Florido Grosso: el injusto olvido del novelista sevillano
Hacia 1974 comienza su declive. Alfonso Grosso practica la literatura alimenticia. Acabar¨ªa renegando de sus ¨²ltimos trabajos
Qu¨¦ pena, qu¨¦ inmensa pena leer el final de aquel novelista sevillano hoy injustamente sumido en el olvido. Muri¨® en una situaci¨®n econ¨®mica muy precaria, seg¨²n su bi¨®grafo ¡ªtuvieron a?os de trato y una muy dif¨ªcil amistad¡ª Julio Manuel de la Rosa. Despu¨¦s de una infancia dif¨ªcil y una juventud marcada por la muerte de sus padres y hermanos a causa de la tuberculosis, adicto voraz al alcohol ¡ªsol¨ªa acompa?arle una copa de co?ac¡ª, intent¨® poner punto final antes de tiempo, padeci¨® demencia senil, alzh¨¦imer, crisis depresiva cr¨®nica. Paseaba su melanc¨®lica mirada con rictus de tristeza en pijama, fumando por el jard¨ªn del psiqui¨¢trico de San Jos¨¦, de los hermanos de San Juan de Dios, de la capital andaluza, donde estuvo un lustro; le¨ªa siempre el mismo libro. Muri¨® a los 77 a?os de un infarto de miocardio en su casa de Valencina de la Concepci¨®n. Militante del PCE (mientras Jorge Sempr¨²n recomendaba a sus camaradas seguir la estela del realismo, todos trataban de imitar a Proust), siempre tuvo la firme creencia en el compromiso cr¨ªtico del intelectual frente a los mecanismos sociales. Pese a ser encuadrado en el socialrealismo ¡ª?la llamada ¡°generaci¨®n de la berza¡±¡ª, quiso ser William Faulkner, quiso ser Norman Mailer. Fue Alfonso Grosso (17 de enero de 1928-11 de abril de 1995).
Grosso pose¨ªa una potente y deslumbrante prosa barroca. ¡°Soy barroco consciente e inconscientemente. Con premeditaci¨®n busco el barroquismo y me mueve mi preocupaci¨®n por el estilo¡±, declar¨® en una entrevista. En opini¨®n de su editor, Carlos Barral, ¡°Grosso, desbordado por una inventiva y una memoria verbales que le hac¨ªan en alg¨²n sentido el mejor dotado de esos narradores ideol¨®gicos¡±, era en esa etapa practicante ¡°de una literatura de taller que le inclinaba a escribir una y otra vez la misma novela, la de las tribulaciones de un jornalero, cambiando en cada libro la profesi¨®n y el marco de referencias del personaje, que una vez era labrador, otra almadrabero, otras desocupado urbano o transportista. Pero tiraban de Grosso hacia la literatura un fino o¨ªdo para la lengua descriptiva y su caliente sensualidad respecto a los sitios y las cosas¡±. Rafael Conte sostuvo: ¡°Escribi¨® algunas de las mejores novelas sociales del momento¡±. Sin embargo, el sevillano se cans¨® del socialrealismo y experiment¨® otra novela, entre la que sobresali¨® Florido mayo, premio Alfaguara 1972, muy valorada por la cr¨ªtica. Su obra cumbre es un mon¨®logo interior de Alberto Gentile, el Artista, con Delia, su amor adolescente; una cr¨®nica familiar, donde se dan pinceladas de no pocos rasgos autobiogr¨¢ficos, jalonada de un sobrado conocimiento de la floresta andaluza y de pasajes taurinos, como la enumeraci¨®n de diestros ca¨ªdos en el albero. Todav¨ªa hoy se puede leer.
El giro copernicano de Alfonso Grosso respecto a la novela se produce despu¨¦s del encuentro en La Habana con Alejo Carpentier en septiembre de 1966. En plena efervescencia castrista, Juan Garc¨ªa Hortelano, Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo y Grosso viajan a Cuba invitados como jurados del Premio Casa de las Am¨¦ricas; tras una cena en el domicilio del autor de El siglo de las luces, el sevillano queda absolutamente abducido y al regresar a Espa?a inicia la escritura de Ines just coming, una novela salpimentada de sensualidad, lujuria, favores carnales, fuego uterino, adulterio, santer¨ªa, ron, jaibolitos, daiquiris, mojitos con matita de yerbabuena y capa de escarcha, al comp¨¢s de guarachas y boleros con la cadencia de los bong¨®s y las maracas. Tiempo de los alzados de la Sierra, tiempo de barbudos y del paso del cicl¨®n In¨¦s por la isla, convertido en hurac¨¢n de moderada y gran intensidad.
En ¡®Guarnici¨®n de silla¡¯ (1970), novela de oscuro argumento, prevalece el lenguaje, el fest¨ªn del lenguaje, el placer del texto
Con Guarnici¨®n de silla (1970), Grosso logra el Premio de la Cr¨ªtica. Novela de oscuro argumento, apenas quebrantado por un haz de luz filtrada, en la que prevalece el lenguaje, el fest¨ªn del lenguaje, el placer del texto. El declive de una familia pudiente se?alada por la muerte, un mortal accidente de tr¨¢fico, la agon¨ªa de una monja y su sepultura en el peque?o cementerio junto a viejos cipreses centenarios, la vacante que deja el paso a la otra orilla, losas sepulcrales, velatorios, duelos, olor a incienso, a cera¡, un sinf¨ªn de enumeraciones relacionadas con el deceso.
Pero hacia 1974 comienza su declive. Grosso practica la literatura alimenticia y escribe una novela al a?o. ?Qu¨¦ insatisfacciones, qu¨¦ incertidumbres, qu¨¦ vacilaciones, qu¨¦ inseguridades le cercaban? ?Qu¨¦ mecanismo se accion¨® para despe?arse por el precipicio? Los recovecos de la mente humana son inescrutables. Con una veintena de narraciones en su haber, el Premio S¨¦samo y finalista del Planeta, el talentoso novelista acabar¨ªa renegando de sus ¨²ltimos trabajos. Quien fue azote de la esmirriada burgues¨ªa local, quien denunci¨® el se?oritismo de la Sevilla eterna, la Ciudad Fluvial, con sus patios enlosados de rojo, sus mecedoras, sus azulejos, sus canarios, sus salones con muebles modern style, sus aljofainas llenas de agua caliente, sus bid¨¦s franceses de cobre ba?ados de porcelana, sus rojos edredones de damasco, sus cortinas de encajes, sus cuadros de n¨¢yades y ninfas¡, muri¨® v¨ªctima de las desdichas o de la incuria.
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