Natalie Merchant: ¡°Antes las mujeres desnudas las pon¨ªan los hombres en las portadas, ahora lo hacemos nosotras mismas¡±
La exl¨ªder de 10.000 Maniacs fue en los ochenta una anomal¨ªa en un mundo de poder masculino. Ahora edita ¡®Keep Your Courage¡¯, su primer disco en una d¨¦cada. De fondo, el milagro de haber escapado de la muerte tras una intervenci¨®n quir¨²rgica que le impidi¨® cantar y tocar
De Natalie Merchant (Jamestown, Nueva York, 59 a?os) se dice que es una superviviente. Que no debi¨® de ser sencillo liderar una banda, la ic¨®nica 10.000 Maniacs, con tan solo 18 a?os, en una ¨¦poca, los ochenta, en la que todo lo que era respetado y admirado y escuchado en el pop ¡ªy el folk, y el rock, y cualquier cosa¡ª era eminentemente masculino. Que tampoco debi¨® de ser f¨¢cil dejar la banda en lo m¨¢s alto, 14 a?os despu¨¦s, para lanzarse a una incierta carrera en solitario que no fue incierta en absoluto: de su primer disco, Tigerlily (1995), se vendieron m¨¢s de cinco millones de copias, en ese tiempo en el que el ¨¦xito de un ¨¢lbum se med¨ªa a¨²n por las ventas y no las escuchas.
¡°Llegu¨¦ a olvidar que hab¨ªa tenido una carrera. Perd¨ª la voz y no ten¨ªa garant¨ªas de poder volver a cantar¡±
Reconvertida en gran dama de una americana de ra¨ªz irlandesa, Merchant hab¨ªa seguido su camino, publicando un ¨¢lbum cada cierto tiempo hasta que, primero, naci¨® su hija en 2003 y se alej¨® de todo durante seis a?os. Nunca volvi¨® del todo: desde 2014, no ten¨ªamos noticias discogr¨¢ficas de ella. Fue que la vida se le complic¨® m¨¢s de la cuenta, seg¨²n admite. De ah¨ª que su profundo y valioso nuevo disco, Keep Your Courage (Nonesuch / Warner), el primero en una d¨¦cada, tenga algo de resucitador. ¡°Al principio era solo falta de tiempo. Segu¨ªa siendo una madre soltera que se hab¨ªa involucrado en un mont¨®n de causas ben¨¦ficas y que incluso daba clase en el colegio de mi hija. No ten¨ªa un minuto para m¨ª. Me recuerdo siempre haciendo algo que nada ten¨ªa que ver conmigo. Llegu¨¦ a olvidar que una vez hab¨ªa tenido una carrera¡±, confiesa. Est¨¢ en una habitaci¨®n de hotel, en Londres, lejos de casa. Es por la ma?ana y sostiene un tel¨¦fono. Tal vez lo haga con su mano izquierda. Hace un a?o no podr¨ªa haberlo hecho. Hab¨ªa perdido el control de su mano izquierda. ¡°No pod¨ªa tocar¡±, dice. Hace dos, ni siquiera pod¨ªa hablar, y mucho menos cantar. ¡°Podr¨ªa decirse que en estos 10 a?os me ha pasado de todo¡±, a?ade.
Keep Your Courage la ha devuelto a la vida. ¡°La semana antes del confinamiento, me somet¨ª a una cirug¨ªa en la columna que me iba a mantener en casa por un tiempo¡±, relata. ¡°Pero pas¨® que todos nos tuvimos que quedar en casa. Perd¨ª la voz, porque la incisi¨®n fue en el cuello. La fui recuperando poco a poco, pero no hab¨ªa garant¨ªa de que pudiera volver a cantar. ?Llegu¨¦ a pensar que tendr¨ªa que dedicarme a la pintura! Porque lo que la pandemia me estaba permitiendo era reconectar conmigo misma. Hab¨ªa llegado a sentirme culpable por tocar el piano. Que todo se detuviera me dio permiso para volver a ser una artista, ?y no pod¨ªa cantar!¡±, expone, elocuente y atropelladamente. En la ¨¦pica, paisaj¨ªstica y ceremonial, de cortes como ¡®The Feast of Saint Valentine¡¯ ¡ªcon la palabra amor repiti¨¦ndose como un mantra, como aquello que va a sacarte del agujero, de cualquier agujero¡ª hay un sentimiento contenido, el de quien lucha por lo que no puede recuperar.
Que en la portada del ¨¢lbum aparezca un retrato de Juana de Arco no es casual. De hecho, es el retrato con el que se top¨® un d¨ªa, a los 16 a?os, en un libro de texto, en el instituto. ¡°Juana de Arco muri¨® a los 19, la edad que tiene ahora mi hija. No puedo imaginarme el horror que vivi¨®. De hecho, tendemos a no pensar en ello. Se ha naturalizado su muerte. Olvidamos el contexto. Y es terror¨ªfico hacerlo¡±, dice. Recuerda que, en el tiempo que pas¨® en Espa?a, en M¨¢laga ¡ªestuvo casada con un malague?o, Daniel de la Calle, durante nueve a?os¡ª, cuando sal¨ªan los pasos de Semana Santa, su hija no dejaba de preguntarle qui¨¦nes eran todas aquellas figuras y por qu¨¦ parec¨ªan haber sufrido tanto. No entend¨ªa nada. Como ella cuando vio por primera vez un retrato de Juana de Arco. ¡°S¨¦ valiente ¡ªkeep your courage¡ª, te est¨¢ diciendo, mantente en guardia siempre, porque si no lo haces, puedes perderlo todo¡±, asegura. ?Y est¨¢ hablando de los derechos de las mujeres? ¡°Por supuesto¡±, responde.
¡°En los ochenta, las mujeres ¨¦ramos una anomal¨ªa en el mundo de la m¨²sica. Hoy se ha normalizado nuestra presencia, hay una mejora, pero se nos sigue tratando como objetos. No pod¨ªa creerme, mientras crec¨ªa, la de discos con mujeres desnudas en la portada que se publicaban. Hoy ya no son ellos quienes las ponen ah¨ª, ahora lo hacemos nosotras mismas. Y sigo sin entenderlo. Es en extremo violenta la forma en que se usa el cuerpo de las mujeres, lo que se exige de ¨¦l¡±, dice, preocupada, sobre todo, por el uso de las redes sociales, y por las estad¨ªsticas que aseguran que, en Estados Unidos, el 60% de los adolescentes dice no tener ning¨²n amigo. ¡°?Puedes cre¨¦rtelo? ?Qu¨¦ clase de respeto por los dem¨¢s van a tener si crecen a merced del porno que est¨¢n viendo en su tel¨¦fono?¡±, se pregunta, escandalizada. Su intento de refugiarse en el pasado ¡ªen los mitos griegos, d¨¢ndole voz a la diosa Eco en ¡®Narcissus¡¯; e incluso en ¡®Babilonia¡¯, con el flow jazz¨ªstico de ¡®Tower of Babel¡¯¡ª tiene algo de huida del presente, y, a la vez, de reescritura de lo vivido.
¡°En los ochenta, las mujeres ¨¦ramos una anomal¨ªa en la m¨²sica. Y, pese a una mejora, a¨²n somos objetos¡±
Su maduro pop de c¨¢mara ¡ªque brilla, elegantemente, en ¡®Guardian Angel¡¯, y en la oda a Walt Whitman, y a su obsesi¨®n por amar a todo el mundo, ¡®Song of Himself¡¯¡ª bebe, y mucho, dice, de la relectura de cl¨¢sicos. Durante la concepci¨®n del ¨¢lbum volvi¨® a leer La se?ora Dalloway, de Virginia Woolf, y El papel pintado amarillo, de Charlotte Perkins Gilman¡ª, y de cada peque?o momento que tiene la fortuna de poder vivir. ¡°Estoy viva de milagro¡±, asegura. El asunto de la mano, la mano que le qued¨® inmovilizada, la mano con la que tal vez est¨¦ sosteniendo el tel¨¦fono mientras habla, fue consecuencia de una grav¨ªsima sepsis. ¡°Tuve que aprender a tocar el piano otra vez. Tanto tiempo no permiti¨¦ndome tocarlo, y cuando m¨¢s ganas ten¨ªa de hacerlo, no pod¨ªa. Ahora vivo cada momento como lo que es: algo ¨²nico¡±. Quiz¨¢ por eso, la belleza, en Keep Your Courage, est¨¢ por todas partes.
Keep your courage
Nonesuch / Warner
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