En las redes de Juan Benet
En ¡®La inspiraci¨®n y el estilo¡¯, el autor madrile?o reflexion¨® sobre lo que significa escribir y en ¡®Londres victoriano¡¯ mostr¨® su gran versatilidad. Ahora ambos libros se reeditan en la colecci¨®n que re¨²ne su obra
Debi¨® ser a finales de 1964, cuenta Carmen Mart¨ªn Gaite, cuando en la convergencia entre las calles Goya con Doctor Esquerdo se encontraron durante un paseo ella y Rafael S¨¢nchez Ferlosio con Juan Benet. Hab¨ªan coincidido unos a?os antes, a principios de los cincuenta, en el restaurante Gambrinus, en el que un d¨ªa Benet se present¨® con Luis Mart¨ªn Santos a la tertulia que celebraba all¨ª un grupo de amigos. Luego le perdieron la pista. Benet los salud¨®, les dijo que se hab¨ªa casado y que ten¨ªa cuatro hijos. Lo invitaron a tomar un caf¨¦, eran las cinco de la tarde. A las doce de la noche segu¨ªan hablando. Eran tiempos malos, los de la dictadura, pero seguro que hay quien dar¨ªa hoy toda su fortuna por asomarse a escuchar lo que se contaron entonces y todo lo que se dir¨ªan durante el resto de conversaciones que tuvieron a partir de entonces y que fueron cada vez m¨¢s frecuentes.
Benet hab¨ªa publicado hasta ese momento una obra de teatro, Max, y con muchas dificultades un libro de relatos, Nunca llegar¨¢s a nada. Eran diferentes a cuanto se escrib¨ªa entonces, lo que se llamaba realismo social y que m¨¢s adelante ¨¦l mismo defini¨® como ¡°una literatura protestona, acre, muy poco imaginativa y muy poco estil¨ªstica¡±. Benet llevaba fuera de Madrid varios a?os, sus obligaciones como ingeniero de Caminos lo condujeron a Le¨®n y Oviedo. La inspiraci¨®n y el estilo sali¨® poco despu¨¦s, en 1966, y naci¨® en el puerto de Pajares hacia 1963. ¡°En cierto sentido, ¨¦ste es un libro de monta?a, no s¨¦ si alta o baja, pero desde luego solitaria¡±, confiesa en el pr¨®logo.
Los prolijos conocimientos sobre Londres no ahogan la narraci¨®n y despliega un abundante anecdotario que consigue que la ciudad vibre y la sonrisa acuda, una y otra vez, a los lectores que devoran sus p¨¢ginas
Si se tuviera que definir lo que es Londres victoriano acaso podr¨ªa decirse que es un texto sacudido por los espasmos de una metr¨®poli del siglo XIX. Ambos t¨ªtulos se reeditan ahora, tanto en versi¨®n digital como en papel, en la colecci¨®n en la que Debols!llo est¨¢ reuniendo la obra de Benet. En La inspiraci¨®n y el estilo quiso explicarse por qu¨¦ le resultaban tan estomagantes las tragedias de Racine, y se trata un trabajo en el que explora lo que significa escribir, analiza las maneras de distintos autores, se pronuncia a prop¨®sito de diferentes tradiciones literarias, busca su hueco, afirma los registros de su propia voz. Londres victoriano es, en cambio, un encargo para una colecci¨®n, Ciudades en la historia, en la que Juan Goytisolo escribi¨® sobre el Estambul otomano, por ejemplo, o Cristina y Eduardo Mendoza sobre la Barcelona modernista. Lleg¨® a las librer¨ªas en 1989 cuando Benet ten¨ªa ya una importante trayectoria a sus espaldas y muestra la maestr¨ªa con que maneja sus recursos para conseguir que los prolijos conocimientos que tiene sobre la historia de Londres no ahoguen la narraci¨®n y fluyan con ligereza mientras toca las materias m¨¢s variadas y despliega un abundante anecdotario que consigue que la ciudad vibre y la sonrisa acuda, una y otra vez, a los lectores que devoran sus p¨¢ginas. En la advertencia preliminar confesaba que se conformar¨ªa ¡°con que fuera ameno¡±, una virtud que ¡°rara vez¡± lograba conseguir.
¡°En este libro trat¨¦ de indagar la raz¨®n por la cual desapareci¨® del castellano el Grand Style para dar paso al costumbrismo¡±, afirma Benet en el pr¨®logo de La inspiraci¨®n y el estilo. Quiz¨¢ convenga recordar para hacerse cargo de la ambici¨®n de este ensayo que lo escribe cuando tiene treinta a?os y pico y apenas ha publicado un par de cosas. M¨¢s que las reflexiones de un joven que deber¨ªa estar en ese momento dando todav¨ªa patinazos alrededor de su literatura, lo que hay en sus p¨¢ginas tiene algo del balance que podr¨ªa acometer un experimentado autor que ya ha pasado por todo y que vuelve sobre su experiencia y sus saberes para sacarles punta. A ese Racine estomagante al que quiere Benet darle un coscorr¨®n ha llegado a trav¨¦s de Proust, pero enseguida se comprende que est¨¢ familiarizado con las literaturas m¨¢s variadas y que, por ejemplo, trata a Poe, Nietzsche o a Montesquieu con el desparpajo con el que uno se relaciona con unos amigotes. ¡°Yo hab¨ªa tenido en mis bolsillos todos los Stendhal, Flaubert, Cervantes, Dickens y T¨®lstoi que se requieren para lograr una educaci¨®n literaria decente¡±, explic¨® en 1977 en un breve biographia literaria. ¡°Pero si un d¨ªa de 1947 mis ojos no hubiesen tropezado con una p¨¢gina de Faulkner ser¨ªa ahora un ingeniero espa?ol de mediana edad, con acaso m¨¢s lecturas en mi haber de las convenientes y con cierta curiosidad por los relatos de fantasmas, las novelas sobre el mar y la historia romana y bizantina¡±.
¡°La inspiraci¨®n solo le es dada al escritor que ya tiene un estilo¡±, escribe el autor de ¡®Volver¨¢s a Regi¨®n¡¯
Mediados de los sesenta en plena dictadura franquista, con los escritores espa?oles intoxicados con el realismo social, y de pronto aparece Benet para apuntar a otra parte. La inspiraci¨®n y el estilo tiene el arrojo y la altivez de quien reniega a plegarse a las urgencias de su tiempo y se embarca en una obra estrictamente personal, fuera de la corriente. ¡°La inspiraci¨®n solo le es dada al escritor que ya tiene un estilo¡±, escribe all¨ª. Y dice tambi¨¦n que ¡°el estilo proporciona el estado de gracia¡± y que en ¨¦l hay que buscar esa ¡°regi¨®n del esp¨ªritu¡± que, ¡°tras haber desahuciado a los dioses que la habitaban¡±, proporciona una v¨ªa de conocimiento para medirse con esas cuestiones que antes ¡°el escritor elevaba a la divinidad¡±.
Londres victoriano est¨¢ en otro registro. Benet gobierna ah¨ª los materiales m¨¢s diversos para dar cuenta de las profundas transformaciones que se producen en la capital de un imperio en un siglo en que no solo cambia Europa sino el mundo entero y en el que el Progreso se convierte en la religi¨®n de la ¨¦poca. Lo mismo trata de Dickens, de los prerrafaelistas o de Wilde que de las leyes que ampl¨ªan el voto o de las ordenanzas que cambian la fisonom¨ªa de la ciudad. Es el siglo del ferrocarril, del vapor del agua y de la mecanizaci¨®n de los telares, de Marx y el proletariado, de la abolici¨®n de la esclavitud en las colonias y tambi¨¦n de la expansi¨®n de Occidente a otros continentes con su carga de violencia y de saqueo de sus recursos. Tiempo de utop¨ªas y de aventureros, ventajistas, buscavidas, delincuentes y mendigos que sobreviven como pueden. Y todo ello bajo la impronta de la reina Victoria. ¡°Su car¨¢cter severo, avaro y puritano, su gazmo?er¨ªa y escasa jovialidad, su af¨¢n por la probidad, (¡) contagiaron a la corte y a las clases altas que a su vez las impusieron a toda la sociedad¡±.
Londres victoriano
Debols!llo, 2023
240 p¨¢ginas. 16,10 euros.
La inspiraci¨®n y el estilo
Debols!llo, 2023
208 p¨¢ginas. 14,21 euros.
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