El alegato contra el culto al ejercicio de Lionel Shriver
Tras abordar la maternidad (de un hijo mal¨¦fico), analizar la obesidad en la sociedad moderna y desangrar el capitalismo, la escritora ataca sin piedad la ¨²ltima moda existencial, hacer deporte
Cada novela de la siempre tit¨¢nica y feroz Lionel Shriver (Carolina del Norte, 66 a?os) es un combate. Es lo que ocurre en el ring de boxeo que ella dispone y en el que la idea ¡ªaquello que el mundo est¨¢ haciendo, sea lo que sea, consigo mismo, y que a la autora no le gusta nada en absoluto¡ª es un rival a batir, y la escritora, quien finalmente alza el pu?o tras la victoria porque no ha sido ella quien ha mordido el polvo. Shriver se lanza una y otra vez a la yugular de lo que sea que se proponga dinamitar, y lo hace pedazos. El tema es siempre algo espinoso, inc¨®modo, oportunamente pol¨¦mico. Pensemos en la forma en que se nos present¨®, all¨¢ por 2007, con el insoportablemente perfecto y brutal Tenemos que hablar de Kevin, una de las m¨¢s rabiosas novelas epistolares jam¨¢s escritas, y una que se preguntaba (y se respond¨ªa) qu¨¦ consecuencias pod¨ªa tener una maternidad tard¨ªa, in¨²til y odiosa. Esto es, una basada en el odio y el incordio del beb¨¦ claramente no deseado pero impuesto por la sociedad. Porque s¨ª, el enemigo final de cada novela de Shriver es la sociedad, y sus costumbres gregarias.
Se dir¨ªa que Shriver lleva luchando contra cualquier idea de lo preconcebido desde que tiene edad legal para hacerlo. A los 16, se cambi¨® de nombre por su propia cuenta. Ten¨ªa un nombre que ella siempre consider¨® rid¨ªculo. Maggie. Es decir, Margaret. As¨ª que se fue a un registro civil y pidi¨®, legalmente, que a partir de entonces fuese conocida para todo el mundo como Lionel, un nombre con el que se sent¨ªa a gusto. Un nombre que nada ten¨ªa que ver con nadie m¨¢s que consigo misma. La sensaci¨®n, teniendo en cuenta que en cada novela ha atacado algo relacionado con cosas que en ese mismo momento podr¨ªa estar viviendo ¡ªescribi¨® Tenemos que hablar de Kevin, por poner un ejemplo, en la edad en la que podr¨ªa haber concebido tard¨ªamente a un hijo, y desde la dedicatoria parece decirse a s¨ª misma que hizo bien ¡ªPara Terri, una de las peores situaciones posibles, de la que nos libramos las dos¡ª, es que elige un camino y luego transita el otro para preguntarse qu¨¦ podr¨ªa haber ido mal. O simplemente ataca una situaci¨®n cercana, y horrendamente absurda, para tratar de explic¨¢rsela.
La protagonista de todas esas novelas cambia de nombre pero no es otra que ella misma. Siempre una profesional liberal, una ¡®freelance¡¯, que nada le debe a nadie, excepto a s¨ª misma,
Esto ¨²ltimo lo hizo con Big Brother, la novela que dedic¨® al problema de la obesidad en Estados Unidos. Tom¨® la historia de su hermano y la convirti¨® en una diatriba contra su pa¨ªs, y la forma en que se narcotiza a cierta clase social con la comida, y sus desmesurados usos. Machac¨® el sistema sanitario en Todo esto para qu¨¦, novela en la que, adem¨¢s, analiz¨® aquello en lo que se convierten los sue?os cuando se espera demasiado ¡ªen nada, por supuesto, o peor: en algo que reprochar al otro¡ª, y desangr¨® el capitalismo moribundo y desesperado y hasta la propia idea de distop¨ªa social pseudocomunista en Los Mandible. En ning¨²n caso se esconde. La protagonista de todas esas novelas cambia de nombre pero no es otra que ella misma. Siempre una profesional liberal, una freelance, que nada le debe a nadie excepto a s¨ª misma, y que, por lo tanto, puede descuartizar todo aquello en lo que los dem¨¢s creen por formar parte de un colectivo. En esta ocasi¨®n, la m¨¢s funcional y al hueso de todas, el colectivo en cuesti¨®n es el de los runners, y, por extensi¨®n, el de todos aquellos que han convertido el deporte en la ¨²nica cosa (absurda) que puede salvarles.
Serenata, una lectora profesional de audiolibros ¡ªy voz de personajes de videojuegos¡ª, ha sido, desde adolescente, una amante del deporte, y ha entrenado en solitario por el placer de hacerlo. Un placer que, se confiesa, en realidad nunca ha sido tal. Porque lo que gusta del ejercicio es el posejercicio. Con las rodillas fastidiadas, y habiendo cumplido los 60, se pregunta qu¨¦ hay detr¨¢s del furor contempor¨¢neo y necesariamente colectivo por el deporte, y descubre su lado oscuro cuando su marido, que jam¨¢s se hab¨ªa calzado siquiera unas deportivas, se apunta a una marat¨®n, cumplidos los 66 a?os ¡ªcuriosamente, la edad que deb¨ªa tener su marido, Jeff Williams, mientras la escrib¨ªa, y a quien, por cierto, se la dedica: s¨ª, en las dedicatorias de Shriver hay una suerte de autobiograf¨ªa nada encubierta¡ª. ?Y si el culto al cuerpo es el culto al vac¨ªo? ?Y si lo que se tiene, a cierta edad, es miedo a no importar? ?Y si la Iglesia del Ejercicio F¨ªsico est¨¢ prometi¨¦ndonos lo que exige la Era de la Productividad Infinita, esto es, tener siempre algo que hacer, y jam¨¢s alcanzar una meta perdurable, definitiva?
?Qu¨¦ va a librar a todos esos deportistas de una colecci¨®n de pr¨®tesis en un futuro no tan lejano como imaginan? ?Nadie est¨¢ advirtiendo que sentirse invencible no te convierte en invencible?
Tan l¨²cida como siempre, pero menos literaria que de costumbre ¡ªla trama es m¨ªnima, las peroratas y los enfrentamientos directos, inacabables, hasta el punto de que podr¨ªa montarse sin dificultad una obra de teatro que fuese puro combate¡ª, Shriver arremete sin piedad contra la ¨²ltima moda existencial, y se?ala uno a uno sus defectos, y adelanta sus consecuencias porque ?acaso no es el cuerpo algo que se desgasta? ?Qu¨¦ va a librar a todos esos deportistas de una colecci¨®n de pr¨®tesis en un futuro no tan lejano como imaginan? ?Nadie est¨¢ advirtiendo que sentirse invencible no te convierte en invencible? De fondo est¨¢, como siempre, el miedo a no ser como los dem¨¢s de cada uno de los miembros de esa sociedad a la que Shriver considera casi otra especie. Como otra especie la juzga, y ajusta cuentas con ella, atacando, tambi¨¦n, hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del buenismo contempor¨¢neo, disparando a discreci¨®n contra, s¨ª, el enorme dinosaurio de la opini¨®n p¨²blica, decidido a no moverse una vez lo ha hecho porque cambiar de posici¨®n resultar¨ªa inc¨®modo una vez se ha decidido por la ¨²nica adecuadamente posible hoy. Aunque el juego de piernas no sea tan brillante esta vez ¡ªla novela despega s¨®lo a medias, todo el tiempo¡ª, la ferocidad sigue intacta, y su valor es cada vez mayor. Porque nadie m¨¢s batalla as¨ª contra el exceso de absurdo de la sociedad contempor¨¢nea.
El movimiento del cuerpo a trav¨¦s del espacio
Traducci¨®n de Daniel Najm¨ªas
Anagrama, 2023
392 p¨¢ginas. 21,90 euros
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.