Livia Drusila, la mujer m¨¢s poderosa de Roma, traicionada por 20 siglos de misoginia
Esposa del emperador Augusto, fue descrita como una p¨¦rfida envenenadora. Su imagen ha cambiado mucho en los ¨²ltimos tiempos
Livia Drusila, esposa del primer emperador, Cayo Octavio Augusto, fue la mujer m¨¢s poderosa e influyente de la antigua Roma. Sin embargo, la posteridad ¡ªgracias sobre todo a Robert Graves¡ª le ha reservado una imagen de manipuladora, malvada y despiadada que utilizaba su prodigiosa inteligencia ¡ªeso no se lo niega nadie¡ª para lograr sus p¨¦rfidos prop¨®sitos. La leyenda sostiene que fue responsable de la muerte de su marido, y compa?ero de vida, envenenando los higos directamente del ¨¢rbol con un pincel, porque el emperador no se fiaba de nadie y por eso com¨ªa los frutos de las ramas sin que un catador los probase antes. Su objetivo era que su hijo, el siniestro Tiberio, que no era descendiente de Augusto, sino del primer matrimonio de Livia, heredase el Imperio romano y estaba dispuesta a todo para alcanzarlo.
Nuevos estudios y otra forma de enfocar el pasado han transformado de manera bastante radical la imagen de Livia. Frente a la p¨¦rfida envenenadora de Yo, Claudio o la malvada y ambiciosa esposa de Augusto que aparece en la segunda temporada del cl¨¢sico de HBO Roma, la serie de Sky News de 2021 Domina ¡ªaunque no se ha estrenado en ninguna plataforma, est¨¢ disponible en DVD¡ª ofrece una Livia muy diferente: una mujer fuerte y valiente que tiene que sobrevivir en un mundo de hombres, una mujer a la que nadie se atrever¨ªa a hacer da?o por su fuerza y determinaci¨®n.
¡°No estoy segura de d¨®nde viene su mala fama¡±, responde por correo electr¨®nico Mary Beard, catedr¨¢tica de Cambridge reci¨¦n jubilada y autora de libros como SPQR (Cr¨ªtica) ya convertidos en cl¨¢sicos sobre los cl¨¢sicos. ¡°En parte creo que se la utiliza (de forma mis¨®gina) como explicaci¨®n de cosas que ocurrieron a puerta cerrada en palacio. ?Por qu¨¦ muri¨® X? Ah, porque Livia lo envenen¨®. Seguimos culpando as¨ª a las mujeres, al menos en el Reino Unido. Mira c¨®mo se utiliza a Carrie Johnson para explicar las acciones de Boris. O como se utiliz¨® a Cherie Blair¡±.
Curiosamente, la fama de Livia como malvada es bastante contempor¨¢nea, porque fue venerada en la antigua Roma. ¡°Livia tuvo una buena imagen incluso despu¨¦s del final de la dinast¨ªa Julio-Claudia en el a?o 68 de nuestra era¡±, escribe Anthony A. Barrett en Livia. Primera dama de la Roma imperial (Espasa Calpe, 2004), la principal biograf¨ªa de esta mujer, nacida en el 58 o 59 antes de nuestra era y muerta en el a?o 29, 15 a?os despu¨¦s de su marido. ¡°Galba [primer emperador de la siguiente dinast¨ªa, que sucedi¨® a Ner¨®n en el a?o 68] vio en ella una poderosa imagen de propaganda y acu?¨® diferentes monedas con su efigie. Los cumplea?os de Augusto y Livia se segu¨ªan celebrando bajo Trajano. El nombre de Livia se utilizaba todav¨ªa en el juramento del matrimonio por lo menos un siglo despu¨¦s de su muerte¡±, sostiene este experto en la antigua Roma, autor de biograf¨ªas de Cal¨ªgula, Agripina y Ner¨®n.
En el Museo Arqueol¨®gico Nacional, en Madrid, se conserva una preciosa escultura de Livia, seguramente del a?o 14 de nuestra era, que fue hallada en Paestum (Italia) junto a la efigie de su hijo Tiberio. Ambas se exponen juntas y merecen por s¨ª solas una visita al museo. As¨ª se describe la estatua en el cat¨¢logo del museo: ¡°Livia, que aparece vestida con doble t¨²nica y manto, como las matronas romanas, cubre su cabeza con el manto, o con un velo, indicando que est¨¢ representada como sacerdotisa del colegio de sacerdotes que ella misma asign¨® para el culto al divino Augusto una vez fallecido. Es muy probable que, adem¨¢s, la estatua hubiese ostentado una diadema imperial, apropi¨¢ndose de un elemento que, en tiempo de Tiberio, solo correspond¨ªa a las divinidades. Mediante esta temprana apropiaci¨®n de un motivo de car¨¢cter divino, Livia habr¨ªa buscado plasmar su nueva condici¨®n de Augusta, t¨ªtulo recibido al morir su esposo, probablemente para preparar el terreno a su propia divinizaci¨®n¡±.
Parad¨®jicamente, no fue su hijo Tiberio quien la diviniz¨®, sino Claudio, su nieto, mucho despu¨¦s de su muerte. Robert Graves recre¨® ese momento en una de las escenas m¨¢s bellas y emocionantes de Yo, Claudio, un momento del libro y de la serie que contribuy¨® a cimentar la fama de Livia como asesina y manipuladora y, a la vez, como mujer extraordinariamente inteligente y fuerte. La emperatriz siempre despreci¨® a Claudio, a quien consideraba un tullido, un imb¨¦cil y una desgracia para su familia. Pero aqu¨ª le promete que har¨¢ todo lo posible para que la consideren diosa despu¨¦s de su muerte, algo que obsesiona a Livia porque cree que en caso contrario se pudrir¨¢ en el infierno. A cambio, Claudio le pide que le responda a todas sus dudas para poder escribir en el futuro su historia de Roma.
Livia le confirma que envenen¨® a Augusto, a Agripa, a Lucio, a Marcelo, a Cayo, b¨¢sicamente a cualquiera que fuese un estorbo para la llegada de Tiberio al poder, pero no a Druso, su hijo menor y padre de Claudio, general adorado por sus tropas, firme candidato al trono de Roma reci¨¦n creado, aunque nunca reconocido como tal ¡ªla enorme habilidad pol¨ªtica de Augusto consisti¨® en convertirse en emperador, manteniendo la ficci¨®n de que Roma segu¨ªa siendo una rep¨²blica, con instituciones vaciadas de sentido¡ª.
Tampoco envenen¨® a Germ¨¢nico, el adorado hermano de Claudio, aunque lo hab¨ªa condenado a muerte porque ¡°estaba decidido a restablecer la Rep¨²blica¡±. ¡°Ese republicanismo es una mancha persistente en s¨ª misma¡±, explica el personaje, que en la serie interpreta la extraordinaria Si?n Phillips. ¡°Es in¨²til discutir con ustedes los republicanos. Se niegan a entender que no es posible reintroducir el gobierno republicano en esta etapa, lo mismo que no se puede volver a imponer a esposas y maridos modernos los sentimientos de castidad. Es como tratar de introducir de nuevo la sombra en el reloj de sol: imposible¡±. En esa escena, Livia descubre que su nieto es cualquier cosa menos tonto y Claudio se da cuenta de que no tardar¨¢ en convertirse en emperador.
Perteneciente a una familia que se enfrent¨® a Augusto en las guerras civiles y que tuvo que huir de Roma para evitar las matanzas de las proscripciones, el futuro emperador se enamor¨® de ella cuando la conoci¨®, ambos se divorciaron ¡ªella ten¨ªa un hijo, Tiberio, y estaba embarazada de Druso, y ¨¦l ten¨ªa una hija, Julia¡ª y se casaron. Permanecieron 52 a?os juntos, aunque no tuvieron hijos ¡ªlo que resulta parad¨®jico, porque Augusto impuso una moral conservadora con una especial obsesi¨®n con la maternidad¡ª. Todos los autores coinciden en que sus consejos fueron decisivos en el dise?o imperial de Augusto.
¡°En los seis decenios que abarca el per¨ªodo transcurrido entre la batalla de Accio (que signific¨® el final de la guerra civil) y la muerte de Augusto, el mundo romano se hab¨ªa transformado de arriba a abajo¡±, escribe Guy de la B¨¦doy¨¨re en Domina. Las mujeres que construyeron la Roma imperial (Pasado & Presente, traducci¨®n de David Le¨®n G¨®mez). ¡°Livia hab¨ªa conocido la vida de una arist¨®crata privilegiada, la de una fugitiva y, a continuaci¨®n, la de la mujer m¨¢s influyente del Imperio. Aunque no engendr¨® hijos con Augusto, cada uno de los emperadores julio-claudios que siguieron descend¨ªa de ella. Su poder como esposa de Augusto resultaba complejo, estaba fundado en la colaboraci¨®n que hab¨ªan creado y se expresaba a trav¨¦s de su capacidad para influir en ¨¦l¡±. Su influencia ha permanecido a largo de los siglos, m¨¢s poderosa que cualquier leyenda negra.
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