librar al continente de la dictadura de Franco. En 1946 pareci¨® que se iba a lograr: cierre de la frontera francesa, resoluci¨®n condenatoria de Naciones Unidas, atm¨®sfera internacional de rechazo. Pero a Franco le vino Dios a ver (adem¨¢s de otros prodigios conjurados por su astucia y su baraka) cuando los vencedores europeos dejaron de contemplar a Stalin como un buen socio: el temor al expansionismo sovi¨¦tico fue el supositorio que sirvi¨® para que los aliados dejaran de ver al general espa?ol como un dictador fascista y pasaran a considerarlo un anticomunista no peligroso (para ellos, claro) ¨²til en futuros y nada improbables conflictos con la parte roja del mundo. Franco mataba cada d¨ªa, casi cada hora: si quieren ampliar su conocimiento de la represi¨®n lean el revelador Castigar a los rojos (Cr¨ªtica), de ?ngel Vi?as, Francisco Espinosa y Guillermo Portilla, en torno a la labor del fiscal coronel Felipe Acedo Colunga, el fascista vengativo e inquisidor que marc¨® las pautas del implacable castigo a los vencidos. Pero de eso se hablaba poco en la Europa en reconstrucci¨®n, demasiado preocupada por tener a raya a los rusos y proteger el flanco sur. Si quieren enterarse bien de c¨®mo Franco y sus ministros de Exteriores (desde el elegante pronazi Serrano Su?er hasta los ¡°reformistas¡± L¨®pez Rod¨® y Pedro Cortina, a quien le toc¨® lidiar con la descolonizaci¨®n del S¨¢hara) consiguieron nadar y guardar la ropa, no se pierdan Estrategias de supervivencia (Marcial Pons), de Julio Gil Pecharrom¨¢n, un buen estudio sint¨¦tico sobre la pol¨ªtica exterior del franquismo.
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