Relato carcelario de un disidente ruso
Ili¨¢ Yashin, condenado por su oposici¨®n a la guerra de Ucrania y a la pol¨ªtica de Putin, narra su traslado a una prisi¨®n a 1.200 kil¨®metros de Mosc¨². En su voz resuena el eco de los grandes escritores del Gulag sovi¨¦tico
El pol¨ªtico ruso Ili¨¢ Yashin descubre una nueva faceta de su personalidad en estos apuntes dedicados a una de las etapas de su traslado hacia los penales del interior de Rusia, tras ser condenado el pasado diciembre a ocho a?os y medio por su firme posici¨®n contra la guerra y por atreverse a mostrar un reportaje de la BBC sobre los cr¨ªmenes cometidos en la localidad de Bucha (Ucrania) durante la ocupaci¨®n rusa.
Consciente de los riesgos a los que se expon¨ªa, el pol¨ªtico, que cumplir¨¢ 40 a?os el pr¨®ximo julio, decidi¨® quedarse en su pa¨ªs y, el pasado abril, en su canal de Youtube, pidi¨® la formaci¨®n de un tribunal para juzgar a Vlad¨ªmir Putin, ¡°el principal verdugo de esa guerra¡±.
En estos apuntes de viaje ¨¢giles y cargados de humor, Yashin une su voz a la de otros escritores rusos que sufrieron la experiencia del Gulag. Desde Kaz¨¢n, donde concluye la etapa descrita, Yashin ha sido trasladado a Izhevsk y en aquella localidad, a m¨¢s de 1200 kil¨®metros al Este de Mosc¨², se prepara para un nuevo traslado a un lugar m¨¢s inh¨®spito y alejado de sus seres queridos y sus abogados. Escribir es para ¨¦l una forma de resistir. Pilar Bonet
En la celda chirri¨® la ventanilla de la puerta y la guardiana pronunci¨® en un susurro sonoro: ¡°Yashin, recoja sus cosas.Lo espera el convoy¡±.
Despegu¨¦ los ojos como pude y mir¨¦ el reloj. Las cinco de la ma?ana.
¡°Yashin, lo espera el convoy¡± ¨Crepiti¨® la mujer, tratando de no despertar al resto de los compa?eros de celda. ¨CTiene 15 minutos.
***
En recepci¨®n se amontonaban los presos, mendigando un cigarrillo unos a otros. Alguien dormitaba tirado sobre unos sacos, otro garabateaba un crucigrama y un tercero manoseaba unas cuentas. Entr¨® el oficial con un paquete de expedientes personales y nos inform¨® del itinerario del convoy: Vlad¨ªmir y K¨ªrov, con destino final en Kaz¨¢n. Las dos primeras regiones eran famosas por sus duras condiciones, pero en Tartarist¨¢n el r¨¦gimen era m¨¢s llevadero.
El oficial capt¨® mi muda pregunta y dej¨® caer la mirada sobre los documentos: ¡°Parece que Udmurtia, amigo ¨Csolt¨®¨C. No es un sanatorio, pero tampoco es K¨ªrov. Soportable¡±.
***
El cami¨®n Kamaz qued¨® pegado a la entrada y los zek, los presos, saltaban por orden al vag¨®n, un medio de transporte que desde hace m¨¢s de un siglo llaman popularmente ¡°Stolipin¡±. Ocho compartimentos separados por un pasillo con una reja y en cada espacio seis literas en tres pisos. Ni almohadas, ni s¨¢banas, ni ventanas tampoco.
Retrete y agua hirviendo tres veces al d¨ªa, seg¨²n el horario.
Me entregaron dos raciones de viaje, hecho que indicaba que el trayecto ser¨ªa de dos d¨ªas. Observaba el tren y recordaba a Piotr Stolipin, el jefe de gobierno del zar. Un hombre que hab¨ªa realizado grandes reformas, un conocedor de su gran pa¨ªs. Pero el pueblo lo recuerda por este vag¨®n penitenciario. Pregunte a cualquier preso: ?Qui¨¦n es Stolipin? y le dir¨¢ sin pensarlo dos veces: ¡°?Vaya pregunta, un vag¨®n!¡±.
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El viaje result¨® divertido y ruidoso, pues unas muchachas ocuparon dos de los compartimentos. Las embarcaron las primeras; las chicas se instalaron c¨®modamente en las literas superiores y examinaban al personal que la escolta mandaba de uno en uno al vag¨®n.
¡°?Uy, chicas, mirad a este, parece simp¨¢tico!¡±.
¡°Pues antes hab¨ªa pasado un intelectual: llevaba gafas. Un estafador ser¨ªa¡±.
Los muchachos las miraban de reojo, sorprendidos al o¨ªr voces femeninas. Pero al cabo de un par de horas todos se interpelaban divertidos entre gritos y se intercambiaban direcciones. Al llegar la noche, muchachos y muchachas acordaban qui¨¦n se casar¨ªa con qui¨¦n y qui¨¦n esperar¨ªa al otro despu¨¦s de la condena. La situaci¨®n evocaba un viaje de colonias de pioneros, pero los comentarios sobre las causas criminales nos devolv¨ªan a la realidad.
Una muchacha le hab¨ªa cortado el cuello a un compa?ero de borrachera, a otras las hab¨ªan encerrado por tr¨¢fico de drogas. Los hombres ten¨ªan condenas m¨¢s variadas: atraco, robo de veh¨ªculo, hurto¡
***
En el compartimento de al lado result¨® que viajaba el abogado Dmitri Tal¨¢ntov, a quien hab¨ªan detenido por el mismo art¨ªculo del C¨®digo Penal que a m¨ª, un texto contra la guerra publicado en las redes sociales. Nos comunic¨¢bamos a trav¨¦s de la reja. Hablamos de todo, de esto y de lo m¨¢s all¨¢: de pol¨ªtica, de historia, de literatura¡
En cierto momento Tal¨¢ntov se puso a recitar a Brodsky.
El guardi¨¢n que pasaba por all¨ª se detuvo para escuchar.
¡°?Oye, ?pero t¨² qui¨¦n eres?! ¨C se dirigi¨® a Dmitri.
¡°Yo soy el presidente de la C¨¢mara de Abogados ¨Crespondi¨® Tal¨¢ntov. ¨C ?Y t¨²?¡±
¡°?Yo? Un madero¡±¨C, suspir¨® el oficial y sigui¨® su camino.
Texto de Ili¨¢ Yashin aparecido en Telegram y Messenger el 11 de enero de 2023. Traducci¨®n de Ricardo San Vicente.
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