Bettina Grossman, un enigma tras la puerta 503 del Chelsea Hotel
Un monogr¨¢fico saca a la luz el fascinante universo de la evasiva artista que vivi¨® pr¨¢cticamente en reclusi¨®n en el legendario alojamiento neoyorquino con el fin de dar forma y proteger su obra
Podr¨ªa parecer dif¨ªcil llamar la atenci¨®n dentro del Chelsea Hotel, pero Bettina Grossman (Nueva York,1927-2021) lo consegu¨ªa a diario. As¨ª lo reconoc¨ªan los vecinos del emblem¨¢tico retiro de bohemios en Manhattan. Situado en la calle 83, entre la Octava y la S¨¦ptima avenida, en sus tiempos m¨¢s gloriosos, el alojamiento se promocion¨® como ¡°una parada de descanso para individuos raros¡±. Fue en la habitaci¨®n 205 donde Dylan Thomas, tras alardear de haberse tomado dieciocho whiskys entr¨® en coma cuatro d¨ªas antes de su muerte; en la 211 donde Bob Dylan escribi¨® Sad Eyes Lady of the Lowlands; en la 100 d¨®nde Sid Vicious apu?al¨® a Nancy Spungen, su novia; en su ascensor donde Leonard Cohen conoci¨® a Janis Joplin, lo que pas¨® despu¨¦s lo cuenta una canci¨®n, Chelsea Hotel #2; por all¨ª, tambi¨¦n anduvieron Andy Warhol y Edie Sedgwick, quien prendi¨® fuego a su habitaci¨®n y Arthur Miller cuando se divorci¨® de Marylin Monroe, pero ninguno de ellos llegar¨ªa a pasar tanto tiempo all¨ª y a experimentar tanta soledad como lo hizo Bettina, quien desde 1972, hasta poco antes de su muerte, en 2021, ocup¨® la 503, pr¨¢cticamente en reclusi¨®n.
¡®Instituto de Investigaci¨®n Noumenol¨®gica¡¯, dec¨ªa una de las impresiones que cubr¨ªa la puerta del peque?o apartamento que Bettina manten¨ªa candado con fuertes cerraduras. ¡®Ay¨²denme, me est¨¢n matando¡¯, advert¨ªa otro. ¡°Su habitaci¨®n era como una tumba egipcia¡±, contaba su vecino de pasillo, el pintor Robert Lambert, a The New York Times. ¡°Parec¨ªa una ruina, pero quitabas el polvo y no hab¨ªa nada m¨¢s que hermosos tesoros escult¨®ricos¡±. Una acumulaci¨®n de pinturas, esculturas, fotograf¨ªas y pel¨ªculas de las cuales apenas un peque?o grupo de personas conoc¨ªan su existencia. Algunas de ellas salieron a relucir por primera vez a trav¨¦s de una publicaci¨®n ganadora del premio LUMA Rencontres Dummy Award Arles de 2020: Bettina (Aperture). Es el resultado del empe?o de Yto Barrada, una artista multidisciplinar a quien de forma casi excepcional la elusiva Bettina dio entrada a su fascinante, as¨ª como ca¨®tico, universo. A una forma de entender como se revela el mundo, donde la l¨®gica y la raz¨®n se dan la mano con el misterio de lo inexplicable.
¡°La ¨²nica forma de realizar cosas hermosas como estas es aislarse de la realidad, de los amigos, del embrollo de ah¨ª afuera¡±, aseguraba Bettina. ¡°Y una vez que una se ha aislado y ha permitido que la energ¨ªa divina perfile su ser, no va a permitir que alguien m¨¢s entre en el estudio e interfiera¡±. De origen jud¨ªo, lleg¨® a ser una reconocida dise?adora textil. Las fotograf¨ªas que se conservan de su juventud reflejan el esplendor de una belleza que, aunque escondida entre gre?as, el tiempo nunca lleg¨® a extinguir. Su trabajo la llev¨® a Europa, donde vivi¨® diez a?os, en Par¨ªs. En paralelo a los proyectos textiles, dio rienda suelta a su laber¨ªntica inventiva a trav¨¦s de distintas disciplinas que encuadran su obra dentro del arte conceptual. Le gustaba llamarse simplemente Bettina. En 1965 public¨® una de sus series de fotograf¨ªas en color en la revista Camara 65. Al a?o siguiente, de regreso a Nueva York, un traum¨¢tico acontecimiento marcar¨ªa irrevocablemente su vida: un incendio se llev¨® por delante su estudio de Brooklyn, con su gato y la totalidad de su obra dentro. As¨ª fue como lleg¨® al Chelsea Hotel, donde decidi¨® resurgir de las cenizas y rehacer todo aquello que el fuego hab¨ªa conseguido devorar en tan poco tiempo.
De esta forma hizo de su entorno inmediato, de su habitaci¨®n, del hotel y del vecindario, el sujeto de su obra. Expuso de forma muy ocasional, y a¨²n as¨ª a lo largo de toda su vida se mantuvo en contacto con distintas galer¨ªas y museos. Relaciones que no siempre prosperaban, presa de un af¨¢n excesivo por proteger su obra y de los altos est¨¢ndares de perfecci¨®n que ella misma se impon¨ªa. Sin embargo, eran de estas mismas frustraciones las que en ocasiones alimentaban nuevos caminos. En una ocasi¨®n, asomada al balc¨®n, y pensando en tirarse, comenz¨® a dar forma a una poderosa serie fotogr¨¢fica, atra¨ªda por la sombra que dejaban los viandantes a su paso mientras caminaban leyendo un peri¨®dico, aguantando un paraguas o transportando una mercanc¨ªa. Son figuras que se funden con sus sombras y que se convierten simplemente en formas, al tiempo que nos hablan de lo cotidiano y del trascurrir del tiempo en una ciudad, como lo hacen las distorsiones que fotografiaba en los cristales y las superficies de acero de los edificios cercanos.
Atra¨ªda por la geometr¨ªa y las abstracciones, la gustaba trabajar en series. ¡±Cada proyecto es tambi¨¦n como un libro. Con su propio lenguaje, su propio m¨¦todo de comunicar mi soluci¨®n a esos problemas... De no ser as¨ª, ser¨ªa como otros artistas que buscan solo su autoexpresi¨®n mientras el mundo colapsa a su alrededor y no queda aire ni agua ni tierra ni entendimiento¡±, dec¨ªa la artista.
Tanto en su biograf¨ªa como en su quehacer art¨ªstico se aprecia un m¨¦todo guiado por la construcci¨®n y la deconstrucci¨®n. El continuo eco de nexos que se refuerzan al tiempo que anulan entre ellos y dan paso a otros nuevos alimentando la continuidad de su obra. Un sistema de reducci¨®n que va revelando nuevas calidades. ¡°Lo que con anterioridad permanec¨ªa invisible, puede volverse visible o al menos imaginado¡±, advierte Ruba Katrib en un texto introductorio que incluye el monogr¨¢fico.
El monogr¨¢fico funciona como una peque?a ventana a la mente de la enigm¨¢tica y prol¨ªfica artista. Como la punta del iceberg de una obra que hace posible comprender el alcance de la po¨¦tica, instintiva y a la vez compleja visi¨®n del mundo que abarca. Un arcano que pone en relevancia la importancia que desempe?an las nuevas generaciones a la hora poner en valor el legado de sus antecesores. Al empe?o de Barradas por visibilizar, archivar y evitar la destrucci¨®n de la obra de Bettina, se suma el trabajo de dos cineastas cuya obra tiene a la exc¨¦ntrica norteamericana como protagonista; Corinne van der Borch, directora del documental Girl with Black Ballons (2010) y Sam Bassett, autor de Bettina (2008).
En 2019, la artista emprendi¨® una nueva etapa en su vida, con 92 a?os exhibi¨® su obra junta a la de Barradas en la muestra The Power of Two Suns, organizada en el Arts Center de Governor¡¯s Island. Dos a?os m¨¢s tarde, mientras Bettina mor¨ªa en una residencia de Brooklyn, su obra se expon¨ªa en dos exposiciones colectivas que ten¨ªan lugar respectivamente en el MoMA PS1 y en el MoMA Greater, New York y Artists?s Choice: Yto Barrada- A Raft.
Bettina. Photographs and Works from Bettina Grossman. Aperture. 300 p¨¢ginas. 54 euros.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.