Carmen Posadas: ¡°No s¨¦ qu¨¦ son las ¡®terf¡¯, conoc¨ªa a las ¡®milf¡¯...¡±
La escritora publica ¡®Licencia para espiar¡¯ un libro de mujeres reales con vidas de pel¨ªcula, como la suya
Carmen Posadas (Montevideo, 1953) ten¨ªa veintitantos, dos ni?as peque?as, un marido guapo, posibles y una educaci¨®n de hija de diplom¨¢tico cuando se pregunt¨® a s¨ª misma: ¡°?Carmencita, qu¨¦ quieres hacer el resto de tu vida?¡±. Es la ¨²nica que se llama as¨ª, y solo cuando est¨¢ enfadada. Decidi¨® escribir. M¨¢s de cuarenta a?os, otros tantos libros y muchos premios despu¨¦s ¨Cincluido el Planeta en 1998¨C, asegura que lo ha conseguido poni¨¦ndose cada ma?ana ¡°una pistola en la sien¡±. ¡°Soy muy vaga; eso s¨ª, a la hora de comer, me doy vacaciones¡±, dice en su elegante piso madrile?o. Su ¨²ltima novela, Licencia para espiar (Espasa), va de mujeres reales con vidas de pel¨ªcula, como la suya.
Pregunta. El libro arranca con los esp¨ªas que viv¨ªan en su propia casa.
Respuesta. En 1972 destinaron a mi padre a Mosc¨². La ama de llaves nos recibi¨® con un siniestro ¡°Bienvenidos a las tinieblas...¡±. La casa estaba llena de micr¨®fonos, mov¨ªas un cuadro y ca¨ªan dos. Hab¨ªa un jardinero, Seriozha, cuyo cometido ¡°oficial¡± era quitar la nieve del tejado. En realidad se ocupaba de los micr¨®fonos.
P. Siguiente escena peliculera: la cas¨® un cura en una iglesia ortodoxa y dej¨® el ramo sobre la tumba de Lenin.
R. Mi madre era capaz de vender helado a los ping¨¹inos. Las iglesias cat¨®licas de Mosc¨² le parec¨ªan feas y convenci¨® al patriarca ortodoxo para celebrar una boda ecum¨¦nica en la iglesia de las Colinas de Lenin. Era la primera que se hac¨ªa, as¨ª que salimos hasta en el South China Morning Post. Los esp¨ªas por cierto, resultaron ¨²tiles: nos acab¨¢bamos de mudar y la casa no estaba lista, faltaba pintar, no hab¨ªa cortinas. El organismo que centralizaba todo lo relacionado con los diplom¨¢ticos no nos hac¨ªa ni caso. El ama de llaves / esp¨ªa le dijo a mi madre: ¡°Se?ora, qu¨¦jese en el comedor¡±. Y all¨ª se plant¨® mi madre: ¡°Yo, que admiro tanto la Uni¨®n Sovi¨¦tica, este pa¨ªs extraordinario que ha puesto al hombre del espacio, pero ahora mi hija se casa en dos meses y no consigo que venga nadie a arreglar esto y aquello...¡± . Al d¨ªa siguiente estaba todo solucionado.
P. ?Qu¨¦ ve de aquella URSS de su juventud en la Rusia del telediario?
R. Es todo un disparate, pero encaja con la mentalidad rusa. Cuando se desplom¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica volv¨ª con mi hermana a hacer un reportaje al colegio donde hab¨ªa estudiado. Profesores y alumnos estaban estupefactos. ?C¨®mo es posible que hubiese ca¨ªdo lo que ellos pensaban que era LA potencia mundial? Putin ha sabido conectar muy bien con eso, devolverles el orgullo.
P. ?Por qu¨¦ se cas¨® con 19 a?os?
R. Todo lo hice al rev¨¦s, me cas¨¦ muy pronto, tuve las hijas y luego pens¨¦ que no quer¨ªa hacer tarta de manzana el resto de mi vida y me puse a escribir. Con 19 estaba enamorad¨ªsima, como se est¨¢ a esa edad, del m¨¢s guapo, el que mejor monta en moto, el m¨¢s malote... Y claro, luego te das cuenta de que no.
P. Tras su separaci¨®n defini¨® el ¡°s¨ªndrome de Rebeca¡±, que aparece en algunos manuales de psicolog¨ªa.
R. Eso me llena de orgullo. Describe c¨®mo el fantasma de un amor anterior marca el siguiente. Muchas personas, sobre todo hombres, buscan un clon de su expareja, mira a Trump. Otras, todo lo contrario. Yo la segunda vez me cas¨¦ con el opuesto: un hombre mayor, serio, responsable...
P. Con Mariano Rubio, entonces gobernador del Banco de Espa?a, pas¨® a ser ¡°la mujer de¡±, y a salir mucho en las revistas y ser perseguida por los paparazzi. ?C¨®mo lo recuerda?
R. Era muy angustioso, me provoc¨® un insomnio horrible. Todas las semanas pendiente a ver c¨®mo sal¨ªas y qu¨¦ dec¨ªan las revistas del coraz¨®n y las pol¨ªticas, a ver qu¨¦ estupideces pon¨ªan en tu boca. Aquella sensaci¨®n de no dominar tu propio personaje... Ahora con las redes sociales creo que los famosos son un poco m¨¢s autores de su discurso.
P. Deme una escena de sus visitas a la c¨¢rcel [Mariano Rubio pas¨® dos semanas en Alcal¨¢ Meco por fraude fiscal].
R. Recuerdo la cola, el compa?erismo entre las mujeres. Y el consejo que me dio una amiga que hab¨ªa tenido la misma experiencia: ¡°Te van a fotografiar cada vez que vayas, as¨ª que ve siempre vestida igual¡±. A la tercera, los paparazzi dejaron de hacerme fotos entrando.
P. Volvamos a aquel d¨ªa que se dice Carmencita y decide escribir: se apunt¨® usted a un cursillo.
R. Deb¨ªa ser de los primeros. Lo impart¨ªa el argentino Mario Merlino. Me dijo: ¡°Escribes bien, pero tienes que meter algo brutal en tus historias, sexo, violencia, un incesto, si quieres ser escritora¡±. Yo entonces, cuando escrib¨ªa, solo pensaba en qu¨¦ opinar¨ªa pap¨¢, algo fatal para la literatura. As¨ª que me olvid¨¦ de pap¨¢ y escrib¨ª un cuento muy t¨®rrido.
P. Ahora tiene usted una escuela de escritura con su hermano.
R. Hay autores que dicen que esto es un don, que no se puede ense?ar, pero adem¨¢s de una parte indudable de talento, hay otra parte muy considerable de oficio.
P. Al principio de su carrera, que le pes¨® m¨¢s para que la tomasen en serio. Ser latina, rica, joven, guapa...
R. Todo. Ahora ya no es as¨ª, pero cuando yo empec¨¦ no daba el perfil de escritora que era, para entendernos, Carmen Mart¨ªn Gaite.
P. Usted se declara postfeminista.
R. Lo que no me gusta del feminismo actual es el victimismo. Si todo lo que te pasa es culpa del sistema, de los hombres que son malvados... entonces t¨² no puedes hacer nada por solucionar tu problema. Y yo creo que s¨ª puedes.
P. ?Qu¨¦ opina de la ley trans?
R. Estoy de parte del PSOE, del PSOE de Carmen Calvo.
P. ?La han llamado terf?
R. No s¨¦ qu¨¦ es, conoc¨ªa a las milf... [r¨ªe, refiri¨¦ndose al acr¨®nimo en ingl¨¦s de Madre con las que me gustar¨ªa acostarme].
P. Terf es tambi¨¦n un acr¨®nimo, se refiere al feminismo transexcluyente, generalmente de forma despectiva.
R. Hmmm, ?excluyente? Yo no voy tan lejos, ni tampoco creo que Carmen Calvo est¨¦ en contra de los transexuales, es m¨¢s complejo que eso.
P. Ha conocido a Castro, Nixon, Isabel II... deme una an¨¦cdota
R. A Isabel II la vi dos veces, como ¡°hija de¡± y luego como ¡°mujer de¡±. La primera, nos mandaron una carta de protocolo explicando, entre otras cosas, que no pod¨ªamos ir de negro. Yo solo ten¨ªa un vestido negro palabra de honor, as¨ª que cog¨ª un pa?o de las cortinas y me at¨¦ un lazo azul el¨¦ctrico sobre el pecho. A cierta edad todo queda mono... De Palacio lo que m¨¢s nos impresion¨®, porque mi padre era muy mani¨¢tico con los olores, fue que ol¨ªa a repollo.
P. Sostiene que es t¨ªmida y solitaria, pero parece la conversadora perfecta.
R. Tengo mucho training de la vida diplom¨¢tica. Mi madre lo hac¨ªa maravillosamente bien, pero adem¨¢s le divert¨ªa, a m¨ª me cuesta. Ella encontr¨® la conversaci¨®n ideal para entrarles hasta a los ingleses m¨¢s herm¨¦ticos: los fantasmas. Pru¨¦balo, no falla, todo el mundo tiene una historia de fantasmas que est¨¢ deseando contar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.