Antonio Ruz, danza ambiciosa e inusitada
¡®Pharsalia¡¯, el nuevo espect¨¢culo del core¨®grafo, explora el concepto de guerra con gran impacto y coherencia
Tal y como est¨¢ la cosa (con la danza contempor¨¢nea y sus numerosas dificultades), resaltar el hecho de que una compa?¨ªa independiente se lance a la creaci¨®n de una obra de gran formato resulta del todo pertinente. Antonio Ruz (C¨®rdoba, 46 a?os) lo ha hecho con Pharsalia, estos d¨ªas en cartel en los Teatros del Canal de Madrid, con preestreno en el teatro del Museo Universidad de Navarra (Pamplona) el pasado 14 de octubre, al que se refiere esta cr¨ªtica. La pieza se vio all¨ª como resultado del acompa?amiento art¨ªstico que esta instituci¨®n ha brindado al core¨®grafo; una f¨®rmula habitual en el departamento de artes esc¨¦nicas del museo, que mantiene una continuada apuesta por la danza.
El montaje, de una hora y media de duraci¨®n, sin descanso ni suspiros (transcurre din¨¢mico y resolutivo), cuenta con 11 bailarines y una escenograf¨ªa y una iluminaci¨®n que suman empaque y determinaci¨®n. Inspirado en el poema del mismo nombre que escribi¨® Lucano en el siglo I para narrar la guerra civil entre Julio C¨¦sar y Pompeyo Magno, el tono ¨¦pico del texto cl¨¢sico parece oportuno en la haza?a de poner en pie este espect¨¢culo ambicioso e inusitado.
La propuesta, como el poema, gira alrededor de la idea de la guerra, pero en este caso, la de aqu¨ª y la de all¨ª, la de de entonces y la de ahora, la del conflicto universal que atraviesa la historia hasta nuestros d¨ªas. Y para ello, se debate el core¨®grafo entre lo literal y lo aleg¨®rico. Pertenecen al primer plano el vestuario, la m¨²sica original y el gesto corporal de una primera parte que incide en el car¨¢cter militar, de manera manifiesta y sin resquicio para el malentendido. Y justo cuando tal composici¨®n de elementos corre el riesgo de anclarse en lo evidente y agotar su significado, la propuesta se despoja de todo ello (de cascos y mochilas, de sonidos de milicia) y transcurre hacia una desnudez expositiva que alcanza la convicci¨®n. Es esta idea de tr¨¢nsito uno de los mayores aciertos de Pharsalia. Sin rupturas, el trabajo discurre por lo que puede verse como un pr¨®logo y varios actos, en los que los dispositivos esc¨¦nicos (la luz, la m¨²sica y, por supuesto, los bailarines) avanzan en una n¨ªtida coherencia.
La propuesta se inspira en el poema ¨¦pico de Lucano, del siglo I, que narra la pugna entre Julio C¨¦sar y Pompeyo Magno
Si bien se trata de un espect¨¢culo en el que todos los componentes que lo configuran lucen de manera precisa, destacan dos de ellos por su contundencia: la escenograf¨ªa y los int¨¦rpretes. La primera, firmada por Alejandro And¨²jar, un artefacto que comienza siendo suelo, luego paisaje y m¨¢s tarde, casi enseguida, c¨¢psula de campa?a o burbuja existencial, aporta enjundia esc¨¦nica y nuevos significados. Construye distancia con el p¨²blico, pero tambi¨¦n cercan¨ªa, desasosiego, como la propia guerra. Los segundos, los 11 int¨¦rpretes (seis mujeres y cinco hombres), la mayor¨ªa tambi¨¦n creadores de sus propias compa?¨ªas, son la fuerza mayor y pieza absolutamente clave por el despliegue de personalidades y capacidad. Autor de un discurso coreogr¨¢fico ecl¨¦ctico (ninguno de sus montajes se parecen entre s¨ª), el Antonio Ruz de Pharsalia se presenta como un core¨®grafo m¨¢s libre y emancipado que abraza el arrojo con acierto.
Pharsalia
Dirección y coreografía: Antonio Ruz. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 23 de octubre.
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