¡®La pla?a del Diamant¡¯: todas somos Colometa
Carlota Subir¨®s adapta al siglo XXI la popular novela de Merc¨¨ Rodoreda con 11 int¨¦rpretes en el papel de Nat¨¤lia
La tarea no era nada f¨¢cil. Adaptar La pla?a del Diamant, una de las novelas m¨¢s populares y queridas de Merc¨¨ Rodoreda, la gran escritora catalana del siglo XX. Pero cuando a Carlota Subir¨®s se le pone una idea en la cabeza, no hay quien la pare. Rodeada de su equipo habitual de ¡°sospechosos habituales¡±, Subir¨®s presenta un espect¨¢culo di¨¢fano y cerebral. Un cap¨ªtulo m¨¢s en la historia de las adaptaciones esc¨¦nicas de La pla?a del Diamant: en 2004, Joan Oll¨¦ dirigi¨® una versi¨®n con tres actrices en el papel de Nat¨¤lia, y en 2014 lo convirti¨® en un mon¨®logo para lucimiento de Lolita Flores. El TNC, a su vez, estren¨® un gran montaje en 2007, adaptado por Josep Maria Benet i Jornet y dirigido por Toni Casares. No hay que olvidar el gran impacto que tuvo la versi¨®n cinematogr¨¢fica de la novela en Catalu?a, dirigida por Francesc Betriu en 1982: a S¨ªlvia Munt todav¨ªa se la recuerda como ¡°la Colometa¡±. Carlota Subir¨®s, nuestra directora m¨¢s germ¨¢nica, nos ofrece su lectura teniendo en cuenta la historia de las representaciones de este texto. Y lleva a Nat¨¤lia al siglo XXI.
La dramaturgia convierte la novela en un relato en primera persona que fluye de forma muy natural, como un torrente de pensamiento, emoci¨®n y acci¨®n
El espacio esc¨¦nico de Max Glaenzel, la iluminaci¨®n de Carlos Marquerie y el vestuario de Marta Rafa convierten La pla?a del Diamant en la prima lejana (y catalana) de El quadern daurat (Teatre Lliure, 2020). La caja blanca que se va llenando de cosas, la luz creadora que acompa?a o se conflict¨²a con lo que sucede en escena, el vestuario elegante en negro y azul¡ Hay un hilo invisible que une a Doris Lessing con Merc¨¨ Rodoreda, y la ¡°habitaci¨®n propia¡± de Virginia Woolf se ha convertido aqu¨ª en la plaza p¨²blica que reclama el urbanismo ecofeminista. Una de las principales bazas de este montaje es la dramaturgia de Ferran Dordal, que convierte la novela en un relato en primera persona que fluye de forma muy natural, como un torrente de pensamiento, emoci¨®n y acci¨®n. La otra gran particularidad de esta puesta en escena es que tengamos a 11 int¨¦rpretes en el papel de Nat¨¤lia. Clara Aguilar es la primera en aparecer, y en la caracola de mar parece que ya adivina la historia: ella interpretar¨¢ la m¨²sica en directo durante todo el montaje.
El escenario, convertido en una gran caja blanca, se ir¨¢ llenando de objetos a medida que avance la acci¨®n, creando un dispositivo a medio camino entre la instalaci¨®n art¨ªstica y la exposici¨®n de pruebas policiales. Merc¨¨ Rodoreda sab¨ªa muy bien que los objetos tienen alma: su ausencia tambi¨¦n deja huella. Quien no para de hablar (y de trabajar) durante toda la funci¨®n son las actrices: ellas son las encargadas de crear, montar y desmontar esta escenograf¨ªa ef¨ªmera. Entre todas ellas, destaca la franqueza de Alba Pujol, la emoci¨®n de M¨¤rcia Cister¨®, la seguridad de Vanessa Segura y la dicci¨®n cristalina de Montse Esteve. Lurdes Barba es la veterana del grupo, en esta familia intergeneracional de Nat¨¤lias, y sujeta el rifle con gran firmeza. Las j¨®venes tienen menos tela que cortar: no me convence para nada esta Colometa vestida de blanco, danzando por el escenario como una ninfa despreocupada. La pla?a del Diamant, le¨ªda con las gafas del siglo XXI, es la historia de generaciones enteras de mujeres en nuestro pa¨ªs. Y ahora Nat¨¤lia ha dicho ¡°se acab¨®¡±.
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