Bob Dylan nunca fue a ver a Elvis
Su nuevo ¡®bootleg¡¯, ¡®Fragments ¡ª Time Out of Mind Sessions 1996-1997¡ä, recupera tomas alternativas de un periodo prol¨ªfico y excelso y constata su capacidad de recrear sonidos a?ejos
Si Bob Dylan ha levantado uno de los mejores cancioneros de la historia de la m¨²sica popular, tambi¨¦n ha dado sobradas muestras de saber darle la vuelta para contemplarlo con otros ojos, incluso admirarlo m¨¢s. No se trata tanto de todas esas reinterpretaciones imposibles de sus cl¨¢sicos, que desde hace lustros viene haciendo en sus conciertos para desesperaci¨®n de los puristas, los aficionados casuales y los que simplemente pasaban por ah¨ª para posturear, casi en un m¨¦todo a conciencia de sacudirse la posibilidad de ser visto como una estrella de sal¨®n y no como un m¨²sico disfrutando con las posibilidades que le da su oficio. M¨¢s bien se trata de la capacidad de Dylan para ofrecer una visi¨®n m¨¢s ancha y profunda sobre s¨ª mismo y su m¨²sica en su ambiciosa y fascinante serie de bootlegs, gracias al reguero de tomas alternativas, revisiones y nuevas composiciones de las muchas ¨¦pocas de una carrera de m¨¢s de medio siglo. El ¨²ltimo ejemplo es Fragments ¡ª Time Out of Mind Sessions 1996-1997 (Sony), reci¨¦n publicado y que se convierte en el volumen 17 de la serie. Y tambi¨¦n en uno de los mejores por todo lo que muestra de un periodo prol¨ªfico y excelso.
El nuevo volumen lanza una versi¨®n con nuevas mezclas de Time Out of Mind, disco que gan¨® el Grammy como ?lbum del a?o en 1997 y que supuso el regreso del mejor Dylan, aunque ya en una obra como Oh Mercy!, publicada en 1989, hab¨ªa motivos suficientes para saber que el autor de Like a Rolling Stone ten¨ªa a¨²n mucho que decir. Para ambos discos, cont¨® con el productor Daniel Lanois, un talentoso jefe a los mandos del sonido que ven¨ªa de trabajar con Brian Eno y U2 y consigui¨® hallar un sonido atmosf¨¦rico como de viejo y desgastado sur, un toque ¡°pantanoso y vud¨²¡±, tal y como lo calific¨® el propio Dylan, que no acab¨® entusiasmado del resultado. O, al menos, siempre quiso dejarse llevar hacia un lugar con m¨¢s ritmo, menos sombr¨ªo.
Lo de dejarse llevar es importante. Dylan desquici¨® a Lanois y a la m¨¢s de docena de m¨²sicos que participaron en Time Out of Mind. A veces, los m¨²sicos estaban tocando todos a la vez y Dylan pod¨ªa incluso querer cambiar el paso de la idea original que ten¨ªa Lanois en la cabeza. Un tempo nuevo, un ropaje distinto, una versi¨®n de la misma canci¨®n que parec¨ªa otra... Y, a¨²n as¨ª, o precisamente por eso, consigui¨® una obra maestra, un ¨¢lbum de una hondura l¨ªrica e instrumental abrumadora, a la altura de las de los sesenta y setenta y que muestra a un compositor que a sus 56 a?os cantaba de ¡°caminar en la niebla como si no existiera¡± y que, con poes¨ªa renovada, hac¨ªa un certero diagn¨®stico del mundo, ese lugar en el que ¡°no hab¨ªa oscurecido a¨²n, pero se estaba acercando¡±. De las composiciones se desprend¨ªa el lento tr¨¢nsito de un hombre roto en un mundo roto, pero que todav¨ªa caminaba digno y confiaba en el horizonte.
Ante esta atm¨®sfera, algunos cr¨ªticos hablaron de la propia mortalidad de Dylan porque por aquella ¨¦poca sufri¨® una histoplasmosis, una dolencia cardiaca fatal. Fue cuando, tras su recuperaci¨®n, dijo la c¨¦lebre frase: ¡°De verdad, pens¨¦ que iba a ver pronto a Elvis¡±. Sin embargo, las sesiones de grabaci¨®n sucedieron antes de este incidente m¨¦dico. Como har¨ªa a partir de entonces en distintos ¨¢lbumes, incluso en su ¨²ltimo y reciente libro Filosof¨ªa de la canci¨®n moderna (Anagrama), Dylan hablaba de la mortalidad de un mundo que, homenajeado a trav¨¦s de los pioneros del blues, el country y el rock¡¯n¡¯roll, bien podr¨ªa ser el suyo y la Am¨¦rica que conoci¨®.
Un mundo que se extingue, sin posibilidad de marcha atr¨¢s, pero que guarda valiosas lecturas. Con este bootleg, Dylan ense?a qu¨¦ era eso de dejarse llevar hacia otro lugar. En un encuentro con periodistas europeos en Londres, Jeff Rosen, manager discogr¨¢fico del m¨²sico, comentaba que el gran logro de este bootleg resid¨ªa en el trabajado ¡°a conciencia¡± de las nuevas mezclas y destac¨® la labor de Michael Brauner, reputado ingeniero detr¨¢s de trabajos con The Rolling Stones, James Brown, David Byrne o Jeff Buckley. Calificado por Rosen como ¡°un trabajo de entrar y salir cada instrumento¡±, el disco remezclado es una versi¨®n m¨¢s simple, en tanto en cuanto el original estaba m¨¢s pensado en su ambientaci¨®n l¨²gubre. Dylan sonaba demasiado serio como para alardear de nada. Ahora, se ha buscado la sencillez m¨¢xima que reside en largo proceso de la nueva mezcla y, especialmente, en esa transformaci¨®n fant¨¢stica de las canciones.
En las tomas alternativas, Dylan suena m¨¢s jovial, con ese buen cinismo tan suyo en alg¨²n tono. M¨¢s osado que solemne, m¨¢s luminoso que oscuro
En las nuevas tomas suena m¨¢s jovial, con ese buen cinismo tan suyo en alg¨²n tono, y una voz m¨¢s natural y menos amplificada. Si Time Out of Mind es un disco donde la esperanza va y viene, como un p¨¦ndulo que puede detenerse en cualquier momento y en el lado no deseado, en estos nuevos registros se afronta la incertidumbre y el desamparo con un excitante sonido pre-rock¡¯n¡¯roll, esa hebra de ra¨ªces country, blues, folk arenoso, spirituals y rhythm and blues tabernero. Dylan suena m¨¢s osado que solemne, m¨¢s luminoso que oscuro.
La edici¨®n lujosa de este bootleg contiene hasta cinco discos donde, adem¨¢s de uno con actuaciones en directo entre 1.997 y 2.001, hay tomas alternativas a las composiciones originales. Es impresionante comprobar c¨®mo ten¨ªa en su cabeza un registro tan amplio y variado de su propia m¨²sica. Love Sick pierde su aire peligroso para convertirse en una especie de letan¨ªa. Sucede algo similar con Can¡¯t Wait. Standing in the Doorway (Version 1) despeja el tono confesional para acelerarse como si quisiese animar el ambiente en un garito a medianoche. La monumental Not Dark Yet tiene en Not Dark Yet (Version 1) casi otra canci¨®n, como si naciese m¨¢s de un amanecer que de un anochecer. La preciosa Tryin¡¯ to Get to Heaven se abraza a los instrumentos con m¨¢s ganas en Tryin¡¯ to Get to Heaven (Version 2) para mecerse distinta. Hay varias versiones de una misma canci¨®n y todas sueltan brillos distintos. De Mississippi, una maravillosa canci¨®n que form¨® parte de las sesiones pero se incluy¨® en Love & Theft, hay cinco versiones. Con esos solos de guitarra, Mississippi (Version 1) se despoja de la asombrosa densidad original y se hace m¨¢s met¨¢lica, fina y radiante.
En el bootleg, hay composiciones nunca antes desveladas como Dreamin¡¯ of You, Marchin¡¯ to the City o la interpretaci¨®n del tradicional escoc¨¦s The Water Is Wide, que luego dar¨ªa pie a la ambiciosa Highlands. Todas apuntan hacia los territorios que ya estaba transitando Dylan y que han marcado su ¨²ltimo cuarto de siglo de carrera. Entonces, entre 1996 y 1997, el m¨²sico fue aupado por un pico l¨ªrico tremendo, similar a sus mejores ¨¦pocas con Blonde on Blonde o The Basement Tapes.
Una vez m¨¢s, Dylan vuelve a dejar con la boca abierta a cualquier amante de la m¨²sica. La gramola de su cabeza siempre ha sido m¨¢s rica de lo que dejaba ver con los discos oficiales. Y eso ya es mucho para el m¨²sico que en el siglo XXI m¨¢s se esfuerza por crear un valioso di¨¢logo con el vasto pasado musical estadounidense. Adem¨¢s, Dylan, quiz¨¢ el artista m¨¢s pirateado del mundo, vuelve a demostrar que como gestor de su historia -y leyenda- es mejor que nadie, sin olvidar que permite al fan disfrutar con la anatom¨ªa de su gran cancionero. Cre¨® escuela: siguieron su ejemplo de vaciar los archivos gente como Neil Young, Bruce Springsteen y otros pesos pesados. Solo que la obra de Dylan es la m¨¢s abrumadora. Fragments ¡ª Time Out of Mind Sessions 1996-1997 es otro ejemplo m¨¢s que lo constata. Una formidable prueba de que la Am¨¦rica recordada por el gran creador de la canci¨®n moderna se contiene, con todas sus multitudes, en este m¨²sico que todav¨ªa, afortunadamente, no ha visto a Elvis y volver¨¢ a visitar Espa?a el pr¨®ximo mes de junio.
¡®Fragments ¡ª Time Out of Mind Sessions 1996-1997¡¯. Bob Dylan. Sony.
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