El ¡®Diablo¡¯ est¨¢ en los detalles
¡®Diablo IV¡¯, la ¨²ltima obra de Blizzard, enmienda los errores de su antecesores para alzarse como uno de los juegos del a?o
¡°G¨®tico, medieval, oscuro¡±. Despu¨¦s del Zelda, despu¨¦s de Final Fantasy, puede resultar exagerado hablar de otro gran juego llamado a marcar este a?o. Pero las cosas son como son: la pandemia y la crisis de suministros retrasaron varios de los grandes juegos que estaban llamados a salir al mercado durante estos ¨²ltimos a?os; lo que ha propiciado un 2023 de concentraci¨®n, con algunas de las obras que est¨¢n llamadas a marcar el futuro del arte digital interactivo durante la pr¨®xima d¨¦cada. Ahora es el turno de Diablo IV, que busca en esos tres adjetivos antes citados (pronunciados por su director art¨ªstico) el fundamento de su mejor arma: una ambientaci¨®n sublime y macabra, que va a catapultar al juego (que se pone a la venta ma?ana) a lo m¨¢s alto del a?o.
El periplo de la saga Diablo es curioso. El primer juego sali¨® en 1996 e influy¨® sobremanera en los juegos de PC, estableciendo algunas de las bases visuales y mec¨¢nicas (vista isom¨¦trica, una gesti¨®n de inventario pensada para clicar con el rat¨®n) b¨¢sicas de los juegos que vendr¨ªan luego. La segunda parte, del a?o 2000, sublim¨® la f¨®rmula, y a partir de ah¨ª los dos siguientes juegos (Diablo III, de 2008, y sobre todo Diablo Immortal, del a?o pasado y pensado para m¨®viles) recibieron cr¨ªticas por el uso de dinero real en el juego o su sistema de microtransacciones. Diablo IV se esperaba con ansia para remontar una franquicia de la que se pod¨ªa sacar mucho jugo. No ha defraudado.
Diablo IV es una experiencia m¨¢s RPG, que toma elementos de los juegos multijugador online masivos, que profundiza en la mejora de todas sus mec¨¢nicas, que busca con ah¨ªnco una identidad visual muy poderosa y que, adem¨¢s, echa los restos en el apartado cinematogr¨¢fico, con unas cinem¨¢ticas (la historia de la invocaci¨®n de la monstruosa Lilith y su conquista paulatina del mundo) y una narrativa para quitarse el sombrero. Con estos elementos en el altar maldito, Blizzard ha invocado un juego visualmente maravilloso, extremadamente adictivo, con una gratificaci¨®n muy bien medida en el eje dificultad/satisfacci¨®n y, por decirlo mal y pronto, muy bueno.
John Mueller, el director art¨ªstico de Diablo IV, ha declarado que no solo los maestros antiguos fungen de inspiraci¨®n para el juego, sino otros m¨¢s modernos, como Frank Frazetta o Brom. ¡°Una obra maestra medieval¡±, dice que buscan. En un v¨ªdeo proyectado en Madrid el pasado d¨ªa 30, Mueller recordaba c¨®mo, durante sus estudios de historia del arte, fue influido por El Bosco. De hecho, en esa presentaci¨®n mostraron un tr¨ªptico, El jard¨ªn del infierno, con los personajes y tropos estil¨ªsticos del Diablo inspirado directamente en El jard¨ªn de las delicias. Queda claro: esta nueva entrega apuesta por la identidad visual como cimiento de toda la experiencia. Para quien esto firma, han dado en el clavo.
Este 2023 es excepcional. Y quiz¨¢ Diablo IV no se corone como mejor juego del a?o. Quiz¨¢ no invente la rueda, pero reformula todos sus apartados para ofrecer una experiencia muy completa. El mundo (el mundo real) tiene muchas ganas de perderse en el mundo (virtual) de Santuario en el que se desarrollar¨¢ la lucha entre las fuerzas del mal y las del bien. Solo podemos pedir que gane el mejor. Y disfrutar del espect¨¢culo.
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