¡®Las personas m¨¢s raras del mundo¡¯: una explicaci¨®n de c¨®mo la cultura cambia el cerebro
El evolucionista de Harvard Joseph Henrich sostiene que los ciudadanos occidentales son los humanos m¨¢s extra?os del planeta debido a la alfabetizaci¨®n extensiva de la poblaci¨®n
?Naturaleza o crianza? En ingl¨¦s suena como un trabalenguas: nature or nurture? El debate ser¨¢ seguramente tan antiguo como la humanidad misma ¡ªesta ni?a ha salido a su padre, el chaval es igualito que su abuela¡ª, pero lleg¨® al mundo acad¨¦mico a finales del siglo XIX de la mano de Francis Galton, el primo listo de Charles Darwin. Charles era un cient¨ªfico serio y concienzudo. Su primo Francis era un pol¨ªmata intenso y ansioso por aplicar los principios de la evoluci¨®n para entender las sociedades humanas. Tambi¨¦n invent¨® la eugenesia y el darwinismo social, lo que ser¨ªa suficiente para garantizarle un cap¨ªtulo en la historia universal de la infamia. Pero sus ideas cient¨ªficas, despojadas de interpretaciones pol¨ªticas y econ¨®micas, siguen hoy vivas en la discusi¨®n intelectual. Hasta aqu¨ª la naturaleza.
La crianza alcanz¨® su apogeo unas d¨¦cadas despu¨¦s en la psicolog¨ªa de ?Burrhus Skinner, el influyente conductista que convenci¨® al mundo acad¨¦mico del siglo XX de que el cerebro humano nac¨ªa como una t¨¢bula rasa, una pizarra virgen en la que pod¨ªa escribirse cualquier cosa que dictaran los est¨ªmulos ambientales. Skinner cre¨ªa en la ingenier¨ªa social, hasta el punto de que invent¨® un recinto sellado (Air Crib, o cuna de aire) aislado del sonido, libre de microbios y con aire acondicionado donde cre¨ªa que los beb¨¦s disfrutaban del entorno ¨®ptimo para crecer hasta los dos a?os. Desde su p¨²lpito de Harvard, a mediados del siglo pasado, Skinner ejerci¨® una influencia arrolladora sobre varias generaciones de psic¨®logos que a¨²n hoy permanece inmarcesible. Gen¨¦tica sigue siendo una palabra fea en las aulas de humanidades. Hasta aqu¨ª la crianza.
El extraordinario libro de Joseph Henrich que nos llega ahora, Las personas m¨¢s raras del mundo, editado por la din¨¢mica Capit¨¢n Swing, expone la soluci¨®n al dilema entre naturaleza y crianza con una deslumbrante elocuencia. Resolver una dicotom¨ªa suele exigir subir la escalera y percibir que, desde el balc¨®n del piso de arriba, la contradicci¨®n se desvanece y las dos ideas opuestas se revelan como meras partes de una realidad m¨¢s abstracta, m¨¢s profunda y fruct¨ªfera. No es naturaleza o crianza, sino naturaleza luego crianza y crianza luego naturaleza.
Sin los genes humanos no podemos aprender a leer y escribir. Pero leer y escribir modifican el cerebro. Es el argumento esencial del que emerge este libro de 799 p¨¢ginas. Las personas m¨¢s raras del mundo a las que se refiere el t¨ªtulo somos los ciudadanos occidentales. Una de las principales razones es la alfabetizaci¨®n extensiva de la poblaci¨®n de los pa¨ªses desarrollados, que por desgracia sigue siendo una rareza entre las mil culturas del planeta Tierra. Y ello no se debe a que los occidentales seamos m¨¢s listos de nacimiento, sino a que nuestras sociedades y sistemas pol¨ªticos nos han alfabetizado. Y a que esto ha modificado nuestro cerebro. Crianza luego naturaleza.
El autor es una fuente muy solvente. Profesor y presidente del departamento de Biolog¨ªa Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, antrop¨®logo e ingeniero espacial, ha dirigido equipos de investigaci¨®n sobre el comportamiento de las distintas sociedades humanas. Deduce de su experiencia que los sujetos utilizados en la mayor¨ªa de las investigaciones psicol¨®gicas ¡ªlos ciudadanos occidentales¡ª son muy peculiares. Con un gui?o, los llama WEIRD, que significa raro, pero tambi¨¦n son las siglas inglesas de occidental, educado, industrializado, rico y democr¨¢tico. Su percepci¨®n es importante, porque implica que la psicolog¨ªa actual se basa en una muestra muy sesgada de la especie humana. Los ciudadanos occidentales no son extrapolables al resto de las culturas del planeta.
Las personas m¨¢s raras del mundo no es un libro para neurocient¨ªficos ni para antrop¨®logos. Su objetivo, como deber¨ªa ser el de todo libro, es la poblaci¨®n culta de cualquier tendencia. Aqu¨ª no hay doctrina ni doctrinilla, sino argumentos basados en investigaciones solventes, incluidas las del propio autor. Henrich lleva al lector de la mano por una realidad compleja ¡ªnuestra especie lo es¡ª mostr¨¢ndole el camino no solo hasta sus conclusiones, por chocantes que resulten, sino tambi¨¦n hacia la forma cient¨ªfica de obtenerlas. Esto es en s¨ª mismo una novedad en un panorama ensay¨ªstico demasiado sesgado por las opiniones caprichosas de los autores. Henrich bebe de la tradici¨®n de Jared Diamond, en quien la sensibilidad antropol¨®gica y la creatividad cient¨ªfica conviven sin contradicci¨®n en el balc¨®n del primer piso. Ambos autores son intelectuales de nuestro tiempo que han trascendido las miopes fronteras acad¨¦micas que nos lastran.
Aprender a leer y a escribir modifica el cerebro, y de un modo bien interesante. Un poco por encima y por detr¨¢s de la oreja izquierda ¡ªla regi¨®n occipitotemporal izquierda del c¨®rtex cerebral¡ª moran de forma innata los procesadores especializados en interpretar el lenguaje hablado y reconocer los objetos. El lenguaje hablado est¨¢ ¨ªntimamente asociado a la naturaleza humana y ha representado un papel protagonista en la evoluci¨®n de nuestra especie durante cientos de miles de a?os. La escritura, en cambio, es un invento con poco m¨¢s de 6.000 a?os. La gen¨¦tica no ha tenido tiempo de adaptarse y, por tanto, el cerebro no nace con un ¨®rgano de la escritura incorporado. Pero la cultura crea ese ¨®rgano, all¨ª en medio del lenguaje y el reconocimiento de objetos, un nuevo procesador que se encarga de percibir las letras y las palabras, esos objetos tan especiales.
Las diferencias de las poblaciones occidentales con otras culturas son m¨¢s amplias que todo eso. Los rasgos distintivos se extienden al razonamiento espacial, la atenci¨®n, la memoria, la equidad, la disposici¨®n al riesgo, el reconocimiento de pautas, el pensamiento inductivo y hasta la susceptibilidad a las ilusiones ¨®pticas. La cultura cambia el cerebro, y por eso los occidentales somos las personas m¨¢s raras del mundo. Lean el libro.
Las personas m¨¢s raras del mundo
Autor: Joseph Henrich.
Traducci¨®n: Jes¨²s Negro.
Editorial: Capit¨¢n Swing, 2022.
Formato: tapa blanda (799 p¨¢ginas, 28,50 euros).
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