Arte para los amigos del misterio
Una exposici¨®n en el Museo Thyssen detecta el rastro de lo oculto en su colecci¨®n y refleja el nuevo rango de lo esot¨¦rico tras d¨¦cadas de desprecio cient¨ªfico
Le¨ª que dos vigilantes del museo ¡ªy no ning¨²n investigador erudito¡ª hab¨ªan descubierto en La Piedad de Jos¨¦ de Ribera la presencia de un ojo que espiaba la escena medio escondido entre los pliegues del sudario. El ojo, por tanto, hab¨ªa estado oculto hasta entonces (aunque quiz¨¢ no cuando fue pintado). Ya ante el cuadro, lo busqu¨¦ y lo encontr¨¦, pero luego, a la vista de la indicaci¨®n del cat¨¢logo, comprob¨¦ que se trataba de otro ojo, con una expresi¨®n bastante enervada, no del que yo hab¨ªa cre¨ªdo ver justo al otro lado de la tela. La sugesti¨®n, en fin, tiene en este campo una participaci¨®n decisiva.
Ser¨¢ dif¨ªcil encontrar hoy una exposici¨®n m¨¢s entretenida que Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza, y en un mundo art¨ªstico saturado de vehemencia socialmente transformadora, no es poco. Es una gran paradoja que el g¨¦nero de lo oculto sea algo tan popular, pero es esa diversi¨®n lo que lo justifica. El director del museo, Guillermo Solana, ha convertido en bazas a favor las dos reglas del juego a las que ¨¦l mismo se ha obligado como comisario. En primer lugar, la selecci¨®n ce?ida a las colecciones propias ¡ª60 obras, en total¡ª, sin cuyo acotamiento el terreno a tratar hubiera sido inabarcable. En segundo lugar, el propio contexto del museo, que hace ganar a las obras esot¨¦ricas una condici¨®n est¨¦tica, a cambio, eso s¨ª, de perder la literalidad m¨¢s o menos friki que quiz¨¢ embelesar¨ªa a los aficionados al enigma. Nos encontramos ante obras de arte y nada m¨¢s.
Pese al desd¨¦n de los museos, esta lectura en clave alqu¨ªmica o astrol¨®gica ha estado activa durante toda la historia
Sin embargo, la lectura en clave m¨¢gica, alqu¨ªmica o astrol¨®gica estuvo activa durante toda la historia del arte. Tras ver la exposici¨®n, busqu¨¦ el ep¨ªgrafe que el extraordinario historiador suicida Robert Klein titul¨® Magia y arte dentro de sus estudios renacentistas. ¡°El segundo gran modelo del que me serv¨ªa para explicar el arte era, despu¨¦s del oficio, la magia¡±, dec¨ªa Klein para explicar la ¡°clara y chocante resurrecci¨®n del arte-magia¡± hacia 1600. El cuerpo sutil del alma, la tradici¨®n pitag¨®rica, las obras de Ficino o de Cornelio Agrip?pa fueron campos meticulosamente labrados por Klein. Esto significa en la pr¨¢ctica la casi reducci¨®n del arte a iconograf¨ªa. La pintura est¨¢ aqu¨ª, en resumidas cuentas, para ser le¨ªda, a la vez como clave y como velo de alg¨²n significado que como el ojo de Ribera se agazapa en el secreto. Lo oculto formaba parte de una codificada (por muy oculta que fuese) tradici¨®n literaria, que autoriza a ver en un retrato de Francesco del Cossa el de un alquimista, o en el sobrecogedor resucitado de Bramantino un mensaje astrol¨®gico, y as¨ª en las im¨¢genes cifradas de Baldung o Durero.
Entre esa experiencia y la de los artistas modernos existe de todas formas una cesura determinante. A Picasso le gust¨® poco que su amigo Andr¨¦ Salmon pusiera a Les demoiselles d¡¯Avignon ese t¨ªtulo tan naturalista y tan soso. Recluida en el taller desde que fue terminada en 1907, quienes hab¨ªan visto la pintura (todos contrariados y decepcionados, incluidos Matisse, Braque y el propio Apollinaire) la conoc¨ªan como Le bordel philosophique, muy adecuado para una obra fundadora del ¡°cubismo anal¨ªtico¡± que, no en balde, tambi¨¦n fue denominado ¡°cubismo herm¨¦tico¡±. Picasso no hablaba de la pintura, mucho menos la explicaba, pero sobre todo le preocupaba que quedase cautiva de las explicaciones formalistas. Finalmente fue eso lo que ocurri¨®, pero tanto Andr¨¦ Malraux como Fran?oise Gilot contaron que la inspiraci¨®n del pintor hab¨ªa sido muy distinta. ¡°Mi primera tela de exorcismo¡±, la llamaba, considerando que su primitivismo no ten¨ªa nada que ver con la forma de las m¨¢scaras africanas, sino con su poder m¨¢gico. Hab¨ªa aprendido muy bien, dijo, la palabra francesa intercesseurs para aludir a la verdadera condici¨®n de las obras de arte.
El primitivismo de Picasso no ten¨ªa nada que ver con la forma de las m¨¢scaras africanas, sino con su ¡®poder¡¯ m¨¢gico
Los artistas modernos cercanos a la teosof¨ªa o al espiritismo ¡ªtendencias de ¨¦poca¡ª se presentan con el aire alternativo, ut¨®pico y revolucionario que tuvieron todas las vanguardias, pero a sabiendas de que su elecci¨®n es subjetiva, que no est¨¢ codificada. Las excelentes obras de Mondrian, Kandinsky, Munch o ?Kupka que vemos aqu¨ª son las de unos creyentes convencidos, pero particulares. Como adversarios por antonomasia del racional desencantamiento del mundo, es natural que los surrealistas sean numerosos. Fue Breton quien reprodujo por primera vez en Europa Las se?oritas de Avi?¨®n subrayando su esoterismo. Y est¨¢ la credulidad de Max Ernst, Tanguy o Cornell en sus respectivas invocaciones¡ Aunque tambi¨¦n encontramos el inquietante y finalmente premonitorio realismo m¨¢gico (una etiqueta nada balad¨ª) del Retrato del doctor Haustein, de Christian Schad. O el ¡°ectoplasma¡± de Metcalf. O el ¡°g¨®tico¡± nocturno de Grimshaw¡
En 1936 se celebr¨® en el MoMA una c¨¦lebre exposici¨®n, Fantastic Art, Dada, Surrealism. De Arcimboldo o Lewis Carroll a F¨¹ssli o Victor Hugo, pasando por Kandinsky y Picasso y el arte de los ni?os, la exposici¨®n atestiguaba retrospectiva y hoy se dir¨ªa que transversalmente de la continuidad hist¨®rica de los amigos del misterio, legitimando as¨ª su pr¨¢ctica contempor¨¢nea. Esa fue en Espa?a la visi¨®n defendida por Juan Eduardo Cirlot y la que, tras la lectura del cat¨¢logo del MoMA, empuj¨® a Antonio Saura en 1953 a organizar, con el apoyo de Tom¨¢s Seral, su exposici¨®n Arte fant¨¢stico. De la parisiense Magiciens de la terre (1989) a La luz negra (en el ?CCCB de Barcelona en 2018, comisariada por Enrique Juncosa, sobre las ¡°tradiciones secretas¡± en el arte contempor¨¢neo), las exposiciones han sido desde entonces innumerables. Ahora se suma esta segura diversi¨®n del Thyssen.
¡®Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza¡¯. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 24 de septiembre.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.