¡®Las madres¡¯: el truco de Carmen Mola sigue funcionando
La cuarta entrega de la serie de la inspectora Blanco recorre el mismo camino trazado desde ¡®La novia gitana¡¯: todo por la trama, el espect¨¢culo y el ritmo
Desde su debut en 2018 con La novia gitana, cuando todav¨ªa su identidad se refugiaba en el misterio, Antonio Mercero, Agust¨ªn Mart¨ªnez y Jorge D¨ªaz, en adelante Carmen Mola, han demostrado que tienen mucho oficio y una forma clara de hacer las cosas. Pol¨¦micas nominativas aparte, por el camino han ganado un millonario Premio Planeta con La bestia y han cosechado con las tres novelas de la inspectora Elena Blanco un buen pu?ado de lectores. Ahora nos llega Las madres (Alfaguara), cuarta entrega de la serie donde vuelven a recorrer el camino trazado desde hace cinco a?os.
En unas p¨¢ginas iniciales bien pertrechadas, Mola despacha el pasado reciente de sus protagonistas (el aficionado quiere saber qu¨¦ ha sido del visceral Rentero o por qu¨¦ se jubila el forense Buend¨ªa), tira del hilo de la tercera entrega (La nena, 2020), repasa el parte de ca¨ªdos en combate y se mete de lleno en la historia que nos ocupa. A partir de ah¨ª el lector habr¨¢ de abrocharse el cintur¨®n, suspender algunas exigencias en seg¨²n qu¨¦ momentos y preparar el est¨®mago. Si en La novia gitana dieron con esa perturbadora imagen inicial (el cad¨¢ver de la joven Susana Macaya con el cerebro trepanado y devorado por los gusanos) aqu¨ª buscan algo parecido: el caso que ocupa a la inspectora Blanco, de nuevo al frente de la BAC, se inicia cuando encuentran en una furgoneta el cad¨¢ver de un hombre eviscerado y con un feto muerto donde antes estaban sus tripas. No es la ¨²nica imagen as¨ª, son historias no aptas para escrupulosos. Es una de sus marcas de la casa.
El estilo de Mola es uniforme, sin rastro de lo que hace cada autor por su cuenta, y el objetivo uno: que la trama avance. A ello est¨¢ supeditado todo: di¨¢logos, descripciones, etc. Ellos son guionistas, se nota y hacen gala de ello. El lector que quiera dejarse llevar, tendr¨¢ diversi¨®n e historias bien rematadas. Aqu¨ª, al caso central, una oscura red de vientres de alquiler y explotaci¨®n femenina, le superponen, por un lado, las historias personales que los lectores de la serie reconocer¨¢n y, por otro, una trama secundaria que se come por momentos la principal hasta que se pliegan en una. En esa segunda l¨ªnea argumental, la joven agente Reyes se infiltra en una camarilla de polic¨ªas de la peor cala?a y siente el abrigo de su complicidad. Un tema recurrente de la ficci¨®n policial y m¨¢s todav¨ªa del espionaje llevado aqu¨ª con buena mano. Aprovechan, adem¨¢s, para dar cierto relevo a una inspectora Blanco cansada y al borde del final, casi como desde la primera p¨¢gina de La novia gitana, pero esta vez parece que ser¨¢ la ¨²ltima. Su v¨ªnculo con el subinspector Z¨¢rate est¨¢ roto, su fe en la justicia y en su capacidad para resolver casos y mantener su prestigio, tambi¨¦n. Ha vuelto a beber, sabe que hay demasiados problemas sin remedio, sangra por demasiadas heridas.
Mola ha reconocido que es su obra m¨¢s social. El submundo de los vientres de alquiler, siempre dentro de los l¨ªmites deseables de una novela de acci¨®n, est¨¢ retratado sin ambages. Por eso resultan redundantes las soflamas de Blanco o la voz interior de una de las v¨ªctimas para subrayarlo. Tambi¨¦n hay alguna subtrama con la que juegan de manera demasiado obvia, dejan algo m¨¢s que migas por el camino. Pero nunca pierden el ritmo, que es lo que buscan. Tras un final fren¨¦tico, para el que se guardan una buena sorpresa cuando parec¨ªa imposible que quedara alguna, las ¨²ltimas p¨¢ginas dejan todo abierto para un quinto cap¨ªtulo. Ser¨ªa raro que no lo hubiera. Al fin y al cabo, el truco funciona.
Las madres
Alfaguara 2022
464 p¨¢ginas. 20,90 euros
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