Marcando territorio

1. Posici¨®n dominante

He pasado bastante tiempo ordenando y clasificando las programaciones que me han enviado algunas editoriales. Visto en conjunto, el panorama literario de la rentr¨¦e est¨¢ lleno de promesas. Este a?o, y teniendo en cuenta las perspectivas econ¨®micas, el temor a que la crisis mute en recesi¨®n y, sobre todo, el vaciamiento general de los bolsillos tras unas vacaciones en las que el personal est¨¢ echando el resto (que me quiten lo bailao, parece ser la consigna), los grandes grupos sacan su artiller¨ªa muy pronto. Antes de que termine agosto, por ejemplo, llegar¨¢ a las mesas de novedades Montevideo (Seix Barral), la ¨²ltima entrega de esa novela ¨²nica, poli¨¦drica y apasionante que lleva escribiendo Enrique Vila-Matas desde hace tiempo; coincidir¨¢ en las librer¨ªas con el primer superventas de la temporada, Esclava de la libertad, de Ildefonso Falcones (Grijalbo), una novela de casi 700 p¨¢ginas que transcurre entre la Cuba colonial y esclavista del siglo XIX (con un amo desp¨®tico que se llama Santadoma) y el Madrid del barrio de Salamanca en el XX, donde una descendiente de la esclava de entonces trabaja en una casa de gente bien, cuyo propietario se llama¡­ Santadoma. Por supuesto, y como exigen los tiempos, la novela es, seg¨²n sus editores, ¡°un rendido homenaje al papel de las mujeres en su lucha por la justicia y la libertad¡±. Sin tener nada que ver, los paratextos argumentales me recuerdan lejanamente, muy lejanamente, a la estupenda novela de Berta Vias Mahou La voz de entonces (Lumen). Falcones, que se dio a conocer universalmente por su bombazo La catedral del mar (2006), lleva vendidos m¨¢s de 10 millones de ejemplares de su obra en todo el mundo. De modo que tanto Planeta (Seix Barral) como Penguin Random House (Grijalbo), los dos grupos dominantes en el terreno de la ficci¨®n, marcan el territorio incluso desde el final del verano.

2. Prohibido

Supongo que a mi madre le debi¨® de gustar bastante El cuaderno prohibido, la novela de Alba de C¨¦spedes (1911-1997) que Seix Barral publicar¨¢ (traducida por Isabel Gonz¨¢lez Gallarza) el 31 de agosto con tratamiento de novedad, y despu¨¦s de haber antepuesto al t¨ªtulo el art¨ªculo determinado masculino que para nada figuraba en la edici¨®n original (Quaderno proibito, Mondadori, 1952). Imagino que le debi¨® de agradar su lectura porque en su biblioteca hab¨ªa dos ejemplares: uno de la primera edici¨®n espa?ola, de Jos¨¦ Jan¨¦s, de 1958; el otro era una edici¨®n (1973) barata de la colecci¨®n Reno (tambi¨¦n de Jan¨¦s), con una sobrecubierta horrorosa y ¡°existencialista¡± m¨¢s bien disuasoria. En ambos casos, la traducci¨®n la firmaba Rosa S. Naveira. Hubo otra edici¨®n m¨¢s reciente, tambi¨¦n con el art¨ªculo antepuesto y traducci¨®n de Pepa Linares, publicada por Contrase?a. Alba de C¨¦spedes, hija de cubano (su padre lleg¨® a ser presidente interino de la Rep¨²blica de Cuba durante un mes) e italiana, fue una conocida periodista, escritora, militante antifascista y guionista (suyo es, por ejemplo, el de Las amigas, de Antonioni, de 1955, adaptaci¨®n libre de la novela de Pavese Entre mujeres solas). Ya ven¨ªa extra?¨¢ndome que Quaderno proibito no volviera a reeditarse en este momento de reevaluaci¨®n y reconsideraci¨®n de la literatura femenina. La novela consiste aparentemente en el diario de una mujer de mediana edad en la Roma de los cincuenta que encuentra en ese cuaderno prohibido la manera de desahogarse, de consignar sus sentimientos, sus aceptadas sumisiones, sus enso?aciones, sus problemas (con su marido, con el que lleva 22 a?os y al que le oculta su escritura; con su hija rebelde; con su hijo mayor), todo ello sin quejas, como meras constataciones de una existencia frustrada, reprimida. Una novela sensible, bien estructurada y elegantemente escrita que, como ¡ªsalvando todas las enormes distancias¡ª Nada (1944), de Laforet, podr¨ªa formar parte de una imaginaria biblioteca de novelas introspectivas de mujeres de la ¨¦poca anterior a la emancipaci¨®n y al YouToo.

3. Exilios

Leo en mi voluntario exilio vermont¨¦s Spain in the Hudson (Visor), de Luc¨ªa Cotarelo Esteban, subtitulado (en castellano) Los poetas del exilio republicano espa?ol en Estados Unidos. Si pasamos por alto el nada peque?o detalle de que el fin del prescindible t¨ªtulo ingl¨¦s sit¨²a a Spain como una Atl¨¢ntida sumergida en el r¨ªo que separa los Estados de Nueva York y Nueva Jersey (y que tanto inspir¨® a los pintores iluministas del XIX), lo cierto es que el libro, acad¨¦mico y bien investigado, supone un encomiable esfuerzo por definir el espacio que ocupa en la historiograf¨ªa literaria el legado cultural del exilio espa?ol en EE UU. Cotarelo se ocupa no solo de los focos geogr¨¢ficos desde los que irradi¨® la actividad de los exilados, sino de sus patrones migratorios, sus trayectorias individuales y de grupo, sus relaciones e influencias, su actividad como creadores profesores y administradores. Personalmente (suelo pasar aqu¨ª parte de mis veranos) me interesa sobremanera su an¨¢lisis de la Spanish School de Middlebury College, de la que ya se ocup¨® el profesor Roberto V¨¦guez en su libro In the Green Mountains of Vermont, presentado hace unos a?os en la Residencia de Estudiantes, una instituci¨®n de la que proven¨ªan muchos de sus miembros. Cotarelo hace hincapi¨¦ en el papel aglutinador de esa escuela de verano (la ¡°segunda Magdalena¡±, la llamaba Pedro Salinas en referencia a la instituci¨®n santanderina fundada por Fernando de los R¨ªos), a la que acud¨ªan a ense?ar y socializar exiliados espa?oles dispersos en EE UU, y que a¨²n hoy, un siglo despu¨¦s de su fundaci¨®n, sigue formando a profesores y estudiantes de espa?ol. Las memorias de Jaime Salinas (Traves¨ªas, Tusquets; inexplicablemente ausente de la bibliograf¨ªa) y de Manuel Fern¨¢ndez Montesinos (Lo que en nosotros vive, Tusquets), ambos hijos de conspicuos profesores de la Spanish School, proporcionan una visi¨®n m¨¢s cercana y vivida de la escuela en su momento de esplendor.

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