Irene Sol¨¤: ¡°Ha llegado el momento de mirar el mundo desde otras perspectivas, incluidas las no humanas¡±
Un d¨ªa que condensa cuatro siglos en una mas¨ªa habitada por mujeres deformes e incompletas. As¨ª es la nueva novela de la autora catalana, que cambi¨® Londres por Malla, el pueblo de su infancia, cerca de Vic
Ya no era tan peque?a, recuerda, cuando ley¨® El se?or de los anillos. Pero lo era cuando empez¨® a investigar junto a Sherlock Holmes. Y lo era a¨²n m¨¢s cuando viaj¨® por primera vez a Terramar. Y es cierto que hay algo de la pasi¨®n por la palabra de Ursula K. Le Guin en todo lo que toca Irene Sol¨¤ (Malla, 33 a?os). La palabra entendida como ente m¨¢gico capaz de invocar cualquier tipo de mundo dentro del mundo. La palabra como herramienta o varita m¨¢gica ¡ªde la clase de magos narrativos que habitan Terramar¡ª, como llave que abre infinitas puertas. Puertas que son historias, que son tambi¨¦n y sobre todo lugares desde los que contarlas. ¡°Desde ni?a me ha gustado o¨ªr contar historias. Me preguntaba c¨®mo era posible que cambiasen mi manera de ver el mundo como lo hac¨ªan. ?De d¨®nde sal¨ªa todo aquel poder?¡±, se pregunta la escritora, la artista, que no tiende (jam¨¢s) a decir la palabra novela. Ni siquiera cuando habla de las propias.
?Le parece una palabra demasiado grande? ?O empeque?ece en realidad aquello que hace? ?O quiz¨¢ es que resulta demasiado concreta para algo que, como le gusta decir, simplemente crece? ¡°Es verdad, nunca hablo de mi novela. Hablo de mi proyecto. Y no es que las palabras escribir o novela no me gusten, pero es que estudi¨¦ Bellas Artes y lo m¨¢s importante que aprend¨ª en esos cinco a?os fue esto que hago. Respetar la idea como algo que va encontrando su espacio, y su momento, y se va dando forma a s¨ª mismo¡±, responde.
El cielo est¨¢ nublado. Sol¨¤ bebe agua con gas en una antigua y encantadora cafeter¨ªa de Vic (Barcelona) con vistas a la plaza del mercado. Hay montones de puestos sobre su ic¨®nico suelo de tierra. La escritora viaja mucho, pero es aqu¨ª, a este enclave medieval de la Catalu?a interior, adonde regresa una y otra vez. Fue aqu¨ª donde creci¨®. Aunque no exactamente.
Formada en Bellas Artes, redact¨® su primera novela, ¡®Los diques¡¯, porque no ten¨ªa c¨¢mara de v¨ªdeo
Si Herman Melville admiraba el monte Greylock desde su casa en Pittsfield, Massachusetts, mientras escrib¨ªa Moby Dick, Sol¨¤ admiraba el bosque al otro lado de la ventana mientras crec¨ªa y empezaba a contar sus primeras historias. ¡°Viv¨ªamos en un pueblo peque?o, y diseminado. Las casas estaban algo aisladas¡±, dice. As¨ª que iban al mercado en coche, y al cine, y a los bares cuando empez¨® a salir, y luego regresaban a casa. ¡°Y es curioso. Me gustan mucho las ciudades. Desde ni?a. Quiz¨¢ por eso. Ciudades m¨¢s grandes que Barcelona. Londres, Nueva York. Crec¨ª queriendo irme lejos, y descubrir ese tipo de sitios. Ciudades que pudiesen llegar a parecerme infinitas¡±, confiesa. El ¨¦xito de Canto yo y la monta?a baila le permiti¨® hacerlo. Su ¨²ltima novela, Te di ojos y miraste las tinieblas (Anagrama), se ha escrito en medio mundo. Pero, en realidad, todo empez¨® ya as¨ª. Lejos. Podr¨ªa decirse que todo empez¨® en un autob¨²s londinense.
El a?o tal vez sea 2015. Sol¨¤, que creci¨® escribiendo ¡ªgan¨® un ordenador en el famoso concurso de redacci¨®n de Coca-Cola a los 12 a?os y no pudo creerse que fuese a tenerlo para ella sola¡ª, hab¨ªa dejado de hacerlo porque en Bellas Artes se hab¨ªa animado a priorizar otras formas de contar. En aquel momento en concreto se encontraba en Londres, y en Brighton, haciendo un intercambio universitario. Y trataba de montar una pieza de videoarte, pero le result¨® imposible porque no hab¨ªa c¨¢maras suficientes. As¨ª que empez¨® a escribir como si fuese una c¨¢mara. Se meti¨®, literalmente, dentro de la escritura de una novela, simulando ser una c¨¢mara. As¨ª naci¨® Los diques, su primera novela, que gan¨® el Premio Documenta en 2017. He aqu¨ª c¨®mo empieza: ¡°Esta es Ada. Estas son las teclas del ordenador de Ada, que esperan, atentas, la embestida¡±. Es decir, en las bambalinas de la escritura.
Para entender la literatura mutante de Sol¨¤, cada uno de sus brillantes y lib¨¦rrimos pasos, su discurrir fogoso, la delicia, el placer del abandono del mundo ¡ªo su intercambio por otro infinitamente m¨¢s vivo¡ª que propone, hay que entender su proceso creativo. Trabaja ¡ªla escritora, la artista¡ª en el proyecto, como si este fuese un monstruo al que dar vida, algo inconcreto, a¨²n deforme, que va esculpi¨¦ndose a medida que su creadora se obsesiona con ¨¦l. ¡°Recuerdo que Canto yo¡ apareci¨® cuando a¨²n estaba d¨¢ndole los ¨²ltimos retoques a Los diques. No pod¨ªa parar, escrib¨ªa incluso en el autob¨²s, cuando a¨²n estaba en Londres. La idea se abri¨® camino, arras¨¢ndolo todo. Nunca antes me hab¨ªa pasado algo as¨ª¡±, dice. ?Y no tiene Canto yo y la monta?a baila algo de esa fuerza imponente? ?No le dio exactamente lo que necesitaba? ¡°Escribo con la cabeza, pero tambi¨¦n con el est¨®mago¡±, dice.
No resulta extra?o que se proteja como lo hace para evitar cualquier tipo de interferencia ante un proceso creativo semejante, tan, en sus palabras, ¡°org¨¢nico¡±, y en realidad, visceral, intuitivo, por momentos, irracional. Te di ojos y miraste a las tinieblas, su esperad¨ªsima tercera novela ¡ªla primera despu¨¦s del gran ¨¦xito mundial de Canto yo¡, que fue traducida a 28 idiomas, y de la que se han vendido m¨¢s de 100.000 ejemplares en catal¨¢n y 50.000 en castellano¡ª, tiene algo de reflexi¨®n al respecto. ¡°De alguna forma interpelo directamente a mi proceso creativo, a mi obra, desde el t¨ªtulo. Te di ojos, te di la vida, y decidiste mirar a la oscuridad, al lugar donde todo es posible, el m¨¢s libre, el que los dem¨¢s temen, y en el que no ves nada y avanzas a tientas. Es como si me dijera a m¨ª misma: ¡®S¨¦ tan t¨² como quieras¡¯. Detr¨¢s del t¨ªtulo est¨¢ el concepto del libre albedr¨ªo, y de la necesidad de encontrar un lugar irreverente, muy propio, para aquello que hago¡±, dice. Y tambi¨¦n est¨¢ el diablo, y los fantasmas.
La segunda, ¡®Canto yo y la monta?a baila¡¯, fue un ¨¦xito mundial. Se ha traducido a 28 idiomas
Intensa, barroca, de rincones oscuros, casi como un folk horror en el que el terror no es terror sino algo acogedoramente extra?o, algo familiar y misterioso, Te di ojos y miraste las tinieblas invita a pasar un ¨²nico d¨ªa ¡ªque contiene cuatro siglos de historia de una familia¡ª en una casa maldita ¡ªuna mas¨ªa olvidada¡ª rodeada de bosques por los que campan, intermitentemente, otros tiempos, y sus fantasmas. Tambi¨¦n demonios peque?os ¡ªel dimoni petit que cre¨® el folclore catal¨¢n, convencido de que ¡°la gran batalla divina¡± no iba a darse nunca en Catalu?a, y por lo tanto, el Diablo con may¨²scula no pod¨ªa aparec¨¦rsele a nadie por aqu¨ª¡ª. Y maquis, y animales salvajes que acechan el mas Clavell. El mas est¨¢ habitado por una familia de mujeres incompletas. Hubo un pacto con el Diablo en alg¨²n momento ¡ªuna de ellas quiso un marido, sin el que ninguna de las otras existir¨ªa¡ª, y todas han nacido sin algo. Sin lengua, o con un cuarto de coraz¨®n menos.
La narradora, una voz fantasmag¨®rica que abre puertas y aparta arbustos, y observa sin juzgar, recompone, a pedazos, la historia familiar de las habitantes del mas Clavell, sumergi¨¦ndose en los recuerdos incompletos, a ratos deformes, de cada una de ellas. ¡°Me interesaba reflexionar sobre los mecanismos de la Historia, con may¨²scula, y la historia, con min¨²scula. ?Qu¨¦ sabemos de quienes somos? ?No es nuestra historia familiar algo que vamos completando a partir de lo que o¨ªmos contar? ?Y no tiene eso algo que ver con la tradici¨®n, los mitos y las leyendas? Veo una relaci¨®n entre la forma en que hemos mirado el mundo, y hemos intentado explic¨¢rnoslo, desde el principio de los tiempos y la historia particular de cada familia, que es tambi¨¦n una historia de mitos y leyendas¡±, argumenta Sol¨¤, a quien le fascina la condici¨®n de narrador no fiable de nuestra propia historia familiar, en realidad, una colecci¨®n de voces m¨¢s o menos interesadas.
¡°El que cuenta una historia nunca lo hace de forma inocente. Hay detr¨¢s una intenci¨®n. Un inter¨¦s. Por eso la historia cambia en funci¨®n de quien la cuenta¡±, dice. De nuestra familia, la de cada uno, tenemos una colecci¨®n de fogonazos, de momentos narrados por distintas personas, en distintas ¨¦pocas, que dan forma a aquello que sabemos de ella, y ocurre que lo que sabemos no siempre encaja¡±.
Que en Te di ojos y miraste las tinieblas la reflexi¨®n al respecto se convierta en la experiencia de vivir eso mismo en el mas que habitan las protagonistas, es obra del estilo volc¨¢nico de Sol¨¤, para quien la novela es un ente ¡°infinito¡±, que todo puede contenerlo, y amplificarlo, deformarlo, galvanizarlo. La subjetividad toma otra vez el control ¡ªtodo narrador tiene aqu¨ª, como en Canto yo y la monta?a baila, su propio mundo porque su manera de verlo es ¨²nica¡ª, evidenciando de qu¨¦ forma ¡°la objetividad es imposible¡±.
¡°Nuestra historia familiar tambi¨¦n es una leyenda que completamos a partir de lo que o¨ªmos contar¡±
No es casual que las protagonistas de esta historia sean mujeres, ni que vivan en una mas¨ªa olvidada ni que sean imperfectas ¡ªest¨¦n incompletas¡ª, ni que pacten con el diablo, ni que nadie las tuviera jam¨¢s en cuenta, porque precisamente Sol¨¤ quer¨ªa escribir sobre lo frondoso de cualquier mundo, est¨¦ o no al margen del mundo. ¡°Sin una teor¨ªa feminista ni una mirada cr¨ªtica no podr¨ªa hacer lo que hago. Canto yo¡ empezaba con un h¨¦roe cl¨¢sico, o lo que podr¨ªa haberlo sido, que una p¨¢gina despu¨¦s estaba muerto. Y es entonces cuando la historia de todo lo dem¨¢s se cuenta, por fin. Porque ?cu¨¢ntas veces hemos o¨ªdo contar la historia del h¨¦roe? ?Y qu¨¦ pasa con todo lo dem¨¢s todas esas veces?¡±, se pregunta la escritora. ¡°Ha llegado el momento de mirar el mundo desde otras perspectivas¡±, dice, ¡°y eso incluye narradores no humanos¡±, lo que dinamita tambi¨¦n el caduco antropocentrismo, o la idea de que nada importa m¨¢s que nuestra especie.
Escribe, crea, dice, haci¨¦ndose preguntas, porque lo que quiere es aprender, y disfrutar al hacerlo, jugar en serio, ¡°como hacen los ni?os¡±. Ya era as¨ª cuando escrib¨ªa poes¨ªa ¡ª?fue un poemario, B¨¨stia, lo primero que public¨®¡ª. Le gusta deslocalizarse. En estos cuatro a?os, los que hay entre Canto yo y la monta?a baila y Te di ojos y miraste las tinieblas, ha pasado temporadas en Nueva York, la Toscana, Virginia (Estados Unidos), Palam¨®s y Olot, en residencias de escritores, e incluso se ha creado sus propias autorresidencias en apartados lugares de Espa?a.
Sale, se empapa de lo que hay fuera, pero necesita enclaustrarse ¡ªes obsesiva, y lee y se documenta hasta la extenuaci¨®n¡ª para escribir. No parece que los premios ¡ªha ganado casi una decena, entre ellos, el Premio de Literatura de la Uni¨®n Europea, un Kirkus a mejor libro y The New York Public Library Best Book de 2022¡ª ni el exceso de atenci¨®n que acarrean puedan con ella y su pasi¨®n por la obra en marcha.
¡®Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres¡¯ / ¡®Te di ojos y miraste las tinieblas¡¯. Irene Sol¨¤. Traducci¨®n al castellano de Concha Carde?oso. Anagrama, 2023. 184 y 176 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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